Se percibe en el escenario de poder político y económico del mundo actual. El papado de Francisco fue audaz y polémico y en muchos aspectos sus manifestaciones públicas como Líder de la Iglesia, forzaron hasta el límite las posiciones de la esta, sobre distintos temas “álgidos” de la sociedad occidental contemporánea (por ejemplo, migración, ecología, transgenerismo, papel la mujer en la Iglesia, los escándalos de pederastia, etc.). La galería mediática “mainstream” aplaudía o desaprobaba las posiciones públicas de una institución humana, tan tradicionalista pero tan respetada y acatada en las sociedades de Occidente como la Iglesia Católica.
Cabe precisar que, sobre dichos temas, el Romano Pontífice no se expresó nunca en términos de la conocida y siempre polémica -tanto en la Cristiandad Occidental como Oriental-, Constitución apostólica, exclusiva del catolicismo romano, que estableció desde 1870 al Papa como «Pastor Aeternus», Infalible, cuando hablara «ex cathedra» sobre cuestiones de fe y de moral. En consecuencia, tales tomas de posición públicas se podían percibir como las que adoptaba ciudadano cualquiera, sobre temas álgidos debatidos en el seno de la “sociedad civil” de cualquier país occidental.
El problema radica en que un Papa, un jefe Espiritual de una institución de la dimensión histórica la Iglesia Católica, no es un “ciudadano cualquiera”, ni siquiera un “activista político” más de cualquier sociedad occidental, sino el Líder espiritual de alrededor de 1.400 millones de católicos en el Mundo. Quizás por eso, en relación con la herencia o legado del Papa Francisco, se evidencian actualmente tomas de posición sobre dicho legado tanto por “tirios” y “troyanos”, es decir, de un lado por “sectores progres” del “Extremo Centro” o de la izquierda “culturalista y pos-modernizante” y por sectores sociales y políticos “conservadores” y defensores de valores e instituciones “civilizacionales” tradicionales (familia, pertenencia sexual, identidades culturales y nacionales, Estado, etc) más cercanos e identificados con la Iglesia histórica, del otro lado. Hay que anotar que este “debate” tanto interno y como externo a la Iglesia, tiene lugar en las condiciones de crisis inéditas de transición traumática, en todos los órdenes, que percibimos en la realidad actual del mundo.
Francisco tomó partido y comprometió su liderazgo en la Iglesia en la mayoría de estos temas -sobre todo en migración, transgenerismo, feminismo, ecologismo, etc.- con el lado “progre”. En lo único que fue radicalmente opuesto fue frente al aborto. en su crítica categórica a las consecuencias sociales del Neoliberalismo y su denuncia radical del genocidio de Israel contra los Palestinos. Estas posiciones públicas del Ciudadano Bergoglio quizás se puedan explicar por múltiples avatares de su experiencia personal: en razón de su condición de Jesuita formado en la tradición del humanismo cristiano, su procedencia de un país latinoamericano y de una Iglesia que generacionalmente experimentó los debates teológicos y los cambios históricos y societales de la segunda mitad del Siglo XX en América Latina. Pero el ciudadano Bergoglio que fue tan explicito sobre el tema de las exacciones israelíes en el Medio Oriente, también fue ambiguo frente a la Guerra en Ucrania, al papel de la OTAN y los gobiernos occidentales, en este no menos infame conflicto.
Por eso en gran medida, Francisco gozó del favor de los “Mas Media” del Entertainment estadounidense, en manos de judíos “neo-conservadores” y “progres” como Neflix y Hollywood. Hay dos Filmes a referir al respecto. El Primero “Los dos Papas” de Netflix donde presentan un Francisco abiertamente “Progre”, cercano no solo a los “pobres” sino también de los LGBTSIQPLUS, Feministas, Migrantes, ecologistas, etc., versus un Papa alemán (Anthony Hopkins) de “juventud nazi”, teólogo conservador y defensor de los valores tradicionales del catolicismo. Claramente el “Héroe” para Netflix, ¿adivinen quién es? Además, dicho Film, fue dirigido por F. Mireilles, un talentoso brasileño, permeado con el contexto cultural latinoamericano de la segunda mitad del Siglo XX. Netflix sabe escoger sus temas y ejecutantes para deslizar los mensajes relacionados con la confrontación antes descrita.
