Me propongo analizar cada una de estas afirmaciones. En general no entiende uno que se muestre como un logro el manejo de la pandemia, cuando Colombia tiene una de las mortalidades más altas del mundo por millón y cien mil habitantes, resulta poco empático con el país y con las víctimas del Covid-19, ante los evidentes resultados que pudieron ser evitados. Se reconoce el aumento en el número de camas UCI como un avance, no es posible corroborar si efectivamente ese aumento corresponde al número que enuncia el presidente, dado que nunca se dio respuesta a las solicitudes de las asociaciones médicas y científicas, de verificar si realmente el total de camas UCI que se abrieron correspondía efectivamente a lo que significa una cama UCI, que está dada por un personal idóneo y especializado para su atención, y la respectiva tecnología. En distintos momentos la Asociación de Intensivistas expresó que el recurso humano podría alcanzar para unas 9.000 camas, el resto de aperturas podrían estar asociadas a un alto nivel de improvisación, como probablemente ocurrió. La opacidad en la información entregada por el Ministerio de Salud y Protección Social nunca permitió aclarar las circunstancias de estas ampliaciones.
Las camas adecuadas no han estado todo el tiempo disponibles y abiertas, eso explica el hecho que en los picos, mientras los sistemas de información mostraban disponibilidad de camas UCI, en los hospitales y clínicas las listas y fallecimientos de pacientes en espera de UCI eran cuantiosas, muchas instituciones prestadoras de servicios de salud tuvieron que implementar priorizaciones, es decir, ante el colapso del sistema hospitalario y la ausencia de UCI en tiempo real, se aplican protocolos para seleccionar los pacientes que deben ingresar a las pocas UCI disponibles, esto fue una decisión que tuvo que tomar cada clínica y hospital, dado que el Ministerio de Salud no asumió la autoridad sanitaria que permitiera transparentar el número de real de UCI disponibles para las respectivas gestiones de traslados, que en el caso de un paciente crítico, no debe superar más de seis horas. El indicador que nos dará cuenta de lo que ocurrió es el número de pacientes que fallecieron esperando UCI, que solo para el caso de Bogotá, según cifras oficiales de la Secretaría de Salud superaron un poco más de los 200 pacientes en el primer pico. Esto se presentó con toda seguridad en todo el país, y en todos los picos, pero la opacidad de los datos oficiales, no permiten enfrentar este debate público que da cuenta de una crisis del modelo de salud que los organismos gubernamentales no admiten.
En otro punto señalado por el mandatario, es cierto que hubo una importante inversión y aumento de laboratorios para procesamiento de las pruebas PCR y de antígeno, lo que nos llama la atención es que no se esté haciendo el procesamiento efectivo de las pruebas diarias conforme a la capacidad instalada, para el día de ayer se procesaron solo 65.169 pruebas, un número muy bajo, dado que de esto depende la estrategia de rastreo, detección y aislamiento que en Colombia se denomina PRASS y que es un absoluto fracaso. El portal Monitor Covid-19 que hace un análisis de datos de la pandemia, muestra que los tiempos promedios entre el inicio de los síntomas y la confirmación del diagnóstico por regiones va de 4 días en promedio en algunas regiones, hasta 18 días, en la mayoría de regiones el promedio es de 13 días, un asunto absolutamente inaceptable desde el punto de vista de una gestión de salud pública. Si esta es la situación de los ciudadanos sintomáticos, imagínense la de los asintomáticos que son la mayoría de los contagiados, y que conforme a los protocolos científicos deberían ser rastreados de manera aleatoria. Estos seguimientos los entregaron a las EPS quienes no han hecho esta tarea, la tozudez de mantener la salud pública y en general en manos de estas intermediarias nos ha costado muchas vidas. En Colombia no tenemos un mapa epidemiológico que nos permita ver la evolución del virus en el territorio, si esta estrategia funcionara las mortalidades sin duda alguna serían menores.
