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La geopolítica de la descertificación y la diplomacia de las cañoneras y los bombazos

22 septiembre, 2025 By Luis Alfredo Muñoz Wilches Leave a Comment

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La descertificación de Colombia hace parte de los nuevos poderes imperiales del presidente Trump. Si bien proviene de las Leyes Anti Drogas de 1986 y 1988, expedidas por el presidente Ronald Reagan como parte de la llamada “Guerra contra las Drogas”, ha sido considerada por muchos expertos y por la opinión internacional como una “decisión política”.

De acuerdo con las declaraciones de voceros del partido Demócrata con la descertificación “el gobierno de los Estados Unidos está haciendo pagar al gobierno del presidente Petro solo por temas políticos”.

Desde el comienzo de su segundo mandato, Trump ha hecho uso del garrote para chantajear y castigar a los gobiernos que no se dobleguen a sus designios de “hacer grande a los Estados Unidos otra vez” – MAGA su abreviatura en ingles de Make America Great Again-. Propósito en el cual no tiene ningún reato en aplicar sanciones económicas y militares a todos aquellos países que no se alinen con sus políticas neoproteccionistas y de aislacionismo a China, su más fuerte competidor en la carrera por la supremacía de las nuevas tecnologias de información y comunicaciones (TIC).

En América Latina le aplicó un arancel del 50% a Brasil por el juicio y condena al golpista expresidente Jair Bolsonaro, su aliado político. Así mismo, el pasado 12 de julio de 2025 se anunció la imposición de nuevos aranceles del 30% contra México, que se sumarían a los aranceles al acero, aluminio, autos y autopartes que le viene aplicando en la “guerra comercial” emprendida por Trump contra todos los países del mundo.

De igual manera, mediante un desmedido despliegue militar en el sur del Caribe, el gobierno Trump inició una escalada de agresiones militares contra Venezuela, que incluyen el desplazamiento de 8 buques de guerra con una tripulación de cerca de 4.500 marines, grupos de operaciones especiales de las fuerzas élites -ARG-, aviones espías de última generación F-35 y drones equipados con misiles.

En ataques recientes, llevados a cabo por las fuerzas especiales del Ejercito norteamericano en la frontera maritima de Venzuela, fueron bombardeadas con misiles tres embarcaciones provenientes de venezuela, asesinando a 17 jóvenes caribeños sin formula de juicio bajo la acusación de transportar drogas. El secretario de Estado, Marco Rubio, justificó estos ataques afirmado que “deternerlos no es suficiente”.

Sin embargo, son cada vez más numerosas las voces de militares, diplomáticos, jueces, expertos en inteligencia y políticos democratas en Estados Unidos que se oponen a estas provocaciones afirmando que estas “operaciones de interdicción contra los carteles del narcotráfico” son un pretexto y que el verdadero objetivo es expulsar a Maduro del poder y apoderarse del petróleo y de la riqueza de sus minerales raros, para lo cuál “todas las opciones están sobre la mesa”.

En el más enérgico discurso pronunciado en la 80ª Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Gustavo Petro condenó la política imperialista de Trump sobre la migración, el genocidio de Gaza, el cambio climático, la descertificación de Colombia en su lucha contra el narcotráfico y la soberanía de América Latina. La política antidrogas, señaló, “no es para frenar el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos, sino para doblegar a los pueblos del sur”. También solicitó a la ONU abrir una investigación sobre el bombardeo a las embarcaciones pesqueras provenientes de Venezuela que, según  Trump, transportaban cocaína.

Frente a estos ataques letales, el presidente Trump con su acostrumbrada arrogancia imperial afirmó en su discurso ante la ONU que “comenzamos a utilizar el poder supremo de las fuerzas armadas de EE.UU. para destruir las redes del tráfico de terroristas venezolanos liderados por Nicolás Maduro”. Y sostuvo con el mayor cinismo que, tras estos ataques militares se detuvo el ingreso de drogas por el mar caribe (sic!), pese a que los distintos informes de la ONU (UNODC) indican que el 95% de la cocaína que ingresa a los Estados Unidos lo hace por el océano Pacífico y no por el Caribe. Y agregó que se “tomarán acciones similares por tierra y aire” (sic!). Dejando abierta la posibilidad de una intervención militar en suelo venezolano.

