Prudentemente, no dice que estos sesudos y cuidadosos documentos “demuestran”, dice que “dejan al descubierto”. Hace unas décadas sesudos y cuidadosos documentos mostraron, para justificar reformas lesivas de los trabajadores, que si se reducían los costos laborales aumentaría el empleo, lo cual, según muestran otros sesudos y cuidadosos documentos, no ocurrió. Si Rueda tuviera un mínimo sentido del equilibrio, debería aceptar que, como se hizo antes, se aprobara la reforma incluyendo un artículo indicando que se hará una evaluación para verificar si se generan los efectos que dejan al descubierto dichos estudios, con base en la cual se harían los cambios pertinentes. Es algo muy sencillo.
A Rueda, como a todos los opositores de la reforma laboral, se les ha despertado una profunda simpatía por los problemas de los desempleados y los trabajadores informales, ahora que el gobierno Petro quiere mejorar algunas condiciones de los asalariados, con el apoyo de la OIT y otros organismos internacionales. Sus fuentes de información son principalmente los capitalistas, los patronos, dado que solamente menciona los estudios de los gremios empresariales, además del estudio del Banco de la República, conformado por economistas cuyo corazón y bolsillo está siempre mucho más cerca de los patronos capitalistas. Con reforma o sin reforma, los capitalistas buscan siempre disminuir sus costos laborales para aumentar sus ganancias, lo cual incluye la sustitución de trabajadores por máquinas y sistemas de información. Este es un fenómeno usual y corriente dentro del capitalismo, tanto en la producción industrial mediante la introducción de mejores máquinas y robots para reemplazar operarios, como en las grandes cadenas comerciales para sustituir cajeros humanos, o en los bancos para reemplazar trabajadores por cajeros automáticos y procedimientos en línea.
A los capitalistas, que hacen sesudos estudios sobre los costos laborales, poco les importa la suerte de sus trabajadores cuando se trata de aumentar las ganancias. La producción manufacturera en Colombia, junto con las ganancias, por ejemplo, ha crecido en las últimas décadas, en una proporción muy superior al crecimiento de la planta de personal. La campaña en favor de los desempleados y los trabajadores informales por parte de los capitalistas y sus voceros como Rueda, es simplemente hipocresía.
Históricamente el desarrollo del capitalismo en Colombia ha conducido a la creación de una enorme masa de desempleados, subempleados y trabajadores por cuenta propia en condiciones precarias y con muy bajos ingresos. Pero también, la gran mayoría de los trabajadores asalariados tiene ingresos paupérrimos que se expresan en las enormes cifras de pobreza y miseria monetaria.
Los costos laborales aumentarán, según el estudio del Banco de la República que menciona Rueda. Es decir, en otras palabras, los salarios de algunos trabajadores mejorarán un poco y por tanto sus condiciones de vida. Pero, el asunto es mirar no solamente los costos laborales en forma absoluta sino en forma relativa. El valor agregado en las empresas se distribuye, en términos generales, entre los pagos salariales (salarios y prestaciones) y las ganancias de los patronos. La proporción que corresponde a los patronos es siempre elevada y en términos absolutos implica una gran desproporción en los ingresos per cápita; la reforma les va a quitar una partecita de las ganancias a los patronos, es decir, intenta afectar el derecho más importante en la sociedad capitalista, el derecho a extraer un excedente de los trabajadores. Esto los enardece y genera que se desaten las furias mezquinas del interés privado para intentar evitarlo. Sería bueno que los sesudos estudios de Fedesarrollo Anif, Andi, Sac, etc., mostraran cómo se modificaría el reparto del valor agregado en las empresas, para evidenciar la mezquindad de nuestros filantrópicos capitalistas.
La tasa de formalidad se va a reducir en 2,1% y el Banco de la República alerta “sobre la posible pérdida de 450.000 empleos en 3 o 4 años”. Rueda se cuida de decir “demuestra” y habla de “posible pérdida”. Nuevamente, se trata de una estrategia de atemorizar; los sesudos estudios no demuestran, simplemente alertan. Pues bien, como ya dije, simplemente se incluye en la ley un artículo que evalúe si se producen estos resultados.
