Mientras escribo, la página web del CNE ha vuelto a funcionar, tras varios días de bloqueo. Según los últimos datos «oficiales» del CNE, basados en el 97 % de las actas examinadas, en primer lugar se situaría Nasry Asfura, candidato del conservador Partido Nacional (y de Trump), con el 40,53 % de los votos, seguido de cerca por Salvador Nasralla (que se presentó con el Partido Liberal), con el 39,16 %, con poco más de 40 000 votos de diferencia entre los dos candidatos conservadores.
Según los datos del CNE, Rixi Moncada, candidata del partido progresista LIBRE (Libertad y Refundación), actualmente en el gobierno del país, ocuparía el tercer lugar, con un 19,32 %.
La carrera «oficial» de estas horas es, por lo tanto, entre los dos candidatos de la derecha, exponentes del bipartidismo tradicional (Partido Nacional y Partido Liberal), que ha gobernado el país desde su nacimiento, con una alternancia entre los dos partidos. Pero, además de LIBRE, el propio Nasralla ha denunciado «fraudes», afirmando que el sistema había sido «manipulado» y que «aún queda mucho camino por recorrer antes de que podamos aceptar los resultados».
El CNE tiene un plazo de 30 días desde la votación para publicar los resultados oficiales y es de suponer que, como ya ha hecho en el pasado, alargará el proceso todo lo posible para agotar (y en Navidad) a los contendientes.
LIBRE no acepta los resultados, pero admite la derrota
El domingo pasado (una semana después de las elecciones), Rixi Moncada declaró que LIBRE no aceptaría el resultado electoral, tanto por las innumerables irregularidades detectadas como por la descarada «injerencia y coacción» del presidente estadounidense Trump. Y el martes 9, la presidenta Xiomara Castro redobló la apuesta, hablando de «elecciones viciadas de nulidad» y anunciando la próxima denuncia del «golpe electoral» ante la ONU, la Unión Europea, la CELAC y la OEA.
Por último, el expresidente y coordinador de LIBRE, Mel Zelaya, admitió la derrota, pero afirmó que «según nuestros recuentos nacionales de las actas de votación, acta por acta, quien gana la presidencia es Salvador Nasralla» y no Asfura.
Cabe recordar que, en las semanas previas a las elecciones, según algunas escuchas telefónicas hechas públicas, LIBRE había denunciado un plan de la oposición para manipular el proceso electoral en sus diferentes fases y desatar el caos en el país [i]. Por el contrario, en un mundo al revés, la oposición había acusado al Gobierno de querer evitar la derrota de su candidata amañando los resultados. Sin embargo, a pocos días de las elecciones, el «simulacro electoral» había puesto de manifiesto muchas deficiencias en la arquitectura electoral y en el sistema de transmisión de datos.
Los problemas «técnicos» comenzaron desde la transmisión de las actas de las mesas electorales en la misma noche del domingo 30 de noviembre: tras solo unos minutos, el sistema se colapsó, lo que provocó un funcionamiento intermitente de la página web del CNE.
Rixi Moncada denunció que el 6 de diciembre, en la sesión plenaria de los consejeros del CNE, se habían presentado pruebas de la «manipulación del código fuente» del controvertido sistema de transmisión de resultados electorales preliminares (TREP). El domingo 7, el CNE confirmó que un incidente «grave» había comprometido la integridad y la seguridad del sistema TREP. Un daño irreparable a la credibilidad de los resultados, mientras crece la desconfianza de la población hacia la institución electoral, cuya mayoría está en manos de los dos partidos conservadores hondureños.
El golpe electoral
La presidenta del CNE (del Partido Liberal), Ana Paola Hall, atribuyó el grave problema en el escrutinio a la empresa colombiana a la que se había encomendado la gestión de los resultados electorales. Una empresa elegida por asignación directa, gracias a que la licitación había quedado extrañamente desierta. Entre otras anomalías denunciadas por el propio CNE, la empresa habría realizado el «mantenimiento» del sistema en medio del recuento de votos. En el juego de las partes, la empresa colombiana, a su vez, había denunciado intentos de pirateo de su plataforma informática de recuento rápido.