“La diplomacia de las cañoneras y los bombazos ha regresado”, y los hálcones norteamericanos esperan impacientes que funcione.

El Paraiso perdido y el fracaso de la “guerra contra las drogas”

Como en los tiempos biblicos, la oligarquia criolla y sus mas serviles plumiferos se rasgan las vestiduras para afirmar que la descertificación significa la “expulsión del paraiso” y la condena al gobierno de Petro. Incluso, algunos de los más conspicuos voceros de la ultraderecha colombiana han señalado que la descertificación nos convierte en un “Estado paria” y que el rechazo del presidente Petro a las políticas imperialistas de Trump ponen en riesgo las relaciones con EE.UU. y nos coloca al lado de régimenes “narcotraficantes” como Venezuela (sic!).

En la larga y trágica historia de la lucha contra el narcotráfico nos ha correspondido estar del lado de Adán y Eva, cuando Yahveh -el vengativo dios de los judios-, decidío expulsarnos del jardín de las delicias -ese océano de mermelada sagrada y mentiras eternas- por habernos atrevido a pensar de manera autónoma y decidir soberaneamente sobre los asuntos internos y nuestras relaciones comerciales y de política internacional.

La descertificación de Colombia no es un fracaso del país, sino una evidencia más del fracaso de la política de “guerra contra las drogas”. Esta medida unilateral y carente de corresponsabilidad, contrariamente a lo que señalan las declaraciones del Secretario de Estado, Marco Rubio, desconoce los esfuerzos del país en la lucha contra las drogas y sus avances en materia de interdicción, desmantelamiento de las organizaciones criminales y transformación de los territorios afectados por economías ilícitas; por el contrario favorece a los grupos criminales e introduce riesgos en la reducción de las capacidades en la lucha contra el narcotráfico.

En su intervención ante la Asamblea de la ONU, el presidente Petro señaló que, de acuerdo con el Informe Mundial de Naciones Unidas (UNODC, 2025), la política de lucha contra el narcotráfico de su gobierno alcanzó la cifra récord en la incautación de 1,479 toneladas métricas de cocaína -lo que representa un 68% del total de las 2,275 toneladas incautadas a nivel mundial en el 2023-. También se destruyeron 5,242 laboratorios de procesamiento de cocaína. Además en las operaciones de la inteligencia militar colombiana, se produjo la captura de 631 individuos vinculados a los grupos armados ilegales y 147 mienbros del Tren de Aragua que operan en el Corredor del Pacífico y el Caribe, respectivamente.

Sin embargo, el consumo de cocaína continuo creciendo hasta alcanzar la cifra record de 25 millones de consumidores en el mundo en 2023. La mayoría de los cuales están localizados en los países ricos del norte: 6,5 millones en los EE.UU.; 5,7 millones en Europa; 4,85 millones en América Latina y 2,9 millones en los países asiaticos.

En esta recomposición del mercado mundial de las drogas han contribuido se manera decisiva la reconfiguración de las redes del narcotráfico y, especialmente, la apertura de nuevos mercados en Asia y África. De tal manera que la violencia y la corrupción que caracterizan el ámbito del narcotráfico, anteriormente confinado a los países latinoamericanos, se ha extendido a Europa, los Balcanes y el sureste asiatico, donde se han configurado los nuevos epicentros de operación de los carteles de la droga. En particular, los Emiratos Árabes- Dubai, España, Turquía, Albania y Tailandia.

El narcotráfico es uno de los negocios más lucrativos en el mundo actual.

Aunque las cifras del negocio del narcotráfico son aún bastante opacas y los informes mundiales sobre drogas (UNODC, 2025) desconocen su tamaño, diferentes estimaciones realizadas por centros de investigación y expertos señalan que el tráfico ilícito de drogas le generan ganancias de cientos de miles de millones de dólares al año a los grupos del crimen organizado trasnacional, razón por la cual, estas organizaciones criminales innovan permanentemente sus modos de operación para aumentar la producción y la productividad, encontrar nuevas rutas y diversificar las formas de tráfico, incorporar nuevas tecnologías e incluso haciendo uso de la Inteligencia Artificial (IA) para encriptar la información, hacer más seguras sus comunicaciones y lograr una mayor efectividad en la operación de las redes del narcotráfico a nivel mundial.

