La extrema derecha ha perdido ascendiente con la llegada de Iván Duque al poder y con el desastroso manejo de la pandemia, de las masivas protestas ciudadanas, de los acuerdos de Paz, de la economía y de la propia política nacional. Los niveles de descrédito de este gobierno y del propio Uribe han llegado a niveles que no tienen antecedentes en el país y eso lo recienten aún los propios aliados de Uribe que ahora, por ejemplo, en el llamado Equipo por Colombia, dudan en si es conveniente aceptar o no en dicha coalición para primera vuelta al uribista ungido por el Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga, para llevar las banderas de la derecha extrema en la próxima contienda electoral. Uribe mismo tendría la decisión de apoyar esa coalición y más que a Oscar Iván Zuluaga su verdadero candidato sería el exalcalde de Medellín, Federico Gutiérrez. O sea que la polarización sin haberse superado y sobre todo por el carácter sectario y excluyente de este gobierno y del Centro Democrático, si ha disminuido. Aún así el punto más claro de la recién conformado Acuerdo Centro Esperanza es el de plantear que se ubican en el centro y no participan de la polarización.
Los principales puntos del acuerdo son dos como quedo reflejado en los documentos publicados después de la reunión. El primero es que los precandidatos Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria, Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán, Jorge Enrique Robledo y Carlos Amaya delante de los compromisarios y facilitadores del conclave Humberto de la Calle e Ingrid Betancourt y de los partidos que respaldan dicha coalición que son el Nuevo Liberalismo, Colombia Renaciente, Dignidad, Alianza Social Independiente y un sector del Partido Alianza Verde, realizarán una consulta para escoger un candidato presidencial con las elecciones parlamentarias del mes de marzo próximo, que harán cinco debates presidenciales previamente y una gira nacional en medio de una campaña fraterna y sin agresiones entre ellos. Esa fue la decisión más importante además que anunciaron que no irán con lista única al Congreso, sino que primó el interés de los galanistas y de Alejandro Gaviria de permitir que haya varias listas que respalden dicha consulta. Aquí, en este punto fueron derrotados Robledo, Cristo, Fajardo, Angélica Lozano y demás que propugnaban por una lista única abierta.
El segundo punto fue la declaración programática. Este es un decálogo genérico sin mayores precisiones, gaseoso. Según este documento lo que ha impedido que se encuentren las soluciones y reformas que requiere el país, es el extremismo de la derecha y de la izquierda, eso afirman sin ningún sustento. Se declaran en oposición al gobierno de Duque y se caracterizan como un proyecto colectivo de liderazgos políticos y sociales y a renglón seguido esbozan 10 principios que guiarán su actuar, que vendría a ser su programa.
1.Los recursos públicos son sagrados, lucha contra la corrupción 2. La seguridad debe ser garantizada desde el Estado en función de la protección de los derechos fundamentales, 3. Implementación plena de los Acuerdos de Paz con énfasis en la reforma rural integral y la reparación a las víctimas, 4. Compartimos una visión social de la economía. Promoveremos el desarrollo industrial y agropecuario para la generación de la riqueza y del empleo formal y de calidad. Levantan la bandera de la defensa de la libertad de empresa y que el Estado combata las desigualdades, 5. Promoverán la igualdad de género y defenderán políticas de salud sexual y reproductiva, 6. Formularán proyectos y políticas públicas con enfoque diferencial para lograr la promoción, visibilización y empoderamiento de las comunidades étnicas y campesinas buscando cerrar las brechas existentes, 7. Promoverán el derecho a la educación pública universal y gratuita que garantice acceso y calidad, 8. Compromiso con una transición energética rápida y con una transformación productiva que deje atrás nuestra dependencia de los hidrocarburos. Nos comprometemos con la defensa del agua y el desarrollo sostenible, 9. Trataremos las relaciones internacionales como política de Estado con respeto por la soberanía nacional y el beneficio recíproco y, 10. Creemos que es la hora de la solidaridad y de la honestidad en el gobierno, es la hora de acabar con los privilegios inmerecidos. No vamos a prometer lo que no podamos cumplir. Es la hora del verdadero cambio.
Este es un decálogo gaseoso, una declaración de buenas intenciones, nada se dice sobre el modelo económico neoliberal reprimarizador de la economía, extractivista, que hace agua por todos sus costados; nada sobre el principal problema que no es otro que la excesiva concentración de la riqueza con el agravante que los super ricos no pagan los impuestos y eluden y evaden sus responsabilidades fiscales. Aún para llevar adelante las tímidas propuestas levantadas por el Centro político, se requieren recursos públicos y ello necesita como mínimo una reforma tributaria estructural que en cinco años eleve en cinco puntos la participación del Estado en la economía, mínimo al 21% del Producto Interno Bruto, PIB. Sin recursos adicionales aún el minimalista programa que ofrece el centro político no podrá ser cumplido, pues el déficit fiscal no lo permitirá. El problema central del Centro político es ese, sus propuestas son minimalistas frente a la crisis por la que atraviesa el país. Nada dice sobre la crisis de la salud pública, sobre la necesaria reforma a la justicia y sobre todo a unos organismos de control ineficientes y ahora tremendamente politizados y clientelizados, ellos mismos son víctimas de esta politización y tampoco dicen nada sobre las Fuerzas Armadas y sobre su descredito y nexos con el narcotráfico, hoy la pervivencia y profundización de la democracia pasa por una profunda reforma de todos los componentes de la Fuerza Pública, ese es el verdadero cambio que requiere el país.
