Pero un eje de centralidad es, sin duda, cuáles son los temas que van a mover el debate político y que impactan de manera fuerte a los ciudadanos-votantes y todo indica que lo que está preocupando a los potenciales votantes se puede resumir en dos grandes campos, el tema de la Seguridad y el de las Reformas Económicas y Sociales, sabiendo que no es homogéneo para todas las franjas de votantes -depende de su ubicación territorial, su franja de edad, de sus condiciones socioeconómicas, etc.-
El tema de Seguridad, que priorizamos en este escrito, tiene que ver en fuerte medida con la historia de violencia que ha vivido nuestra sociedad y pese a que desde el ámbito del Gobierno y también de algunos analistas que consideran que la violencia es cosa del pasado, personalmente considero que las violencias que hemos tenido en nuestra historia se han venido transformando -así ha sido siempre- y en los últimos tiempos estamos en una transformación de lo que por un período hemos denominado el conflicto interno armado -en muchos escenarios del ‘planeta tierra’ se está discutiendo, por ejemplo, si estamos viviendo una transformación de la guerra rural y urbana, de ser una más a cargo de unidades de infantería, es decir de soldados y policías, del lado del Estado, para pasar a una guerra de ‘drones’, donde la tecnología paradójicamente se inserta en el desarrollo de los enfrentamientos violentos con impactos de distinto tipo-, pero eso no significa que los colombianos no sigan estando afectados, de manera diferencial por supuesto, dependiendo de las regiones o territorios, los sectores sociales, los antecedentes de violencia que hayan vivido, etc., por los impactos de la violencia, a veces con prácticas de extorsión -tanto a los que tienen mayores recursos económicos, como a los que sobreviven con pequeñas actividades económicas y deben igualmente pagar extorsiones-, en otras con hechos directos o colaterales de violencia y por supuesto con la generación del sentimiento del miedo como lógica de comportamiento social; perro considero que es equivocado creer que es sólo una tendencia de diseminar el miedo en la sociedad, para luego ‘vender seguridad’, como dicen algunos, aunque hay que decir que algo de eso puede suceder por parte de ciertos sectores.
Me parece que la gran mayoría de las sociedades contemporáneas tienen la seguridad como una de sus preocupaciones fundamentales, con efectos e impactos diferenciales -trátese de temas de seguridad ciudadana, de efectos expansivos de diversas modalidades de criminalidad, o de temas de seguridad regional asociadas a fenómenos de violencia recurrentes, como el nuestro o en otros países, donde la presencia de grupos por fuera de la legalidad y de búsqueda de control de rentas ilegales como el narcotráfico, la minería ilegal, las denominadas tierras raras, los llevan a buscar establecer modalidades de control territorial o como algunos señalan ‘gobernanzas criminales’-; frente a esta presencia creciente de inseguridad, de hecho sectores de mayores ingresos tienden a darse modalidades de seguridad privada para minimizar el riesgo que estos hechos generan en su vida cotidiana, pero la mayoría de los ciudadanos quedan dependiendo de la acción del Estado, en cumplimiento de su función constitucional.
Por ello uno de los temas centrales en la campaña presidencial del próximo año tendrá que ver con qué tipo de estrategias y políticas públicas se puede y se debe enfrentar este fenómeno de la violencia, en sus distintas expresiones. Y en eso es fundamental que los distintos partidos, coaliciones y candidatos presenten ante los ciudadanos sus estrategias, si ganan la elección, para enfrentar estos fenómenos y darle de esta manera garantías de seguridad a los ciudadanos; y claro, uno de los temas de debate y controversia serán qué tan eficaces fueron las políticas y estrategias del Gobierno que está concluyendo y qué tanto vale la pena intentar continuarlas o por el contrario si se trata de introducirle ajustes y modificaciones que produzcan resultados positivos, sabiendo que casi siempre los especialistas en el tema recomiendan políticas públicas que mezclen tanto políticas de concertación y diálogos con políticas de fortalecimiento y acción de la Fuerza Pública -con gran centralidad de la actividad de inteligencia- y del sistema judicial. No hay duda de que el fortalecimiento de la Fuerza Pública, no sólo en sus efectivos y sus medios sino en su respeto y legitimidad ante los ciudadanos es fundamental en esa dirección.
Y por supuesto esto coloca de nuevo en el debate un tema que a mi juicio las izquierdas no han sabido resolver adecuadamente y han optado en muchos países por el dicho de que la seguridad es un tema de la derecha política, en lo cual considero están equivocados; justamente se trata de ser capaces de formular políticas públicas de seguridad desde sus perspectivas y paradigmas y en esa medida disputarle justamente a las visiones más autoritarias de la derecha acerca de cómo conciben las políticas de seguridad.
En lo relacionado con las Reformas Sociales y Económicas, pasará algo similar, habrá grandes controversias acerca de cuáles reformas deben priorizarse, cuáles deberían continuarse -por ejemplo, la de asignación de tierras-, cuáles nuevas reformas deberían incorporarse a las prioridades de la gestión del nuevo gobierno -reforma real a la estructura hipercentralista de nuestro Estado, reforma a la educación, reforma política, la de salud, si finalmente no logra aprobarse en este mandato, etc.-, pero eso lo dejo para otros especialistas.
Por el momento quisiera cerrar este escrito diciendo que el tema de seguridad, asociado al combate de la violencia, considero que deben ser prioritarios del próximo Gobierno y ello incluye sin duda, políticas de diálogo y negociación con algunos de los actores ilegales y al mismo tiempo una política pública de seguridad ciudadana y nacional fundamentadas en la seguridad humana, pero donde la Fuerza Pública tenga claras las estrategias del actuar y su operatividad esté en correspondencia con las políticas de diálogo y concertación y sea percibida por todos los ciudadanos como la garante de una convivencia tranquila, una vez se haya logrado superar la fase de violencia e inseguridad actual. Y eso por supuesto no es algo que se consigue de manera mágica, sino con un trabajo persistente del conjunto del Estado y el apoyo y colaboración activa de los ciudadanos.
Alejo Vargas Velásquez, Analista Político en Paz, Seguridad y Defensa, Profesor Titular de la Universidad Nacional, Investigador Emérito de Min Ciencias
Foto tomada de: Los Ángeles Times
Deja un comentario