Pero lo que más ha llamado la atención es la salida del Director del DANE a revisar las cifras del país, no solo las que podríamos llamar cotidianas, sino las de los censos. Hay que aclarar que las cifras siempre pueden revisarse, no faltaba más, es un deber del DANE como entidad encargada de proveer a especialistas y público en general cifras confiables que sean el soporte a la toma de decisiones de los distintos agentes en la economía, sean empresas, familias o el propio gobierno.
Hay que recordar el discurso del Senador Macías, donde se puso al país en un estado de crisis, pasando por la persistencia del Senador Uribe de hacer creer que el país está colapsado, un fiscal sin mayor autoridad que puso en jaque la institucionalidad bajo el beneplácito presidencial, hasta las salidas desafortunadas del Director del DANE quien ha pretendido revisarlo todo, pero por partes, es decir, le vienen planteando al país que las cifras existentes son falsas. La verdad la tienen ellos, y el DANE revisa las cifras no propiamente para darles la razón a Macías y a Uribe, sino, y tal vez es peor por las implicaciones institucionales: es claramente una actitud que ha encendido las alertas de credibilidad de los inversionistas. Si las cifras del anterior gobierno no son confiables ¿por qué se le ha de creer a este gobierno que ha dado todas las señales para mostrar discursos que no son coherentes con las ejecuciones que realiza? Esto a todas luces es otra irresponsabilidad que se suma a las que ya nos viene acostumbrando este gobierno, a las que ya la propia comunidad internacional ha empezado a reaccionar y a exigir posturas concretas y serias frente a los compromisos y a los retos que tiene el país.
Paradójicamente, los escenarios que muestran las cifras son diferentes a los ruidos que se generan, los mismos que sirven para desviar la atención. No se han tocado las cifras de empleo y desempleo, que muestran un deterioro de los mercados laborales. El PIB aun con la revisión del año pasado, no creció lo esperado en el primer trimestre. La inflación se mantiene en el rango establecido, pero en la parte superior del rango, en una clara presión al alza, que se va a complicar con la marcada devaluación de los últimos días, que se dice obedece fundamentalmente a las condiciones externas producto de las guerras comerciales entre las potencias, sin que se pregunte el por qué los inversionistas prefieren trasladar sus activos a moneda fuerte en una evidente elección de no apostarle al país. Los indicadores se deterioran, mientras el país está preocupado por los ruidos que hace el director del DANE y el Gobierno en pleno, entre trágicos y chistosos, pero que al fin y al cabo ponen las atenciones de público en temas que no necesariamente son los relevantes para el país.
Volvamos al empleo que se constituye en uno de estos indicadores que muestran las direcciones que toma el país. Con cifras al mes de marzo, la tasa de desempleo fue del 10.8%, cuando un año atrás había estado en el 9.4% y en el 2017 en el 9.7%. Esto significa que 2.68 millones de personas buscan trabajo y no lo encuentran; 383.400 personas más que en el año 2018. Y esto aun cuando la población inactiva creció, es decir, que 68.951 personas salieron del mercado de trabajo.
De otro lado, la población subempleada, es decir, aquella que tiene empleo, pero considera que o está capacitada para otros oficios, o puede trabajar más horas de lo que lo hace o sus ingresos no son los suficientes para el cargo desempeñado. En esta situación se encuentra el 42.8% de la población ocupada, donde el tema más relevante es el subempleo por ingresos, seguido del subempleo por competencias, lo que evidencia la precariedad del empleo de aquellos que tienen un puesto de trabajo.
Cuando se observa la situación en la población joven, desde los 14 hasta los 28 años, la situación es dramática, por decir lo menos. Al mes de marzo el desempleo juvenil alcanzó el 19.5%, siendo las mujeres las más afectadas con el 25.7%, tasas obviamente superiores a las del mismo período del año anterior. La situación de los, pero en especial de las jóvenes debería merecer una atención especial por parte del Gobierno. Ahora, el trabajo infantil, si bien ha disminuido en los últimos años, aún representa el 5.9%, con una importante participación de niños y niñas entre 5 y 14 años, algo que es una vergüenza: nuestros niños y niñas deberían estar en la educación como una clara alternativa de vida y de generación de capacidades y oportunidades.
Valga precisar otras cifras del mercado laboral que complementan el panorama sombrío que atravesamos, que debería estar siendo intervenido para lograr lo contrario. La informalidad laboral en Colombia es del 47%, donde 4 grandes ciudades logran contener el indicador, ya que la mayoría de ciudades intermedias y pequeñas están por encima de este promedio, con casos alarmantes como Cúcuta (69.4%) Sincelejo (66.2%), Riohacha (64.3%). La cotización a la seguridad social se mantiene, obviamente, en niveles bajos, que ni siquiera es congruente con la formalidad planteada, mientras el 91.6% de los ocupados cotiza a salud y el 51.5% lo hace a pensión. De esta forma no hay cuando garantizar una financiación adecuada de la protección social. Así que las reformas que el gobierno se propone, en especial en materia pensional distan bastante de ser una solución adecuada al tema pensional, es solamente un alivio financiero a los fondos privados de pensiones. Y también persiste en el salario y la cotización por horas, como si en el país hubiese pleno empleo, lo que ahondará la ya preocupante precariedad.
Muy bien, el Gobierno después de 10 meses de trabajo, está enredado no solo con las cifras del pasado, con un retrovisor que poco aporta, sino también con los acuerdos de paz, con la justicia, con la corrupción, con los falsos positivos, con las relaciones internacionales, con la educación, con la protección social. Estas cosas son precisamente las que están viendo los empresarios, los inversionistas, que aún con una reducción de impuestos, no han generado empleo, al contrario, y prefieren tomar sus activos y demandar dólares para intentar llevarlos a un lugar que les dé mayor seguridad. El peso se seguirá devaluando, la inflación subiendo, el desempleo y la precariedad laboral aumentando. La verdad no veo por donde la economía va a crecer por encima del 3% en este año.
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Jaime Alberto Rendón Acevedo
Foto obtenida de: www.advantis.co
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