En el sector inmobiliario en crisis de China, en el que muchas empresas han incumplido sus deudas, Li se comprometió a ayudar a las “empresas inmobiliarias líderes de alta calidad”, al tiempo que se “previene la expansión no regulada”. Algunos “expertos” occidentales ha sido ligeramente positivos. “Creo que, en general, el informe está orientado a tranquilizar a los inversores extranjeros en el sentido de que China sigue siendo un buen lugar para hacer negocios, etc.”, dijo Willy Lam, un “experto” en política china de la Fundación Jamestown en Washington.
El presidente Xi inicia un tercer mandato sin precedentes y reemplaza a Li por Li Qiang, un socio cercano que dirigió el confinamiento (caótico) en Shanghai el año pasado, como jefe del Partido Comunista de la ciudad. Anteriormente trabajó con Xi en la provincia de Zhejiang en la década del 2000. El presidente chino cambio por completó el principal órgano de toma de decisiones del Partido Comunista, el comité permanente del Politburó de siete miembros, en octubre.
A medida que comienza el ANP, una vez más, los expertos occidentales de “China” e incluso muchos en la propia China predicen un estancamiento e incluso un colapso, en la medida que el sector inmobiliario endeudado implosione. El crecimiento de la población de China se ha detenido y la mano de obra está disminuyendo. El crecimiento se está desacelerando. China ha entrado en la “trampa de los países de renta media”. De hecho, dados los enormes niveles de deuda en todos los sectores, China se va a estancar como ha hecho Japón en las últimas tres décadas. La única manera de evitar la “japonificación”, dicen estos expertos, es “reequilibrar” la economía de la “sobreinversión” y la “obsesión por las exportaciones” con una economía nacional dirigida por el consumidor como en Occidente y también reducir el control estatal de la economía para que el sector privado pueda prosperar.
He discutido detenidamente la validez de estos argumentos en varias notas y remito a mis lectores a ellas para explicar por qué esta “charla de expertos” no es correcta en buena parte.
Pero dada la reunión de la ANP y las nuevas directrices de los líderes del PCCh, déjenme repasar algunos de mis argumentos en contra de los “expertos”.
En primer lugar, recordemos el rendimiento económico pasado de China. La tasa de crecimiento de China solo en los últimos 20 años ha sido significativamente más alta que cualquier país del G7 e incluso de las principales economías “emergentes”, los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India y Sudáfrica). Y esta tasa de crecimiento más rápida ha sido en el país más poblado del mundo, no en alguna ciudad-estado pequeña, como Singapur, o incluso en economías asiáticas un poco más grandes como Taiwán o Corea. Simplemente no hay comparación.
Ah, pero ya ves, eso ya ha terminado. El crecimiento de China ahora se ralentizará hasta un goteo como en Japón porque se ha sobrecargado con una deuda excesiva y porque no ha reequilibrado la economía hacia el “consumidor”.
Este último argumento me resulta particularmente irritante. Los expertos occidentales e incluso los economistas chinos repiten este argumento, que proviene directamente de la economía neoclásica y de lo que la economista keynesiana Joan Robinson llamó “keynesianismo bastardo”: bastardo porque el propio Keynes hizo hincapié en el papel de la “demanda agregada”, que incluía la inversión y no solo el consumo. Y, sin embargo, la teoría económica convencional argumenta que lo importante en una economía moderna para que haya crecimiento es impulsar el consumo.
Se puede demostrar que este argumento es una tontería. El motor del crecimiento en la economía es la inversión productiva y de esa inversión fluye el consumo, no al revés.
La base habitual para el punto de vista del “reequilibrio” es que las tasas de consumo personal son demasiado bajas en China y esto frenará el crecimiento impulsado por la demanda. Por ejemplo, este es el punto de vista de Chen Zhiwu, profesor de finanzas y economía china en la Universidad de Hong Kong. Chen argumenta que, bajo Xi, se han dejado de lado reformas importantes para hacer mayor el sector privado, la economía liderada por los consumidores. “Las 60 reformas habrían ampliado en gran medida el papel del consumo y las iniciativas privadas“, dice. “Sin embargo, la agenda de reforma orientada al mercado se ha dejado de lado en gran medida… lo que ha dado como resultado un papel más importante para el estado y un papel más reducido para el sector privado”. Según Chen, esto significará que la economía de China se estancará a partir de ahora.
