Este 17 de febrero se cumple un mes del ataque que el ELN perpetró contra la Escuela de Policía General Santander en Bogotá, con un resultado de 22 jóvenes muertos y un número similar de heridos, hechos que llevaron al presidente Duque a dar por terminados “los contactos informales”, que su gobierno mantenía con el ELN y a solicitar al Gobierno Cubano que extradite a la delegación de diálogos que encabeza Pablo Beltrán, con la lógica de que son responsables del duro ataque a la policía y que deben responder ante la justicia Colombiana.
Por supuesto Cuba, no los va a extraditar, para Cuba esto es un tema muy delicado, al igual que para el Gobierno Noruego, los dos actúan como garantes y la delegación del ELN en La Habana, actúa en el marco de unos acuerdos firmados por el Gobierno Santos en representación del Estado Colombiano y “heredados” por el Gobierno Duque, quien ahora los desconoce, lo cual ha producido un debate jurídico y político aun no resuelto, lo cierto es que Pablo Beltrán y nueve de sus compañeros de delegación, permanecen en Cuba y ninguno se ha movido de sus posiciones establecidas, el presidente sigue insistiendo en su fórmula de extradición, el ELN exige cumplimiento de los protocolos de “ruptura” y Cuba y Noruega guardan prudente y diplomático silencio, pero sin duda es una situación muy delicada, aun no resuelta.
Puestas así las cosas, el Gobierno del presidente Iván Duque y el ELN, están formalmente muy lejos, y si a eso se le suma que ninguno tiene como prioridad en su estrategia la fórmula de diálogos y negociaciones, el resultado es: no tendremos en estos cuatro años, ningún escenario de diálogos y negociaciones, espero equivocarme, pero lo que veo en cada uno es otra cosa, el presidente les exige unilateralidad, que dejen el secuestro –algo absolutamente razonable por supuesto- y el abandono de las acciones ilegales, algo bastante genérico, porque todo el accionar es ilegal y la respuesta del ELN es que está dispuesto a discutir sobre todo en el marco de una mesa formal y con un criterio de bilateralidad, nada de unilateralidad, pero estos son los “juegos políticos” de la formalidad, hay cosas más de fondo que los alejan.
El gobierno del Presidente Duque nos ha retornado a la “guerra contra el terrorismo”, a la “guerra contra el narcotráfico”, a una eventual guerra contra Venezuela, de la que se habla todos los días desafortunadamente, en estas dinámicas las variables diálogos y negociaciones, interés en acordar reformas, transformaciones pactadas en una eventual mesa con el ELN, es un escenario que no está en los intereses del actual gobierno.
Por el lado del ELN, la desconfianza y la incredulidad con el camino negociado es profunda, no ven ese camino, no creen –aun- posible su tránsito, están más afincados en su proyecto de “resistencia armada”, en ese proyecto si creen y trabajan todos los días, cada día que un combatiente del ELN se levanta vivo, es un triunfador, por colocar el análisis en el escenario de la política, pero igualmente es cierto que el ELN se mueve en territorios, donde hay profunda desconfianza con el Estado colombiano, el cual no tiene legitimidad en esos territorios o llega de manera muy débil y no pocas veces representado por las instituciones militares, que asumen su tarea de lucha y control de los ilegales, sin lograrlo de manera plena, allí sigue el ELN luego de 54 de años de existencia.
La violencia continúa con sus estragos, ya van once voladuras a la infraestructura petrolera, si seguimos así superaremos el sabotaje del 2018 que costó a parte de los daños ambientales, más de cien mil millones de pesos a las finanzas de Ecopetrol – hay que volver a mirar esa vieja consigna que la Unión Sindical Obrera, lideró hace más de dos décadas: “sacar el petróleo del conflicto”- , este conflicto no está cerrado y hay que seguir trabajando por su superación, así hoy no tengamos las condiciones ni en el gobierno de Iván Duque ni en el ELN, para lograrlo.
Hay un conflicto armado que sigue, el ELN no se va a rendir, el Gobierno no puede controlar al ELN, mucho menos derrotarlo, en conclusión hay un conflicto armado por resolver y en los próximos cuatro u ocho años, volveremos a una mesa de diálogos y negociaciones, pero se requieren condiciones políticas de las elites de poder, de actores sociales y políticos y por supuesto del ELN, para lograr unas negociaciones exitosas.
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Luis Eduardo Celis: asesor de la Redprodepaz.
Foto obtenida de: coeuropa.org.co
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