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Petro, Pacto Histórico y desenlace hegemónico

15 septiembre, 2025 By Miguel Ángel Herrera Zgaib Leave a Comment

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Cesarismos, élites y multitudes

“Al final Neira encontró inadecuada la noción de populismo. Recurrió a la obra del sociólogo venezolano Laureano Vallenilla Lanz para sugerir que “cesarismo” es un mejor término.” Eduardo Posada Carbó, En: ET, 12/9/25, 1.15.

“Luego Santos ya elegido, con la teoría del team of rivals… lo invitó a su gobierno, fue su ministro estrella…esa cercanía terminó quemándolo en la siguiente campaña electoral.

Bien puede ocurrir que se mantenga la coalición petrosantista y que Vargas Lleras deba cumplir con la misión de enfrentar a su exjefe desde las columnas de El Tiempo… o desde una sólida candidatura presidencial.” Juan Lozano, Vargas Lleras, el sobreviviente. En: ET, 26/5/25, p. 1.15.

Avancemos con los interrogantes más urgentes acerca de los intelectuales colombianos, alinderados y enfrentados bajo los calificativos de políticos y tecnócratas. Todos como consejeros del príncipe, en los tiempos de la transición posneoliberal desafiados por el progresismo en su tercera ola.

Ahora en medio de un ambiente enrarecido por la descertificación política del presidente Petro y el gobierno del cambio. Trump el mandarín del hemisferio Norte, quiere juntar sus legiones de la retaguardia para parar la invasión bárbara, China socialista, que cruza el Pacífico. Ya penetró sin guerra, con sus inversiones a mediano y largo plazo, las economías de México, Brasil, y de unos años para acá gana espacios estratégicos Venezuela y Colombia.

Entre los intelectuales afectos al bloque de poder tradicional está el historiador neoconservador colombiano, Eduardo Posada Carbó. Forjado en la escuela británica de los memorialistas[1] ha fijado su interés político e historiográfico en los regímenes americanos que han “abierto sus fronteras” con la ola progresista suramericana que comenzó en Venezuela, con el triunfo del comandante Chávez rehabilitado por el presidente Rafael Caldera. Posada mantiene los ojos bien abiertos en Colombia, para cuestionar por interpuesta persona al gobierno de la tercera fuerza que controla el poder ejecutivo.

Ahora “hinca el diente” al Pacto Histórico en la serie que bautizó Plebiscito permanente. Incursiona con un primer movimiento ¿Cesarismos progresistas? en su columna del diario de Luis Carlos Sarmiento Angulo.[2] Posada incorpora como ariete intelectual un trabajo del sociólogo peruano Hugo Neira, aparecido en la revista francesa de Ciencia Política, ¿Populismes ou césarismes populistes?[3]

La pretensión intelectual es “entender los orígenes de ese fenómeno global que seguimos llamando populismo”.[4]Neira quería caracterizar a los movimientos políticos latinoamericanos que después de 1930 dominaron dos décadas de la política regional. Cita al peronismo y al varguismo con sus repercusiones en Bolivia, Perú, Venezuela y Colombia. Enseguida Neira cuestionaba la noción de populismo para definirlos.

Neira procedió por comparación de tres aproximaciones: una singular, o en conjunto calificándolos como nacionalismo o fascismo. Discurrió sobre el ejercicio pionero de la sociología argentina conducida por el italiano Gino Germani, quien probó que peronismo y fascismo no eran lo mismo. Hizo una periodización, primero, de los populismos “clásicos”, entre 1929 y la recesión siguiente que expresaron grandes transformaciones sociales, e indicó que se emplearon todos los medios.

Luego, Posada apunta a destacar de aquel texto cuando habla del “putsch”, cuando “los populistas se toman el Estado desde adentro”.[5] Repite con Neira para concluir que el “sistema conduce a la victoria electoral perpetua.”. Esto, sin embargo, no tiene prueba fáctica, no para la Argentina del peronismo, y tampoco en el Brasil de Getulio Vargas.

Otra cosa es la referencia que Posada Carbó desliza, cuando Neira trata de los gobernados en esta novedosa ecuación política, las masas marginales centrales en los populismos clásicos. El sociólogo echa mano de Max Weber y la dominación carismática, para definir “esa relación misteriosa” que junta a hombres providenciales y multitudes (masas marginales). Tales liderazgos populistas justifican la dominación con una “nueva legitimidad” basada en el dispositivo del plebiscito permanente.

