Comienza diciendo que “la polarización es una amenaza seria a las democracias en general y a la colombiana en particular.” Se está refiriendo por tanto a la esfera de la política en Colombia y en el mundo, partiendo de un supuesto muy discutible: la existencia de democracia. Hay que hacer un esfuerzo gigantesco de abstracción para considerar que la forma de gobierno en nuestro país es una democracia. Es una forma usual de pensar que consiste en asumir que existe la democracia a pesar de que en la práctica no es posible comprobar sus atributos básicos; por eso, con frecuencia, la limitan con diversos adjetivos: restringida, limitada, precaria, etc., etc. El propio Uprimny en otro artículo la caracteriza como una plutocracia[2].
Discute con Vargas Lleras quien afirma que es de pusilánimes preocuparse por la polarización y que no hay que eludir la confrontación. Para contribuir al debate propone una distinción conceptual entre “polarización corrosiva o tóxica, desacuerdo y diálogo.” Quizá sería más preciso establecer una distinción entre polarización corrosiva o tóxica y polarización no corrosiva o sana. En los dos casos seguiría existiendo la polarización. Otra cosa es si hay diálogo o acuerdo entre los polos. Pero lo que queda claro es que para Uprimny el problema no es que haya polarización sino que sea corrosiva: es decir, hay una polarización buena y una polarización mala.
Polarización es el acto de polarizar, orientar en dos direcciones contrapuestas. Es una situación y una acción que puede ocurrir en muy diversas esferas de la vida humana. Para tener una mayor precisión conceptual sería conveniente y necesario examinar cuál campo específico está examinando, quiénes son los actores de dicha polarización y exponer las características de dichos polos. Pero Uprimny no aborda esto suficientemente.
Reconoce que hay conflictos entre los polos y señala que “los conflictos son inevitables”. ¿Por qué son inevitables? Respuesta: “porque los seres humanos tenemos historias, intereses, valores y perspectivas distintas.” Planteado así dice aparentemente mucho y no dice nada. Se refiere a los seres humanos en general y engloba toda suerte de polos y de conflictos: conflictos en las parejas, conflictos entre padres e hijos, conflictos entre maestros y estudiantes, conflicto entre oficiales y soldados en el ejército, conflictos entre vecinos por ruido o manejo de basuras, conflictos entre capitalistas y asalariados, conflictos entre socios de una empresa, etc., etc. Una conceptualización seria debería enfocarse en conflictos concretos y además profundizar en el tema: ¿por qué los seres humanos tienen intereses, valores y perspectivas distintas? Y si todos son iguales, es decir seres humanos, ¿por qué aparecen divididos en polos?
Uprimny parte de conceptos generales aplicables a cualquier sociedad en todo momento de la historia, es decir, niega la historia concreta y además se enfoca en las actitudes y comportamientos de los individuos sin examinar la estructura social que condiciona dichos comportamientos y actitudes. Dice a continuación que “a veces es imposible llegar a acuerdos y es normal entonces que haya discusiones, incluso muy fuertes, sobre cómo enfrentar esos conflictos.” ¿Por qué es imposible llegar a acuerdos a veces? ¿Qué hacer en estos casos? ¿Cómo se resuelven estos conflictos?
A continuación pasa del intento de explicar el “ser” (la realidad positiva), sobre el cual no profundiza, al mundo del deber ser. Con base en lo anterior nos dice que: a) no debemos huir del conflicto, del desacuerdo y de las discusiones pues no solo son ineludibles, sino que pueden ser productivos; b) no debemos asustarnos porque no haya inmediatamente acuerdos y quedemos partidos entre distintos partidos que plantean caminos distintos; c) la diversidad política es la esencia del pluralismo democrático, que les da opciones más ricas a los votantes. Se trata de consejos para enfrentar los conflictos entre polos, pero no responde qué hacer cuando es imposible llegar a acuerdos.
Aquí llegamos a lo que me parece un punto central, la tesis de la polarización tóxica. Para Uprimny “el problema surge cuando los desacuerdos y los conflictos llevan a una división de la sociedad en grupos enfrentados, que ya no se reconocen como partes de una misma comunidad sino que se descalifican como enemigos enfrentados en un juego de suma cero: cualquier avance del grupo rival es visto como una amenaza que debe ser combatida a toda costa.” Aquí avanza un poco en la concreción: 1) ya no se refiere a los seres humanos en general sino a la sociedad; 2) menciona grupos enfrentados; 3) que se descalifican como enemigos opuestos en un juego de suma cero.
Aquí se encuentra una inversión en la argumentación de Uprimny. El problema es que los desacuerdos y los conflictos llevan a una división de la sociedad en grupos enfrentados. ¿Pero quiénes son dichos grupos enfrentados? ¿Quiénes son esos grupos, conformados por seres humanos, que tienen intereses, valores y perspectivas diferentes? ¿De dónde surgen dichos grupos? ¿Cuáles son los polos en la sociedad colombiana? Uprimny progresa al pasar de los seres humanos en general, a grupos dentro de la sociedad. Pero no da el paso para entender en qué consisten dichos grupos y de dónde surgen sus intereses distintos que entran en conflicto con los intereses de otros grupos. Por el contrario, parecería que son los desacuerdos y los conflictos los que llevan a una división de la sociedad.
