Por ello en este caso hablaremos de la situación crítica que se está viviendo en el municipio de Cajicá, Cundinamarca, resulta que el municipio tiene un estrés hídrico de tal nivel que todos los días hay cortes del servicio público de agua potable y racionamientos que llevan incluso a que solo en las noches haya un poco de agua para que las familias recolecten para el proceso de cocción de los alimentos, además para ducharse deben, en muchos casos, despertarse en altas horas de la madrugada para poder contar con agua y poder realmente ejercer una de las labores más básicas, como es el aseo personal, según señala la comunidad.
Si en Cajicá no tienen derecho ni siquiera a su aseo personal y a el agua para los alimentos, mucho menos para otros usos que se les da al líquido vital, esto conlleva traumatismos desencadenados por el crecimiento urbanístico desordenado, en especial de unidades de vivienda de propiedad horizontal, donde un sistemático volteo de tierras que ha ocurrido en la mayoría de las Sabanas de Cundinamarca, ha efectuado procesos de cambios de usos de suelos y de construcción desmedida sin contar con los equipamientos mínimos que debería exigir un ciudadano para la adquisición de una vivienda, como son los accesos a:
- Agua potable constante, obviamente sin derrochar, pero para los usos mínimos del ciudadano y su unidad familiar
- Adecuada disposición de desechos sólidos y de agua residuales
- Educación de calidad cerca al territorio
- Salud
- Vías
- Infraestructura social básica
- Transporte público digno
- Ambiente sano
- Una vivienda digna
- Trabajo decente
- Todas las necesidades mínimas que son determinantes sociales de la salud y vida digna de la ciudadanía
Pero no, los suburbios que colindan con Bogotá son presa del voraz acaparamiento del uso del suelo y en una mafia que está presente en el territorio cundinamarqués, enmarcados por poderes fácticos como el financiero, el económico o el político, que llevan en su conjugación a la creación de mafias en torno a la construcción, al volteo de tierras, que no es otra cosa que el cambio de uso de suelo en pro de acrecentar el valor de la tierra generando, procesos de gentrificación que expulsan a los propios o habitantes históricos de los territorios porque generan una burbuja inflacionaria del costo inmobiliario, ocasionando la recepción de comunidades que no tienen sentido de apropiación, pero, adicionalmente con el nivel de vida y el nivel adquisitivo que tienen orillan a los raizales a irse, teniendo en cuenta que el costo de vida se incrementa impresionantemente y ocasionando que violencias económicas y estructurales lleguen a los territorios y se vean afectados por las lógicas del mercado de una mafia que pone en primer lugar los metros cúbicos de cemento antes de el cuidado de las comunidades o el cuidado de la vida y los territorios.
En este sentido al ordenamiento territorial de las Sabanas, y para el caso específico de análisis el de Cajicá, no haberse pensado desde el proceso de coexistencia con el territorio, en especial en torno al agua, nos ha generado procesos de alerta sanitaria hoy territorializada pero que se convierte en un llamado de atención muy grave, al entender que esa crisis que vive hoy el municipio puede llegar en muy corto tiempo (entre 3 a 6 años) a los demás municipios de las Sabanas.
Sumándole el hecho de que nosotros estamos alterando los cauces naturales de nuestros afluentes hídricos y la Cuenca del Orinoco, que va hacia los Llanos orientales, se está trasvasando para responder la voracidad de las comunidades de las Sabanas de Cundinamarca y de Bogotá, siendo un agravante que no solo estamos dejando la Orinoquía sin el trasegar natural de agua sino que, a pesar de hacer este trasvase y de alterar las lógicas hídricas naturales del país, no está siendo suficiente el agua que se está capturando para estos territorios llevándonos a una alerta urgente de análisis y de reconcepción del manejo hídrico que estamos teniendo en estos territorios, pero también de la urgencia vital de que en los nuevos planes de ordenamiento territorial deben ser puestos en marcha y deben ser pensados desde las lógicas del territorio, del agua, de los ecosistemas, de lo contrario no solo estamos yendo en detrimento de la vida de los ciudadanos que habitan estos territorios sino que estamos afectando gran parte de los pulmones y de los edenes de vida que tiene no solo nuestro país sino el planeta. La mayoría de POTs actuales han sido demandados o su trámite se ha caído por ende son anacrónicos y no responden a las necesidades actuales
Por lo anterior, es absolutamente urgente una intervención real, técnica, seria, juiciosa académica y política desde las políticas públicas; que se aleje de la visión económica extractivista que tiene arrodillados a los procesos políticos del departamento pero que, adicionalmente, tiene hoy en día la oportunidad de atender una alerta de la que se padecen consecuencias graves hoy y que se negó cuando los ambientalistas señalábamos hace unos años que corríamos el riesgo de quedar sin agua y no nos creían porque se iba el grifo y había agua.
Obviamente los negacionistas dijeron que era carreta, hoy en Cajicá se está viviendo, pero no es solo un problema de Cajicá corremos el riesgo de, en muy pocos años, estar nosotros viviendo lo mismo. ¿Será que tendremos que esperar que realmente no tengamos agua para reaccionar? La invitación es a que seamos serios con nuestro entorno y a que garanticemos no solo la dignidad para los cajiqueños, no solo la dignidad para los habitantes de la Orinoquía, sino que garanticemos que tengamos dignidad nosotros como habitantes de este territorio, para que no llegue el punto en el que tengamos que vivir una guerra por el agua en uno de los países con mayores cantidades de fuentes hídricas que hay en el mundo.
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