El 1° de marzo de 1967, Sucre, cobró vida jurídica y administrativa, como territorio autónomo e independiente, separándose del viejo Bolívar, cumpliéndose de esta manera el sueño cívico de sus promotores; los llamados pioneros, quienes consientes de la concentración de la inversión en la capital de éste, Cartagena, por su potencial histórico y turístico absorbía el presupuesto departamental y la mayoría de otros recursos provenientes de la Nación. Las pequeñas y poblaciones intermedias se debatían en el más completo abandono. Igualmente, el poder político, sus actores y representantes, confluían en la ciudad heroica, con abandono total de la provincia. Había que buscar otros caminos, a través de la alternativa independentista y eso fue lo que hicieron un grupo de ciudadanos y ciudadanas, pensando que Sucre independiente, heredaba una clase política diferente a la del viejo Bolívar, cuan equivocados estaban.
Los asentamientos poblacionales que ocuparon las viejas sabanas de Bolívar y Sucre, desde el punto de vista de las actividades económicas indica la consolidación de la ganadería extensiva como una expresión del poder terrateniente, no obstante la fuerte vocación agrícola de las tierras, con cultivos de yuca, maíz, plátano, ñame, arroz y otros de pan coger. El tabaco, jugó un papel importante durante algunos años, su proceso de industrialización demandó, mano de obra de hombres y mujeres que por sus difíciles condiciones laborales, generaron conflictos agudos de amplia movilización social, como el llamado paro tabacalero. Sin embargo, la renta producida por la explotación tabacalera produjo el enriquecimiento de algunas familias, como los García Romero, que pronto se erigieron en agente de poder político en ambos departamentos.
El poder de terratenientes rentistas, apropiándose de grandes extensiones de tierras, fueron arrinconando a la población campesina, la cual fue vinculada, solo a través del “terraje”; grupos de familias campesinas, recibían tierras para el cultivo de pan coger a cambio devolverlas “civilizadas”, es decir, convertidas en pastos, de esta manera la ganadería extensiva fue desplazando a la agricultura y con ello el cambio del uso del suelo, con ausencia de cultivos permanentes, lo peor de todo esto, es que esta relación clientelar de dependencia y favores de los terratenientes o ganaderos hacia los pobres del campo, es lo que sustenta o soporta el gamonalismo en las relaciones sociales y políticas presentes en el viejo Bolívar y que permanecen incólumes en el territorio sucreño, solo hubo cambios de apellidos.
El Frente Nacional, no resolvió el conflicto agrario, como tampoco implementó políticas públicas de orden social para el campesinado. La decisión del gobierno de Carlos Lleras Restrepo, de implementar la ley 135 y promover la organización campesina, abrió las puertas a un proceso de radicalización de los campesinos entorno a demandas de “tierra pa el que la trabaja”. El departamento de Sucre y su capital Sincelejo, fueron sacudidos por las marchas y movilizaciones campesinas que dejaron una estela de muertos, golpeados, cosechas y sembrados destruidos por las fuerza pública, lideres perseguidos y grupos encarcelados. La asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC, pronto fue penetrada por organizaciones de izquierda que buscaban convertirla en correa transmisión de sus propuestas políticas y armadas, la disputa interna debilitó a la organización campesina, porque cada grupo armó su propia parcela a su interior.
Predominaba en esa época, el abstencionismo y solo una vertiente fue permeada por la participación electoral: La Democracia Popular y lo hizo como furgón de cola del Nuevo Liberalismo, permaneciendo las grandes masas campesinas sin un proyecto político alterno y fuerte, marginales a la participación política por fuera de las microempresas familiares electorales o gamonales políticos regionales, como los Dager Chadid, García Romero, Cerro Arrieta, Espinosa Oliver, Martínez Simahan, Guerra Tulena, entre otros. Incluso, Apolinar Díaz Calleja, abanderado de la reforma llerista, no pudo consolidar apoyo de los campesinos con su Movimiento Popular Liberal, “MOPUL”, pronto sucumbió. Fue más fuerte el poder de las relaciones clientelares, de dependencia, construidas desde la tenencia de la tierra, que las posibilidades de libertad y mejoramiento de la calidad de vida de los campesinos a partir de acciones fundantes de procesos de desarrollos desligados del gamonalismo. No obstante esta situación, los campesinos organizados, logran a través de las invasiones y tomas de tierras la redistribución de 135.000 hectáreas, distribuidas en 14.000 parceleros, hasta mediados de los años 80, entregadas por el INCORA.
