En esta oportunidad las encuestadoras han estado muy acertadas, registrando el repunte de Haddad en la semana previa, que no alcanzó para torcer el rumbo y soñar con el milagro de un resultado que tenía muy poco de misterio e intriga. Sin embargo, Bolsonaro –que no ha dudado a lo largo de toda la campaña en evidenciar su desprecio por las reglas del juego democrático– no la tendrá fácil ya que, como se advertía, a causa de la “gran fragmentación partidaria en el mapa político estatal y legislativo, sumada a la enorme polarización político–ideológica que supuso la instalación de Jair Bolsonaro, la gobernabilidad de quien gane la Presidencia no será sencilla”[i].
En relación a las gobernaciones, la jornada mostró la inclinación de la ciudadanía a votar por opciones novedosas, destacando las victorias de partidos que no contaban con ningún gobierno regional por sobre las malas performances de los partidos más tradicionales, los que, en todos los casos, verán reducir su presencia territorial a manos de partidos con poca o ninguna experiencia en la gestión estatal. La sociedad se inclinó mayoritariamente por un cambio de paradigma y, por primera vez desde Collor de Mello, el presidente electo no será ni del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) –partido que ni siquiera ingresó al balotaje, luego de 6 elecciones seguidas en las que no bajó del segundo lugar– ni del PT –partido que había ganado los últimos 4 comicios–. Al parecer, en esta época el cambio es la consigna.
La victoria de las grandes urbes
El ‘petismo’ sigue reafirmando que su bastión es la región Nordeste del país, donde se impuso en los 9 estados que la componen, a los que sumó 2 estados de la región Norte: Pará y Tocantins. Un resultado que no sorprende, dado que corresponde a la zona más pobre, la que cuenta con más familias que se han beneficiado de programas como Bolsa Familia. Sin embargo, quedó evidenciado que aquellos votos no eran suficientes. Bolsonaro derrotó a Haddad en los 16 estados restantes, pertenecientes a la región Sudeste –la más industrializada–, a la región Sur y a la Centro-Oeste –las más agrícolas– en su totalidad, así como a la mayoría de los estados de la región Norte.
Al indagar más detenidamente la forma en que la población votó según los niveles de ingreso, podemos observar que Bolsonaro se impuso holgadamente en 9 de las 10 ciudades más ricas del país –todas del Sur y Sudeste–, con rentas por hogar superiores a los 700 reales por mes. Por el contrario, Haddad ganó de forma aplastante en las 10 ciudades más pobres –Norte y Nordeste–, aquéllas con rentas por hogar inferiores a los 250 reales por mes. Números muy similares había arrojado ya la primera vuelta, en la que Bolsonaro había ganado “en 239 de los 283 municipios con más de 100.000 habitantes, el 84% del total”[ii]. Estos datos reflejan que, si bien el nivel socioeconómico y la fractura regional son factores determinantes para entender los resultados, debemos adicionar las aspiraciones poblacionales de las grandes urbes, con demandas actuales y globales como la seguridad y el combate al narcotráfico, aspectos sumamente relevantes en la definición del voto. Probablemente sean estos tan sólo algunos de los múltiples factores que explican las preferencias electorales. Pero de lo que no quedan dudas es de la magnitud en que la introyección de estas diferencias en cada individuo lo inclina a votar por una u otra opción.
Gobernaciones
En cuanto a las elecciones para gobernadores, se pueden encontrar algunas claves de sumo interés. En primer lugar, se observa una gran diferencia con lo ocurrido en la primera vuelta, en la que en 7 de los 13 estados que decidieron gobernador se trató de la reelección de quien se encuentra en funciones. En esta oportunidad, en cambio, sólo hubo 3 reelecciones contra 11 nuevos gobernantes. En segundo lugar, y este es un dato que debería decirnos mucho, entre las 17 gobernaciones en las que no ha sido reelecto el gobernador en funciones, tan sólo en 1 caso –Paraíba– se mantuvo el partido bajo un nuevo candidato, mientras que los otros 16 estados que no tuvieron reelección vieron cambiar su signo político.
En un análisis más detallado de los principales partidos que se alzaron con las gobernaciones se puede observar lo siguiente:
- El PSL fue el mayor ganador de la jornada también en la esfera estatal, habiendo ganado los 3 balotajes que disputaba. Además no poseía gobernaciones, por lo que lo suyo ha sido todo ganancia.
- El PT poseía 5 gobernaciones y a partir de ahora tendrá 4, todas ellas en el Nordeste –destaca la pérdida por su peso específico de Minas Gerais a manos del joven Partido Novo (NOVO)–.
- El Movimiento Democrático Brasileño (MDB) disputaba 3 balotajes, de los cuales ganó 2 y perdió el restante. Sin embargo, su saldo es muy negativo, puesto que tenía 6 gobernaciones y quedará con tan sólo la mitad, sumado a que perdió 2 de las más importantes, Rio de Janeiro y Rio Grande do Sul.
- El Partido Democrático Laborista (PDT) tenía 2 gobernaciones y tan sólo pudo revalidar en Amapá, perdiendo los otros 3 balotajes que disputaba en Amazonas, Mato Grosso do Sul y Rio Grande do Norte.
- El Partido Socialista Brasileño (PSB) es otro de los perdedores, puesto que fue derrotado en sus 4 balotajes y en lugar de 4 gobernaciones contará con 3, habiendo además perdido en la disputa más anhelada, São Paulo, con el PSDB.
- El PSDB disputaba 6 balotajes, de los cuales ganó 3 –entre ellos 2 de los más importantes, como Rio Grande do Sul y São Paulo, su principal bastión el cual conservó gracias a una ajustadísima victoria– y perdió otros 3 –el más destacable fue el de Minas Gerais por una diferencia abrumadora, obteniendo tan sólo el 28,20% de los votos–. Verá reducir sus gobernaciones de 4 a 3.
- El Partido Social Democrático (PSD) tenía 2, misma cantidad que consiguió en estos balotajes.
- Demócratas (DEM) había conseguido 2 gobernaciones en primera vuelta, no teniendo que defender ninguna por lo que su saldo también ha sido positivo.
- El Partido Social Cristiano (PSC) también ha salido victorioso, ya que no poseía gobernaciones y se impuso en los 2 balotajes a los que accedió, uno de ellos de suma importancia: Rio de Janeiro.
Futuro incierto
El mapa político de Brasil sufrirá grandes reconfiguraciones. Los partidos de la ‘vieja guardia’ han salido gravemente heridos de la crisis social, política y económica desencadenada a partir del impeachment y destitución de Dilma Rousseff. Todos han debido pagar el precio, sin distinción de víctimas y victimarios. Y, del mismo modo, todos deberán replantearse sus lineamientos a seguir y sus estrategias a futuro, pues ha sido por demás evidente que la sociedad, con un gran revés general, así lo demandó.
Como suele ocurrir en épocas de crisis, el tembladeral ha sido capitalizado. Y en esta oportunidad el beneficiado es un candidato que, desde la total incorrección política, ha arribado a un lugar al que, luego de 27 años consecutivos como diputado, probablemente nunca imaginó llegar. Nosotros tampoco.
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Guillermo Javier González : Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires
Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/196248
Foto obtenida de: La Vanguardia
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