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El rumbo de la izquierda: una réplica a Luis Guillermo Vélez

29 septiembre, 2025 By Alberto Maldonado Copello Leave a Comment

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En columna en La Silla Vacía Luis Guillermo Vélez Cabrera[1] afirma que está demostrada “la inmensa levedad del pensamiento de la izquierda contemporánea”. Dentro de este pensamiento de la izquierda incluye: a) las utopías socialistas; b) la socialdemocracia europea; c) el progresismo norteamericano; d) los gobiernos socialistas como Cuba, Argentina o Venezuela. Ante la carencia de fórmulas para mejorar la calidad de vida de las personas, “la izquierda global tuvo que reemplazar su déficit ideológico con teologías seculares”, dentro de las cuales incluye el ambientalismo, el rechazo a la tecnología y al crecimiento, el wokismo, el animalismo, y la defensa de Palestina. (Vélez mete en el mismo saco asuntos muy diferentes: su fuerte es también el pensamiento leve)

Pero no solo se refiere a la levedad de pensamiento de la izquierda, sino también a sus pésimos resultados prácticos. La Unión Soviética colapsó, las experiencia socialistas fueran pobreza y represión, los gobiernos socialdemócratas y progresistas acabaron en numerosos desbarajustes de las finanzas públicas, los gobiernos socialistas en América Latina fracasaron. Curiosamente Vélez menciona a China, país dirigido por un partido comunista que planifica, para referirse al reconocimiento de los empresarios dentro del politburó, pero no dice una palabra sobre el hecho de que esta modalidad de “izquierda” ha logrado resultados muy concretos en cuanto a: 1) desarrollo de la capacidad productiva y tecnológica; 2) sacar de la miseria y de la pobreza a millones de personas; 3) creación de un poder económico alternativo al imperialismo norteamericano. Todo indica que esta “izquierda contemporánea” si tiene rumbo. Ha logrado mejores resultados que los países capitalistas más avanzados y por supuesto que la modesta economía colombiana.

Es evidente que China contradice las afirmaciones de Vélez en muchos aspectos: tiene una fórmula propia para mejorar la calidad de vida de las personas y eliminar la pobreza, algo que parece le interesa seriamente a nuestro columnista.

Vélez cae en la simpleza de incluir dentro de la izquierda cosas muy diversas y no hace el esfuerzo por distinguir seriamente entre ellas. Hay una izquierda dentro del capitalismo, es decir, partidos y movimientos que no proponen suprimir este modo de producción, pero que proponen que los trabajadores estén en mejores condiciones. Hay otra izquierda que propone eliminar el capitalismo para construir una sociedad comunista.

La gran mayoría de partidos y movimientos políticos y sociales de “izquierda” en Colombia no quieren suprimir el capitalismo y construir el comunismo. Incluso aquellos que dentro de sus estatutos y programas todavía se identifican con las teorías de Marx y de Lenin, en su actuación política no mencionan nunca el comunismo o siquiera el socialismo. La casi totalidad de partidos y movimientos políticos en Colombia son partidarios del capitalismo como sistema, pero se diferencian en que algunos promueven los intereses de los trabajadores asalariados y cuenta propia, mientras que otros promueven los intereses de los capitalistas.  Es la diferencia clara entre un gobierno del Pacto Histórico y un gobierno del Centro Democrático.

Pero también hay matices entre los partidos favorables al sistema capitalista y a los capitalistas en particular; algunos consideran que hay que tratar relativamente bien a los trabajadores para que no se rebelen (Cecilia López, José Antonio Ocampo, Maurice Armitage etc.) mientras que otros consideran que hay que exprimirlos al máximo y reprimirlos (como María Fernanda Cabal, admiradora de Milei cuyo programa es enriquecer más a los capitalistas y empobrecer más a los trabajadores en Argentina).

Todos estos “izquierdistas” tienen un rumbo claro, fundamentado además en los textos de numerosos ideólogos y premios Nobel de Economía como Samuelson y Stiglitz, entre otros: intervención del Estado para redistribuir, tributación progresiva, Estado de bienestar, progresismo, etc. Tienen un rumbo, que obviamente choca con las limitaciones propias que le impone el capitalismo y con la resistencia de los partidos del capitalismo salvaje, que han cogido mucha fuerza en Europa y en varios países de América Latina.

