Petro salió victorioso del primer gran pulso que sostuvo la coalición de Gobierno en el Congreso cuando Carlos Hernán Rodríguez, el candidato del Pacto Histórico fue elegido Contralor de la República. Otro hecho positivo se registró el pasado 7 de septiembre cuando venció el plazo para que las colectividades políticas representadas en el Congreso se declararan aliadas del Ejecutivo, o no.
De acuerdo con los datos registrados oficialmente, 78 senadores estarán del lado del Gobierno, 16 se declararon independientes y 14 en oposición. En la Cámara de Representantes, 145 conforman la lista de oficialistas, 24 se declararon independientes y 19 estarán en la oposición. Estas cifras muestran que el Gobierno cuenta con un margen de maniobra muy amplio para seguir adelante, pero el camino suele ser culebrero.
En primer lugar, es de destacar el pragmatismo con el que Gustavo Petro ha manejado los asuntos políticos al día de hoy sin, por ello, renunciar a su ideología, prometiendo un cambio transformador que abarca todos los aspectos de la vida cotidiana de los colombianos para evitar rupturas con fuerzas opuestas. Es así como ha logrado atraer a su proyecto de gobierno a la mayoría de las organizaciones políticas para lograr gobernabilidad y sacar adelante sus propuestas.
Toda acción política, empero, tiene un costo y en el caso presente el contar con el apoyo de las fuerzas tradicionales en el Congreso le ha valido al partido de gobierno dejar un espacio en la administración de los asuntos públicos a las mismas fuerzas que han protagonizado el principal mal que aqueja al país, a saber, la corrupción. De acuerdo con el hoy senador, Ariel Ávila, 54 clanes políticos controlan la política del país, por lo que es vital transformar las estructuras que permiten su acceso al poder. Esta transformación incluye entre otras medidas que hacen parte de la reforma política que se plantea, sustituir el el Consejo Electoral, constituido por representantes de los partidos mayoritarios por un Tribunal Electoral independiente. Ahora bien, este proyecto por el que se ha abogado desde hace años, no ha sido considerado en el proyecto de reforma presentado, dejando la puerta abierta para que se mantengan prácticas que deben ser abolidas en aras de una mejor democracia. Ciertamente, la lucha contra la corrupción es uno de los elementos fundamentales del proyecto de gobierno, pero sin un cambio a fondo de estructuras se vuelve un imposible.
En segundo lugar, si bien se puede afirmar que en Colombia la ideología dejó de ser lo que en principio identifica a los partidos políticos puesto que en su mayoría son maquinarias electorales que aspiran al gobierno para estar cerca de los altos cargos burocráticos y del erario, las ideas y las causas son las que dan rumbo a la acción. En otros términos, es cierto que lo que prima es el oportunismo, pero este tiene un límite porque también es importante defender ciertas posiciones ligadas a una imagen, a posiciones tradicionales y a intereses definidos.
De hecho, toda acción política orientada hacia la conquista o la conservación del poder es un juego entre el pragmatismo y unos valores identitarios. Las alianzas o coaliciones implican verter algo de agua en el vino, pero sin que se pierda la posibilidad de reconocer este último, so pena de echarlo a perder del todo.
La alianza de gobierno – y el mismo Pacto Histórico – es una amalgama de organizaciones y movimientos aglutinados alrededor de una consigna: el cambio. Un cambio que para que sea tal requiere modificar estructuras y prácticas arraigadas en nuestra sociedad. El presidente es consciente de ello y le ha apostado al diálogo, al debate, como herramienta del cambio que propone. Ciertamente, no es el único que ha considerado que este es el medio para construir consensos. En el fondo, es la esencia de la democracia. Sin embargo, el debate que propone plantea un nuevo rumbo para la sociedad colombiana a la vez que conlleva un alto ingrediente ideológico. Por ello algunos miembros del Partido Conservador, en particular, hoy partido de gobierno, como el expresidente Pastrana y el exsenador David Barguil han criticado duramente la decisión de su partido y a su actual jefe, Andrés Trujillo. La crítica a la incoherencia ideológica también se ha planteado en el seno del Partido de la U y del Partido Liberal que apoyaron a Fico Gutiérrez en la primera vuelta presidencial.
Abraham Lincoln afirmaba: “Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez”. Teniendo esto en cuenta y pensando que toda acción política está sujeta a vaivenes no siempre predecibles, es claro que el pulso ganado con la elección del contralor es tan solo una pequeña victoria frente a lo que se avecina de manera inmediata: reforma tributaria y reforma agraria. Cuando entren juego intereses concretos se sabrá qué tan sólida es la alianza que se ha tejido entre los políticos y si el pragmatismo juega en contra o no de los cambios que se proponen.
Rubén Sánchez David
Foto tomada de: Twitter Gustavo Petro
Tiberio Gutiérrez says
Exacto con equis, con la reforma tributaria, la reforma agraria y la reforma al sistema de salud sabremos si la coalición de gobierno está a favor de los cambios para el pueblo o para los privilegios de la clase dominante, en este evento, que papel cumple el Pacto Histórico y las fuerzas alternativas de. la coalición de gobierno?