¿Piensa que esa clase de enfrentamientos incrementará sus opciones presidenciales?, ¿qué así debilita una contendora?
¿No cree que en la coyuntura electoral presente – tan diferente a la de Petro –, su primera obligación política es construir mayorías en el próximo Congreso para completar las promesas del Cambio?
Porque, en mi opinión, su mayor compromiso con la historia no es elegirse, sino elegir mayorías en el Congreso.
Si el Pacto Histórico no logra una mayoría propia en ambas cámaras, o tantos escaños como sean necesarios para hacer la mitad más uno mediante alianzas con formaciones cercanas, el legislativo continuará obstruyendo las reformas del proyecto político del Cambio que triunfó en 2022. El mismo que Iván Cepeda tiene el deber de continuar.
Pero tengo la impresión de que Cepeda Castro no ha entendido del todo el tamaño de su responsabilidad en este punto. Que el Senado haya “enterrado” las principales reformas de Petro, le exige a su sucesor comprometerse corporalmente en la construcción de las mayorías parlamentarias el próximo marzo. Si no, su gobierno será inviable por la creciente crispación de las agrupaciones opositoras, y aumentará la frustración para las mayorías irredentas que creyeron en 2022. Una mayoría que, cabe razonablemente suponer, aumentará con el respaldo a la gestión de Petro. Porque no hay que equivocarse: los votos fueron para Petro, y siguen siendo suyos por obra de su aguerrida acción en favor de las clases populares.
Llegar a elegir al menos 35 senadores y 70 representantes de las listas del Pacto Histórico no es tarea de fines de semana. Vista la terrible y frustrante experiencia del primer gobierno del Pacto Histórico por cuenta de la oposición cerril de la derecha en el Senado, la obligación estratégica de su candidato en las actuales circunstancias es elegir el congreso, no esperar que los congresistas lo elijan.
Petro en 2022 no tuvo detrás una formación política experimentada y populosa que contara con bases organizadas en comandos barriales, centros zonales y directorios municipales; pero un clamor popular, una explosión de indignación y rabia viniendo de la periferia al centro lo encaramó a la cresta electoral para elegir el primer gobierno no derechista en toda la historia nacional. La obligación de Iván Cepeda es superar por mucho los votos que hereda.
En el entretanto, por mandato de la ley y no por inspiración propia, el Pacto Histórico se hizo un partido político. Un aparato que no parece confiable de ser capaz de llevar al progresismo a una nueva victoria por carencia de estructuras orgánicas con suficiente arraigo en todo el territorio nacional. Especialmente en los grandes centros urbanos que deciden el escrutinio. Rebasar los 2.880.254 votantes de la jornada de marzo 2022 para rondar los 35 nuevos senadores, requiere volver de revés el saco con un trabajo desafiante.
Y de momento, la fuerza del PH está más allá de sus carnetizados: en la población urbana y rural beneficiaria del gobierno Petro, a la que debe acercarse personalmente el continuador del Cambio, cuanto pueda; sustituyendo la ineficacia del aparato partidario con su propia capacidad de arrastre en marzo. ¿Cuántos pueblos calcula que podrá visitar en los once fines de semana que restan hasta entonces? Cada día que pasa sin renunciar a la curul es una eternidad que desalienta las expectativas de triunfo. ¿Ha imaginado a cuántas reuniones diarias en Bogotá y otras capitales donde es indispensable asegurar lealtades, asistiría con organizaciones locales?
La continuidad del Cambio no puede depender de un candidato de fines de semana, de los clips en las redes, o de la simpatía con la causa de los youtubers que felizmente brotan como flores. La responsabilidad de construir partido y conectar con la juventud que Gustavo Bolívar, Gloria Flórez o Clara López no atendieron a cambio de sus ilusorias candidaturas, la cumplió Carolina Corcho mientras participaba en la Consulta del PH, y se echó encima la carga de elegir la lista al Senado. Hay que levantar, con ella, la mano de los candidatos del PH al congreso en las tarimas.
¡“Cuidado con los idus de marzo”! Senador Cepeda Castro. Para que sean posibles su destino presidencial y la vindicación social que el pacto Histórico se propone, no desestime, como Julio César en la obra homónima de Shakespeare, la premonición del adivino sobre el peligro que lo acechaba el mes tercero. En su situación, sin un 8 de marzo rotundamente ganador, no habrá un 31 de mayo victorioso, cualquiera lo sabe.
Por lo pronto, ante el escándalo del subsidio agrario que con trampa recibió el hijo de María Fernanda Cabal, Uribe Vélez se deshizo de ella y proclamó a Paloma Valencia su precandidata en otra de sus oscuras maniobras. Para decirlo al modo de Thornton Wilder en el collage que es su libro “Los Idus de Marzo” – también sobre los últimos días de Cayo Julio César –, el destino político de la Cabal parecía decidido por su hosca cara y la botella. Pero fue su marido y su hijo quienes hicieron que a la aspirante Cabal se le cumpliera cabalmente otra desgracia electoral. Y perdonen el retruécano.
Vea usted, senador Iván Cepeda, que Paloma Valencia en su desmirriada alocución presentándose como su contendora, dijo que recorrerá el país “de la mano de mi presidente Uribe”. Ojalá no se le caiga.
¡A las calles, Iván Cepeda!, creo oír el clamor de hoy. No es momento para desgastarse en debates parlamentarios. La imagen de estar muy amañado en su pupitre no es útil para derrotar el complot electoral de marzo. Ése no es su lugar actual.
Nos vemos en las urnas para derrotar los espantos.
Álvaro Hernández
Foto tomada de: El Espectador en Instagram

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