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México ¿estado 52?: Morena ante el espejo

5 mayo, 2025 By Juan Carlos Monedero Leave a Comment

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Si en vez de Claudia Sheinbaum fuera presidenta de México Xótchil Gálvez o Claudio X González o Ernesto Zedillo, no duden ustedes que Donald Trump, igual que ha lanzado sus redes a Groenlandia, a Canadá y a Panamá, las hubiera lanzado a México en busca del Estado 52.

No duden ustedes de que Trump hubiera doblado el brazo, sin mucho esfuerzo, a esos políticos de la derecha, hubiera mandado al ejército a cruzar la frontera, hubiera amenazado igualmente con aranceles, les habría sacado dossieres secretos hasta el punto de que esos gobernantes hubieran cedido en lo que quisiera el negociante Trump. Incluido volver a entregar el territorio, como pasó con todo el sur de los EEUU que, en buena ley, es territorio de México.

La administración norteamericana quiere hacer un resort sobre las ruinas de Palestina que es la gran pantalla de nuestra vergüenza. Con otros gobernantes, México sería apenas un enorme almacén de mano de obra barata, de playas reservadas para los ricos del norte y de un mercado cautivo para que los norteamericanos hicieran con todo el país lo que poco a poco están haciendo en La Condesa.

He dicho muchas veces que en España, 50 años después de la muerte de Franco, sigue habiendo mucho franquismo sociológico, es decir, la pervivencia de actitudes, valores y comportamientos heredados del franquismo.

Es normal que en México, apenas 7 años después del comienzo de la 4T, siga habiendo en el país mucho priísmo sociológico. Al salir de la dictadura, España tenía rasgos que recuerdan al México que tiene en la cabeza el PRI y el PAN: autoritarismo cotidiano: falta de cultura democrática; desconfianza en lo público; escasa participación ciudadana; residuos de corrupción; miedo al conflicto político o al “desorden”; un patriarcado persistente; un modelo territorial desequilibrado; y el rechazo a revisar críticamente la historia del pasado, en nombre del “olvido” o la reconciliación.

Una de las más eficaces vacunas contra el priísmo sociológico está en uno de los principios de la 4T más abstractos pero más relevantes porque es de los que en verdad cambian un país: el humanismo mexicano. La ideología es como el bálsamo de Fierabrás del Quijote que casi todo lo cura.

La reunión este domingo de Morena ocurre en un momento bien relevante. Hace algún tiempo decíamos, en una columna que llamamos 14 tesis sobre Morena, que en el partido de López Obrador y Claudia Sheinbaum había una situación de potencial “crisis” tal y como lo entienden los chinos.

En China, la palabra crisis (危机), se escribe poniendo juntos los ideogramas de “peligro” (危) y de “oportunidad” (机). Son momentos de riesgo -no se trata de una fiesta a la que uno va gustoso-, pero manejados con inteligencia, el desenlace puede ser virtuoso.

Decíamos en aquel momento que siempre hay una tensión entre el núcleo que dio origen a un partido y lo sostiene, que tiene una enorme coherencia ideológica, y la necesidad de abrirlo y crecer. Esa tensión no puede solventarse ni abriéndose de una manera que quiebre la coherencia ideológica ni tampoco cerrándose como una secta.

Fue esencial -decíamos- abrir en 2017 Morena. Y también lo era en el entorno de las elecciones que sustituían a Obrador. Pero esas entradas de gente, donde había qué duda, priístas, facilitaron ganar el gobierno, permitieron mayorías en las cámaras y un número enorme de votos para frenar los intentos de la oposición de debilitar al nuevo gobierno, sin embargo, debilitan la coherencia ideológica del partido.

Porque los que vienen, vienen con su mochila y por lo general no la abandonan tan fácil. Además, ocurre como con la mala moneda, que termina desplazando a la buena, porque la buena la gente se la guarda y solo usa la peor para pagar. Bueno, pues esos malos comportamientos terminan contaminando a los buenos militantes y cuadros porque son más fáciles de usar individualmente. ¿Qué hacer entonces? Esto solo se solventa con un fuerte debate ideológico dentro del partido, que obligue a todos, nuevos y viejos, a asumir los principios ideológicos.

Morena nació en la lucha histórica contra el modelo neoliberal y la corrupción de la política. La lucha histórica implica honrar a las peleas de los que vinieron antes a contra los malos gobiernos.
La desaparición de partidos históricos, como el PRI, deja huecos que pueden generar la tentación de cubrirse haciendo malabares ideológicos. Cuando se hace, debilita al nuevo partido.

Todas las organizaciones tienen que dar una respuesta a los problemas que genera la contradicción, señalada en su día por el Vicepresidente boliviano García Linera, de mantener en un “núcleo irradiador” reducido, con los problemas de no lograr una masa crítica suficiente para cambiar las cosas (algo muy evidente cuando hablamos en términos electorales), o expandirse fuera de ese núcleo, con el riesgo de que los fundamentos del partido se debiliten y la llegada de personas de otros lugares, experiencias y pensamientos terminen corrompiendo el sentido original.

