Jeremy Corbyn
Jeremy Corbyn fue recientemente expulsado del Partido Laborista al anunciar que se presentaba como independiente a su reelección al Parlamento británico. En esta entrevista nos habla de su larga carrera como parlamentario esde 1985 y de por qué espera ser elegido el próximo mes de julio.
Rohi Malik, médico y activista palestino, se dirigió a la multitud en el Brickworks Community Centre de Crouch Hill, un lugar apropiado para el lanzamiento la semana pasada de la campaña electoral de Jeremy Corbyn como candidato independiente por Islington North.
“El multiculturalismo de nuestra zona no es más que una de las muchas cosas sorprendentes de que disfruta, además del equipo del Arsenal, nuestros preciosos parques y todos los restaurantes turcos de Holloway Road. Pero lo mejor de nuestra zona es, con diferencia, nuestro diputado”.
En una mesa de activistas de la comunidad, apoyaron además a su veterano diputado Colin Adams, gerente de Brickworks, Jan Pollock, activista del Servicio Nacional de Salud (NHS), Mohammed Kozbar, presidente de la mezquita de Finsbury Park, Sawsan Salim, directora de la Organización de Mujeres Kurdas y de Oriente Medio, y Julia Bard, presidenta del Grupo de Socialistas Judíos.
El estrado dio la bienvenida a una sala repleta de fieles de la comunidad, de todas las edades y procedencias, casi todos antiguos (y muy probablemente, algunos discretos) miembros del Partido Laborista local, que, como el ex líder laborista, se encuentran ahora desalojados de su otrora hogar en el Partido por obra de ese supersónico Gran Espectáculo del Nos Vamos a la Derecha, de Keir Starmer.
De hecho, la expulsión de Corbyn del Partido Laborista el 24 de mayo, tras el anuncio de su candidatura como «Una voz independiente para todos nosotros» en Islington North, a raíz de su prolongada exclusión de la jefatura del grupo parlamentario laborista y la prohibición impuesta por el Comité Ejecutivo Nacional de presentarse a la designación por parte de su partido en la circunscripción, impregnó la velada de una atmósfera explícitamente desafiante y disidente. Este ambiente se acentuó en medio de un clamor audible sobre la crueldad pública, evidentemente calculada, que ha mostrado la dirección de Starmer hacia Diane Abbott -para quien también se convocó una concentración masiva esa noche frente al Ayuntamiento de Hackney- y, según rumores confirmados desde entonces durante el acto, también hacia Faiza Shaheen.
En su mayor parte, sin embargo, la mesa evitó abiertamente mencionar la «palabra L». Por el contrario, cada uno de los oradores se centró en hablar de un modo entusiasta acerca de sus propias experiencias con su diputado socialista en el escaño al que Corbyn ha vuelto nueve veces desde 1983, destacando los argumentos positivos para su reelección. Desde su ayuda para aliviar posibles tensiones en la comunidad tras el asesinato terrorista de Makram Ali, en 2017, hasta su aparición en bicicleta para ahuyentar a la policía que amenazaba a los pensionistas locales que repartían panfletos contra el cierre de los despachos de billetes [de tren], todos los oradores tenían historias de sobra que contar sobre «un diputado que siempre sabe de qué lado está». El aplauso más fuerte fue para Pollock, que habló en nombre de la mesa y del público en su exclamación final a la sala: «Hablad con todas las gentes del lugar, ¡y hagamos que vuelva a ser reelegido nuestro maravilloso diputado!».
En una de las intervenciones más hilarantes de la prensa durante el breve redescubrimiento de los principios del Partido Laborista después de 2015, observó Charles Moore, del Daily Telegraph: “Una corbata es un signo de ambición. Jeremy Corbyn me alarmó al llevarla puesta, pues eso demostraba que ansiaba el poder”. Afortunadamente para el barón Moore, si hubiera estado esa noche entre la gente del común en Brickworks, no habría tenido motivos para albergar temores: sin corbata y relajado, Corbyn estaba claramente cómodo en su elemento, de vuelta entre aquellos electores en cuyo medio ha vivido y trabajado como diputado durante 41 años.
Comenzó su discurso a continuación de la mesa con felicitaciones de cumpleaños a Sarah Doyle y Gill Lawton (con cantos y velas de cumpleaños por toda la sala), agentes de su campaña, y con su segundo «anuncio importante» – «¡Me llamo Jeremy Corbyn y me presento como diputado independiente por Islington North!» -, aunque no fue una sorpresa para los presentes, armó escándalo.