En cuanto a la vacunación, Duque reconoce que han logrado por gestiones diplomáticas donaciones de los EEUU. Hace poco varios funcionarios, asesores del gobierno y epidemiólogos, afirmaban que las donaciones de vacunas no dependían de gestiones políticas ni diplomáticas, y de acuerdo a esto, emprendieron toda una campaña de desprestigio en redes contra todos aquellos quienes cuestionábamos la pobre gestión gubernamental en esta materia. Es importante la consecución de estas donaciones, esto es innegable, pero aún nos asiste la preocupación que se desconocen los contratos de las farmacéuticas con el Estado colombiano que nos permita saber cuál es la proyección de ingreso de vacunas al país, esto sigue siendo un tema opaco, teniendo en cuenta que esta es una tecnología adquirida con recursos públicos de los colombianos.
Lo otro que es cierto, el papel de gestión política y diplomática internacional más importante que debería estar haciendo el gobierno colombiano, en representación del Estado y la nación, es su apoyo decidido en la Organización Mundial del Comercio para que se liberen las patentes de la vacuna, asunto del que dependerá la sostenibilidad de la vacunación en el mundo y sobre todo de países del Sur Global como Colombia, en la última reunión la postura abstencionista de Colombia frente a esta decisión, no resulta representativa de la defensa del interés nacional y de la vida de los colombianos.
De otro lado, el presidente habló de las metas de vacunación del gobierno, pero no precisa si el compromiso del logro de los 35 millones de personas vacunadas para el año 2021 corresponde a aplicación de dosis completas o a una solo dosis para las vacunas que requieren dos dosis. Una persona se considera vacunada 15 días después de la aplicación de las dosis completas, cuando se generan los anticuerpos y, aún así, por el contexto colectivo de la pandemia, debe continuar con autocuidado. Es de anotar que se reconoce que el ritmo de vacunación mejoró ostensiblemente en el último mes y medio, se alcanzaron hasta 500 mil inoculaciones diarias que sería el ritmo que se debería mantener hasta diciembre para lograr las metas de vacunas completas que supone la inmunidad de rebaño, es decir, número de personas vacunadas para el logro de la protección colectiva, no obstante dada la aparición de nuevas variantes, la comunidad científica dice que se requiere 80%, lo que supone que en Colombia serán más de 35 millones de ciudadanos con vacunación completa.
Aún así, por razones que no podemos precisar, dada la ausencia de un tablero de control detallado de la vacunación en Colombia, se ha disminuido ese ritmo de vacunación, y no se han vuelto a superar las 300 mil inoculaciones al día, aún cuando existe disponibilidad de vacunas por el flujo de donaciones. Una de las razones que explica esto es la desinformación de muchos ciudadanos sobre la vacuna, lo que los lleva a ser negacionista sobre la misma, esto se resolvería con un programa de atención primaria en salud que no han implementado en Colombia, la segunda tiene que ver con la enorme improvisación que aún tiene el plan de vacunación, los ciudadanos se acercan a los sitios de vacunación y no están las dosis requeridas, las EPS que reciben cuantiosos recursos por apoyar y validar la vacunación, están descoordinadas, tanto es que los entes territoriales han generado acceso directo a los puntos de vacunación sin agendamiento, ante el fracaso de estas intermediarias para lograr este objetivo. Se ratifica que estas instituciones no prestan ningún valor agregado al sistema.
Por último, la mención que hace el mandatario a las “voces negativas y disociadoras” frente a la pandemia habla no tanto del talante de los críticos del gobierno, como sí del talante de un régimen autoritaria, la gestión y resolución de una pandemia pasa por el sistema político y democrático, que debe tener contrapesos frente a excesos o defectos de los gobiernos quienes administran recursos y decisiones públicas, estos contrapesos son fundamentales en una democracia, porque proveen de información a un régimen o gobierno de lo que debe ser mejorado, el talante autoritario y sectario de este gobierno ha sido, entre otras unas de las enormes dificultades que tenemos en este momento histórico para haber enfrentado esta pandemia de una mejor manera.
Carolina Corcho Mejía, Médica psiquiatra, presidenta Corporación Latinoamericana Sur, Vicepresidenta Federación Médica Colombiana.
Foto tomada de: Clínica Shaio
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