Equivocarse en dónde tiene que solventarse en cada momento la contradicción puede ser la muerte de una organización. Acertó López Obrador en abrir la organización en 2017 y en los años posteriores, pues, de lo contrario, no se habrían ganado las elecciones. Con el núcleo duro del Morenismo es prácticamente imposible que Claudia Sheinbaum hubiera ganado con 36 millones de votos. Y sin la victoria de Obrador y de Sheinbaum, la historia de México y de América Latina sería ahora mismo otra y Trump, igual que está hablando de anexionar o conquistar Canadá o Groenlandia, estaría evaluando incorporar a México a los EEUU. Insisto en que ni los Felipe Calderón, Peña Nieto o Claudio X González alzarían mucho la voz.

En los partidos-movimiento, que no son tan verticales como los partidos clásicos, hay que tener a las bases estimuladas, no dopadas económicamente. La tarea ideológica y de formación es esencial. Un partido vertical gestiona bien lo electoral pero mal lo ideológico; un partido horizontal gestiona bien lo ideológico pero mal lo electoral. Hace falta un equilibrio.

El Consejo Nacional de Morena ha aprobado los LINEAMIENTOS PARA EL COMPORTAMIENTO ÉTICO de los representantes y servidores públicos, lineamientos alineados con la Carta que la presidenta Sheinbaum mandó para ese encuentro.

El momento es adecuado porque permite que todos los cargos de Morena tengan claras las reglas de juego y nadie tenga la sensación de que hay compañeros o compañeras que parten con ventaja. Además, permite atajar comportamientos que tienen más que ver con inercias del pasado que con una nueva manera de hacer política en México. O simplemente errores de compañeras y compañeros motivados porque no se han dejado claras las reglas de juego.

Morena tuvo un momento complicado cuando la encuesta de las llamadas corcholatas, porque las primarias en todos los partidos terminan con enormes cicatrices, a veces infectadas y sin cura.

López Obrador operó con mucha inteligencia para evitar que Morena se rompiera. Primero, haciendo que la pugna no fuera solo entre dos candidatos, donde el desconocimiento del resultado del perdedor hubiera impugnado todo el proceso. Ahí era importante que junto a los principales contendientes hubiera otros.

Además, en una ya famosa cena en el Zócalo, se dejaron claros tres principios inamovibles:

  1. el que ganara no lo ganaba todo y los que perdían no lo perdían todo. Porque entonces se marchaban.
  2. todos debían cumplir cabalmente las reglas, que eran iguales para los candidatos.
  3. y tres, lo más importante era la unidad del partido.

Es claro que sin esos principios, hoy México estaría en otra situación.

Claudia Sheinbaum, en la carta al VI Consejo Nacional de Morena señaló los que cree son elementos esenciales para que el partido guinda siga su senda de éxito sin sacrificar sus principios ideológicos. Y han vuelto a acertar en los tiempos.

Algo sensato en este momento para que el priísmo sociológico no infecte a Morena con rasgos propios como el nepotismo, esto es, colocar a familiares, los gastos suntuarios que alejan a los representantes del pueblo que quieren representar, y la financiación privada de los políticos que termina desembocando necesariamente en corrupción cuando hay que devolver ese dinero que se usa para hacer campañas.

Es verdad que eso tiene su parte problemática y es que la militancia de Morena haga una suerte de “revolución cultural” como la de China y haya un celo excesivo en cómo vive la gente. Esa persecución del militante “flojo” por parte del militante más puro no siempre es virtuosa y abre la puerta a que el comité de ética de Morena se llene de denuncias que no siempre son bienintencionadas.

A ver si dos enamorados de Morena no van a poder celebrar en una cena o regalarse algo especial. En la izquierda no queremos igualarnos por abajo, sino igualarnos hacia arriba. Yo creo que el pueblo sabe diferenciar entre una camioneta que no puedes comprarte con tu salario o mucho menos una avioneta y otros gastos más cotidianos. Ser de izquierdas no significa que te gusta más el tequila malo que el bueno o un taco de buena carne que otro para el que hay que encargar otra dentadura. Confiemos en que el pueblo sabe lo que es ostentación y lo que no lo es.

Al tiempo, no nos engañemos, todo lo que Morena diga de sí misma será utilizado en su contra, y vamos a ver campañas del PRI, del PAN, del PRD e, incluso, del PT, denunciando supuestas contradicciones de líderes de Morena. Aunque eso tampoco viene mal como despierta a los dormidos.

Como en todo elemento que empieza, poco a poco irá encontrando el equilibrio.