Las luchas campesinas hicieron temblar a los terratenientes, más no el poder de los gamonales políticos, quienes representaban su avanzadilla, que luego aprobaron en el congreso de la República las leyes surgidas del pacto de chicoral que pusieron fin al proceso de reforma agraria en el país, con las cuales se frenaron las posibilidades de transformación de la propiedad rural, consolidando el poder de los gamonales.
El debilitamiento de la ANUC, coincide con la expedición de las leyes IV y V de 1973, como consecuencia del pacto de chicoral, que desmonta la reforma agraria y desata una serie de persecución a los sus líderes y acciones violentas contra cualquier acción que tuviera la pretensión de vulnerar la propiedad de la tierra en manos de grandes propietarios rentistas. De otra parte, se acentúa la división interna en las organizaciones políticas de izquierda, que influenciaban la ANUC, proliferando el surgimiento de nuevos grupos armados como Patria Libre, que pronto, con una fracción de la liga (M.L) se fundirían en la Unión Camelista- ELN, la fracasada Organización Revolucionaria del Pueblo, ORP, EL Partido Revolucionario de los Trabajadores PRT, además del ya existente EPL, que contribuyeron con el estrangulamiento de la lucha social campesina y la anarquización de la ANUC.
La década de los 80, bajo el gobierno de Belisario Betancur Cuartas, inaugura la oferta de soluciones negociadas al conflicto armado interno, la propuesta de paz tienen receptividad en varios grupos armados y abren la posibilidad de expresión política abierta a representantes de las guerrillas en procesos de diálogos. En ese marco, el comandante Braulio Herrera de la FARC, en concentración realizada en la plaza Olaya Herrera de Sincelejo, en su discurso, envía saludos a los Camaradas Julio y Salomón, quienes realizaban trabajo político en Sucre, lo que se entiende como la presencia de las FARC en el territorio y ya se tenía reporte de su accionar en Montes de María. La presencia guerrillera, no convocó a los gamonales sucreños a modificar el modelo de gobernabilidad clientelista y corrupto, por el contrario ante el incremento del secuestro, la extorsión, pescas milagrosas, atentados y asesinatos, optan por realizar pactos con las Autodefensas de Córdoba y Urabá, en cabeza de Salvatore Mancuso y Carlos Castaño, para que un contingente de paramilitares llegara a Sucre a realizar la conocida limpieza que segó la vida a muchos líderes campesinos, sindicalistas, docentes, reinsertados de procesos de paz y políticos de oposición.
Lo que menos preocupó a los dirigentes políticos tradicionales, fue la construcción de una propuesta de desarrollo para generar bienestar a la población, la dinámica económica transformó la vocación agropecuaria del departamento, en una economía con predominio del sector terciario; comercio y servicio, allende a la informalización. En ello, incidieron las políticas macroeconómicas de apertura económica y globalización, la ausencia de una política sectorial para dinamizar la producción agropecuaria y acciones estratégicas para superar la pobreza rural. Sucre, nunca se reconvirtió para adecuar sus procesos productivos a la nueva realidad y aún hoy sufre sus consecuencias: Índice de Pobreza Multidimensional del 39.7%, pobreza monetaria 44%, pobreza extrema 9,9%, desempleo 10,7%, baja producción de riqueza 0.84% del PIB Nacional, retraso tecnológico y 21 en el ranking de competitividad, de los 32 departamentos.
