Un primer factor que hay que examinar es el grado de rechazo e impopularidad de las FARC-EP que está directamente relacionada con sus acciones militares y sus consecuencias sobre la sociedad civil. De acuerdo con nuestra información las FARC-EP son responsables directas del 28% del Desplazamiento Forzado en el país, es decir, son cerca de 7 millones de desplazados lo que quiere decir que las FARC fueron directas responsables del desplazamiento de más de dos millones de personas a partir del primero de enero de 1985. (Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre Desplazamiento Forzado 2008-2010). Son así mismo las máximas responsable de los secuestros sobre un universo calculado para este mismo periodo en 42 mil secuestros, al mismo tiempo fueron responsables de masacres como la perpetrada en el barrio La Chinita de Apartado o el ataque al Club el Nogal en la ciudad de Bogotá. En síntesis sus acciones militares dejaron millones de víctimas y esto se traslada a una imagen negativa que ha venido disminuyendo pero de manera muy lenta. Apenas un 15 por ciento tenía una imagen positiva de las FARC en las últimas encuestas previas a la realización del plebiscito. Un 85% tenía de ellas una imagen negativa. Esto que se sabía sin embargo no fue revertido en la pedagogía ni en el mensaje de los partidarios del SI y pesó de manera muy significativa al momento de las elecciones.
Un segundo factor tiene que ver con la imagen negativa y el rechazo de la ciudadanía al gobierno del presidente, Juan Manuel Santos. El 65% de los encuestados desaprueba la gestión del Gobierno. No bastó el esfuerzo de los partidarios del SI de tratar de explicar que en este caso no se estaba respaldando la gestión del Gobierno; lo que se jugaba era la perspectiva de terminar un conflicto de 52 años de guerra entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC. Para los electores esta separación entre la obra de Gobierno y el acuerdo con las guerrillas no fue clara. Y a ello contribuyó un tercer factor y fue la debilidad de la campaña de los sectores de la izquierda democrática que manteniendo una oposición al gobierno sin embargo llamaron a votar por el SI. Los sectores democráticos no adelantaron una vigorosa campaña independiente y con ello contribuyeron sin querer a que el SI quedara demasiado ligado al Gobierno que además tiene en uno de sus ministerios a una figura que fue clave para el triunfo de Santos en la segunda vuelta electoral en junio de 2014, me refiero a la Ministra del Trabajo, Clara López.
Un cuarto factor tiene que ver con la estrategia que puso en marcha el Gobierno al poner al frente y descargar la responsabilidad de la campaña del SI en los partidos de su coalición de Gobierno y en las Gobernaciones Departamentales. Hay que anotar que una buena parte de la clase política tradicional no está de acuerdo con parte de los contenidos del Acuerdo pues se trata de senadores y representantes que forman parte de la clase terrateniente en este país y que ven como excesivo que el gobierno haya acordado con la guerrilla un fondo de tierras para la paz con tres millones de hectáreas para distribuirlas de forma gratuita entre pequeños campesinos y campesinos sin tierra y además que se formalice la propiedad de 7 millones de hectáreas principalmente a favor de campesinos colonos en una buena parte del territorio nacional. Los ñoños Elias y Basile que pululan en la Unidad Nacional tampoco están de acuerdo con la implementación de una reforma política que garantice derechos a la oposición y equilibre de alguna manera la lucha partidista electoral en el futuro con una jurisdicción electoral transparente y eficaz.
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