Como siempre, pero con especialidad abundancia en su grosería y en su desequilibrio, Donald Trump reitera su camino al frente del gobierno estadounidense plagado de agresiones gratuitas, de majaderías hacia sus amigos y socios, conducta que terminará sin dudar por perjudicar gravemente a su país al que aleja ya de la comunidad internacional, y que pierde el prestigioso que pudo amasar durante años por su lucha contra el fascismo.
Resulta que ahora Donald Trump, al finalizar una reunión del más alto nivel del Grupo de los Siete (países más industrializados) inició una escalada de agresiones comerciales, citaremos en primer lugar las que aplica a México y a Canadá, por el motivo de que no se ha firmado el nuevo TLACAN, por decisión del propio Trump, y el inicio de tarifas arancelarias a importaciones chinas “de significado estratégico” por un valor de 50 mil millones de dólares, Es decir, el Presidente estadunidense abrió de manera oficial un nuevo frente en su guerra contra el mundo para terminar supuestamente con el déficit comercial de su país, que atribuye al “histórico abuso” de las demás naciones que, en su relato, se aprovecharon de la debilidad de las anteriores administraciones estadunidenses.
PUBLICIDAD
Es decir, Trump pasó al ataque a pesar de que se realizan pláticas tanto en el marco del TLACAN como con China y, por supuesto, no se hicieron esperar las contramedidas equivalentes de los tres países, por lo que está en marcha una confrontación de final imprevisible. Debe también decirse que, a pesar de las arrogantes declaraciones del Presidente de Estados Unidos, a principios del mes su principal asesor económico reconoció que la embestida contra el sistema de libre comercio terminará afectando a la economía estadunidense. En el mismo sentido se expresó Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI),quien afirmó que la guerra comercial en curso no tendrá ganadores, sino perdedores de ambos lados.
David Brooks, colaborador de este periódico que vive em Estaos Unidos, nos dice que si a las fricciones con México y Canadá se suma el desencuentro de Estados Unidos con sus aliados y socios europeos, vamos que su divisa electoral de “hacer a América grande otra vez”, a punta de bravuconadas, puede conducir a un desastre económico de dimensiones mayúsculas, y a un aislamiento político de la superpotencia que no podía preverse antes de la llegada de Trump. Y añade que, respecto a México, la conducta descabellada de Trump nos exige un plan impostergable para reducir la dependencia de Estados Unidos, que los sucesivos gobiernos se han empeñado en mantener.
En las crónicas de esa reunión de los Siete, en Quebec, se dice que Trudeau, el primer ministro canadiense, en una conferencia final afirmó que aplicará aranceles contra Estados Unidos comenzando el primero de julio, en represalia a los impuestos aplicados por Washington a la importación de acero y aluminio. “Estos aranceles ilegítimos deben recibir una respuesta equivalente”, habría dicho Trudeau. Y, por si algo faltara, el presidente de Estados Unidos quien había firmado el comunicado final de la reunión, abordó su avión y salió de Quebec. Posteriormente calificó en un tuit de “deshonestas” las declaraciones de Trudeau. También escribió otro en el que pidió a su representante comercial retirar su firma del comunicado final de la cumbre.
Y todavía, para terminar este rapidísimo retrato, habrá que mencionar que ante condenas de la separación de niños de sus padres inmigrantes, incluyendo historias de como agentes migratorios arrancaron a un bebé de los brazos de su madre mientras la amamantaba o de niños de 4 o 5 años gritando con terror al ser separados a la fuerza de sus padres o madres, “Es muy bíblico aplicar la ley, eso es repetido varias veces a lo largo de la Biblia”, comentó la vocera de la Casa Blanca Sarah Sanders.
Tal es pues el nivel y tendencia dominante en el actual gobierno fascista (¿o cómo llamarlo?) de Estados Unidos.
Deja un comentario