El destape de la parapolítica, no fue completa, aún quedan, actores fuera del alcance de la justicia, a pesar de que golpeó fuertemente a muchos gamonales y microempresas familiares, algunos de ellos siguen incidiendo en las decisiones del departamento, a través de familiares o subalternos que asumieron la conducción de sus movimientos o permanecen mandando desde las cárceles. Por parapolítica fueron condenados ex parlamentarios como: Jairo Merlano Fernández, Álvaro García Romero, José María Conde, Muriel Benito Revollo, Jorge Luis Feris, los ex gobernadores, Eric Julio Morris Taboada, Salvador Arana Sus, Jorge Anaya Hernández, el ex alcalde de Sincelejo, Jorge Ospina, varios de otros municipios así como concejales y diputados.
En la disputa actual por la gobernación de Sucre, no se presentan posibilidades de generar cambios fundamentales, el viejo modelo se reproduce con nuevos actores, para seguir reinando, por ello, la suerte de Sucre, por así decirlo, es incierta. Por ejemplo, los candidatos a la gobernación que tienen posibilidades de ganar arrastran consigo la cadena del gamonalismo político que en alguna ocasión en su columna del diario, El Espectador, el fallecido periodista, Ramiro de la Espriella, afirmó que a Sucre, lo fundaron para robarlo unas cuantas familias, Así por lo menos, Yahir Fernando Acuña Cardales, político relativamente joven, de la escuela de Salvador Arana Sus y el “gordo García”, se le acusa de vínculos con el cartel del norte del valle, con Juan Carlos Martínez Sinisterra y Enilce López, “la gata”, tiene varios procesos pendientes con la justicia, cuenta con el apoyo de Álvaro, “el gordo” García, condenado por la masacre de Macayepo y por el actual alcalde de Sincelejo, Jacobo Quessed y otros grupos menores.
Eduardo Enrique Pérez Santos, tutelado por la familia Guerra: dos ex presidiarios; Joselito Guerra, por el proceso 8000, Víctor Guerra por parapolítica y dos presos; Julio Cesar Guerra Tulena, ex gobernador, por corrupción y Antonio Guerra de la Espriella, corrupción de Odebrecht. Jairo Merlano Fernández, ex presidiario por parapolítica, la familia Pestana, el cacique de ésta, murió recientemente de un infarto, prófugo de la justicia por parapolítica y corrupción de Manexka, la entidad que manejaba la salud de los indígenas.
Héctor Olimpo Espinosa Oliver, representa una tradicional familia de gamonales políticos del municipio de Sincé, se desempeñó como alcalde, viceministro y secretario del partido Liberal, su padre, lugarteniente del “gordo” García, actual diputado. Existen otros tres candidatos, que no poseen tradición política y condiciones de financiación para disputar el cargo de gobernador. Sólo los gamonales y familias adineradas desde el erario público, tienen la capacidad para imponer el candidato ganador, la gran expectativa, en consecuencia, es con quien apoya “el Gordo” García, por lo que recientemente, en su artículo publicado en la silla vacía, el economista Inaldo Chávez, afirmó que “la gobernación de Sucre, se define en la picota y la alcaldía de Sincelejo en la calle de los turcos”.
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Erasmo Montealegre.
Foto obtenida de: http://www.sucrecomunicaciones.com
Referencias bibliográficas:
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Fals Borda, Orlando. Retorno a la Tierra y resistencia en el San Jorge, 2002, Bogotá.
Escobar, Cristina. Clientelismo y ciudadanía: los límites de las Reformas democráticas en el departamento de Sucre, 2002. UN.
Pérez Jesús María. Luchas Campesinas y Reforma Agraria, 2010.
Reyes Posada, Alejandro. Latifundio y poder político: Historia de la Hacienda Ganadera de Sucre, 1978, CINEP.
Zamosc, León. Los Usuarios Campesinos y la lucha por la tierra. 1978. CINEP.
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