Entre las empresas adjudicatarias directas del contrato del CNE también figura Starlink, de Elon Musk, el multimillonario partidario de Trump [ii]. A finales de octubre, Musk envió antenas satelitales «para mejorar la conectividad en zonas remotas y… reforzar la transparencia y la eficiencia del proceso». Cabe recordar que, antes de las elecciones, el CNE había identificado 3058 colegios electorales sin acceso a Internet y, en algunos casos, ni siquiera conexión eléctrica. En estos colegios votaban 835.240 personas, es decir, el 12,8 % de los 6,5 millones de hondureños-as con derecho a voto.
Entre los problemas detectados por muchos observadores internacionales (entre los que se incluye el autor de esta nota), se encuentra el mal funcionamiento de decenas de dispositivos de reconocimiento biométrico, con problemas de conexión, necesidad de reconfigurarlos varias veces, etc. Hay que tener en cuenta que el CNE, gracias a la mayoría del bipartidismo tradicional, aprobó el día antes de la votación la eliminación de la verificación cruzada entre los votantes registrados en el sistema biométrico y los registrados en cada acta de cierre de las mesas electorales. Un procedimiento obligatorio según la ley electoral, que así fue violada. Según la denuncia del consejero minoritario de LIBRE en el CNE, Marlon Ochoa, en los días inmediatamente posteriores a la votación, de las 15.297 actas transmitidas por el CNE, 13.246 (86,6 %) presentaban errores e incongruencias entre el registro biométrico y el contenido del acta transmitida (archivo digital) a través del TREP, con una diferencia de 982.142 votos (entre el registro biométrico y las actas transmitidas).
El candidato de Trump y el chantaje de Washington
En cuanto a la injerencia directa de Trump, nunca antes había habido una intervención tan descarada de la Casablanca. Sorprendentemente, 48 horas antes de las elecciones, Trump amenazó en sus redes sociales con recortar los fondos destinados a Honduras en caso de que ganara la candidata progresista y no «su» candidato del Partido Nacional, Nasry Asfura. Es muy probable que el chantaje de la Casa Blanca también haya influido en los resultados.
Inmediatamente después de la votación, Trump había hablado de intentos de fraude (sic) contra «su» candidato, que aparecía en segundo lugar. Dicho y hecho: tras el enésimo apagón informático del CNE, Asfura pasó mágicamente a la cabeza, aunque con una diferencia reducida.
Pero quizás la noticia más impactante y escandalosa fue el indulto concedido por Trump al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández (JOH), que estaba encarcelado en Estados Unidos con una condena de 45 años por narcotráfico (al menos 400 toneladas de cocaína). El expresidente, hoy libre en Estados Unidos, pertenece al mismo partido del candidato de Trump. Una medida acogida con alegría por los narcos y la oligarquía. Pero que ha provocado bastante malestar en el país, dado el historial delictivo de JOH y la tan cacareada «lucha contra el narcotráfico» de Washington. Una batalla que acaba de comenzar, ya que en estas horas ha circulado en los medios de comunicación la copia de la profética orden de detención contra JOH, emitida en 2023 por la justicia hondureña. Una orden de detención a la Interpol, aún vigente, «en caso de que sea liberado por las autoridades estadounidenses».
Y hablando de Washington, hay que recordar la incómoda presencia de las importantes bases militares de Ilopango y Palmerola: esta última alberga el cuartel general de la Joint Task Force-Bravo de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Una presencia que explica muchas cosas sobre el interés de la administración Trump por este pequeño país centroamericano.
Chantajes por teléfono móvil
Otro elemento de la denuncia de LIBRE se refiere al uso de los datos del sistema financiero para contactar a las familias de quienes reciben remesas de los migrantes, la principal fuente de divisas del país (alrededor del 19 % del PIB). Los teléfonos móviles de las familias de emigrantes en Estados Unidos (donde hay alrededor de 1’800.000 hondureños-as) recibieron mensajes de chantaje en los que se indicaba que, si apoyaban a LIBRE, dejarían de llegar remesas a Honduras.