Otro analista occidental prominente y ampliamente seguido, Michael Pettis, que tiene su sede en Shanghai, defiende un argumento similar, a saber, que lo que empujará a China al estancamiento al estilo japonés es el fracaso a la hora de aumentar el consumo personal y continuar expandiendo la inversión a través del aumento de la deuda. Y el gurú keynesiano Paul Krugman se une a este coro, hablando de la economía “desequilibrada” de China, que Krugman afirma: “Por razones que no entiendo completamente, los responsables políticos se han mostrado reacios a permitir que todos los beneficios del crecimiento económico pasado pasen a los hogares, y eso ha llevado a una baja demanda de los consumidores”. Desafortunadamente, secciones de la dirección china, en particular sus economistas en el sector financiero, aceptan este argumento tan estúpido de los expertos occidentales.
¿Cómo puede alguien afirmar que las economías maduras “impulsadas por el consumidor” del G7 han tenido éxito en lograr un crecimiento económico constante y rápido, o que los salarios reales y el crecimiento del consumo han sido más fuertes allí? De hecho, en el G7, el consumo no ha podido impulsar el crecimiento económico; y los salarios se han estancado en términos reales en los últimos diez años (y ahora están cayendo), mientras que los salarios reales en China se han disparado. Además, estas economías lideradas por los consumidores se han visto afectadas por caídas regulares y recurrentes en la producción que han provocado perdidas billonarias en la producción y de ingresos para sus poblaciones.
Aquí hay dos puntos. En primer lugar, las economías lideradas por la inversión en realidad ofrecen un crecimiento más rápido del consumo. China tiene la relación más alta entre la inversión bruta y el PIB entre las principales economías (todos los datos provienen del Banco Mundial).
Y el crecimiento de la inversión también es el más rápido.
Claro, el crecimiento de la inversión se está desacelerando en China, pero la desaceleración es aún peor desde un nivel bajo en las economías del G7. La “japonificación” en realidad significa una disminución del crecimiento real de la inversión. China no está ni cerca de eso.
¿Qué significa esto para el crecimiento del PIB? La economía “sobreinvertida” de China es más de cuatro veces más rápida que las economías de la OCDE lideradas por los consumidores y un 40 % más rápida que la India.
Mucho se ha hablado de la “desastrosa” política del COVID cero en China. Pero aparte de salvar millones de vidas, China no entró en una depresión en 2020, a diferencia de todas las economías del G7 en 2020.
En segundo lugar, ¿significa esto que el consumo en China por parte de los hogares es demasiado bajo o incluso está disminuyendo? En este punto, los expertos de China sacan este gráfico.
Luego viene el argumento: China necesita elevar su cuota de consumo a los niveles occidentales o no podrá crecer y permanecerá atrapada en la trampa de “los países de renta media””.
Pero este no es el gráfico que cuenta la historia real. El gráfico que lo hace es este.
¡Sorpresa! La economía china “sobreinvertida” y “salvajemente desequilibrada” ha producido, con mucho, un crecimiento del consumo más rápido para su gente, casi cuatro veces más rápido que los EEUU liderados por los consumidores, nueve veces más rápido que la japonificación e incluso un 50 % más rápido que la India. Lo que esto sugiere es que si China “reequilibrara” su economía hacia el consumidor y redujera la inversión; y también redujera el sector público y “liberase” al sector privado (el sector que proporciona la mayoría de los bienes de consumo en China), ¡la tasa de crecimiento de China caería aún más de lo que ha hecho en los últimos años!
Tal como está, el gráfico de la cuota de consumo en relación con el PIB es engañoso. En primer lugar, esta medida de consumo excluye el salario social, en particular la salud y la educación, la asistencia social y los servicios públicos. En países como los EEUU, gran parte de este consumo social tiene que ser pagado y por lo tanto aparece en la cuota de consumo. Ese no es el caso de gran parte del consumo social en China. China tiene un largo camino por recorrer en el consumo social, pero está muy por delante de sus pares de los mercados emergentes en muchas áreas y no está tan por detrás de las principales economías del G7, que comenzaron más de 100 años antes.
