Este martes 7 de febrero justamente el día de su cumpleaños falleció después de una penosa y dolorosa enfermedad, Rafael Colmenares Faccini, Rafa, como le decíamos coloquialmente sus amigos. Conocí a Rafa a mediados de los años setenta del siglo XX, desde entonces cultivamos una estrecha amistad reforzada por nuestra participación en espacios comunes de luchas, preocupaciones intelectuales y políticas. El Foro Social Mundial influyó mucho en el pensamiento de Rafa en los albores del siglo XXI y particularmente en sus últimos empeños, como aquel quijotezco referendo por el agua como derecho básico y fundamental en que junto a 60 organizaciones de la sociedad civil logro la hazaña de que la Registraduría Nacional certificara más de 2.6 millones de firmas que pedían someter a referendo este derecho como ha ocurrido en Uruguay o en Italia para mencionar dos casos exitosos. Pero el Congreso de manera irresponsable y grotesca ni siquiera le dio trámite, cambio la pregunta, en fin, y allí Rafa como vocero en medio de esa jauría de defensores de la minería a ultranza y del clientelismo que combatió toda su vida.
Un hombre culto, con un gran sentido del humor y del respeto por los adversarios. Se ha ido uno de los grandes hombres de esta sociedad civil. Mantendremos tu ejemplo de vida.
Justamente en un homenaje que el Movimiento ambientalista le rindió en el pasado mes de septiembre, Hernán Darío Correa, hizo una semblanza de la personalidad y el compromiso de Rafa con los derechos de las minorías y de los excluidos. Como un Homenaje a su memoria publicamos esta semblanza que retrata muy bien lo que fue Rafael Colmenares.
Gracias
Pedro Santana R
Director Revista Sur
RAFA
Por Hernán Darío Correa
Hay momentos en la vida personal en que todo se propicia para atar muchos de los cabos que han quedado sueltos en nuestras relaciones, como en aquellos momentos históricos de peligro en los cuales el pasado relampaguea para revelar el sentido de lo que pudo haber sido y de lo que hemos vivido desde entonces, según el decir de Walter Benjamín, experto como pocos en descubrir los detalles que condensan la dimensión de una persona, una ciudad, una sociedad o una época…
Esta remembranza de aquel aserto crítico no es casual, cuando la vida me ha deparado escribir y leer unas palabras sobre nuestro querido Rafa, porque como pocos este amigo, maestro y compañero ha vivido siempre jugándose íntegro entre lo personal y lo colectivo, como he podido atestiguarlo desde que aprendí a distinguirlo entre las manifestaciones estudiantiles y las reuniones de la tendencia socialista de los años 70, en algún bufete de abogados amigos, y luego cuando pude conocerlo en los afanes de la tarea colosal que mantuvo en Ecofondo, espacio que aún añoramos después de haber ayudado a crear un sistema nacional ambiental que ha venido siendo desbaratado sistemáticamente por los designios de los gobiernos del neoliberalismo salvaje en lo que va del siglo XXI; o cuando compartimos hombro con hombro, con muchos de quienes hoy nos acompañan, en las lides del referendo del agua del cual fue su vocero nacional.
Rafa, al contrario de su propia generación, que luchó por el futuro de todos pero que en gran medida se extravió en los avatares afectivos de la pareja, de la paternidad o de la maternidad, o incluso de la amistad, ha vivido siempre luchando por mantener durante décadas, como lo ha logrado, una impecable y ejemplar vida personal plena de amor y de compromiso con Conchita, su compañera de vida y luchas, con sus hijos Santiago y Laura, y ahora con su nieto, y al mismo tiempo por participar y hasta reinventar una incesante búsqueda colectiva de transformación de un sistema social que desde jóvenes aprendimos a leer como modo de producción capitalista, cuyo dominio ha alcanzado la altura de la crisis civilizatoria en la que estamos entrampados. Y en esa exitosa combinación, Rafa aún sueña como pocos con cambios drásticos como los que demanda la superación del paradigma del desarrollo como crecimiento, mediante la construcción de asuntos tan contundentes y tan radicales como el cambio del modelo energético basado en el uso de los combustibles fósiles, el decrecimiento y el buen vivir.
Se trata de nuevos horizontes de crítica radical del capitalismo que hemos ido vislumbrando quienes crecimos, como Rafa, subiendo una y otra vez a la montaña de Sísifo con la esperanza convertida siempre en pesada roca que se devuelve, siguiendo aquella especie de maldición que profiriera Carlos Marx respecto de los revolucionarios de su tiempo, de tener que engrandecer al enemigo para poder dimensionar las reales proporciones de la tarea que se propusieron, y que en nuestro caso se nos ha venido encima a punta de las atrocidades y las vilezas de la política contemporánea, además de las crisis de la justicia y de la relación con la naturaleza reproducidas de forma absurda por el imperio de la fuerza, la alienación de la sociedad de consumo, la violencia, la crisis humanitaria, la vanidad y las pasiones tristes de la ambición financiera, la envidia y el resentimiento; en fin, de todo aquello que niega el amor y la vida como principio.
