Urgencias y fragmentación
En efecto, al partido liberal, encabezado nuevamente por el expresidente Gaviria, le puede resultar imprescindible la pertenencia a una coalición que se construya con vocación de poder.
En la última elección militó, sin ningún trauma, en la campaña de un candidato que le resultaba ser un representante natural, el presidente Santos, quien buscaba la reelección a la cabeza de la coalición gobernante. La cual enfrentaba por cierto al uribismo, un adversario común, amenaza también para el viejo partido de los Lleras y los López; y por lo demás, antigua familia política del mismísimo Uribe Vélez.
Ahora es distinto. Terminada la reelección, se abre la arena para todas las aspiraciones, manifestaciones ellas de los partidos que han sido carne y sangre del gobierno actual.
Solo que son aspiraciones, que surgen como un mosaico, sin ninguna jefatura que los unifique, por la sencilla razón de que el presidente ya está de salida, de manera que ve debilitado su poder para imponer un candidato de coalición, sin oposición en sus propias filas.
Las coaliciones y la segunda vuelta
La fragmentación en el sistema de partidos impide, por otra parte, el hecho de que individualmente cualquiera de ellos impulse su candidato hasta la segunda vuelta.
El partido liberal ya no es el del Frente Nacional, el que imponía sus mayorías. Ha explotado en varios pedazos. De él proviene por lo menos una tercera parte del uribismo; además, dichos trozos han resultado en la conformación de Cambio Radical y del Partido de la U.
Claro está que el liberalismo tampoco es actualmente lo que fue durante el segundo mandato de Uribe, ese periodo en el que estuvo por fuera del gobierno, casi aislado; al contrario, durante los dos mandatos de Santos ha conseguido recuperarse electoralmente, también ha reconquistado un protagonismo dentro del gobierno, y se ha relegitimado con el apoyo a la paz.
Aun así, su fuerza en la coalición gobernante no sobrepasa el 25%, en términos parlamentarios; al mismo tiempo, sus 1`700.000 votos le alcanzan solo para representar poco más del 12% de ese electorado que efectivamente vota, los 15`000.000 largos que van a las urnas.
El liberalismo exhibe, sin embargo, una ventaja de la que nunca ha carecido, la de ofrecer presidenciables de alto vuelo, a pesar del anclaje pernicioso del partido en el clientelismo regional. De la Calle es uno de los cuadros políticos de más alto perfil, entre los que juegan hoy en la liza electoral, aunque paradójicamente no termina por encaramarse en las encuestas, quizá por esa misma identificación con un partido que le lastra su proyección.
En los sondeos y las encuestas, por el contrario, empieza a trepar la imagen de Sergio Fajardo, el exgobernador de Antioquia, sin el límite de las opiniones negativas, las que por ser pocas no le representan un techo asfixiante. Es un motivo por el cual podría crecer, aunque tropezara luego con un obstáculo nada sencillo de superar, el de la carencia de un aparato organizativo y el de la precaria implantación local a lo largo del territorio nacional.
El fraccionamiento de las candidaturas que, siendo de centro o de izquierda, se mueven en el campo político favorable al Acuerdo de Paz, podría finalmente ver cómo se arruinan las distintas aspiraciones. Pues cada una de ellas parece revelarse incapaz de llegar a la segunda vuelta. Con lo cual le allanarían muy a su pesar el camino a candidatos de otros campos políticos y a la figura que “ponga Uribe”.
La definición en marzo de una candidatura de coalición entre un Fajardo y un De la Calle, si éste conquista la votación liberal por encima de un Juan Fernando Cristo quien tiene de su lado el micro-cosmos parlamentario, plantearía la disputa entre uno de ellos y un Vargas Lleras, quien en cambio tiene atravesada mucha opinión negativa entre el público; y no crece con suficiente empuje en las encuestas; al menos, no por ahora. Esa es la posible disputa que se plantearía en la primera vuelta para hacerle después frente al candidato uribista, suponiendo que este último crezca en la opinión de los ciudadanos después de ser ungido por el expresidente, algo que está por verse todavía.
RICARDO GARCÍA DUARTE: Ex rector Universidad Distrital
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