Ferviente e idealista, combativo y jocoso, enfurecido y animado, el discurso de Corbyn recordó a los que jalonaron las primeras etapas de su liderazgo, como el que pronunció ante diez mil personas en Liverpool en el Saint George’s Plateau durante las elecciones para la elección de líder laborista en el verano de 2016, que tanta inspiración supusieron para quien esto escribe cuando era adolescente.
Por supuesto, las circunstancias políticas han cambiado, y el campo de la ambición transformadora para la izquierda parlamentaria ha quedado radicalmente delimitado desde entonces, con un Corbyn que hoy se moviliza para resistir los esfuerzos institucionales por excluir por completo su política de la vida pública. Pero aunque esta campaña se centre en cuestiones locales y en lo que él, como diputado socialista, ha hecho y puede hacer por Islington North, sigue intacto el enorme alcance nacional e internacional del diagnóstico y la receta política de Corbyn,.
A lo largo de treinta minutos, el candidato al que Keir Starmer calificó en su día de «colega y amigo» abordó sucesivamente cuestiones como la democracia, la anulación que ha sufrido el Partido Laborista de la circunscripción de Islington North (CLP), el aislamiento disidente en el Parlamento (recordando su solitaria oposición y la de Tony Benn a la Guerra del Golfo), el tope establecido a las prestaciones por dos hijos, las empresas que gestionan el agua, el correo (Royal Mail) y los conflictos de los trabajadores postales, la crisis de la vivienda y la urgencia de limitar los alquileres, la privatización del Servicio Nacional de Salud (NHS), la urgencia de una Revolución Industrial Verde, la nacionalización y la restauración de los servicios públicos, la paz y la diplomacia internacional en medio de la guerra y el genocidio, y el antirracismo y la solidaridad social en el país.
Recordando diversas campañas locales de base cuyos éxitos ha compartido como diputado con muchos de los presentes en la sala, Corbyn pidió a quienes se unan a él en su décima campaña de reelección -esta vez fuera y en contra del Partido Laborista- que aprovechen el espíritu de sus logros pasados como comunidad en esta movilización y más allá de ella. «Por encima de todo, quiero que sea una campaña de esperanza».
Owen Dowling entrevista a Jeremy Corbyn tras el lanzamiento de su campaña
OWEN DOWLING – ¿Qué ha significado para usted y qué significa ser diputado por Islington North?
JEREMY CORBYN – Ha sido mi vida durante los últimos 41 años, y estoy muy orgulloso de representar a la gente de Islington North. Evidentemente, tengo un enorme afecto y muchos vínculos con esta comunidad; por ejemplo, este centro comunitario: asistí a su construcción, y siento esa implicación. Pero también me siento humilde ante quienes han hecho campaña y los que viven en esta comunidad, antes de mi época y a lo largo de ella. Durante mi discurso, he hecho mención de parte de nuestra historia: de Mary Wollstonecraft, de Tom Paine, las sufragistas y tantos otros que trabajaron como activistas aquí mismo. En la sala de esta noche había personas que representan a todo tipo de comunidades del distrito: hemos escuchado a oradores de la comunidad kurda, de la mezquita de Finsbury Park, del Grupo de Socialistas Judíos, etc., todos juntos. Estoy muy orgulloso de representar a esta comunidad. Esta noche he intentado exponer mi punto de vista sobre la justicia social y la equidad en nuestra sociedad, un debate que lamentablemente está ausente de la campaña electoral.
Usted se presenta a estas elecciones como candidato independiente, «Una voz independiente para todos nosotros». ¿Cuál es su mensaje a los electores que le han elegido diputado laborista en nueve ocasiones desde su primera elección en 1983? ¿Cómo les explica la situación?
A ellos les digo, en primer lugar, gracias por vuestro apoyo en pasadas convocatorias electorales. También les diría que la democracia no consiste sólo en elecciones, sino también en lo que hacemos entre ellas; al Partido Laborista de Islington North se le ha negado toda voz, se le ha negado todo voto, se le ha negado incluso la posibilidad de hacer una propuesta de candidato. La persona a la que han metido como candidato laborista para Islington North no ha sido designada por ningún miembro del Partido Laborista de Islington North en absoluto, el CLP ha quedado completamente marginado en esto. Esta supresión de la democracia resulta muy peligrosa.