Pero lo que quiero resaltar ahora es que esos nuevos conceptos y paradigmas, al menos en mi caso personal, y permítanme esta confidencia, han estado a mi alcance de forma si se quiere entretenida, porque la vida me deparó en los últimos años acceder a ellos de un modo más humano, más directo y sobre todo despojado de las vanidades de las ilusiones del saber en tanto administración de un poder, en medio de una permanente y abierta conversación con Rafa sobre el destino personal, los avatares de la amistad, las dificultades y las alegrías la lucha política, los retos de la cultura y del pensamiento crítico respecto de las ideologías desgastadas; y por haber podido estar cerca de sus búsquedas no sólo en la crítica de la teoría política, o en la recreación metafórica de las utopías, sino en la promoción de experiencias de ruptura en marcha, como la perma-cultura y la agricultura urbana por allá en los años 90s, cuando invitó al país a su amiga María Caridad Cruz para que desde Cuba nos trajera los exitoso caminos que supieron inventar los heroicos martianos del periodo especial, y que inauguraron entre nosotros temas hoy al uso en las búsquedas populares y de sectores de la izquierda y del ambientalismo; o cuando emprendimos luchas como las del Referendo del agua que de algún modo Rafa promovió cuando repasó experiencias como las de Uruguay o Italia en torno al derecho humano al agua; o aún, cuando nos extraviamos una y otra vez noches enteras al tenor de unos buenos vinos revisitando las experiencias revolucionarias o las mejores novelas españolas, argentinas, cubanas, mexicanas y universales de los dos últimos siglos…
Porque Rafa, con su enorme cultura literaria y humanística, no ha sabido hacer política sino con base en diagnósticos informados, referencias universales y propuestas críticas, y para ello siempre se ha documentado y ha hecho pedagogía revolucionaria como pocos. Lo atestiguan las fotocopias que siempre ha repartido para adelantarse a la importación de muchos libros esenciales a la crítica contemporánea, como los folders anillados de los dos tomos del Oro Azul, de Maude Barlow, que aún conservo, los enciclopédicos tratados de Jorge Reichmann sobre los límites y sinsentidos del desarrollo como crecimiento, o los dossiers sobre soberanía alimentaria del Viejo Topo, para no hablar de la distribución de publicaciones inconseguibles por otras vías que no fueran su propia oficina, como la inolvidable revista Temas, de La Habana.
De este modo, ser amigo y compañero de Rafa ha supuesto, siempre, trabarse (permítanme otra pequeña confesión), literalmente, en la fruición del intercambio de referencias y lecturas en medio de iniciativas como las citadas, o como las más recientes de la Unión Libre Ambiental o la propuesta de la Moratoria Minera, o incluso de su inesperada aventura electoral en la cual no prosperó, por supuesto y afortunadamente, ante todo porque siguió dando ejemplo de ese estilo al mismo pedagógico y ecuánime, radical y amable que lo caracteriza, y que no cuadra en la pervertida política mediática de nuestros días.
Y digo que nos trabamos, porque ha habido tiempo para descubrirnos en los propios anacronismos y desconciertos que nos han impuesto los violentos y complicados caminos de la vida pública nacional de las últimas décadas, descubriendo él en ocasiones perspectivas que de mi parte le había sugerido, justo cuando yo mismo había dejado de creer en las mismas, o a la inversa… Y entonces, siempre, Rafa, ha sabido hacer gala de otra de sus virtudes: Su elegancia y discreción en medio de la cada vez mayor ordinariez de la política contaminada de espíritu mafioso de nuestro tiempo, acompañadas de un fino humor como empaque de reflexiones tan cariñosas como críticas e implacables… Y siempre hemos podido reírnos, juntos, de nosotros mismos!
Y todo porque también ha sido obsesivo hasta la terquedad, y al mismo tiempo paciente y meticuloso en el estudio, esa otra actividad revolucionaria a la cual le hicieron tanto daño las retóricas de la acción intrépida de otra parte de nuestra generación. Y en eso, como en todas sus pasiones, Rafa ha seguido siendo contra viento y marea para nuestro beneficio de amigos y de compañeros, tan terco como agudo, tan lúcido como transparente en sus búsquedas y aportes, tan persistente como incansable. Y en su propio periplo ha sabido resolver las tensiones de su personalidad a través de otras dos de sus virtudes, que también he podido palpar de cerca: La capacidad de callar y administrar el silencio o el tono mesurado cuando las circunstancias lo demandan, y de ser amable hasta para insultar a quien se lo merece, subordinando pero no resignando la franqueza cuando las prioridades de la responsabilidad política lo imponen; como pude apreciar en nuestro paso por los recintos del Congreso Nacional cuando hicimos los cabildeos del referendo del agua frente a esa caterva de vencejos que aún pueblan esos espacios, para usar las palabras del Tuerto López, otro experto en la ironía y el gracejo.
Por todo ello aquí seguimos, Rafa, juntos, contigo, todos estos amigos y amigas reunidos alrededor de tu pasado, de tu presente y de tu futuro, convencidos de que si hay alguien en nuestra generación que encaje perfectamente en el aserto de Brecht, eres tú: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida: Esos son los imprescindibles.”
Y aquí estamos, hermano, tratando también de hacer gala de la mejor de tus enseñanzas en función de exaltar tu trayectoria, y de seguir recibiendo aportes como el que acabas de hacer en este Foro sobre el futuro del agua en el país, que agradecemos y valoramos. Me refiero a la amistad, a tu capacidad de reconocer y de valorar a cada uno en su respectiva dimensión, y al afecto que no nos has dejado de brindar enseñándonos una y otra vez que lo cortés no quita lo valiente.
Y así todas tus enseñanzas y aportes son las que ahora y guardando proporciones hemos querido ponerte de presente con el cariño con que te abrazamos hoy con toda el alma como amigos, como compañeros y como testigos de tu enorme e invaluable tarea, plenos de ese sentimiento del poeta de la esperanza que de algún modo te replicamos repitiendo con Walt Whitman lo más profundo de tu propio ejemplo: “Alegría, camarada, alegría, que el camino (aún) se extiende y nos espera”.
Hernán Darío Correa
Imagen tomada de http://connuestraamerica.blogspot.com.co/2014/03/colombia-agenda-ambiental-y-paz.html
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