Un conflicto armado se cierra, vía negociada, cuando las partes enfrentadas están maduras y tienen interés y propuesta para dar ese significativo paso, lo cual evidentemente no ha pasado en este caso, aquí falta y mucho para que las partes estén maduras, para que el interés se vuelva acción política y se tengan las propuestas concretas para construir un pacto de paz.
Con estas notas, quiero contribuir al necesario balance de este proceso, para de ahí derivar las enseñanzas de lo que se debe mantener y lo que se debe corregir.
El Presidente Santos, se fijó la meta cerrar el conflicto armado, utilizando el mecanismo de los diálogos y las negociaciones, lo dijo desde el 7 de agosto de 2010, “tengo la llave de la paz y estoy dispuesto a utilizarla si se dan las circunstancias adecuadas”, para eso definió una estrategia con su equipo de trabajo, en esa estrategia la prioridad fue abrir un proceso con las FARC, establecer con ellos una mesa y construir una agenda, a eso se aplicaron desde el primer día de gobierno y lo lograron en agosto de 2012 cuando firmaron con las FARC, una agenda y un diseño de mesa, todo en el más estricto secreto, con esa agenda firmada, le propusieron al ELN, con gestiones del Presidente Hugo Chávez, en el Palacio de Miraflores, un cara a cara entre Frank Pearl y Antonio García del comando central del ELN, el iniciar un proceso de paz, la respuesta de Antonio García, era que tomaba nota y darían respuesta.
El diseñar un proceso donde la premisa fue, avanzamos con las FARC y luego le proponemos un proceso al ELN, fue un mal inició que marcaría el precario resultado que tenemos hoy, esta estrategia desde el lado del gobierno siempre estuvo marcada por su interés de que el ELN, adelantará un proceso igual o muy parecido al que logró establecer con las FARC y lejos del ELN ese interés.
La segunda gran dificultad que hemos tenido para avanzar es el tema del secuestro, el ELN se ha resistido a abandonar esta repudiable practica y siempre fue interés del gobierno que lo hiciera como una clara muestra de compromiso de querer trabajar por un acuerdo de paz, por supuesto que es importante la exigencia del gobierno y por supuesto que un abandono de esta grave violación a los derechos humanos y al DIH, le abriría a un proceso con tan poco apoyo ciudadano una ventana de más interés, pero no, el ELN se mantiene en el secuestro, defiende su derecho a ejercerlo, reivindica que está en su política de finanzas, en fin, argumenta ampliamente sobre el tema, por esta circunstancia, en varias ocasiones se suspendieron los contactos y el trabajo de la mesa, se perdió tiempo valioso y el gobierno mantuvo su exigencia de suspensión del secuestro para poder avanzar y ni el ELN suspendió el secuestro ni se avanzó de manera significativa.
Para avanzar en una concertación con una guerrilla interesada en “transformaciones”, se requiere propuesta por parte del gobierno y esas propuestas nunca existieron, al contrario la pretensión del gobierno fue contener una agenda maximalista del ELN, que por supuesto quiere concertar solo sobre tres puntos: lo económico, lo político y lo social, como dice el maestro Marco Romero, cuando se critica el “maximalismo” del ELN, entonces al maximalismo se responde con silencio, este es un tema delicado, el gobierno debe tener una oferta temática, uno, tres, cinco puntos, que sean de su interés y de interés de la sociedad de manera amplia y sobre ellos avanzar, eso se hizo con las FARC y se logró un acuerdo.
El corazón de unas negociaciones con el ELN es la participación de la sociedad, es una línea roja para ellos y eso hace viable y posible un proceso de paz con ellos, porque estamos en el marco de un ordenamiento constitucional que formula que ésta es una democracia participativa, entonces un proceso de paz participativo es perfectamente viable y en una sociedad como la colombiana con tantos retos, se puede hacer un proceso participativo plural, entre diferentes y avanzar en concertaciones importantes, pero no, en 18 meses de mesa abierta, solo avanzamos en unas audiencias públicas para escuchar 220 organizaciones, ejercicio importante que se pudo haber realizado en abril del 2017 y no en noviembre y de donde se hubiera podido abrir un proceso participativo que bien diseñado y conducido, nos debería haber dejado una ruta de posible concertaciones para transformaciones necesarias y viables, pero no, el interés de suspensión del secuestro para avanzar en participación se impuso y ni lo uno ni lo otro.
Esta el delicado tema de la continuidad de las confrontaciones con sus estragos en la población y en los combatientes, allí se logró una valiosa experiencia de cese bilateral, luego vino nuevamente el ruido de las balas y las bombas y no se logró firmar un nuevo cese bilateral, tema delicado donde hay razones de lado y lado, mucho trabajo en estos meses finales y donde se puede aprender y avanzar en el futuro.
El Presidente Iván Duque se instala como nuevo mandatario de la Republica del Colombia el próximo 7 de agosto y deberá evaluar cómo darle continuidad a la salida negociada, hay una experiencia reciente muy insuficiente en sus desarrollos e importante como acumulado de lo que no se debe continuar haciendo: hay que tener propuesta de transformaciones desde el lado gubernamental, apostarle al proceso participativo, lograr la distensión del conflicto y utilizar bien el tiempo.
Gratitud con todos los países que nos han ayudado en este proceso, gratitud con el presidente Santos y el ELN que lo intentaron así la eficacia no haya sido el signo.
Los que creemos que el camino de un país en paz y con una democracia de calidad son las concertaciones y que esta larga violencia hay que superarla, seguiremos con la bandera de los diálogos y las negociaciones.
Luis Eduardo Celis es asesor de la Redprodepaz.
Foto tomada de: www.laopinion.com.co
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