Ninguno de estos partidos quiere la eliminación de las clases, la superación de la relación social de producción basada en el trabajo asalariado, ni la organización consciente de la sociedad para satisfacer en forma coordinada y planificada las necesidades de todas las personas.

Pero en medio de la levedad de su pensamiento Vélez tiene algunas ideas pesadas que vale la pena examinar.  Afirma que “…se suponía que la clase proletaria del mundo se uniría para hacer la revolución, pero resultó que la clase proletaria ni se quería unir ni quería hacer la revolución. La clase proletaria lo que quería era carros, electrodomésticos y vacaciones pagas.” El que la Unión Soviética haya fracasado o que Cuba enfrente una situación terrible en las condiciones materiales de vida, no oculta que en determinados momentos de la historia, la clase trabajadora asalariada, así como los campesinos, y parte de los intelectuales, los estudiantes, etc., si quisieron hacer la revolución: y la hicieron en varios países. En otros países intentaron, pero no lo lograron. En China también la hicieron y ahí sigue gobernando el partido comunista.

Pero es cierto, por lo menos en la experiencia colombiana, que la clase trabajadora, por lo menos la gran mayoría, no quiere una revolución comunista. En su perspectiva política quiere que mejoren sus condiciones de vida: que aumenten los salarios reales, que incrementen los ingresos de los trabajadores por cuenta propia, que el Estado ofrezca en forma gratuita o subsidiada servicios de educación, salud, agua potable, vivienda, cuidado de niños y ancianos, etc.; es decir, complementar sus ingresos monetarios directos. Aspira a algo muy humano y natural: vivir mejor.

No quiere abolir el capitalismo, quiere vivir mejor dentro del capitalismo. Quiere un capitalismo humano, algo que no es posible conseguir sustancialmente. Esta posición sirve de sustento a partidos y líderes que promueven un capitalismo humano. No quiere decir que no se logren mejorías dentro del capitalismo y de hecho una parte de los asalariados que ocupa los lugares superiores en la escala laboral, tiene una vida mucho mejor que la de la gran mayoría de trabajadores en las escalas inferiores. Pero el capitalismo colombiano durante cerca de 80 décadas no ha logrado reducir la desigualdad de ingresos y de riqueza, no ha logrado darles un trabajo decente a todos, ni un ingreso suficiente, lo cual se expresa en la persistencia de millones de pobres y miserables. Ni los gobiernos del partido liberal, del partido conservador, de la U, ni del Centro Democrático han logrado que se cumplan derechos esenciales de la Constitución. En algunos de ellos participó Luis Guillermo Vélez.

La explicación del potencial y los límites del modo de producción capitalista para la calidad de vida de los trabajadores se encuentra en El capital de Marx, un libro pesado con pensamiento pesado, que creería yo que en su levedad de pensamiento Vélez nunca ha estudiado.

La solución de fondo a los problemas de los trabajadores asalariados se encuentra en la abolición del capitalismo. Por tanto, es dramático que el comunismo no esté a la orden del día en la agenda de los trabajadores. Es deber de los comunistas mostrar el rumbo.

Vélez termina su columna señalando que el Estado es fundamental en nuestra sociedad e invita a concentrarse en la “difícil tarea de hacer que la gente pobre viva un poco mejor”. Es decir que siga siendo pobre, pero no tanto. En esta perspectiva, si fuera coherente debería proponer que adoptáramos como política económica y social el modelo chino. Este país ha demostrado que el papel del Estado es fundamental para generar un extraordinario crecimiento económico y para hacer que los pobres vivan mucho mejor. Ha mostrado la necesidad y relevancia de la planificación (lleva ya 14 planes quinquenales). Ha evidenciado cómo un partido comunista puede alcanzar los logros que tanto pide pragmáticamente Vélez. El problema es que el partido comunista no hizo una revolución en Colombia ni ha gobernado el país. Además es de una extraordinaria levedad. Quizá deberíamos solicitar a China que nos administrara durante un siglo.

_______________________

[1] https://www.lasillavacia.com/opinion/la-izquierda-sin-rumbo/

Alberto Maldonado Copello

Foto tomada de: Foro económico mundial

 

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Filed Under: Revista Sur, RS Desde el sur

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