Caro considera que las opciones con mayores probabilidades son el Pacto Histórico (en su versión corrupta -Quintero-, o su versión más honesta -Cepeda) o la derecha anti-liberal (Abelardo de la Espriella o Vicky). Se trata de una elección entre la izquierda y la derecha. Plantea que las opciones son mala o pésima y concluye que no hay por quién votar. Por esto, propone que el centro se organice y presente un candidato de unidad. Habría, por tanto una tercera opción, una opción supuestamente buena: el centro.
Caro cree que en Colombia hay una “democracia liberal” y le preocupa que los extremos (malo y pésimo) la destruyan. La única forma de mantener esta democracia es con un gobierno de centro.
Es sorprendente la banalidad de Caro, su insoportable levedad. A pesar de su excelente formación académica en el exterior y su trayectoria profesional, Caro demuestra una profunda ignorancia de la realidad del modo de producción capitalista. En su concepción teórica separa radicalmente la esfera ideológica y política de la esfera económica. En su mundo conceptual no existe el capitalismo, por lo menos no explícitamente. Habla de la democracia sin hacer mención alguna a las condiciones económicas y las relaciones sociales de producción.
Pero, en realidad está hablando del capitalismo, la sociedad que defiende y considera la mejor de todas las existentes. Tanto, que ni siquiera se toma el trabajo de mencionarlo. Dentro del capitalismo hay opciones políticas de derecha, de centro y de izquierda, para simplificar el asunto. Todos quieren mantener el capitalismo, pero se diferencian en materia económica en algunos puntos centrales.
La izquierda, representada por el Pacto Histórico propone que los trabajadores asalariados y por cuenta propia mejoren un poco su situación dentro del reparto del producto social, mediante aumento de salarios y de transferencias monetarias y servicios del Estado. No propone que se suprima el trabajo asalariado (es decir, el capitalismo), sino que los trabajadores ganen un poco más.
De otra parte, los partidos de centro, derecha y extrema derecha quieren mantener un capitalismo en el cual los capitalistas (especialmente los más grandes) concentren la riqueza y los ingresos, y se pague poco (lo mínimo posible) a los trabajadores. Pero dentro de este grupo hay matices. Algunos quieren que la explotación sea abierta y extrema, a lo Milei, recortando los derechos, el gasto social y los salarios (como quieren María Fernanda Cabal, Mauricio Cárdenas y Luis Guillermo Vélez); otros, quieren mantener la explotación pero con cierta amabilidad, con un trato menos brutal a los trabajadores. Un enfoque de caridad cristiana a lo Maurice Armitage. En este marco común puede haber diferencias de forma y de trato, desde la vulgaridad y agresividad de algunos de los precandidatos uribistas, hasta las buenas maneras de los candidatos de centro. Pero esto no es lo sustancial.
Lo sustancial es que los candidatos de centro también proponen mantener un sistema que genera inevitablemente explotación, baja participación de los trabajadores en el PIB, salarios miserables, pobreza y miseria extremas, desnutrición, etc. Los candidatos de centro son defensores declarados de un sistema en el cual millones de personas son mercancías que deben venderse a los capitalistas para poder vivir. El centro bueno de Caro es el centro político dentro del capitalismo con todas sus malas consecuencias para la gran mayoría de trabajadores.
Adicionalmente, el capitalismo es por definición anti-democrático, dado que existe una desigualdad fundamental entre las personas que es fundamento de las desigualdades cuantitativas: unas son capitalistas, otras son trabajadores asalariados.
Cuando Caro habla de democracia liberal está hablando realmente de capitalismo. Hay que ser muy cínico para considerar que la sociedad colombiana es democrática. Para Caro esta es la mejor sociedad existente, a pesar de que sea mala y pésima para la mayoría de los trabajadores. Caro repite la tontería de que la democracia es el peor sistema existente con excepción de todos los demás.