Usted ha sido una presencia constante en las manifestaciones nacionales por Palestina desde el comienzo de este último ataque israelí contra Gaza, pidiendo un alto el fuego en un momento en que la mayoría en la cúpula de la política nacional apoyaba la campaña de Israel y calumniaba a las marchas masivas por la paz.
Ahora que el genocidio en Gaza continúa con el insoportable horror que hemos visto en Rafah en los últimos días, ¿qué importancia tendrá la causa de una Palestina libre -y la solidaridad internacional en general- para su perfil político como diputado independiente por la zona si resulta elegido?
Muy importante. Mucha gente de esta comunidad ha estado en esas manifestaciones y seguirá estando, incluidas las locales. Podríamos tener paz, podríamos poner fin a la guerra, podríamos tener un alto el fuego, podríamos poner fin al suministro de armas a Israel, pero haría falta una fuerte voluntad política para que esas cosas sucedieran. En lugar de eso, lo que tenemos es una industria armamentista en los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania que bombea cada vez más armas, y cada vez hay más niños muertos. Ya han muerto 34.000 personas en Gaza. Nada de eso era necesario.
Una parte importante de su actividad como diputado local ha sido apoyar a los electores de origen inmigrante o a los que han solicitado asilo aquí y se han visto amenazados con la posibilidad de ser deportados. Es probable que en el próximo Parlamento, independientemente del gobierno que se forme, asistamos a un reforzamiento del régimen de fronteras y a un aumento del pánico moral en torno a los refugiados y «las pateras». ¿Qué importancia tendrá para su plataforma como diputado independiente el apoyo a los derechos de los inmigrantes y la defensa de las comunidades de inmigrantes dentro de la circunscripción?
Va a ser muy importante. Como decía, he estado muchas veces en Calais y he conocido a muchas personas de nuestra comunidad que han venido a este país desesperadas, que han sufrido guerras, hambrunas, violaciones de derechos humanos, muchas cosas, y han venido a Gran Bretaña para convertirla en su hogar y han hecho de nuestra sociedad lo que es. De hecho, nos hacen falta inmigrantes y necesitamos que la gente establezca aquí su hogar; no tenemos por qué llamarlos enemigos.
Si nos preocupa el por qué la gente busca asilo, quizá deberíamos pensar que Occidente ha gastado miles de millones de dólares en la guerra de Afganistán, y que después de 21 años se ha marchado y ha dejado atrás una pobreza desesperada, un régimen inhumano, y ahora dejamos que esas personas tengan que caminar miles de kilómetros para intentar llegar a un lugar seguro; ¿qué dice eso de nuestro sentido del deber o de nuestro sentido de la moralidad? Es escandaloso.
Esta noche se ha dirigido principalmente a sus electores, a los activistas comunitarios y, en general, a aquellos que le apoyaron y que quizás, como yo, se politizaron durante su etapa como líder laborista, y que ahora se sienten excluidos del proceso político nacional, como usted mismo. Si pudiera dirigirse a él, ¿cuál sería su mensaje a Keir Starmer de cara a las próximas elecciones?
Es un gran honor ser líder del Partido Laborista, y debería recordar la historia del Partido Laborista, la importancia de la diversidad en su seno y el propósito central del partido, que se supone tiene que ver con la redistribución fundamental del poder y la riqueza en favor de los trabajadores. Una estrategia económica que vaya en esa dirección entusiasma y motiva a la gente; una estrategia económica que se limite a proteger los intereses empresariales no va a hacer que la gente se ponga a bailar en las calles.
Entonces, ¿diría que usted, como candidato independiente por Islington Norte, y no como candidato laborista, se sitúa en la tradición del movimiento obrero?
Mi campaña se inscribe totalmente en la tradición del movimiento obrero. Es la tradición de toda mi vida. Me afilié al Partido Laborista cuando tenía dieciséis años; antes incluso de que la selección masculina de Inglaterra ganara la Copa del Mundo.
Tribune, 31 de mayo, Jacobin, 6 de junio de 2024
Hace bien Jeremy Corbyn en desafiar la agenda anti-izquierdista de Starmer
Daniel Finn
Jeremy Corbyn se presenta como independiente a las elecciones generales del Reino Unido después de que Keir Starmer le impidiera postularse por el Partido Laborista. De la solidaridad con Palestina hasta el Green New Deal, Corbyn será la voz de todas aquellas causas que Starmer ha expulsado del laborismo.