A continuación Rueda llega la siguiente conclusión: “esta reforma no contiene una política pública de generación de empleo ni de soluciones para el desempleo y la informalidad.” Es una extraña conclusión que no se deriva de las consideraciones anteriores. Es claro que la reforma busca aumentar la participación de los trabajadores asalariados en el valor agregado. El proyecto de reforma laboral no es una política de empleo, la cual habría que buscar y discutir en el plan de desarrollo y en las políticas sectoriales específicas.
Resulta ahora que Rueda es una abanderada de una política de generación de empleo que solucione el desempleo y la informalidad. Pero omite en su columna indicar cuáles podrían ser los componentes de dicha política. El “pilísimo” director de Fedesarrollo fue director del Departamento Nacional de Planeación y el activo director de la ANDI ha ocupado altos cargos públicos. Ninguno de los dos logró formular políticas concretas para resolver el “problema” del desempleo, la informalidad y los bajos ingresos. Ninguno de los dirigentes gremiales que han realizado sesudos estudios, ni tampoco el Banco de la República, tienen la fórmula para resolver estos “problemas”. No la han tenido los mejores economistas del país que han ocupado los ministerios de Hacienda, de Trabajo y el Departamento Nacional de Planeación durante los últimos 40 años. Ni José Antonio Ocampo ni Cecilia López saben qué hacer para acabar con el desempleo, la informalidad y los bajos ingresos. En toda la historia de Colombia bajo el capitalismo ha existido siempre un desempleo elevado, con oscilaciones, y siempre ha habido una enorme informalidad y bajos ingresos.
Si Rueda, los gremios y el Banco de la República y todos los sesudos investigadores tienen la fórmula deberían compartirla con el gobierno de Petro. Lo mínimo que se esperaría de personajes tan preocupados por los desempleados y los informales, es que no se guardaran la solución.
Pero la cruda realidad es que Rueda nos está tomando del pelo. Su apelación a la formulación de políticas de empleo es simplemente un buen deseo sin mayor fundamento. Lo que le importa es que no se afecten las ganancias. Lo que le interesa es atacar al gobierno de Petro.
Y en esta perspectiva llega a niveles de mezquindad típica de nuestros dueños del país. Ladinamente dice que el 42% de los empleados formales son unos privilegiados, poniendo en el mismo saco a los gerentes, directores, personal de coordinación y control, profesionales especializados, que ganan muchas veces el salario mínimo, con la gran masa de trabajadores que no superan los 2 salarios mínimos mensuales, de los cuales una gran proporción apenas obtiene o está por debajo de un salario mínimo. Las condiciones del capitalismo colombiano son tan terribles, que quien se gane un salario mínimo en un contrato formal debería agradecer y no molestar. Y la cruda realidad, les da la razón: dado el exceso de trabajadores y la feroz competencia entre ellos, es un privilegio tener un salario estable. Y este es uno de los elementos que favorece a los capitalistas en su negociación con los asalariados. La política de empleo consiste en someter a la gran mayoría a salarios miserables, bajo el temor de caer en una situación peor. Y para rematar, Rueda se va lanza en ristre contra el derecho de huelga.
Seguramente Rueda se ufana de la democracia colombiana y del Estado de derecho. Pero le importa un bledo que no se cumpla el artículo constitucional que determina, en cumplimiento además de tratados y convenciones internacionales, que toda persona tiene derecho a un trabajo digno y a un ingreso decente. Y le fastidia que la democracia permita que los trabajadores luchen por sus derechos con ciertas garantías.
La cruda realidad es que la sociedad capitalista colombiana está basada en el dominio de la gran masa de trabajadores por un puñado de capitalistas dueños del dinero y los medios de producción. La realidad cruda es que el dominio es brutal en lo económico, lo político y lo ideológico. Rueda simplemente expone la cruda realidad, llegando al cinismo de convertir en privilegiados a millones de trabajadores asalariados formales, dejando en la penumbra los privilegios de un puñado de capitalistas.
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[1] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/maria-isabel-rueda/columna-de-maria-isabel-rueda-la-verdad-sobre-el-nirvana-laboral-772399
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Mintrabajo
Néstor says
Con los argumentaciones del uribismo en general, como en caso de Ruda, siempre fundadas en datos parciales muestran una profunda incapacidad para leer la realidad como algo complejo en la que no sólo hay “arriba” sino tambien “abajo”. Y cuando reconocen esta última circunstancia es para usarla como legitimante y naturalizante de la primera.. Esta es, además, la base de su ideologia.