Uno de los elementos más relevantes del mensaje de Claudia Sheinbaum ha sido reconocer la tarea del Instituto Nacional de Formación Política, dirigido por Rafael Barajas, el Fisgón, como impulsor de la formación ideológica en Morena. Lo mismos que también hizo recientemente con Paco Ignacio Taibo, director del Fondo de Cultura Económica e impulsor junto con Paloma Sáiz de las brigadas de lectura. Morena, reconociendo a sus ideólogos en este momento, acierta.

Se trata de contraponer las ideas a la plata. Dice Sheinbaum que Morena se construyó” tocando puerta por puerta, hablando con millones de personas, repartiendo el periódico Regeneración, haciendo asambleas en el territorio”.

Eso no es caro, pero necesita tiempo.

El mayor regalo que hace la gente que milita en la política es su tiempo, porque es casi lo único que no podemos comprar.

Ese mensaje es esencial, porque el tiempo de todos los candidatos es su propia vida y es similar y, por tanto, no se trata de gastar más para tener mejores posiciones de salida, sino estar con el pueblo para que el pueblo te conozca por tu cercanía, no por la plata que puedes meterle en una campaña. La política es más una maratón que una carrera de 100 metros.

En esa misma dirección, condiciones iguales garantizan la igualdad dentro de Morena. Solo cuando la igualdad es real, el partido no se rompe.

Y la defensa de la igualdad es una condición ideológica que está en el ADN de Morena. Y hace bien Claudia Sheinbaum exigiéndola.

Porque si el partido no la cumple ¿cómo podría exigirle el voto y el apoyo a los ciudadanos para construirla en el país cuando no es capaz de construirla en su casa?

Igualmente y con el mismo rumbo, el Consejo Nacional ha establecido sus normas, sus lineamientos: “Nuestro movimiento no puede permitir por ningún motivó conductas como: violencia de género, incorporación en responsabilidades administrativas y políticas de personajes con sanciones administrativas o penales,  diferencias entre altos dirigentes nacionales ventiladas públicamente que dañen al movimiento, actos anticipados de campaña lejanos a la mística de nuestro movimiento, conductas ajenas a la austeridad republicana  y actuaciones contrarias a la primacía del interés público por encima del interés privado y ajenas al principio de separación entre el poder político y el económico, entre otras que, no obstante su carácter individual, terminan por perjudicar la imagen del partido y nos debilitan como la vía para la transformación ante el pueblo.”

De la misma manera, Morena establece en sus lineamientos luchar contra uno de los residuos más claros del priísmo sociológico cuando afirma: “se rechaza toda práctica de la vieja política, como el acarreo, el reparto de despensas, la manipulación y la coacción del voto”.

Asuntos que siempre que sufrió López Obrador y que todavía están vigentes en México porque los problemas estructurales de un país no se solventan en seis ni siete años.

Y algo para la reflexión. ¿No debieran ser la práctica totalidad de los lineamientos de Morena ser lineamientos de la democracia en México, de manera que todos los partidos debieran cumplirlos? Porque un funcionamiento decente de la democracia en México no debe ser solo una tarea de Morena: debe de ser una obligación de todos los demócratas.

Yo tengo una salvedad con el discurso de Morena y de la presidenta Sheinbaum, que tiene que ver con la presencia internacional. Yo sé que para Obrador la mejor política exterior es la política interior, y en un país con tantos pendientes es comprensible.

Pero creo que no hay que dejarle a la derecha ese ámbito. De hecho, la derecha hace escándalos con las visitas de gente de la 4T al extranjero para que efectivamente no viajen y quedarse ellos con ese espacio para sus conspiraciones. Salinas, Peña Nieto, Calderón ¿Dónde están? fuera. ¿O dónde creen que estaba Ernesto Zedillo?

Si realmente los políticos mexicanos van a viajar menos fuera, las embajadas deben convertirse en verdaderas fortalezas de defensa de la 4T y de la democracia mexicana en el exterior.

En conclusión, el mensaje de Morena es claro: Todo con el pueblo, nada sin el pueblo. En ese lema se resume casi todo. Y dice la presidenta:

Recordemos siempre que el fin nunca justifica los medios, pues si en el camino se pierden los principios, será difícil recuperarlos. Interioricemos que en las formas de hacer política debe distinguirse nuestra honestidad.”

El viejo México desesperado quiere regresar rehabilitando al ex presidente Zedillo, responsable de ahondar en el neoliberalismo del país, de no solventar ninguno de sus problemas, de representar de manera entregada la corrupción financiera por excelencia que empobreció durante años a México.

Y, disculpen, ni olvido ni perdón con quien hizo de la violencia y el exterminio contra los pobres y los pueblos originarios una política de Estado en Acteal, en Aguas Blancas, en El charco y en tantos otros sitios.

Enfrente de ese pasado sin lustre, hay un momento bien elegido para poner orden ideológico en el partido, para que el éxito no termine marchitando una formación y un partido que ahora mismo es una de las luces más brillantes del horizonte latinoamericano.

Juan Carlos Monedero

Foto tomada de: BBC

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