Desde el paro agrario del 2013 no veíamos tantas personas marchando espontáneamente tanto en el día como en los cacerolazos de las noches, hombres, mujeres, niños y hasta mascotas han salido a la calle con su cacerola, otros tantos lo han hecho desde las ventanas de sus casas y en los barrios de la ciudad, los establecimientos comerciales tienen en sus puertas y ventanas carteles que dicen “Apoyamos el Paro”, también el transporte público y privado se ha sumado a la causa con sus pitos.
El asesinato del joven Dilan Cruz a manos del Esmad, convocó a la manifestación de las “Madres de Negro” en la glorieta Norte de la ciudad y en las horas de la noche al gran homenaje con una velatón en la Plaza de Bolívar de la ciudad, fueron cientos de padres y madres acompañando a sus hijos en esta protesta y sin duda fue un canto por la vida, un duelo colectivo, una mezcla de dolor, miedo y rabia lo que se expresó esa noche con música, canciones y con el coro de “Nunca Más”…
Mucho se ha escrito y se ha estudiado sobre el letargo de los boyacenses, sobre la melancolía indígena y sobre ese pasado de grandes conquistas que quedaron en la historia pero que se convirtieron en leyenda de la que poco y nada queda. Sin embargo, hoy como en aquel 2013 con el paro agrario demostramos que si tenemos causas comunes y sobre todo valor para luchar por ellas, que somos capaces de construir un proyecto colectivo al cual apostarle.
Tunja es una de las ciudades con el más alto índice de desempleo, según las cifras del Dane un 13.4%, ubicándose en el puesto 10 de las ciudades con menos oportunidades laborales, cifras que de lejos muestran un subregistro, la medición de ocupación no tiene en cuenta por ejemplo la variable de transitoriedad del empleo, por ejemplo, contratos de prestación de servicios en el sector público que no superan los tres meses, hoteles y almacenes que hacen contratación por temporada. La economía de la ciudad es informal en su gran mayoría.
La ciudad enfrenta hoy el gran problema de la migración no solo de gran cantidad de venezolanos, sino de jóvenes que provienen de todo el departamento buscando trabajo y acceso a la universidad, lo que ha contribuido a la pauperización del empleo, vigilancia, servicios generales, atención en bares y establecimientos nocturnos a muy bajo costo. Sin duda, Tunja es una de las ciudades de Colombia que más atraso presenta en todas las dimensiones, en parte, se atribuye al hecho de ser una ciudad de paso, su cercanía a Bogotá lejos de convertirse en una fortaleza se ha constituido en una debilidad y hasta hoy, ha sido incapaz de encontrar su vocación que sin duda sería una ciudad educadora.
La precariedad de las condiciones de vida de los tunjanos, se ha convertido en razón suficiente para sumarse al paro nacional, a las exigencias de empleo digno, de servicios de salud, de educación, a la legítima aspiración de una vida digna. Se espera que se sume el sector agrario al paro nacional lo que le daría nuevamente un papel protagónico a Boyacá en la lucha por las reivindicaciones sociales que reclama la sociedad colombiana.
No podemos olvidar que Boyacá fue el único departamento del centro del país que voto SI en el plebiscito por la paz, la derrota estruendosa del partido de gobierno en las pasadas elecciones regionales, el contundente apoyo a la iniciativa contra la corrupción, son demostraciones de que los boyacenses asisten hoy al despertar de un profundo letargo que nos ha condenado por más de 200 años al atraso, la pobreza, la marginalidad y al abandono estatal que nos mantiene al margen del desarrollo.
El departamento es inminentemente rural, el sector campesino ha sido el más golpeado por la política económica del gobierno, sumado esto al fenómeno del minifundio que caracteriza el campo boyacense nos dejan un oscuro panorama de cara al futuro. La miopía y torpeza del gobierno nacional para comprender las precarias condiciones de vida de la mayoría de los colombianos, son el mejor caldo de cultivo para esta gran movilización social, el uso desmedido de la fuerza por parte de la policía, lejos de ser un método disuasivo se ha convertido en la más clara expresión de la debilidad del gobierno y la gente en la calle lo sabe.
Quienes lideran esta gran movilización social son los jóvenes, el gobierno ha sido incapaz de leer a esta generación, menos romántica, mucho más pragmática, creativa, con más miedo al futuro que a morir…una generación tan desesperanzada como valiente, dispuesta a conseguir en la calle el derecho a soñar que les han robado, una generación que tiene absoluta claridad sobre su realidad, la desigualdad que se ha roto en las calles en inmensas marchas en las que participan tanto las universidades públicas como las privadas, unas representaciones estudiantiles con la suficiente formación para la interlocución con el gobierno, difícil engañar a estos jóvenes que no están dispuestos a ceder en sus exigencias, dispuestos a la conquista de sus derechos fundamentales.
Es evidente que esta gran movilización social no tiene dueño, cada colombiano ha tomado la decisión de salir a la calle por una profunda convicción de ser sujeto de la conquista de sus derechos, son miles de personas que no pertenecen a ningún partido, a ningún sindicato, a ninguna organización gremial que hoy marchan en Tunja como en el resto del país y que justamente reclaman su derecho a pertenecer a una nación, equitativa, justa, incluyente, respetuosa de la diferencia.
Iván Duque corre el riesgo de cometer el error craso de usar la represión amparado en la soberbia que hasta hoy lo ha caracterizado, endilgarle al Foro de Sao Paulo, a Venezuela, a Cuba a Petro, la gran movilización social, es no solo un acto de profunda torpeza, sino un acto de irresponsabilidad total, es ponerle la gasolina suficiente para incendiar el país, en medio de las protestas sigue en curso la reforma tributaria, la Ley Andrés Felipe Arias, la reforma laboral, etc. La ciudadanía no está dispuesta a retroceder en sus legítimas aspiraciones. Resulta pertinente hacer la pregunta: ¿Quiénes son los vándalos? ¿El gobierno de Duque o la gente en la calle?
Oímos la constante queja de las pérdidas económicas que ha dejado el paro, pero quién habla de las pérdidas de Reficar, Odebrech, Electricaribe? El gobierno debe comprender, no hay marcha atrás, que las reivindicaciones por las cuales la gente está en la calle no dan espera, que el modelo llegó a su fin y que está a tiempo de rectificar el camino, de lo contrario ese camino nos va a conducir al caos.
Clemencia Torres
Foto tomada de: Diario del Cauca
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