La nueva geografia del narcotráfico

La relación entre la oferta y la demanda en tráfico de cocaína sigue las leyes inexorables del mercado, de tal manera que la expansión del consumo a nivel mundial ha jalonado la diversificación de las redes del narcotráfico y la ampliación y reconfiguración de las zonas de producción. Lo cual ha generado un panorama delictivo cada vez más fragmentado y complejo.

Las plantaciones de hoja de coca, la producción de cocaína y las incautaciones alcanzaron nuevas cifras en 2023, convirtiendose en la de mayor crecimiento en el mercado de drogas ilícitas en el mundo. La producción de cocaína se disparó a 3,708 toneladas, con un crecimiento de casi un 34% con respecto al 2022. Sin embargo, las incautaciones mundiales alcazaron un récord historico de 2,275 toneladas, de las cuales Colombia aportó el 65% de las capturas, gracias a la firme política de interdicción sostenida por el gobierno del presidente Petro.

El área sembrada en coca en Colombia aumento un 10% en el año 2023, alcanzando a 253,000 hectáreas. Sin embargo, las cifras preliminares del sistema de monitoreo (SIMIC) de Naciones Unidas dan cuenta de una reducción significativa en el ritmo de expasión del área sembrada y una concentración y especialización en lo que las Naciones Unidas denomina las regiones “enclaves” de coca. Allí los precios de los derivados de la hoja de coca (pasta y base de cocaína) han alcanzando niveles muy bajos y, en algunos de estos enclaves, no existe un mercado debido a la ausencia de compradores ante la presión que ejercen las fuerzas militares y de Policía que los persiguen.

En esta nueva geografía de la coca la producción se concentra en 15 enclaves territoriales que abarca el 40% del área de producción total y representan solo el 14% de los territorios con presencia de coca. Estos enclaves concentran el 50% de la producción con los mayores rendimientos por hectárea (8,7 tm/ha/año) y un proceso de agro industrialización que les permite diversificar y especializarse en la obtención de productos derivados de la coca (pasta, base y clohidrato de cocaína). Además, en estos enclaves se ha logrado una articulación -hacia adelante y hacia atrás de la cadena de valor- del cultivo, producción de derivados, comercialización y acopio de precursores químicos.

En estas zonas hacen presencia (98% de los enclaves) los grupos armados ilegales, con lo cuál se han incrementado las cifras de homicidios (42X100,000 habitantes), desplazamientos forzados, reclutamiento de menores y enfrentamientos con la fuerza pública.

Estos enclaves se concentran en los departamentos de Norte de Santander (Tibu-El Tarra); norte del Cauca (Timba-Jamundi-Buenos Aires) y la zona sur (Argelia-El Tambo-El Patía); Nariño (El Charco-Olaya Herrera-Frontera Tumaco) y en los límites con el Ecuador (Policarpa, Roberto Payán-Telembi), y Putumayo (Orito y PuertoAsis) cerca de la frontera con Ecuador.

Estos enclaves también se encuentran cerca de grandes centros poblados, como Tibu y Cucuta (Norte de Santander), Cali (Valle), Popayán (Cauca) y Puerto Asis (Putumayo); los cuales facilitan la entrada de los precursores e insumos químicos y la comercailización de la pasta, la base y el clohidrato de cocaína.

Ante estas cada vez más complejas estructuras de operación de las redes del narcotráfico, la política de “guerra contra las drogas” centrada en la represión a los consumidores y la persecución a los cultivadores, que según las cifras del PNIS constituyen 100,000 familias campesinas, estará siempre condenada al fracaso.

Al igual que en la Génesis del Antiguo Testamento, los campesinos cultivadores de la hoja de coca constituyen el eslabón más débil de la cadena de valor del narcotráfico, que han sido condenados a morir como el cangrejo, alejados entre las rocas y la marea alta del narcotráfico..

 

Luis Alfredo Muñoz Wilches, Economista y MSc en Análisis de problemas económicos, políticos e internacionales del desarrollo

Foto tomada de: CNN

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Filed Under: Revista Sur, RS Desde el sur

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