Con la campaña electoral en marcha, Keir Starmer aceleró la selección de Praful Nargund, un empresario de la sanidad privada, como candidato laborista para que se enfrentara a Jeremy Corbyn, predecesor de Starmer [en el liderazgo laborista], en la circunscripción londinense de Islington North.
Starmer ya había dejado claro que iba a impedir que Corbyn optara a la designación laborista para el escaño que ha representado desde 1983. Cuando Corbyn declaró sus intención de presentarse como independiente contra el partido al que se afilió por primera vez siendo un adolescente, las cuestiones que destacó resultaron muy elocuentes respecto al carácter político del liderazgo de Starmer.
Corbyn pidió que se suprimiera el límite máximo de dos hijos por prestación, que Starmer se ha comprometido a mantener. Prometió «no aceptar nunca donaciones de la sanidad privada» y «defender siempre el principio de la sanidad gratuita y universal», una alusión inequívoca al secretario de Sanidad en en el gobierno en la sombra de Starmer, Wes Streeting, que se está preparando para recompensar a los intereses de la sanidad privada que tan generosamente han financiado sus propias operaciones políticas.
Desde la propiedad pública de los servicios públicos hasta el New Deal ecológico, el discurso electoral de Corbyn estaba lleno de ideas que Starmer dijo defender en su día, pero que repudia desde hace tiempo. La lógica de la exclusión de Corbyn es muy sencilla. Starmer quiere demostrar a todos los que se benefician del actual modelo económico británico que no hará nada para cambiarlo como primer ministro.
Recoger margaritas
Como era de esperar, Starmer ofreció una justificación muy diferente cuando habló con los medios de comunicación británicos. Hubo sobre todo un comentario que destacó por su puro absurdo: «Creo que se han acabado los días en que Jeremy Corbyn comentaba lo que hace el Partido Laborista».
Era el típico Starmer: arrogante en el tono, ridículo en el contenido, como corresponde a un hombre al que han llevado en silla de manos hasta su actual estatus político, pero que sigue actuando como un adolescente enfurruñado en las raras ocasiones en que tiene que dar explicaciones. Huelga decir que el líder laborista no tiene autoridad para impedir que Corbyn (o cualquier otra persona) «comente lo que hace el Partido Laborista», por mucho que quiera hacerlo.
El líder laborista también ha afirmado que bloqueó a Corbyn como parte de su compromiso de «arrancar de raíz el antisemitismo de nuestro partido». Starmer ya había utilizado antes este giro melodramático, y su aliado de facción, Luke Akehurst, lo tomó prestado para un ensayo que podemos tomar como opinión oficial de la autoproclamada «nueva dirección» laborista. Akehurst sólo consiguió demostrar cuánta razón llevaba Corbyn cuando observó que la preponderancia del antisemitismo en el Partido Laborista había sido «espectacularmente exagerada por razones políticas» por parte de sus oponentes.
Según Akehurst, la actual dirección laborista heredó 1.026 casos disciplinarios pendientes de Corbyn y su equipo, de los cuales el 65,89 % «guardaban relación con el antisemitismo». Esto significaría un máximo de 676 casos que estaban «relacionados con el antisemitismo», o un 0,15 % del total de afiliados laboristas en julio de 2022. Según Akehurst, el 17,84 % de los 1.026 casos acabaron en expulsión, lo que equivaldría a 183 personas, o el 0,04 % de los afiliados en 2022.
Akehurst es director de un grupo de presión proisraelí llamado “Creemos en Israel” (“We Believe In Israel”), y su interpretación de lo que significa que un caso guarde «relación con el antisemitismo» podría abarcar cualquier cosa, desde la negación del Holocausto hasta el apoyo al movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones). Tampoco afirmó que todas -ni siquiera la mayoría- de las 183 expulsiones estuvieran «relacionadas con el antisemitismo» en modo alguno.
Aun haciendo caso omiso de esas calificaciones tan importantes, nos quedamos con el veredicto oficial de Akehurst en nombre del Equipo Starmer: heredaron un problema minúsculo de Corbyn y encontraron que el trabajo de «arrancar el antisemitismo de raíz» era tan oneroso como recoger margaritas.