Si pensáramos en la Colombia contemporánea, tal sería el frustrado intento de Álvaro Uribe Vélez, quien quería gobernarla por veinte años. De modo fraudulento logró reelegirse, pero su tercer intento lo hundió la Corte Constitucional. La continuidad se frustró cuando su escogido a regañadientes, Juan Manuel Santos firmó la paz con la insurgencia subalterna. Después su nuevo discípulo, Iván Duque, vivió tanto las contingencias del Covid 19 como los estertores del neoliberalismo que propiciaron la insurgencia popular urbana del estallido social de 2021.

El final del ensayo de Neira, y más aún, el comentario de Posada, consejero de príncipes locales neoconservadores, resulta desconcertante, cuando con la divisa del plebiscito permanente, Neira abandona la noción de populismo, para reemplazarlo por cesarismo más adecuado para su estudio comparativo. Este hallazgo provino de la obra histórico sociológica del venezolano Laureano Vallenilla Lanz, consejero y panegirista de Juan Vicente Gómez.

Populismos y Cesarismos en Suramérica e Italia

“Nacionalismo y fascismo, claro, se complementaban. Neira, tras reconocer los aportes de los trabajos pioneros de Gino Germani, indicó similitudes y diferencias entre populismo y fascismo. Enfocó su análisis en las circunstancias que acompañaron la irrupción de los populismos latinoamericanos.” Eduardo Posada Carbó, ¿Cesarismos populistas? En: ET, 1279/25, p. 1.15.

“Se puede decir que <<el cesarismo o bonapartismo expresa una situación en la que las fuerzas en lucha se equilibran de un modo catastrófico, o sea que se equilibran de un modo tal que la continuación de la lucha no puedo concluir más que con la destrucción recíproca. Cuaderno de la Cárcel 9, 133, 102.

El historiador Posada Carbó, aprendiz de político, tan motivado con las andanzas de las elites oligárquicas tampoco profundiza en su pesquisa. De hacerlo encontraría que, al contrario de Neira, el ensayista venezolano del cierre de la reflexión, introdujo la mención de cesarismo democrático para caracterizar en Venezuela, con más de treinta años de diferencia el gobierno dictatorial de Juan Vicente Gómez, a quien defendió también con panfletos políticos.

La labor publicística de Vallenilla Lanz empezó con elogios interesados y efectivo para con el dictador liberal José Cipriano Castro, 1858-1924, presidente de Venezuela entre 1899-1908. Éste tiene que ver con la historia del liberalismo colombiano en su lucha contra el gobierno de José Manuel Marroquín, con las guerrillas de Santander levantadas contra el autoritarismo de la hegemonía conservadora, a las que el venezolano auxilió con pertrechos y exilios.[6]

A contracorriente del autor peruano, Posada hace un injerto en el título para hablar de Cesarismos populistas, y trasladarlos, sin más, al tiempo presente de Suramérica, y, p.e., a Colombia y Venezuela, en la esquina norte del Caribe. Ahora, el Caribe está cerrada no por una barrera de coral, sino la poderosa armada estadounidense, con tropas de combate.[7] Contabilizan tres acciones sobre embarcaciones que se mueven en el perímetro de las aguas internacionales, desconociendo el derecho del mar, y el derecho internacional humanitario.

El bucanero Trump muestra a sus connacionales como está cumpliendo con lo anunciado en sus discursos para con todo y condenas ser presidente por segunda vez. Mientras insiste en condenar públicamente a los presidentes Petro, descertificado políticamente, y a Nicolás Maduro.[8]

Sobre el cesarismo, Posada Carbó tampoco conoce, o ignora de la reflexión adelantada por el trabajo historiográfico de Antonio Gramsci sobre el Risorgimento italiano, la revolución pasiva con la que las elites dirigidas por el conde Cavour unifican con el partido de los moderados a Italia. Burgueses, terratenientes y nobleza hegemonizan, dirigen políticamente el tránsito al capitalismo, en un tiempo paralelo, pero con desenlace diferente al de la Regeneración en Colombia.[9]

El de Italia fue un cesarismo regresivo que devino en el fascismo del Duce Mussolini, un desarrollo particular de revolución pasiva.[10] Ahora bien, en la reflexión de Antonio Gramsci, en los Cuadernos de la Cárcel, establece una distinción significativa entre Bonapartismo y Cesarismo, plasmada en el Cuaderno 9, así:

“pero el cesarismo si bien expresa siempre la solución “arbitral”, confiada a una gran personalidad, entre dos fuerzas equivalentes ya debilitadas por la lucha mutua, <<no tiene siempre el mismo significado histórico. Puede haber un cesarismo progresivo o cesarismo regresivo>>.”[11]

¿En presencia de cesarismos progresivos?