En segundo lugar, el gráfico muestra el consumo como una parte del valor añadido (PIB), es decir, para el “consumidor final”. En los EEUU, el consumo parece constituir el 70 % del PIB. Sin embargo, si nos fijamos en el “producto bruto”, que incluye todos los productos de valor añadido intermedio que no se cuentan en el PIB, entonces el consumo es solo el 36 % del producto total; el resto constituye la demanda de capital de piezas, materiales, bienes intermedios y servicios. Es la inversión la que es el factor de oscilación y el motor de la demanda, no el consumo de los trabajadores.
Lo que es cierto es que el crecimiento de la inversión “productiva” ha retrocedido en China. La inversión en nuevas tecnologías, manufactura, etc. ha dado paso a la inversión en activos improductivos, en particular bienes raíces. En mi opinión, los sucesivos gobiernos chinos cometieron un gran error al tratar de satisfacer las necesidades de vivienda de su creciente población urbana mediante la creación de un mercado de vivienda en venta, con las hipotecas y los promotores privados como responsables de su desarrollo. En lugar de que los gobiernos locales lanzaran ellos mismos proyectos de vivienda para albergar a la gente en alquiler, vendieron activos estatales (tierras) a promotores capitalistas que procedieron a pedir prestado en gran medida para construir proyectos. Pronto la vivienda ya no era “para vivir, sino para especular” (cita de Xi). La deuda del sector privado se disparó, al igual que en la burbuja inmobiliaria de Occidente. Todo llegó a un punto crítico en la pandemia de COVID a medida que los promotores y sus inversores iban a la quiebra.
La crisis inmobiliaria sigue sin resolverse. Es interesante ver cuál es en opinión de los expertos occidentales la solución. Esto es lo que dice Michael Pettis: “Desafortunadamente, requerirá un renacimiento de las compras especulativas para evitar una mayor contracción en el sector inmobiliario y los precios de los bienes raíces, algo que solo empeoraría las cosas a medio y largo plazo”. (Tweet, 5 de marzo). ¡Así que la respuesta al colapso de la propiedad es más especulación, incluso si empeora las cosas en el futuro!
Esa no es mi solución. Lo que el gobierno chino tiene que hacer es hacerse cargo de estas grandes promociones y reconvertirlas en propiedad pública, finalizar los proyectos y cambiar a la vivienda en alquiler. El gobierno debería poner fin a los pagos de deuda a los inversores extranjeros y solo cumplir con las obligaciones con los pequeños inversores; y transferir la vivienda fuera del sistema hipotecario y financiero privado.
El sector inmobiliario se ha hecho tan grande en China como porcentaje de inversión y producción que ha degradado seriamente el crecimiento general. Aquí es donde la economía necesita un reequilibrio. El primer ministro saliente Li dijo que China necesitaba “ampliar el acceso al mercado” para los inversores extranjeros, “apoyar” el consumo y controlar el riesgo en el sector inmobiliario. Li se comprometió a ayudar a “empresas inmobiliarias líderes de alta calidad” mientras se “prevenía la expansión no regulada”.
En serio, ¿puede Li cuadrar el círculo? El sector privado de China se ha multiplicado en las últimas dos décadas. Ha llevado a una expansión poco saludable de los multimillonarios y a una creciente desigualdad de riqueza e ingresos. Y al igual que en Occidente, a medida que la rentabilidad del capital productivo cayó, el sector capitalista cambió a áreas de inversión improductivas, como las finanzas y los bienes raíces. La deuda se ha disparado. Esto ha aumentado el riesgo de crisis económicas como en Occidente.
Contrariamente a las opiniones de los expertos occidentales y de Li, no es menos inversión y más consumo; no menos inversión pública y más privada, lo que China necesita para mantener su éxito económico anterior, sino todo lo contrario.
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