El presidente saliente, Juan Manuel Santos, al firmar la paz con las Farc-Ep, transformadas después en Farc, le dio inicio a la disputa hegemónica entre los bloques de la guerra y de la paz. Aserción que se probó con el notable repunte electoral de las expresiones políticas y militares de los grupos y clases subalternas que sumaron más de 8.132.000 votos en favor de elegir al progresista Gustavo Petro, defensor de la bandera de la Colombia Humana.
El segundo hecho de especial relieve fue la presencia de la bancada de la Fuerzas Alternativa Revolucionaria del Común en la instalación del Congreso, con tres ausencias, dos de ellas muy significativas.
Una era Jesús Santrich, acusado de narcotráfico por el gobierno estadounidense, encarcelado en la Picota en espera de un trámite de extradición que tendrá que pasar la prueba de la JEP. La otra ausencia resultó del extrañamiento voluntario de Iván Márquez, quien protesta contra el tratamiento judicial dado a su compañero de armas, por acción de la Fiscalía de Humberto Martínez; y el modo cómo el congreso que hoy termina bloqueó y reformó la ley estatutaria de la JEP.
La tercera novedad de la sesión de instalación la marcó la intervención del presidente Santos, ponderando todos sus logros y minimizando sus errores e incumplimientos, en particular componentes fundamentales del Acuerdo de Paz. Intervención que fue seguida y respondida en su twitter, por el senador Álvaro Uribe Vélez.
Él no lució sus proverbiales crocs, pero sí que está recuperándose de la sintomática caída del caballo, con la rotura de costilla y lesiones menores. Con todo le contabilizaron más de 70 réplicas, al discurso de su adversario, empezando por reiterar que la elección presidencial de Santos se hizo de manera ilegal.
Así debutó la principal fuerza del bloque de la guerra, anticipándose a ensayar un contra-discurso público que conquistó más audiencia que la del propio presidente. Por supuesto, la catilinaria uribista con cínica mezcla de la posverdad, hizo mutis por el foro sobre la corrupción en sus propias filas, entonces y ahora.
El cuarto hecho fue el debut del centro independiente, liderado por el profesor Antanas Mockus, la segunda mayor votación para senado, quien después de agotar todas las fórmulas convencionales, junto a la bancada verde, no persuadía a la mayoría del congreso que se negaba a atender al discurso de Efraín Cepeda que cumplía el ritual de despedir la legislatura que presidió. Entonces Antanas acudió a la dialéctica de los símbolos, valiéndose de la intempestiva exhibición de su trasero enfrentando así a los sorprendidos y desvergonzados congresistas
Con esta secuela de hechos dispares, entramos al devenir fundamental de la tensión entre el régimen para-presidencial y la democracia subalterna en la Colombia del posconflicto durante el año 2018. El curso de esta situación tuvo un primer episodio que marcó la elección presidencial del joven candidato de la reacción, Iván Duque; y uno segundo que definió a su favor la dirección del nuevo Congreso, parcialmente renovado, y que es la expresión cabal de la sociedad abigarrada que es Colombia, donde están alinderadas las fuerzas de la reacción, la derecha, el liberalismo, el centro, el progresismo y la izquierda.
El tercero episodio definitorio de la hegemonía sobre la sociedad política ocurrirá en el año 2019, cuando se confronten las trincheras de la para-república, local, regional y departamental. Allí tienen sus casamatas sembradas la reacción y el bipartidismo tradicional desde 1999, dándole existencia y permanencia al régimen para-presidencial que se resiste a morir, para detener y encauzar la revolución democrática tantas veces interrrumpida en Colombia desde 1948.
La muestra más relevante de ello la protagoniza el senador Álvaro Uribe, quien al ser llamado a indagatoria el pasado miércoles anunció públicamente su renuncia, justificándola dizque para respetar la dignidad del congreso, cuando la base es el repetido soborno e intimidación de testigos.
¿Equilibrio de poderes?
Esta vez hay un incremento en los integrantes del Congreso, como resultados del Estatuto de la Oposición, recién sancionado por el presidente saliente, donde se reconoce al segundo partido o coalición en la elección un senador, y representante, respectivamente. Este es el caso de Colombia Humana, con Gustavo Petro Urrego, y con Ángela María Robledo, con quienes se oficializa la denominada Bancada por la paz, la vida y la democracia.
