En los días pasados, los días aciagos de una fuerte y polarizada campaña electoral, dos elementos caracterizaron el debate: el primero, una propuesta del candidato Gustavo Petro, que le planteó al país la necesidad de un cambio en el modelo de desarrollo en tanto disminuir la dependencia en el petróleo e incentivar la producción y uso de energías limpias. Esto conducía a permitir que Ecopetrol migrara hacia otros negocios y a hacer del campo una estrategia hacia las búsquedas de nuevas exportaciones, y apareció todo el debate de los aguacates. Literalmente medio país se volcó a mostrar ambos desafueros. Las burlas con el tema de los aguacates no se hicieron esperar y, de manera un tanto torpe, se comparaba lo que se podía exportar de petróleo contra exportar aguacates. La discusión se ridiculizó, desviando el tema principal que era el de los énfasis productivos, la dependencia en el petróleo y la necesidad de encontrar nuevas fuentes de producción para la exportación. También se atacó la propuesta de las energías limpias con el argumento de proteger a Ecopetrol tal y como está, para que siga siendo prenda de riqueza de los colombianos.
El segundo elemento del debate electoral fue el miedo que se le infundió a la sociedad sobre la desconfianza de los inversionistas ante una posible llegada de Petro al poder. Era un rumor generalizado que los poseedores de capital se irían al día siguiente en busca de otros mercados, tal cual como se decía en México si llegaba López Obrador. Y la creencia en este miedo se volvió palpable: en las calles la gente decía conocer a alguien que se iría, y los propios empresarios empezaron a decirlo como si fuera verdad, como si deshacer una empresa o desinvertir solo fuera el salir y cerrar la puerta. Es de risa, solo hay que ver las cifras de inversión extranjera en los países de América Latina que han tenido gobiernos progresistas o de izquierda para darse cuenta que incluso han crecido. Y el caso extremo que es siempre Venezuela, con su reprochable situación, la Cepal dice con cifras para el año 2015 que su crecimiento fue del 1%, mostrando valores positivos desde el año 2005.
Así que ganó Iván Duque como era de esperarse, el que Uribe dijo, nuevamente. Y ya con el poder, aunque aún sin haberse posesionado, los tiempos donde el Centro Democrático veía nubarrones económicos, desconfianzas internacionales, ya han pasado. Como por arte de magia la férrea oposición de ocho años ya es historia, y ya hay confianza inversionista suficiente incluso para proponer, a nombre de Fasecolda, por uno de los fieles alfiles de Uribe (Jorge Humberto Botero), vender parcial o totalmente a Ecopetrol para hacer de ella un fondo de capital de infraestructura o para que vaya a fondos de inversión, tal cual como él mismo lo propuso, y lo logró, con Isagen.
No les da vergüenza, solo 30 días antes estaban indignados y defendiendo a Ecopetrol como patrimonio de la Nación y garantía de los ingresos fiscales, es la inmoralidad del capital que tiene para si aquella máxima la cual pregona que lo importante son los fines, los medios deben garantizarlos a como dé lugar, aún con el engaño a las poblaciones, con las noticias falsas y con el miedo.
La Inversión Extranjera Directa (IED) en Colombia, en el período 2011-1017 tuvo un comportamiento siempre creciente, con un promedio anual de 14.508 millones de dólares. En el período 2005-2009 el promedio anual fue de 8.894 millones de dólares (Cepal). Esto con flujos recibidos, pero también la IED hacia el exterior ha sido creciente y significativa. Es decir, no sólo el país recibe capitales, flujos importantes y crecientes de inversión, sino que se ha convertido en un exportador de inversiones a través, fundamentalmente, de sus grandes empresas que hoy pueden considerarse como Translatinas (ISA, grupo AVAL, Nutresa, Bancolombia, Argos, entre otras)
Así, mientras al país se le hacían advertencias tenebrosas, en el primer semestre del año se realizaron movidas empresariales, las principales ascendieron a los $8.3 billones de pesos, en donde sobresale la adquisición de Odinsa por parte de Argos (pasando del 54.7% a tener el 99.8%), la adquisición de ExxonMobil por Terpel; la compra que los canadienses dueños de Isagen, Brokkfield, hicieron de la empresa de Gas de Bogotá (Gas Natural Colombia, la misma que no logró EPM por la tragedia de Ituango, de la cual esperemos no sirva de excusa para privatizar a EPM)) y la compra de la banca pymes y de consumo del Citibank por el grupo Scotiabank Colpatria. Esto da que a junio ya se cumplió el 69% de la meta para el 2018 y se cuadriplicó la cifra del 2017 (El Tiempo, 8 de julio de 2018, 1-24). Aún con estas evidencias los analistas de inversión dicen e insisten que el mercado estuvo lento y que deberá acelerarse con el triunfo del Centro Democrático.
En cuanto a la inversión interna, se ubicó en el 27.5% del PIB en el año 2017, manteniendo un nivel mayor al del año 2010. Este porcentaje es mayor que el promedio presentado en las demás economías de la Región que, de acuerdo con la ANDI, muestra la confianza y las oportunidades que ven los inversionistas en la economía colombiana. Hay que decir, igualmente que la ANDI salió a desmarcarse de la propuesta de Fasecolda, planteando su desacuerdo con ella.
A estos resultados importantes, hay que abonar que las reformas tributarias realizadas durante el período de Santos (siete en total entre el 2010 y el 2016), si bien le generaron importantes mejoras al capital, en tanto disminución de impuestos, también se lograron eliminar algunas bochornosas exenciones del Gobierno anterior, como son los acuerdos de estabilidad jurídica o las deducciones por inversión en activos fijos, y aun así, los capitales no solo han permanecido sino que se han incrementado, demostrando que la confianza inversionista se obtiene más por razones de estabilidad en los mercados, procesos de paz, y desarrollo institucional, entre otras medidas, que con beneficios tributarios localizados en las grandes inversiones.
Así pues, el huevito de la confianza inversionista no solo se cuidó, sino que ha seguido creciendo, tanto inversionistas nacionales como foráneos mantienen decisiones claras frente al país, que sin duda alguna se van a seguir acrecentado a raíz de los acuerdos de Paz. Incluso ya la comunidad internacional a través de la señora Christine Lagarde, directora del FMI, le hizo saber al nuevo presidente el compromiso que el mundo y los inversionistas internacionales tienen con los acuerdos con las FARC. Y el huevito reventó, el polluelo conoció la luz, a Duque le tocará cuidarlo, con lo delicados que son.
Y de la venta de Ecopetrol, pues habrá que darle tiempo al tiempo. Lo cierto es que los temas van colocándose en las agendas y este no es la primera vez que se lanza. Ya Mauricio Cárdenas cuando dirigía Fedesarrollo había planteado el tema, siendo Ministro vendió activos importantes para el país y dejó prácticamente lista la enajenación de CENIT la empresa trasportadora de Ecopetrol. Así que Botero ha hecho la tarea, el tema está sobre la mesa, ya le tocará decidir a Duque y a Carrasquilla, su nuevo Ministro de Hacienda, que no piensa diferente sobre estos temas. Así que habrá que esperar que los activos públicos de mayor relevancia salgan al mercado y que los inversionistas siempre ávidos de buenos negocios, aprovechen el mejor ambiente y las buenas oportunidades que se brindan desde el fisco nacional. El camino ya se va trazando.
Continuará …
Jaime Alberto Rendón Acevedo
Profesor, Universidad de La Salle
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