Es difícil vaticinar hasta dónde habrá cambios, pero puede decirse que las líneas maestras de los nefastos acuerdos de Abraham que confirmaban de facto la anexión de la Cisjordania ocupada a Israel están moribundos. Han bastado once días de guerra desigual para comprobar que el mayor logro de la política exterior del presidente Donald Trump no se sostiene ni con alfileres.

De la Unión Europea no puede esperarse nada ya que sus principales dirigentes, Emmanuel Macron y Angela Merkel, persisten en lavarse las manos en el conflicto árabe israelí cuando no alientan a Israel a continuar por la senda de la expansión colonial en los territorios ocupados, y carecen de una visión de futuro positiva para Europa.