A comienzos de este año, uno de los más grandes accidentes petroleros en la historia reciente de Colombia sacudió con fuerza al departamento de Santander. El 2 de marzo de 2018 se identificó, por primera vez, un derrame de crudo como consecuencia de una falla en el pozo 158 del campo la Lizama de Ecopetrol localizado en un pequeño corregimiento llamado la Fortuna, entre la jurisdicción de Barrancabermeja y Betulia a 14 km del casco urbano de la ciudad. A su paso, este accidente causó un grave daño ambiental que incluyó espesas aguas negras, una alta mortandad de peces y desabastecimiento masivo de agua en la región. A pesar de que los accidentes petroleros no son noticia de hoy, nunca antes se había vertido petróleo a fuentes hídricas, cultivos y zonas ganaderas por tantos días sin que alguien lograra controlar la emergencia ambiental.
Recuerdo muy bien que hubo necesidad de traer incluso un equipo especial con maquinas importadas de Estados Unidos para que le hicieran contingencia a este gran derrame producto de la imprevisión de Ecopetrol, que al momento del accidente aseguró que se trataba solamente de un “afloramiento del crudo”. Durante una semana tuvimos que ver impotentes la indescriptible la tragedia por causas que aún hoy, y seguro durante mucho tiempo más, serán motivo de controversia. Lo que no dijeron los medios en ese entonces es que la calamidad pública que se tuvo que declarar fue causada después de que Ecopetrol inyectara agua en pozos abandonados y con serios daños estructurales que, según la Contraloría, hicieron que los revestimientos se rompieran dejando al petróleo salir libremente por las fisuras. Este derrame se conectó a velocidad luz con fuentes de aguas subterráneas, por lo que las 48 familias reubicadas que vivían cerca a la quebrada La Lizama y Caño Muerto vieron por días un volcán de lodo y petróleo emanando de ese pozo que se abrió en 17 afloramientos. Recuerdo este trágico episodio porque tal vez Colombia y Ecopetrol ya lo olvidaron, pero los santandereanos aún no.
Todavía tengo dibujadas como lienzo en mi cabeza las imágenes de los cientos de bocachicos muertos, flotando inmóviles sobre el agua negra y café de las infectadas fuentes hídricas de La Fortuna, que luego amenazaron con llegar hasta la Ciénaga de San Silvestre en donde el acueducto municipal se alimenta para abastecer a casi 300 mil habitantes del Magdalena Medio. Desde que están inyectando agua a estos pozos en su famosa “recuperación secundaria”, pasamos de tener 62 manaderos naturales de crudo a 1.200 (solo en Barrancabermeja), según fuentes de la misma Secretaria de Medio Ambiente. Así las cosas, el derrame no fue fortuito, ni el petróleo es tan seguro como lo afirma la primera empresa de los colombianos. Palabras más, palabras menos, parece que todos olvidaron tremenda tragedia ambiental y la advertencia que esta nos estaba dejando, y lo que dijo esta semana la nueva ministra de Minas y Energía María Fernanda Suárez me lo confirmó.
“… Mi trabajo comienza por convencer al presidente Duque de que el fracking se puede hacer de manera responsable y segura…con este método en gas las reservas pueden pasar de los actuales 11 a 30 años y en petróleo se pasaría de los actuales 1,6 millones de barriles de reservas a cerca de 10.000 millones; crecerían de siete a 15 años”, aseguró este lunes en entrevista con El Espectador.
Por eso, con el mayor respeto, ministra, me gustaría recordarle un par de cosas y dejarle, a manera de reflexión y sobretodo al iniciar un nuevo cargo, algunas lecciones de Fracking que usted tal vez debe conocer o si las conoce puede reforzar. Sin embargo, no sin antes de aclarar que ni yo ni la organización social que represento estamos en contra del desarrollo, pero no vamos a exponer el agua, nuestro más valioso recurso, por aumentar reservas que el país todavía puede solventar ni mucho menos por alimentar un fenómeno que solo beneficia a las grandes multinacionales así nos lo quieran vender diferente.