Basándose en estas irregularidades, LIBRE solicitó la anulación total del proceso electoral y ordenó a sus funcionarios gubernamentales que no participaran en el traspaso de poderes. Por último, Moncada anunció un programa de movilizaciones y protestas en todo el país, una asamblea masiva en la capital, Tegucigalpa, para el sábado 13 de diciembre, así como asambleas en todos los departamentos del pequeño país centroamericano.
Las denuncias de Nasralla
Como decíamos, las denuncias no solo provienen de LIBRE. Salvador Nasralla ha declarado que «tras analizar miles de actas, hemos descubierto que en la mayoría de los departamentos nos han robado en la transcripción de los números». Nasralla también denunció que «miles de actas fueron modificadas a favor del candidato que nunca ocupó el primer lugar, ni en las encuestas ni en las urnas», sin mencionar directamente a Asfura. Su denuncia aumentó la presión política sobre las autoridades electorales y provocó llamamientos a la calma por parte de diversos sectores. Sin embargo, hoy Nasralla cuenta también con el apoyo de Mel Zelaya.
El único que no protestó fue precisamente Nasry Asfura, el candidato de Trump que aún «lidera» las elecciones, quien invitó a la «serenidad» y al respeto del proceso, destacando el comportamiento cívico de la población. «La estabilidad del país está por encima de cualquier ambición personal. Pido serenidad, es solo cuestión de tiempo, el CNE dará los resultados definitivos», subrayó Asfura en un mensaje en el que también hizo un llamamiento a la unidad y la esperanza, en perfecta sintonía con el Departamento de Estado.
¿Todo va bien, señora marquesa?
Mientras escribo, brillan por su silencio tanto la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea como la de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que contaban con decenas de personas en todo el territorio y se han limitado a pedir celeridad en el recuento.
¿Todo es culpa del fraude electoral?
Sin querer subestimar el fraude electoral y las maniobras golpistas (internas y externas), hay que reflexionar sobre los resultados, en particular sobre los de LIBRE, la única fuerza progresista en liza. Las raíces, como suele ocurrir, son más profundas. Demos un paso atrás.
Tras el sangriento golpe de Estado de 2009, se multiplicaron los asesinatos de militantes políticos y sociales, líderes campesinos, ecologistas, mujeres y representantes de la diversidad sexual. Uno de los casos más conocidos es el de Berta Cáceres, líder del pueblo Lenca, feminista y ecologista, asesinada en 2016 a manos de sicarios a sueldo de las multinacionales con la complicidad del Gobierno de entonces.
En 2017, las protestas contra el fraude electoral fueron reprimidas con sangre (con un saldo de más de 20 muertos). En las siguientes elecciones de 2021 (con 31 candidatos asesinados), el partido LIBRE finalmente se impuso. Nacido de la resistencia al golpe de 2009, LIBRE había logrado aglutinar a diversas fuerzas descontentas con el liberalismo, los movimientos sociales y las diferentes vertientes fragmentadas de la izquierda. La presidencia de la República recayó en Xiomara Castro, esposa del expresidente Mel Zelaya, derrocado por el golpe. Un resultado «anómalo», que rompió el histórico bipartidismo hondureño y reabrió las puertas a la esperanza de cambio.
Tras el saqueo histórico por parte de las multinacionales y de la oligarquía «vende-Patria», que se refleja en el triste récord de pobreza, el nuevo Gobierno de Castro se encuentra con un país en ruinas y con las arcas vacías. En el traspaso de poderes, se encuentra con oficinas vacías de documentos y ordenadores, sin el más mínimo rastro de la labor anterior.
El gobierno de Xiomara Castro
Desde el primer momento, las promesas y los compromisos electorales chocan con la dura realidad. Las expectativas creadas son muy altas, pero son inversamente proporcionales a la capacidad económica del gobierno para dar respuesta a las necesidades del país.
Comienza la guerra mediática con la agresividad típica de una oligarquía acostumbrada a mandar sin rendir cuentas a nadie y con total impunidad. Los “de arriba”, los que mandan no están dispuestos a ceder ni un milímetro de sus privilegios y no cesa la violencia homicida contra los líderes sociales y políticos.