Estos casi 50 congresistas de la oposición enfrentarán e intentarán controlar los desmanes de la bancada de la guerra, que encabeza el partido del presidente Duque, con su maltrecho “escudero”, Álvaro Uribe, el chalán caído. Eso sí, entre los dos bloques aparece una ilusoria fiel de la balanza política, al menos hasta pocas horas de la instalación del Congreso el 20 de julio.
Con el liderazgo de Germán Vargas Lleras, uno de los grandes “quemados”, éste insistirá, ante su antigua lugarteniente, Nancy Patricia, emisaria de Duque, en que el congreso lo presida Germán Varón, a la cabeza del senado. A nadie se le ocurre pensar que Cambio Radical y el Partido de la U pacten con los 6 partidos que constituyen el bloque de la paz, en cuyo caso la oposición tendría por primera vez la oportunidad de estrenar, efectivamente, los checks and balances, propios de los inventores del presidencialismo moderno, los padres fundadores de la gran nación americana.
En la bancada por la paz, la vocería circunstancial la tiene el senador Iván Cepeda, quien por lo demás, en ningún caso ha cerrado puertas al diálogo con la coalición que eligió al presidente en la segunda vuelta.
Novedades en la elección de congresistas
Ya se definió un buen acuerdo, aunque el partido de la U, no obtuvo ninguna presidencia. Armando Benedetti, senador,
Con inocultable atraso, el CNE entregó credenciales, y de lo decidido aparece el siguiente reparto de curules: 19 senadores para el CD, 16 para Cambio Radical, 14 Partido de la U, 14 Conservadores. De los componentes de la Bancada por la paz estos son los números: Verdes con 9, Polo con 5, Decentes 3; igualmente tienen 3, tanto el Mira, como el grupo cristiano Colombia Justa Libres.
En la Cámara esta es la distribución de fuerzas; 35 Liberales, 32 del CD, 30 CR, PdeU, 25, Conservadores 21. En la Oposición, los representantes están distribuidos así: Alianza Verde, 9, Decencia, 2, PDA, 2, Mais, 1. Y un tercer grupo, donde cuentan Opción Ciudadana, 2, Mira, 1, Colombia Justa Libres, 1, Coalición Alternativa Santandereana, 1.
Igualmente están los 5 representantes y 5 senadores que corresponden al partido Farc, como compromiso cumplido de los Acuerdos de Paz. Estas cuentas generales no variaron en mucho lo establecido en el preconteo del 11 de marzo.
Pero recordemos también que Cambio Radical perdió un senador, Antonio Guerra, y en su lugar entra, Ana María Castañeda. El CD confirmó a José Obdulio Gaviria como el senador 19 de su lista abierta. Hubo 4.000 reclamaciones tramitadas, y la impugnación de la primera vuelta electoral.
Con estas sumas y restas de última hora, hay preguntas acerca del porqué de tales variaciones en las cuentas del 11 de marzo. Más la doble paradoja, en dos orillas opuestas, de la autorización de credencial para Jesús Santrich, detenido a órdenes de la Fiscalía por cargos de narcotráfico hechos por una autoridad estadounidense con el pedido de extradición; y la otra es la credencial para la conservadora Aída Merlano, a quien el mismo día la Corte Suprema cita para responder a cargos.
En la sesión del viernes se presentó la protesta de Gloria Flórez, quien era senadora, según los votos contabilizados hasta el día jueves, pero el CNE no validó tal votación. Así que Gloria se sentó en medio de Gustavo Petro y Ángela María Robledo
Cifras y estrategias en la guerra de posiciones en la sociedad política
“La movilización social se va a incentivar en este gobierno.” Alexander López, senador PDA.
Las cifras totales del nuevo congreso son 108 senadores, y 172 representantes, donde aparecen contemplados tantos los congresistas de la Farc, como los senadores y representante del movimiento de cristianos Colombia Justa Libres, que no aparecía en el preconteo, convertida en la gran sorpresa, cuyo ingreso afectó las aspiraciones de igual número de congresistas.
Ellos son los que el viernes decidirán voto a voto, quienes presidirán las cámaras y las diferentes comisiones legislativas. Resolverán en parte el misterio de cuánto control podrá tener el poder ejecutivo en cabeza de Duque, para adelantar sus programas de contrarreforma publicitados en campaña.
Se anunció que hubo un acuerdo para las presidencias de las cámaras, que se convalidará del siguiente modo: el primer año, la presidencia del senado la tendrá el CD, el Liberalismo la de la Cámara, y el segundo año, el Liberalismo presidirá el senado, mientras que el CD tendrá la cámara. La Comisión 7a. la presidirá el CD, la 1a. los Conservadores, y la 2a., el Liberalismo.