Casos disciplinarios del Partido Laborista, de mayo de 2020 a julio de 2022 (Cifras: Luke Akehurst)
Afiliación laborista, julio de 2022 450.000 (100 %)
Total de casos disciplinario:s 1026 (0,23 %)
Casos «relacionados con el antisemitismo»: 676 (0.15 %)
Casos con resultado de expulsión: 183 (0,04 %)
Casos en los que no se adoptó ninguna medida: 137 (0,03 %)
Hodge y Herzog
La cuestión de qué significa que un caso o una controversia estén «relacionados con el antisemitismo» ha sido siempre fundamental en el debate sobre el liderazgo de Corbyn. El ataque genocida de Israel contra Gaza ha arrojado una luz especialmente implacable sobre la aldea de Potemkin discursiva que se construyó a partir de 2015 como parte de una exitosa campaña para deslegitimar a la izquierda británica.
Sin excepción, los críticos más fervientes de Corbyn en la escena política británica han sido igualmente estridentes en su apoyo a la matanza en curso en Gaza. De la Junta Directiva de los Judíos Británicos (Board of Deputies of British Jews) a los Amigos Laboristas de Israel (Labour Friends of Israel), desde el Jewish Chronicle a la Campaña contra el Antisemitismo (Campaign Against Antisemitism), todos han ido echando una mano en los crímenes de guerra de Benjamin Netanyahu y lanzando acusaciones de antisemitismo como si fueran hamburguesas en una pelea de comida de instituto.
Su modus operandi es idéntico al de grupos destacados del otro lado del Atlántico como la Liga Antidifamación (Anti-Defamation League) bajo el liderazgo de Jonathan Greenblatt. Al igual que Greenblatt y sus aliados en los Estados Unidos, confunden temerariamente el apoyo a los derechos palestinos con la hostilidad al pueblo judío bajo la rúbrica de lo que denominan «nuevo antisemitismo». El resultado es un complejo de ideas políticas que demoniza a figuras como Corbyn y Rashida Tlaib, a la vez que proporciona cobertura a la extrema derecha euro-norteamericana.
En el contexto británico, un momento decisivo para esta escuela de pensamiento se produjo en enero de este año, cuando los Amigos Laboristas de Israel llevaron a varios parlamentarios de viaje para expresar su solidaridad con el gobierno de Netanyahu. Entre los políticos laboristas se encontraban Margaret Hodge y Ruth Anderson, dos de las oponentes más infatigables de Corbyn.
Hodge, Anderson y sus colegas posaron para una foto con el presidente israelí Isaac Herzog, cuya retórica sanguinaria fue citada por el Tribunal International de Justicia cuando ordenó a Israel que detuviera el genocidio y la incitación al genocidio.
La semana pasada, Herzog arremetió contra otra institución jurídica, la Corte Penal Internacional, cuando ésta solicitó órdenes de detención contra Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant. El presidente afirmó que el gobierno de su país estaba «trabajando para cumplir con su deber de defender y proteger a sus ciudadanos totalmente de acuerdo con los principios del derecho internacional».
Fue Hodge quien mandó la controversia del antisemitismo laborista a la estratosfera durante el verano de 2018 con un arrebato cuidadosamente planificado dirigido contra Corbyn. Cuando nos dice que se solidariza plenamente con una figura como Herzog, deberíamos creerla y sacar las conclusiones oportunas sobre su visión del mundo.
De la definición a la difamación
El pretexto para el exabrupto de Hodge en 2018 fue la muy controvertida definición de antisemitismo promovida por la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA), que la dirección laborista se resistió a adoptar sin modificaciones. A principios de este mes, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que consagraría la definición de la IHRA en la ley.
El proyecto de ley forma parte de un esfuerzo más amplio por reprimir la solidaridad con el pueblo palestino. Los políticos que votaron a favor consideran que la definición, que se ocupa principalmente de regular la expresión respecto a Israel, es un arma importante que pueden desplegar contra el movimiento de solidaridad con Palestina.
Aunque la principal prioridad de Hodge parece haber sido el deseo de eliminar cualquier rastro de influencia izquierdista de la escena nacional británica, no tuvo inconveniente en pisotear a los palestinos para conseguirlo. Lo mismo se aplica a sus aliados políticos de la derecha laborista, que aprovecharon las falsas acusaciones de antisemitismo como forma de hacer retroceder a Corbyn y la izquierda después de las elecciones generales de 2017.
Hay una línea recta que va desde la opción que escogieron colectivamente y el tenaz apoyo de Starmer a los crímenes de guerra israelíes durante los últimos siete meses. Puede que no esperasen llegar tan lejos -o que Starmer acabara pagando un precio político por su postura-, pero no hay señales de remordimiento o autocrítica en estos círculos. En cualquier caso, deberíamos rechazar la pretensión residual de indignación moral que dirigen hacia Corbyn con el desprecio que merece
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