En los diferentes eventos que hemos hecho, ministra, hemos demostrado que las reservas petroleras colombianas pueden depender de manera exclusiva de los métodos de extracción convencionales que ya tenemos, y que las dudas con respecto al tema de los no convencionales cada vez son mayores, como lo son todas las que rodean el tema del fracking.
Pero, momento, antes se seguir, aprendamos un poquito de historia. Fue en 1536 cuando los españoles quizás vieron por primera los estragos del petróleo, del chapapote y su leyenda, aquel mítico cacique Pipatón que se ungía de este líquido negro que brotaba de la tierra para hacerse más fuerte ante sus enemigos pero que hoy, 500 años después, representa hambre, destrucción y enfermedad. Desde ese momento, la contaminación de las fuentes de agua por la extracción de crudo en pozos convencionales sobre el territorio significó elevados niveles de cadmio, plomo y zinc en la cobertura vegetal de la flora que los rodea, así como acumulación de estos peligrosos metales pesados en la carne, hígado y otros tejidos del ganado en las tierras del Magdalena Medio. Sin embargo, se implementó, desarrolló y fortaleció hasta volverse indispensable para la economía mundial. La historia se plagó de eventos similares en donde la trapisonda siempre ha sido de que se trata de la “riqueza nacional”, el “crecimiento económico”, “la caja menor del gobierno”, y frente a eso los derechos de las comunidades parecieron pasar a un mísero y despectivo segundo plano.
Por eso el caso del fracturamiento hidráulico en Colombia no es ajeno aunque sí bastante desconocido y desinformado. Volviendo al inicio, creemos que todo este tema de “fracking responsable y seguro” no es más que otra mentira que nos quieren hacer pasar entera. Creemos que, contrario a lo que quiere hacer ver el nuevo gobierno del que usted hace parte, ministra, lo que ustedes están buscando es especular los portafolios de bloques petroleros de las multinacionales ante las bolsa de valores de Nueva York. Es decir que cabe la posibilidad de que esta sea una movida macroeconómica para evitar que las grandes multinacionales pierdan el valor de sus acciones en bolsa, en vista de la situación que han vivido algunas de ellas en los últimos años en Medio Oriente. Todo esto se traduce a que como no tienen bloques petroleros que mostrar y obviamente sucumben ante un temor financiero, necesitan demostrar que tienen en su portafolio reservas acumuladas.
Pese a esto, ya se ha probado que con los métodos convencionales actuales (que de por sí no son nada amigables con el medioamiente) tendríamos reserva por muchos años más. Entonces, ¿por qué hacernos sufrir innecesariamente y antes de tiempo?
Ahora, hoy con el fracking tocando a nuestra puerta, sino es que ya ha entrado, estamos hablando no solo de jinetes de la muerte y reconocidos cancerígenos que terminan diluyéndose en el agua que se utiliza en los pozos convencionales queramos o no, sino que estamos hablando de por lo menos 650 componentes reconocidos tóxicos para la salud humana. Los químicos tóxicos del fracking están contenidos en los 50 millones de litros de la mezcla que se inyecta al subsuelo para hacer posible que el petróleo salga. Según un estudio realizado por la EPA, (Enviromental Protection Agency) para el congreso de los Estados Unidos en 2009 que prendió las alarmas en este país, el Fracking NO es seguro, como tampoco lo son las supuestas autoridades ambientales en Colombia carcomidas por una contaminación aún mucho peor, la de la corrupción. *Médico Pediatra, ambientalista y activista, miembro de la Corporación Yariguies Colombia. 2 Etiquetas: Corporación Yariguies Colombia., Ecopetrol, Fracking, Lizama, Ministra De Minas, Petróleo Colaborador Pacifista ARTÍCULOS RELACIONADOS El epicentro de la lucha contra el fracking está en el Magdalena Medio Infografía: ¿es mejor el aguacate que el petróleo para la economía? Un derrame es de Ecopetrol, otro del ELN: ¿la guerrilla notará la diferencia?
Yesid Blanco Calvete, Médico Pediatra, ambientalista y activista, miembro de la Corporación Yariguies Colombia
Foto tomada de: http://pacifista.co/el-fracking-responsable-y-seguro-no-es-mas-que-otra-mentira/
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