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La fundamentación macro de la micro

12 agosto, 2024 By Jorge Ivan González Leave a Comment

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En la literatura económica se habló durante muchos años de la necesidad de “microfundar la macro”. Ello significa que el comportamiento de las variables macroeconómicas depende de la dinámica de las unidades productivas. En otras palabras, si le va bien a las empresas, se mejorarán los indicadores económicos globales. La mirada, desde lo micro hacia lo macro, ha sido predominante en los análisis de la política económica.

Esta perspectiva debe modificarse, de tal manera que el análisis vaya desde lo macro hacia lo micro. Si el contexto global es favorable, a las empresas individuales les irá mejor. El buen manejo de las variables macro tendrá efectos positivos sobre la productividad y la competitividad de las empresas. Si, por ejemplo, el dólar es más barato porque hay una apreciación del peso, el efecto inmediato será un aumento de las importaciones que perjudicará a las empresas nacionales. Es claro, entonces, que la variable macro – la tasa de cambio – tiene una incidencia directa en la firma nacional que compite con los bienes importados. La reflexión sería similar en el caso de la inflación. Si los precios suben la demanda cae y las empresas venden menos.

Retomando las proyecciones del gobierno[1], las principales variables macro son: el PIB, el empleo, la inflación, la tasa de interés, la deuda pública y la tasa de cambio.

1.  La dinámica del PIB y del empleo

El crecimiento económico favorece la dinámica de las empresas y, al mismo tiempo, si éstas mejoran el empleo y la producción, el PIB continuará aumentando. Existe, entonces, una causalidad circular, entre el comportamiento del PIB y el de los agentes económicos.

Se espera que este año el crecimiento del PIB sea de 1,7%. Es un porcentaje modesto. En el 2025 se estima que pueda llegar al 3%. En general, las expectativas del Ministerio de Hacienda son poco ambiciosas. En el “Marco Fiscal de Mediano Plazo” se proyecta, de ahora al 2035, un crecimiento del PIB que, en promedio, estaría entre el 3%-3,1%. Estos niveles son bajos. El país todavía no logra encontrar los mecanismos que permitan mayores tasas de crecimiento.

Estos días el gobierno ha insistido en la política de reactivación, que incorpora varias estrategias propuestas en el Conpes de reindustrialización[2]. Las cuatro apuestas son: i) la transición energética justa; ii) la agroindustria y la soberanía alimentaria; iii) la reindustrialización a partir del sector de salud y iv) reindustrialización a partir del sector de la defensa para la vida.

Ninguno de estos cambios se logra en el corto plazo y, claramente, superan el horizonte de este gobierno. En el Conpes se diseñan mecanismos que permitirían acelerar la causalidad circular entre el PIB y las empresas; entre lo macro y lo micro.

Son bienvenidos los acuerdos a los que está llegando el gobierno con los gremios, pero no tiene sentido que, en medio de estas discusiones, por decisión del Presidente, se haya cancelado el proyecto Oslo de Ecopetrol. El gobierno se niega a aceptar que la transición energética exige aumentar la producción de petróleo. Es una paradoja inevitable. Para financiar la transición es necesario que Ecopetrol suba su producción a un millón de barriles día. Hoy está en 744 mil.

La relación entre el PIB y el empleo no sigue una senda predeterminada, y el impacto no es directo. Varios hechos ilustran la asimetría que se presenta entre estas dos variables. i) El PIB puede crecer porque el precio del petróleo aumenta y ello no se refleja en el empleo. ii) Si el PIB aumenta porque hay mejoras en la productividad por trabajador, el empleo no crece. O incluso, puede bajar. iii) El empleo informal tiene comportamientos muy difíciles de explicar.

Por estas y otras dificultades, en el “Marco Fiscal” no se hacen proyecciones de la tasa de desempleo.

2.  La inflación y la tasa de interés

En el 2023 la inflación fue de 9,3%. El gobierno espera que este año sea de 5,3%, y en adelante, con una mirada excesivamente optimista, se espera que el nivel de precios cumpla la meta fijada por el Banco de la República, de 3%.

La inflación, que es una variable macro fundamental, impacta negativamente a las empresas de dos maneras. Una directa, porque si los precios son elevados cae la demanda. Y, otra indirecta, por la vía de las altas tasas de interés, que ha sido el instrumento privilegiado por el banco central para luchar contra la inflación.