Sigamos. Nos dice que los grupos no se reconocen como parte de la misma comunidad sino que se descalifican, aunque no nos explica por qué. En lugar de responder esta pregunta, pasa a sus consecuencias “por eso cada grupo renuncia a dialogar y deliberar con el otro y se niega a aceptar las reglas democráticas básicas.” ¿Por eso? ¿Por qué? Ni una palabra sobre las razones de la renuncia a dialogar.
Lo anterior conduce, según Uprimny, a la polarización corrosiva o tóxica, como la que existe en Colombia. ¿Por qué es corrosiva o tóxica? Presenta tres razones: i) porque dificulta la adopción de políticas de Estado; ii) porque pone en riesgo la institucionalidad democrática pues los resultados electorales son cuestionados sin fundamento; y iii) porque puede conducir a guerras civiles y violencias atroces.
Tenemos hasta el momento lo siguiente: 1) la descripción de un hecho: la polarización social, expuesta en términos muy generales sin suficiente explicación; 2) las causas de dicha polarización: los desacuerdos y conflictos entre los grupos, que se descalifican y no se reconocen como interlocutores, asunto que no es una verdadera explicación; y 3) las consecuencias negativas de dicha polarización tóxica o corrosiva.
La causa, parece ser, la manera de pensar y de actuar de los individuos en dichos grupos sociales. Por tanto, la solución a dicha situación y sus consecuencias negativas es cambiar dichos comportamientos y actitudes.
Primero, los grupos deben entender que el diálogo no consiste en conciliar todo y tampoco es una tibieza defectuosa; piensa que es más bien una forma de tibieza virtuosa, en la cual se toman posiciones pero se acepta que uno puede estar equivocado y dispuesto a cambiar de postura. Segundo, el desafío es “estimular una conversación y discusión democrática robusta, pero evitando al mismo tiempo la polarización corrosiva” (Muy curiosa forma de razonar, para eliminar la polarización corrosiva hay que evitar la polarización corrosiva). Tercero, “en un diálogo sincero cada persona propone tesis y asume posiciones, incluso con pasión, pero debe estar genuinamente abierta a ser corregida con evidencia que desconocía o por la superioridad de los razonamientos rivales”. Cuarto, “quien dialoga, lejos de negar la humanidad de su opositor, entiende que ambos hacen parte de una misma comunidad deliberativa y que gozan de iguales derechos. Quinto, esta actitud en el diálogo no es de pusilánimes. Sexto, lo valiente no es polarizar, sino dialogar con quien piensa distinto.
Cualquier parecido con un manual de autoayuda o con los diez mandamientos es pura coincidencia. El asunto se resume en que todos debemos ser buenos y comportarnos bien. Quizá puedan estas propuestas tener alguna utilidad para resolver algunos conflictos entre niños en el colegio o entre miembros de una comunidad religiosa. Pero se imagina uno tratando de convencer a un jefe paramilitar que va a realizar una masacre de que no niegue la humanidad de los campesinos que va a agredir y dialogue con ellos. O a una empresa minera que contamina el agua de que converse democráticamente con la población afectada. O a un capitalista que se niega a aumentar los salarios de sus trabajadores
No creo que se trate de una posición tibia. Se trata más bien de una posición que no tiene un fundamento sólido en el conocimiento de la realidad. Me parece que Uprimny se queda en un mundo del deber ser bastante alejado de la cruda realidad del ser.
Pensemos simplemente en un conflicto fundamental típico de la sociedad capitalista. La lucha entre los capitalistas que quieren pagar los salarios más bajos posibles y los trabajadores asalariados que quisieran ganan mucho más; el combate por el reparto del valor agregado producido anualmente. En la realidad hay “seres humanos” que ocupan lugares muy distintos en la estructura social y económica: los capitalistas (que son apenas 4%) y los trabajadores asalariados (que son 96%). Hay una estructura polar que establece condiciones de vida distintas y que condiciona comportamientos y actitudes distintas; hay clases sociales que tienen “intereses, valores y perspectivas distintas”. El fundamento de la polarización se encuentra en la estructura económica y social, que genera un conflicto permanente entre dos clases sociales. Hay una lucha de clases. Esto lo reconocen desde Keynes hasta el dueño de Walmart. Hay un conflicto de clases. Es un conflicto entre una clase que tiene el poder económico y político y otra clase que carece de dicho poder; no es un conflicto entre iguales. Una clase domina a la otra.
Sería bueno ver si el catálogo de buenos propósitos de Uprimny es útil para resolver este conflicto. En la realidad, usualmente el conflicto se define por la fuerza. Y como dice Warren Buffet la lucha la van ganando los capitalistas.
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[1] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/rodrigo-uprimny/polarizacion-discusion-desacuerdo-y-democracia/
[2] https://www.dejusticia.org/column/la-mutacion-de-estados-unidos-en-una-plutocracia/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: De Justicia

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