La propuesta del Centro político no entusiasma porque sus alternativas frente a la crisis son insuficientes, hoy Colombia requiere reformas más estructurales más profundas de las que ofrece este centro político que como he dicho en otras ocasiones se parece más a lo que la filosofa norteamericana Nancy Fraser denomina el neoliberalismo progresista. Esperemos que en los debates que vienen se pueda profundizar en esta discusión. Si el Centro cree que, con estas propuestas logrará encender la pasión y el fervor social y popular, en una sociedad en donde el 72% vive en pobreza y en vulnerabilidad este programa no genera ni lo uno ni lo otro. Hay que dar un debate serio e informado sobre las reformas que requiere el país.
Los debates en el Pacto Histórico
Los diálogos entre delegados del Pacto Histórico y el exgobernador y exalcalde de Medellín el dirigente liberal Luis Pérez para que este eventualmente participe en la consulta del Pacto ha desatado un debate amplio sobre las alianzas y los acuerdos de esta propuesta política. Petro percibe que su consulta de marzo es débil, no es competitiva, no hay allí otro personaje de peso que mueva al electorado y ante las otras dos consultas es un riesgo y por ello de manera legítima busca ampliar el abanico de precandidatos. Este problema real no ha sido resuelto con la llegada de Roy Barreras ni de Luis Fernando Velasco que no tienen el peso suficiente para imprimirle competitividad a esa consulta tampoco la llegada de Camilo Romero resuelve este problema de Fondo y en este sentido un personaje como Luis Pérez podría contribuir a resolver este problema. Adicionalmente es de tener en cuenta que en 2018 la derrota de Petro en Antioquia, en el Eje Cafetero y en el Norte de Santander sellaron el resultado final y la cauda electoral de Pérez esta precisamente en Antioquia. En 2018 Duque en segunda vuelta le sacó una diferencia de más de un millón doscientos mil votos en Antioquia y con los resultados del eje cafetero y Norte de Santander sellaron la derrota por más de dos millones de votos. Entonces lo de Pérez tiene que ver con esta realidad y ahí tampoco se equivoca Petro. Su estrategia tiene que ser fuerte en esos tres territorios.
Ahora bien, el problema es el personaje que es muy controvertido por sus actuaciones como funcionario público, y principalmente como alcalde de Medellín. Los días 16 y 17 de octubre de 2002 se llevó a cabo un gran operativo militar en la Comuna 13 y esta comprobada y reconocida la participación en el mismo de grupos paramilitares que conjuntamente con la Fuerza Pública detuvieron y desparecieron a decenas de personas, Pérez era el alcalde de Medellín y Álvaro Uribe era el presidente y la actual vicepresidenta Martha Lucía Ramírez era la ministra de defensa. Obviamente que Pérez autorizó esa operación militar y ahora ha reiterado que lo volvería a hacer. Así son nuestros liberales. Obvio que esta revictimizando a las víctimas de este operativo militar.
Posteriormente en el año 2015 Pérez se enfrentó a los candidatos de Sergio Fajardo y de Álvaro Uribe a la gobernación de Antioquia y a ambos derrotó. No obstante, cogobernó con el Uribismo. Estos son los principales señalamientos negativos que se hacen a Luis Pérez, el principal argumento de los críticos es que Petro no debería hacer acuerdos con personajes que tienen estos o señalamientos de clientelismo en el ejercicio de la política.
Realmente para salir en defensa de una eventual alianza con Pérez que aún no esta clara no hay que recurrir como intenta Petro con esculpar o rebajar responsabilidades a este personaje. El problema de estas alianzas es que no se hacen de forma transparente, valga preguntar ¿cuáles son los puntos del Acuerdo? ¿Cuáles son los contenidos del mismo? Nada se sabe, nada se informa. El problema de fondo es que el Pacto Histórico aún carece de un programa, aunque tiene avances significativos aún no lo han publicado como también carece de una política de alianzas que sea pública y transparente. Por eso el debate se queda en las ramas. Mucho ruido y mucho moralismo insulso frente a alianzas que son necesarias si se quiere llegar al poder en las próximas elecciones.
Pedro Santana Rodríguez, Director Revista Sur
Foto tomada de: Noticias RCN
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