En la lógica del Banco de la República, para reducir la inflación se tiene que aceptar el sacrificio que conlleva el aumento de las tasas de interés. Esta percepción es errónea. El aumento de los precios que se ha presentado en Colombia tiene mucho que ver con los mayores costos de las empresas, con el encarecimiento de los alimentos importados, con el incremento de los excedentes de los grandes conglomerados, etc. Al aumentar la tasa de interés no se resuelven estos problemas estructurales y, en cambio, sí se encarece el crédito, y ello tiene impactos negativos en la productividad y la competitividad de las empresas.

Actualmente, la tasa de referencia del Banco de la República está en 10,75% anual. Y aunque ha disminuido – en mayo del 2023 estuvo en 13,25% – continúa siendo muy alta. En las conversaciones del acuerdo nacional, y en el foro que hubo la semana pasada en Manizales, los gremios expresaron su malestar porque consideran que elevada tasa de interés obstaculiza la productividad y la competitividad.

Claramente, una variable macro tan importante como la tasa de interés, se está manejando mal, y no está permitiendo una buena fundamentación de los procesos empresariales.

3.  La deuda pública

Sin duda, la principal limitación macro que tiene el país es la creciente deuda pública, que está obligando a reducciones drásticas de la inversión. El cumplimiento de los compromisos crediticos del país está creando un círculo vicioso, porque termina afectando de manera negativa el efecto multiplicador de la inversión pública. De acuerdo con las estimaciones de Planeación Nacional, cada peso destinado a la inversión pública genera 4 pesos de inversión privada.

Es preocupante que entre el 2024 y el 2025, la inversión de la Nación se reduzca de $99,8 billones a $82,4 b. El progresivo endeudamiento ha llevado a que el pago de intereses haya alcanzado cifras elevadísimas. En estos dos años pasarían de $39,9 b. a $50,7 b. A la administración Petro le ha tocado asumir deudas que habían adquirido los gobiernos anteriores. Los pagos de corto plazo se agudizaron con la pandemia. El servicio de la deuda (intereses más abono a capital) pasará de $94,5 b. en el 2014 a $112,6 b. en el 2025. Estos volúmenes tan altos están llevando a una situación insostenible. El saldo de la deuda pública con respecto al PIB pasará de 55,3% a 56,5%. Aunque este nivel es muy alto, está de acuerdo con las proyecciones que se habían hecho en el “Marco Fiscal”.

4.  La tasa de cambio

La tasa de cambio es otra variable macro, que tiene un fuerte impacto en la industria nacional. Cuando el peso se deprecia y el dólar se encarece, los exportadores resultan beneficiados, y los importadores perjudicados. Uno de los más graves problemas estructurales del país es la importación de alimentos. Entre enero y marzo del 2024 se importaron 4 millones de toneladas de alimentos. Si el valor del dólar aumenta, sube el precio de los alimentos, con consecuencias negativas en el consumo de los hogares y en la inflación. La depreciación del peso debería ser aprovechada por el gobierno para estimular la producción nacional. No tiene sentido que el país esté importando alimentos.

Cuando el peso se aprecia y el dólar se vuelve más barato, los productores nacionales se ven obligados a enfrentar la competencia internacional. Un dólar barato estimula las importaciones.

De acuerdo con las estimaciones del gobierno, entre el 2024 y el 2024 el dólar pasará de $3.997 a $4.179. Y el promedio hasta el 2035 sería de $4.590. Los economistas siempre se equivocan cuando hacen este tipo de proyecciones. Realmente, nunca se sabrá cuál pueda ser el valor del dólar en el 2035.

El dólar no se encarece si las exportaciones aumentan. Para Colombia las de petróleo y minerales continúan siendo las más relevantes. De nuevo, es un error reducir la producción de petróleo. De ahora al 2035 el gobierno estima que habrá menor producción, y el país pasaría de 744 mil barriles a 691 mil. Esta política es equivocada. Los recursos del petróleo son indispensables para financiar la transición energética. La dependencia de los hidrocarburos y de los minerales convencionales se tiene que ir reduciendo, pero de manera progresiva.

______________________

[1] MINISTERIO DE HACIENDA Y CREDITO PUBLICO., 2024. Presupuesto General de la Nación 2025: Reactivación Económica con Justicia Social y Justicia Ambiental, Ministerio de Hacienda, Bogotá.

MINISTERIO DE HACIENDA Y CREDITO PUBLICO., 2024. Marco Fiscal de Mediano Plazo 2024. Estrategia Fiscal para la Reactivación Económica Sostenible, Ministerio de Hacienda, Bogotá.

[2] DEPARTAMENTO NACIONAL DE PLANEACION, DNP., 2023. Política Nacional de Reindustrialización, Documento Conpes, no. 4129, DNP, Bogotá

Jorge Iván González

Foto tomada de: Radio Nacional de Colombia

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Filed Under: Revista Sur, RS Desde el sur

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