En primer lugar nos dice que “conozco Colombia a fondo, conozco las regiones de Colombia, su riqueza, su diversidad y conozco el mal.” A la gente hay que creerle, aunque faltaría examinar qué es lo que efectivamente conoce. Muchos mal pensados podrían imaginar que al decir que conoce el mal se está refiriendo a Uribe, pero claramente no es el caso.
Una de las cosas que “conoce” es que en Colombia “hemos perdido la posibilidad de vivir en libertad”. Es una afirmación tan general que simplemente no dice nada e indica una opinión, más que un conocimiento; hablar de Colombia en su conjunto no es algo muy útil. Luego habla del pueblo colombiano y no de Colombia y precisa la intención de su afirmación inicial: nos dice que el pueblo es superior a Petro. Su propósito es claramente atacar a Petro y mostrar las diferencias políticas que tiene con él.
Considera que Petro es socialista, lo cual no es cierto, y afirma tajantemente que “Colombia no es socialista”, en lo cual tiene toda la razón. Y establece un vínculo directo entre socialismo y carencia de libertad. El énfasis está en la libertad.
Su paradigma programático y personal lo encuentra en Javier Milei. “Colombia quiere vivir en libertad y la fórmula está escrita, se llama sentido común, y el mejor representante de esta fórmula es Javier Milei.” Es el único personaje que menciona como fuente de su propuesta política y precisa a continuación que se trata de defender la propiedad privada y la libre empresa: “menos Estado, menos regulación…el primer día que me posesione como presidente voy a llegar a tumbar todos los decretos que atentan contra la propiedad privada y la libre empresa.” Aquí va sincerando su discurso: su preocupación no es Colombia, ni tampoco el pueblo colombiano, sino las empresas capitalistas.
A lo anterior añade el énfasis en la seguridad: “sin seguridad no hay desarrollo, sin desarrollo no hay paz.” Y envía un mensaje de apoyo a los militares y recurre a Dios: “No habrá paz en Colombia sin la voluntad de Dios, porque sin él no hay nada.”
Reconoce que Colombia es un país “muy inequitativo” y afirma que no habla de igualdad que le parece una noción absurda que defiende la izquierda. Pero ¿hablar de inequidad no es hablar de desigualdad? No dice mucho sobre esto, es difícil hacerlo en dos minutos, solamente dice que “hay que superar la inequidad con acceso, con crédito pagable.”
Tenemos entonces los tres pilares tradicionales del Centro Democrático: confianza inversionista, seguridad democrática y cohesión social. No hay nada nuevo bajo el sol. Lo novedoso es que tiene un modelo ideológico y práctico que imitar. María Fernanda Cabal es muy simple pero tiene claros algunos mensajes centrales que le sirvieron a Milei para ganar la elección presidencial en Argentina y atraer a muchos votantes de las clases trabajadoras, especialmente los jóvenes desencantados con los gobiernos de izquierda.
Su cóctel programático tiene los ingredientes clásicos: a) enarbolar la defensa de la libertad, específicamente la libertad de los capitalistas dueños de la mayoría de la propiedad; b) acusar a los opositores de socialistas o comunistas, identificando estas posturas como contrarias a la libertad; c) identificar al Estado como socialista y responsable de buena parte de los problemas de los trabajadores; d) hacer énfasis en la seguridad, asunto que preocupa a muchos, pero que principalmente está orientada a la seguridad de los capitalistas; e) apelar a la lealtad de los militares; f) invocar a Dios como fundamento de todas las cosas.
Es muy simple, casi vulgar, pero efectivo. Millones de trabajadores no han visto que sus “problemas” se han solucionado sustancialmente (especialmente empleo e ingresos) por parte de gobiernos de centro, de izquierda y progresistas, y además ven en el Estado un conjunto de acciones, reales, que los lesionan: corrupción, maltrato de los funcionarios, represión, etc. Y entonces aceptan propuestas de extremistas que se presentan como críticos del sistema (de la clase política, de la casta, etc.) y votan por ellos. Al mismo tiempo, los capitalistas, especialmente los más grandes, ven una oportunidad en estos personajes y movimientos para profundizar en el recorte de derechos de los trabajadores y de sus libertades democráticas formales. Cabal considera que quizá podría replicar el modelo de Milei. En esto es muy coherente.
Lo que Milei ha venido haciendo en la práctica es beneficiar a los grandes capitalistas, especialmente del sector financiero, facilitando que se vuelvan aún más ricos, al tiempo que deteriora el salario real y los ingresos de los trabajadores por cuenta propia y desmonta programas de asistencia alimentaria, de educación pública, de salud, de pensiones, de investigación científica y tecnológica, etc.
Milei, con el apoyo de una parte considerable de la población, ha venido realizando un programa político y económico para reducir la participación de los trabajadores en el valor agregado en favor de los capitalistas; y además lo ha hecho con una crueldad increíble, suprimiendo el acceso a medicamentos para enfermos de cáncer, restringiendo recursos para la población discapacitada o llevando a la parálisis a hospitales públicos muy reconocidos. Milei es un abanderado del capitalismo salvaje, un representante claro de los intereses del capitalismo, que ha tenido hasta el momento la enorme capacidad de conquistar para su causa a millones de trabajadores, incluyendo los más pobres.
María Fernanda Cabal quiere hacer lo mismo en Colombia: enriquecer más los ricos y empobrecer más a los trabajadores más pobres. Y todo parece indicar que le gusta también la crueldad de Milei. No alcanzó en los dos minutos a decir que la justicia social es una aberración o que los trabajadores tienen la libertad de decidir si aceptan un trabajo o morirse de hambre. Pero seguramente lo piensa.
Se esconde detrás de eslóganes generales en los cuales ni ella misma cree: “Quiero servirle a mi país porque sé cómo transformar la vida de las personas.”
En la lucha de clases claramente María Fernanda Cabal está del lado del sistema capitalista en general y de capitalistas en particular y en contra de los intereses fundamentales de los trabajadores.
No dijo en su presentación nada sobre la magnitud de la desigualdad, sobre el desempleo y el trabajo precario e informal, sobre los bajos salarios e ingresos de los trabajadores por cuenta propia, sobre la pobreza y la miseria, sobre la desnutrición y el hambre, sobre el acceso a la vivienda. Ninguno de estos temas se le vino a la mente al presentar sus ideas básicas como posible presidente de la república. Esto no es un descuido, sino simplemente una confirmación de su orientación de clase.
Pero el problema de fondo no es Cabal, quien es coherente en su defensa de su clase. El problema es que millones de trabajadores asalariados o por cuenta propia, con bajos ingresos y en situación de pobreza y miseria, probablemente votarían por ella, como lo hicieron por Uribe.
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[1] https://www.youtube.com/watch?v=YRlzn0Mp6Xc
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Infobae
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