Esto es algo que comparten seguramente la gran mayoría de precandidatos. Cárdenas, por ejemplo, lo dice abiertamente en su libro Introducción a la economía. Tiene claro que la lucha ideológica, la lucha política y la lucha económica fundamental de nuestras sociedades es el conflicto entre capitalismo y comunismo. Su postura es clara: hay que defender el capitalismo con todas sus consecuencias malas y pésimas para los trabajadores. Cárdenas declara abiertamente su posición a favor del capitalismo y en contra del comunismo.
La amenaza neocomunista
Álvaro Uribe habla de la amenaza neocomunista, lo cual a primera vista suena extraño[2]. Blanca Inés Durán, en artículo en El Espectador, considera que esto no es cierto. “Lo cierto es que tanto Colombia como el mundo se encuentran bajo muchas amenazas, algunas incluso ponen en riesgo la existencia humana. Pero dentro de estas amenazas reales que apremian y demandan nuestra atención, por ningún lado está el neocomunismo.”[3] Creo que Uribe tiene la razón. Los trabajadores organizados políticamente en búsqueda de mejorar sus salarios y condiciones de vida son un germen de comunismo. Puede que ahora no lo estén planteando, pero podría llegar a ocurrírseles en algún momento la superación del capitalismo; de hecho, hemos tenido cerca a Chávez hablando de socialismo del siglo XXI y sigue existiendo Cuba un país socialista dirigido por un partido comunista, unas pésimas influencias.
Blanca Inés Durán le reprocha a la derecha que no se preocupa por resolver los verdaderos problemas del país, le cuestiona que no busca reducir la desigualdad, mejorar las condiciones de vida de los colombianos, estimular la economía, reducir la pobreza, aumentar el empleo, etc. Durán piensa que estos son objetivos del capitalismo que sus partidos políticos deberían tratar de cumplir. No capta la realidad profunda. Uribe sabe que los objetivos del capitalismo son concentrar la riqueza y los ingresos en las manos de unos pocos y mantener sometidos a los trabajadores asalariados y por cuenta propia. Uribe tiene claro el objetivo último y sabe que el comunismo es, en el fondo, el enemigo.
Durán y Caro se inscriben en una forma de pensar que separa radicalmente la política de la estructura económica, que niega teóricamente el capitalismo o que le atribuye objetivos que no le corresponden.
En esta perspectiva es común hablar de los problemas de Colombia en general, de Colombia, de los ciudadanos, de los colombianos, etc., ignorando las diferencias de clase existentes.
Felipe Zuleta Lleras, también en columna de El Espectador[4] afirma tajantemente, refiriéndose al gobierno de Petro: “Estos años han sido realmente desastrosos para los colombianos”, como si todos fueran iguales. Reitera: “Interminable sería la lista de daños que este gobierno le ha hecho a Colombia.” Pero incluso en estos tres años de gobierno del Pacto Histórico los capitalistas, especialmente los más grandes, han seguido obteniendo gigantescas ganancias y han mantenido la enorme concentración de la riqueza y del ingreso. Quizá no han ganado tanto como quisieran, pero no han sufrido un desastre. A algunos colombianos les ha ido bien. Zuleta no ignora esto, simplemente lo oculta, por pereza intelectual o por mala fe. O por las dos razones.
Zuleta titula su columna “No hay mal que dure cien años”. Con respecto al capitalismo no es cierto, ya ha durado más de cien años en Colombia y sigue haciendo daño. Pero en el fondo ofrece una esperanza: por difícil que sea, pasará con el tiempo.
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[1] https://www.lasillavacia.com/opinion/lo-malo-y-lo-pesimo/
[2] https://forbes.co/2025/08/07/politica/uribe-comparecio-para-formalizar-su-detencion-y-dijo-que-seguira-activo-para-derrotar-la-amenaza-neocomunista.
[3] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/blancainesduran/cazar-el-pispirispis-del-neocomunismo/
[4] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/felipe-zuleta-lleras/no-hay-mal-que-dure-100-anos/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Zona Cero
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