La oposición que tiene el liderazgo político de Gustavo Petro presentará el listado de 14 iniciativas, de los que hacen parte 5 proyectos de reforma constitucional, y pondrá a jugar de nuevo 4 proyectos de ley que desarrollan el Acuerdo de Paz que quedaron congelados en la pasada legislatura.
Pero, la verdad de la oposición es que hay tres fuerzas que se reclaman como tales, para señalar su independencia, uno el sector que lidera la Colombia Humana, mientras que el PDA, con el liderazgo de Robledo, y la Alianza Verde con la vocería de Claudia López, harán lo propio. Habrá, claro, puntos de convergencia, que se expresan en la bancada por la paz, y en la consulta anticorrupción, que será la segunda prueba electoral, el próximo 26 de agosto.
En el inicio de la sesión del 20 de julio, hay la novedad de la no presencia de Santrich, porque está detenido, y tiene 8 días para resolver su situación, al igual que Iván Márquez, quien anunció días atrás que no se posesionará, mientras permanece en Miravalle, en espera de cómo se resuelva la situación de su compañero del partido FARC, Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Lo más seguro es que ambos renunciarán para que la Farc no pierda esas curules.
Es igualmente cierto que el Congreso no representa una renovación efectiva, casi el 40 % repite en el senado, y hay, sí, 29% de senadores nuevos. En la Cámara repite el 32 %, y hay una renovación cercana al 20%. Es evidente que la representación de las mujeres sigue siendo minoritaria, por lo que lo dispuesto en la ley de cuotas sigue sin cumplirse, porque en las votaciones los electores no favorecen la elección de mujeres candidatas.
La disputa hegemónica en un Estado ampliado imperfecto
“Hay que ayudar a que el gobierno del presidente Duque sea un éxito.” Álvaro Uribe, senador.
“Tenemos más territorio que estado.” Jaime Castro.
“Un congreso pluralista, abigarrado, como diría Gabo… que da cuenta de la democracia colombiana.” Juan Manuel Santos, en el discurso de instalación del Congreso.
Ángela María Robledo, con la camiseta, “no más muertes para líderes sociales”, exigió silencio a los congresistas que aplaudieron la repuesta de presente dada por el senador Álvaro Uribe, porque está prohibido hacerlo en esta ceremonia protocolaria.
El periodista Plinio Apuleyo Mendoza, periodista e intelectual al servicio de la reacción colombiana, valiéndose de lo dicho por un corresponsal francés, en su escrito La manzana envenenada, reprodujo la cita: “Esto parece un país en guerra.” Para insistir luego, el antiguo intelectual izquierdista, que se habla de la paz, pero señala, “no veo en los periódicos del país ni en los noticieros de televisión nada de esa famosa paz, sino…terribles hechos de violencia.”
Para un historiador conservador, Eduardo Posada Carbó, que escribe regularmente una columna, el nuevo pacto, que se parece a los diversos frentes nacionales que estudió el sociólogo Fernando Guillén Martínez, autor del Poder Político en Colombia, una obra de regular y obligada consulta, explora tales condiciones, a raíz de la invitación hecha por el presidente electo en “la cumbre Concordia”.
Él insiste que la Colombia de hoy, sin embargo, no es la moderación sino la pasión y los extremos. Advirtiendo a su modo, que la novedad es la presencia de una oposición poderosa, pero no suficiente para haber afectado en algo la composición directiva del Congreso, el poder legislativo.
Mucho menos tiene fuerza efectiva la oposición en sus tendencias progresista, centro e izquierda, en el poder judicial, y en los órganos de control y vigilancia que componen el actual sistema político colombiano. El régimen presidencial reformado cumple 27 años de existencia, cuando se promulgó y sancionó la participación política en el articulado de la nueva constitución que derogó la cuasi centenaria nacida en 1886.
Posada Carbó habla de derecha e izquierda, y trata de explorar sus fuentes doctrinales, y sus proyecciones actuales. Para lo cual, Eduardo echa mano al gran pensador conservador Carl Schmitt, “para quien la política y el conflicto son una misma cosa.”
Pero, a él le preocupa con quién podrá establecer su pacto, el ganador, Iván Duque, y sobre qué temas. En todo caso la interpelación en la cumbre derechista Concordia tenía dos destinatarios, el sector privado y la sociedad civil. El analista no se equivoca sobre este particular, pues define el escenario principal de la disputa hegemónica en el posconflicto, la otra superestructura compleja, la sociedad civil, donde el consenso y no la dominación, la imposición, es lo fundamental.
