Hay enormes tareas por realizar para dejar atrás esa historia de violencias permanentes, sistemáticas y destructivas que en nada contribuyen a una agenda democrática y que muy por el contrario alimentan y refuerzan los intereses de quienes nadan a la perfección en este mar de sangre, barbarie y criminalidad en el que las derechas mafiosas han acumulado riquezas y poder, los más interesados en que la violencia se mantenga son los ganadores de este largo ciclo de violencias, y por eso se esfuerzan porque la acción violenta no finalice.
La primera mala noticia fue el triunfo electoral del uribismo, allí no hay interés ni compromiso con poner punto final a la violencia, buscando las transformaciones que se requieren para dejar sin aire a los procesos que agencian y se alimentan de la acción violenta, pedirle al uribismo que trabaje por transformaciones y cambios en este orden social de exclusiones e inequidad, donde la acción política con armas se mueve, es pedirle que vaya contra sus intereses, es pedirle peras al olmo.
El uribismo ha sido transparente en su mensaje: “no nos gusta este acuerdo de paz”, nos han dicho en todos los tonos –tono que por cierto es cada vez más amenazante: “se callan o los callamos”, lo que el uribismo no nos ha dicho con franqueza, es porque no gusta de este acuerdo y esconde sus verdaderas razones en argumentos falaces: que los niños, que la violencia sexual, que nunca han dejado el narcotráfico, que siguen delinquiendo, esos son los argumentos del uribismo sobre problemas serios y muy graves, que deben ser tratados en el tribunal especial pactado para ello: la Jurisdicción Especial de Paz, JEP, que está en funcionamiento . Las razones de fondo para que el uribismo se oponga al acuerdo de paz firmado entre el Estado Colombiano y las FARC , es que el uribismo no tiene interés ni le conviene, transformar el mundo rural, transformar de manera democrática la competencia política y el sistema electoral que debe darle soporte y tramitar las disputas por el ejercicio del gobierno , ni quiere reconocer sus responsabilidades en esta larga barbarie, por eso huye de la verdad y esta empleado de manera sistemática por hacer irrelevante lo pactado, simulando que va a cumplir lo mínimo y lo sustancial lo va a dejar en el congelador.
Con un uribismo gobernando y un interés porque el sistema donde se mueven mafias e ilegales se mantenga, se reafirma en las políticas fracasadas: nada de ampliar democracia vía transformaciones necesarias en el mundo rural, nada de pensar en nuevas alternativas para incluir a los territorios más excluidos con políticas concertadas y oportunidades para una vida digna, nada de eso, se vuelve a la fracasada políticas antidrogas, a la militarización de territorios, a la inacción para enfrentar a quienes le echan bala a los que defienden sus territorios y comunidades, se sigue en las políticas que privilegian la fuerza y la expansión de mafias que son disolventes efectivos de las dinámicas comunitarias y de las que buscan una armonía entre comunidad y territorio, eso está en marcha y a eso juega el actual gobierno.
En ese escenario se frustran las propuestas de sometimiento de importantes estructuras de actores armados ilegales como el “Clan del Golfo”, reciclaje de viejas estructuras paramilitares que buscaban un escenario para salir de la ilegalidad, pero sobre el cual se trabajó para impedirlo. Igualmente se frustró la continuidad de un proceso con el ELN, colocando exigencias que han reforzado la desconfianza de esta organización en el camino de los acuerdos dialogados y negociados, y estamos en un escenario de fuerzas que nada van a resolver y por el contrario alarga el sufrimiento y las exclusiones para muchas comunidades, nada bueno saldrá de esta contienda.
En este contexto viene la pésima noticia del regreso a la acción armada de una amplia minoría de las FARC, liderada por Iván Márquez quien fuera el jefe negociador del acuerdo, noticia que no por esperada, es terriblemente mala, en tanto viene a cerrar el escenario de un nuevo ciclo de acción violenta con viejos protagonistas, en una parte de los territorios donde la violencia ha sido más intensa y persistente.
Así las cosas, hay que colocar perspectiva histórica a esta situación: no hemos cerrado la acción política con armas, pero también hay que señalar que esta confrontación no es de la dimensión de hace 25 años, donde la mitad del territorio tenía dinámicas de violencia e ilegalidad, tampoco los 250 municipios donde permaneció las FARC al iniciar las negociaciones con el gobierno del presidente Santos. Hoy, el mapa de la violencia está en 120 municipios, lo cual no es un reto menor , pero vistas las dimensiones y la intensidad del conflicto este se viene cerrando, poco a poco, al ritmo colombiano, donde hemos logrado importantes avances en dinámicas de civilidad, rendición de cuentas, sanción a criminales y está en curso un importante esfuerzo de esclarecimiento y de verdad, que sin duda nos permitirá avanzar en procesos de ajustes y reformas para realmente trabajar por garantías de no repetición y emprender un largo camino para construir una sociedad que pueda vivir en democracia de calidad y con un orden social de justicia y equidad, grandes desafíos plenamente vigentes en la sociedad colombiana.
Por ahora estamos inmersos en un nuevo ciclo de violencias, que desde el gobierno alimentan con políticas fracasadas, no hay interés en cambiar, no hay interés en superar los órdenes sociales que reproducen y dan fuerza a los autoritarios, no hay interés en concertar con las comunidades que resisten la barbarie.
Salir de este nuevo ciclo de violencias va a implicar, una fuerza social y política que apueste por ampliar la democracia, por transformaciones concertadas, por ordenamiento democrático del territorio, por seguir pensando y trabajando por una superación de los poderes mafiosos y criminales, nada de ello vendrá del gobierno del presidente Duque.
________________________________________________________________________
Luis Eduardo Célis: Red Prodepaz
Foto obtenida de: https://www.semana.com/
Deja un comentario