“Una reflexión final. En 2025 el Estado deberá encontrar tres billones de pesos para financiar el Pilar solidario, pero en 2026 las necesidades de financiación ascenderán a siete billones. A estos recursos…habrá que añadir los que se harán necesarios para pagar a las mujeres que se jubilarán con solo 1000 semanas cotizadas, a los beneficiarios de la prestación anticipada de vejez a las 1.000 semanas ¿De dónde saldrá todo ese dinero? ¿Será que los economistas tenían la razón? Stefano Farné, ¿Los economistas tenían razón? En: ET, 26/5/25, p. 1.15.

Para que saquemos provecho de este tránsito de los populismos a los cesarismos latinoamericanos, como una fórmula heurística, determinemos la existencia y el hacer de los regímenes progresistas en las tres etapas recorridas desde 1999 hasta hoy. Pero pongamos la lupa en la tercera, de la que son parte México y Colombia, y lo que hacen sus intelectuales principales en la dirección de la sociedad política y civil.

Recuperemos la reflexión de Gramsci, hecha desde la cárcel fascista, cuando establece la siguiente distinción, que permite ahondar en el quehacer actual del poder legislativo cuando enfrenta o complementa al poder ejecutivo en el gobierno de la transición posneoliberal:

“En el mundo moderno con sus grandes coaliciones de carácter económico-sindical y político de partido, el mecanismo del fenómeno cesarista es distinto del que fue hasta Napoleón III”. Para concluir Gramsci que, durante el parlamentarismo, el compromiso típico del cesarismo es posible a nivel parlamentario, a partir de los gobiernos de coalición, así: << Se puede tener “solución cesarista” incluso sin un César, sin una gran personalidad “heroica” o representativa. El sistema parlamentario dio el mecanismo para tales soluciones de compromiso>> (C 9, 102-103).

(continúa)

______________________

[1] Bajo la batuta de Malcom Deas, 1945-2023. El historiador británico ya fallecido, quien pasó varias temporadas en Colombia. Fue un renombrado latinoamericanista. Fue célebre su libro Del Poder y la gramática. Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1993. Sus ensayos y libros sobre la violencia fueron menos afortunados, afectados por su enfoque político elitista y culturalista.

[2] El potentado sucesor plebeyo de la estirpe de los Santos.

[3] Ídem, Revue francaise de science politique, 19/3/1969.

[4] Ídem.

[5] Posada Carbó, op. cit.

[6] Revisar el escrito de Sindy Pérez Guette, Venezuela y Colombia en el combate naval del Río de La Hacha (1899-1901). Tiempo y Espacio Vol. 25, no. 64 Caracas, diciembre 2015.

[7] Como ocurre con el mar de Palestina, desde la ocupación israelí, donde se impide y obstaculiza la flotilla de apoyo solidario que partió de Europa.

[8] Dispuesto a cazar al menor descuido a Maduro, o por traición de sus cuerpos de seguridad que acusa de corruptos vinculados con el cartel de los soles. Envalentonado como está con el hacer del procónsul Netanyahu en la franja de Gaza, quien este martes lanzó “la ofensiva final” sobre la ciudad luego de las demoliciones previas para evitar cualquier resistencia a la ocupación sionista genocida.

[9] Gramsci, Antonio, Dirección política de clase antes y después de la llegada al gobierno, “El criterio histórico político […] es éste: que una clase es dominante de dos maneras, esto es, “dirigente” y “dominante”. Es dirigente de las clases aliadas, es dominante de las clases adversarias…Cuaderno de la Cárcel 1, 44, 107). Citada tomada del escrito de Guido Liguori, contenido en el Diccionario Gramsciano (1926-1937). UNICApress/ricerca. Tertulias #3. Cagliari, 2022, p. 433, 34.

[10] LIguori, op. cit., “Gramsci precisa que el juicio al Risorgimento italiano y a la historia europea de inicios del siglo XIX en términos de revolución pasiva tiene que entenderse no como un juicio estático o descriptivo, sino dinámico (<<Es un juicio “dinámico” que hay que dar sobre las “Restauraciones” que serían una “astucia de la providencia “en sentido viquiano>>. Cuaderno de la Cárcel 15,11, 187

[11] Liguori, en Cesarismo, p.70. Tomada del Cuaderno 9,133, 102.

Miguel Ángel Herrera Zgaib

Foto tomada de: Directorio Legislativo

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