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La inflación se lo llevó todo

17 enero, 2022 By Jaime Alberto Rendón Acevedo 1 Comment

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El año 2021 finalizó con dos noticias: la buena, con la alegría de haber logrado un acuerdo tripartito para el incremento del salario mínimo, un histórico 10.07% que permitió llegar a una cifra mítica: $1.000.000. La segunda, preocupante, la inflación cerró en el 5.62%, estando por encima de todas las proyecciones realizadas.

Y es de sumo cuidado este dato porque los esfuerzos realizados van quedando relegados al implacable efecto del llamado impuesto de los pobres. Miremos esto con más detalle porque es complejo el tema que nos ocupa.

El dato de inflación (5.62%) corresponde a un promedio de país. Es decir, si se detalla la inflación por los segmentos de ingresos, se tiene que para las personas de mayor ingreso (es decir las que tienen un ingreso personal (per capita) superior a $ 3.520.360 mes, la inflación en el año 2021 fue de 4.39%. Para la llamada clase media (población con un ingreso por persona entre $653.781y $3.520.360 mes, la inflación fue de 5.78%. La probabilidad de que una persona que se gane el mínimo este en este rango es bastante baja. Ahora en donde si están los trabajadores de salario mínimo es la posición de vulnerables, que están en el rango de $331.688 a $653.781 mes por persona, o en la población pobre, que significa aquellas personas que disponen de $331.688 pesos al mes para vivir. La inflación para estos dos grupos de ingresos fue de 6.85%. Las negociaciones del salario mínimo se hacen con el promedio general, lo que evidentemente es un error, ya que quienes se ganan un salario mínimo están en los niveles de ingresos más bajos y son más susceptibles a los impactos de la inflación. Al considerar esto el aumento real del salario fue de 3.85 puntos porcentuales.

Pero se puede hilar aún más fino. Si se analizan las grandes divisiones del gasto con las que se mide la variación en los precios, se tiene que los tres grandes detonadores de la inflación fueron: Alimentos y bebidas no alcohólicas (15.05%), Alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles (33.12%) y transportes (12.93%). Si hacemos el enfoque en la población vulnerable y pobre encontramos que precisamente estas divisiones de gasto representan los mayores componentes del gasto. Así para transportes la inflación fue del 7.08% y del 10.07% para pobres y vulnerables respectivamente. Alojamiento, electricidad y gas 40,17% y 36,33%. Y para alimentos fue de 23,78% y 22,24%.  En otras palabras, la inflación atacó a los pobres y vulnerables en los elementos esenciales para poder vivir, los mismos que en principio no se podrán dejar de consumir. Pero es mentiras ahora se comprende porque con las mismas cifras del Dane se da cuenta de la disminución diaria de comidas o incluso de las malas condiciones nutricionales en los hogares, como las familias se han vuelto a juntar, los hogares unipersonales han bajado y se intenta disminuir el número de viajes en el transporte.

De esta forma se empobrece nuestra población, un efecto mes a mes que va teniendo diferentes explicaciones, entre las que se deben mencionar la falta de acceso a alimentos, que no es por problemas de oferta, sino por escasez de ingresos. La inflación de alimentos ha sido una característica en el mundo, particularmente en el segundo semestre del año 2021. Sin lugar a dudas, la explicación común es por el paro entre los meses de abril mayo y junio, las inflaciones en esos meses fueron de 0.59%, 1.0% y -0.05% respectivamente, así que si bien suman no es allí donde hay que buscar. Los mercados internacionales colapsaron debido a las crisis logísticas en puertos. El incremento en insumos y en las importaciones, unido al alza del precio del dólar socavaron las producciones internas, incluso hicieron que se perdiera la oportunidad de los altos precios del café.  Somos un país importador, que además produce con base en insumos importados y el efecto del tipo de cambio es sustancial en nuestros precios internos. No solo compramos alimentos caros, sino que los que se producen internamente se están haciendo a unos costos de producción elevados, así que no es problema de productividad interna, es una combinación de factores donde importaciones más la elevación de tipo de cambio hacen que se pierda cualquier esfuerzo interno.

Esto está llevando a las grandes economías a repensar la globalización, aquella idea un poco ingenua de que es en los mercados internacionales, aprovechando las revoluciones en los transportes y las comunicaciones, donde vamos a resolver nuestras necesidades. La fragilidad global, manifiesta por el virus, pero latente en el hambre ante el encarecimiento de los alimentos, ha demostrado la necesidad de repensar la garantía de la alimentación (seguridad más soberanía) y a la par con esto redefinir los sistemas productivos, recapitulando sobre la idea dominante de fínales del siglo pasado y comienzos de este frente a la deslocalización productiva. Hoy las economías trabajan en la reestructuración productiva, reindustrializando y volviendo a producir alimentos.

Así que no hay mejor manera de controlar la inflación que produciendo alimentos de calidad, con un control productivo sobre las cadenas de valor, que garanticen el consumo interno y que incluso puedan trascender hacia una oferta exportable. Esto pasa por reformas estructurales que en el país se han propuesto y discutido. Vigentes hoy se tienen desde la Misión para la Transformación del campo hasta el propio acuerdo de La Habana (punto uno), esto sin contar las propuestas que hoy discuten a nivel local y nacional las comunidades campesinas, étnicas, academia, sociedad civil, entre otras. Así que no es por falta de propuestas que nos ahogamos en inflación, es por la falta de un aparato productivo robusto que garantice los procesos necesarios para que las necesidades de la población se satisfagan de manera adecuada.

Y como no hay medidas a la vista en estos sentidos, habrá que esperar que la inflación siga creciendo y se le pedirá al Banco de la República que entre a incidir elevando las tasas de interés y marchitando la recuperación en camino. La política monetaria deberá realizar en la economía, siempre con la ortodoxia característica, lo que se ha negado hacer desde la política fiscal o con la propia concertación social.

De esta manera, después de los anuncios festivos por el incremento del salario mínimo, que yo mismo celebro, la terea sigue siendo incompleta, y los aumentos, que no fueron tan altos como los anuncios, ya se han ido perdiendo en el comienzo del año, sin que las y los trabajadores reciban aún su primer millón.

Jaime Alberto Rendón Acevedo, Director Centro de Estudios e Investigaciones Rurales (CEIR), Universidad de La Salle

Foto tomada de: cnnespanol.cnn.com

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Filed Under: Revista Sur, RS Desde el sur

Comments

  1. RUBEN .D OSORIO J. says

    21 enero, 2022 at 1:25 pm

    Excelente artículo. Manera muy didáctica pero profunda se explica el fenómeno de la inflación y la manera como ésta golpea mas a la población de menores ingresos.

    Responder

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