Al igual que en otros países de la región, el nuevo gobierno progresista no tiene mayoría en el parlamento y se ve obligado a negociar los proyectos de reforma con el bipartidismo, en un tira y afloja sin fin. A pesar de las grandes dificultades, el Gobierno de Castro inicia una lenta recuperación de la institucionalidad y la economía, detiene la venta del país y bloquea las llamadas «Zonas de Empleo y Desarrollo Económico» (ZEDE) [iii], unas auténticas trampas.
Se avanza en los sectores de la salud, la educación y las infraestructuras. Pero, dada la relación de fuerzas en el Parlamento, el Gobierno no consigue aprobar la reforma tributaria para que el gran capital pague finalmente sus impuestos. Entre las batallas más duras se encuentra la de la propiedad de la tierra, y la oligarquía latifundista enseguida muestra los dientes. En política exterior, aunque mantiene las mejores relaciones posibles con Estados Unidos (donde hay miles de emigrantes hondureños), Honduras diversifica sus relaciones internacionales. Mantiene las relaciones con Venezuela y comienza a colaborar con Cuba en el ámbito sanitario, con la presencia de médicos cubanos incluso en las zonas más remotas. Honduras rompe con Taiwán y reanuda las relaciones con China, una decisión que aumenta la preocupación de Washington.
Por primera vez en el gobierno y sin experiencia previa, LIBRE debe cubrir los puestos de las diferentes responsabilidades e incorpora a muchos de sus dirigentes, además de los de algunos movimientos sociales. Una decisión obligada, pero que tiene como resultado que el partido se debilita y comienza una relación contradictoria entre los movimientos y «el gobierno amigo».
Algunos factores internos del voto
Además de la injerencia externa, varios factores internos han influido en el voto. Me limitaré a citar algunos.
La ausencia de una mayoría parlamentaria a favor del Gobierno ha sido decisiva para bloquear las principales reformas legislativas propuestas, empezando por la fiscal y la revocación de las concesiones plurianuales a las grandes empresas, en situación de oligopolio.
La falta de respuesta a diversas expectativas de la población en cuanto a necesidades sociales ha aumentado la frustración y la desilusión. El posible voto de castigo es la conclusión lógica.
El aparato judicial, profundamente corrupto y coludido con el bipartidismo oligárquico, ha sido un fiel guardián de los intereses de la oligarquía, en particular de los latifundistas en los duros conflictos por la tierra.
Tras casi dos siglos de alternancia en el gobierno del bipartidismo, en el corto mandato de cuatro años, a pesar de la voluntad política y los múltiples esfuerzos, el gobierno progresista no ha logrado desmantelar la corrupción y llevar a cabo una limpieza en las instituciones estatales.
La agresiva guerra mediática de los poderes fácticos no ha dado tregua y la disputa por el sentido sigue siendo uno de los principales campos de batalla. En estos cuatro años, ni el Gobierno, ni LIBRE han logrado comunicar de manera eficaz los avances y las numerosas transformaciones logradas. La falta de una narrativa propia convincente ha sembrado dudas en el electorado y ha abierto brechas en las filas de su propia base social.
La violenta presencia del narcotráfico y la delincuencia organizada mantiene la inseguridad, sobre todo en las zonas populares, y también aquí la demanda de «mano dura» y «seguridad» ha sido el caballo de batalla de la derecha.
Algunas candidaturas de diputados de LIBRE, decididas desde arriba, no han ayudado en la votación en varios territorios que han expresado un voto de castigo.
Conclusión
En conclusión, aunque el golpe electoral está en marcha, la batalla aún está abierta. El pueblo hondureño no merece volver al pasado colonial. Las fuerzas del cambio tienen por delante un camino difícil y cuesta arriba. Por eso, es importante mantener alta la atención en los próximos desarrollos de la situación.
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[i] https://marcoconsolo.altervista.org/lhonduras-al-voto-tra-speranza-e-complotti-golpisti/[ii] https://www.latribuna.hn/2025/10/29/cne-recibe-las-primeras-antenas-satelitales-starlink/[iii] https://www.peacelink.it/latina/a/48619.html
Marco Consolo
Fuente: https://marcoconsolo.altervista.org/en-honduras-las-urnas-estan-llenas-de-fraude/
Foto tomada de: https://marcoconsolo.altervista.org/en-honduras-las-urnas-estan-llenas-de-fraude/

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