Después de un levantamiento, lo que señalaron como “estallido social”, esa “galería”, esa “indiamenta”, esa “gentuza”, esos “ciudadanos de a pie”, respaldaron el cambio de rumbo de su tierra, votando por uno que en épocas pasadas había sido un guerrillero y cuyo grupo fue después amnistiado. Él, representaba precisamente la fuerza política que logró en su momento, aportar decisivamente en la aprobación de una nueva Constitución Política o Carta Magna, hace ya un tercio de siglo, que aseguran fue un avance en la construcción de un país más democrático o más abierto. Lo cierto es que pareciera que ha servido primordialmente para consolidar un sistema basado en la explotación y sometimiento de las mayorías ciudadanas, además de que ha sido reformada medio centenar de veces por aquellos que siempre se han opuesto a las reformas a favor del pueblo.
En una tierra, donde un parlamentario de la godarria y autodenominado “jefe de la banda tumba reformas”, leyó ante la audiencia nacional desde el majestuoso salón congregacional, una perorata con el cual pretendía contradecir al mandatario de aquel inmenso país, pero que aseguraron después no era su autor ni lo había revisado y según unos curiosos investigadores de la misma prensa, descubrieron que este había sido escrito por la tan mencionada Inteligencia Artificial (IA). Es decir, quiso refutar a su mandatario con un discurso prestado, por demás mentiroso. Dicen que, en él, mencionó autores que desconocía, que al parecer nunca había escuchado nombrar. Es decir que, a partir de su propia ignorancia y mentiras, Balbuceó una falsa verdad. En la tierra, donde un considerable tumulto de congresistas, se oponían a cualquier paso que se diera en beneficio de las clases populares, bajo los pretextos más inverosímiles, para justificar su falta de empatía con la ciudadanía que los había respaldado en las urnas.
En la misma tierra donde se pasó del cultivo tradicional de una planta considerada sagrada por pueblos originarios y por científicos del mismo norte, como superalimento, a ser mencionada como la “mata que mata” para justificar su oscura terquedad en mantener su prohibición para garantizar así, las ganancias multimillonarias de esas bandolas de mafiosos. Donde familias campesinas fueran desterradas, desplazadas y masacradas para agrandar los latifundios de la “gente de bien” y de la “clase emergente”. Donde los llamados “cinturones de miseria” urbana, que han sido barrios de invasión, se habían expandido por ciudades grandes y pequeñas, donde una parte considerada de sus coterráneos, de una u otra forma eran excluidos. Donde las muertes violentas de jóvenes eran tan comunes que se fue generalizando la horrorosa expresión de “por algo sería” o como dijo un señalado y condenado supremo de esos mal denominados “padres de la patria” … “no estarían recogiendo café”, para justificar viles crímenes de genocidio, crímenes de lesa humanidad.
Un país que con orgullo decían sus nacionales, era de una inmensa belleza, catalogándolo en ocasiones como algo maravilloso, pero que a la vez emigraban por millones y en no pocas ocasiones huyendo para salvar sus propias vidas y la de los suyos, a tierras lejanas en busca del derecho a la existencia digna y a su bienestar. Millones salieron para más de un centenar de naciones, huyendo a otras culturas a otros idiomas, a tierras que antes no conocían.
John Elvis Vera Suarez
Foto tomada de: El Colombiano
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