El punto de encuentro posible, para este diálogo entre reacción, centro y progresismo es el desarrollo del país, pero los programas, en apariencia, son inconciliables. Aunque ninguna de las tres tendencias principales tiene una manifiesta posición anticapitalista. Está entronizado el capitalismo en el sentido común hegemónico en la sociedad civil de la Colombia sometida al “evangelio” neoliberal.
¿De la guerra a cuál paz?
El historiador conservador nada dice de la prioridad de la paz, pero, en cambio, sí habla de un acuerdo mínimo de “respeto a la vida, seguridad ciudadana, libertad y justicia, y estabilidad política”. Sobre el particular, invita al presidente a que responda, aunque no lo dice, a la invitación previa hecha por el “jefe natural” de la oposición.
Gustavo Petro, respaldado en 8 millones de votos, anunció desde el fin de la elección presidencial que será un senador activo, con más presencia en la calle y en las movilizaciones convocadas contra la corrupción, y en procura de apoyo a los proyectos legislativos, y a otro modelo de desarrollo.
La posibilidad de diálogo y de acuerdos sobre lo fundamental se funda en la guerra de posiciones, para sellar un posible desenlace de la crisis de hegemonía del régimen parapresidencial. Lo comparte el arquitecto burgués de la paz neoliberal, quien se refiere a la democracia procedimental, que resuelve las controversias por las ideas y no por la violencia, dice Santos.
Así las cosas, Santos da la bienvenida de la Farc a la democracia. También interpela a la Oposición, y las garantías que le fueron otorgadas en el estatuto que él finalmente sancionó. Se ufana de que el Congreso actual “entra por fin en el siglo XXI, y la democracia llega fortalecida en la nueva era.”
El desenlace de la crisis, según Santos, tiene dos herramientas fundamentales, estado y mercado, esto es, en términos de Gramsci, las instituciones y funciones de la sociedad política y sociedad civil, las superestructuras complejas que conforman un específico Estado ampliado en construcción.
Hoy, en el tránsito de la guerra a la paz, una y otra tienen que ser recompuestas, porque el sentido común de los subalternos está en disputa, y en creciente y probada rebeldía, armada y desarmada. Pero, en el año 2018, tiene la defensa y la interpelación de una intelectualidad orgánica en ciernes, por fuera del bipartidismo, que ha sufrido una derrota efectiva en su control hegemónico tradicional, expresada en los resultados electorales por ambos partidos, el conservador y el liberal.
Aunque, en los hechos, las realidades locales, regionales y departamentales tienen en la pararepública una trinchera reaccionaria y de derecha, porque allí a lo largo de 12 años de este milenio se edificó la fórmula de la pararepública, que es un componente del régimen parapresidencial que no fue desmontado durante las dos presidencias consagradas a la paz neoliberal, por el presidente que ahora se despide.
No ha sido quebrado el bloque de poder, que tiene en la relación de fuerzas en el campo las claves del orden antiguo, tradicional, del que es expresión cabal el Centro Democrático y los partidos Liberal y Conservador.
El problema de la desigualdad social es la vértebra que es necesario quebrar. La cuota inicial en procura de la promesa constitucional consagrada en el art. 13, hace 27 años, lo marcará el resultado de la consulta anti-corrupción. Pero, el triunfo presidencial de Iván Duque vuelve a impedirlo, por lo que la nueva hegemonía de los grupos y clases subalternas en la guerra de posiciones democrática dará la última palabra con su acción consecuente.
El bloque histórico alternativo, del que la bancada por la paz es expresión, y las fuerzas de oposición en su pluralidad, semillero de la intelectualidad orgánica que se requiere, forzará con su presencia firme y beligerante, que se acabe con la impunidad, y que se avance en la reforma intelectual y moral, esto es, en la transformación del sentido común neoliberal que es hegemónico en la conciencia de los simples, para darle fuerza y raigambre a la disposición efectiva para conseguir una hegemonía integral, que requiere que también lo sea en lo económico.
Se necesita fundir la masa del pueblo en un todo, es lo que dice Santos, citando a Bolívar; y fija, el escenario principal de la disputa hegemónica, la forja de una compleja voluntad nacional popular que permita pasar de la paz neoliberal a la paz subalterna, antesala necesaria, ineludible de la paz democrática.
Miguel Ángel Herrera
Foto tomada de: www.elheraldo.co
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