El otro Film, el de Hollywood, de 2024, volvió nuevamente a la moda, a causa del fallecimiento del Papa Francisco. “EL Cónclave”, presenta la misma confrontación de “progres” “reformistas” frente a “conservadores ultraderechistas”, también está referida al Papado de Francisco, pero de manera metafórica. Mas allá de las conocidas pasiones humanas de los Cardenales electores (codicia, ambición por el poder, “golpes bajos” a lo Álvaro Leyva Duran, etc.) el filme plantea la misma confrontación antes descrita, con un resultado de final feliz Hollywodiano y “progre”: el elegido no es un argentino sino un mexicano, el Cardenal Benítez. Diplomático, experto en sufrimientos y guerras en Irak, Afganistán, Medio Oriente, con sentimientos feministas favorables a las Monjas y sobre todo expresando una “característica Progre” ineludible: ¡resultó ser un “Transgénero”! Auténticamente, un Brigitte Battista, pero con Aparato Reproductor Femenino (casuística genética, probable, en individuos de la especie humana).
Lo antes descrito deja visible pues un tinglado ya planteado. La elección del nuevo papa no será inocua. Llama la atención de que Donald Trump asistió al sepelio de Francisco. El detalle es significativo ante el fenómeno “sociológico” cada vez más evidente de la “catolización” creciente de los Estados Unidos. Y de la lucha por el poder que se está dando allí, en el seno de las Elites imperiales católicas.
Aquí puede estar una de las claves que explican la enconada lucha entre las Elites católicas, “progres” y “reformistas” (asociadas a los judíos “neo-cons” en el Partido Demócrata), frente a las “Elites católicas tradicionalistas y conservadoras”, defensoras de un proyecto societal y político de resurgimiento de los EEUU, sobre la base de la recuperación de valores morales y religiosos como la Familia, el Estado y su soberanía, la definición del Sexo sobre base biológica, etc., temas sobre los cuales el Vicepresidente J.D. Vance es paradigmático. No es gratuito que en ese contexto, emerjan en dicha confrontación, intelectuales judíos ricachones y “progres” de Brooklyn y Manhattan (la “izquierda Caviar” la llamó en su tiempo el escritor Tom Wolfe) que se refieran a los segundos (nucleados en torno al Proyecto Político MAGA de Trump) como “fascistas”. Todo lo que no es “progre” es “fascista”.
¿Pero qué significa que Donald Trump hubiese estado presente en el sepelio del Papa, pese a la confrontación categórica de Francisco frente el tema de la migración? El gesto es sintomático en la confrontación que actualmente tiene lugar en el seno de las elites católicas en EEUU. Desde los tiempos de los Bush, la Iglesia Católica universal ha sido un escenario fundamental de interés para las Elites gobernantes de EEUU. Importantes sectores de la antigua WASP (Elites tradicionales, protestantes y blancas, que fundaron y gobernaron los EEUU) se han hecho bautizar católicos.
Trump es Presbiteriano como lo fue Orlando Fals Borda. De pronto, como el Emperador Constantino, se hace bautizar católico antes de morirse. Nadie sabe qué puede pasar en el “más allá”. De pronto es mejor “un seguro de Salvación” como lo pensaba el jansenista Pascal, fundador de la “Teoría de Juegos” con su célebre Matriz, en los tiempos del Gran Luis XIV, cuando cruzaba “sables teológicos” con los Reverendos Padres Jesuitas.
El Donald Trump de hoy está a nivel de su familia (hija de matrimonio anterior, esposa actual, hijo actual, yerno) rodeado de católicos. Igual pasa en el seno de su equipo de gobierno, dentro del cual está su formidable ideólogo, J.D. Vance, de gran futuro político (proviniendo del presbiterianismo montaraz de Ohio, se hizo bautizar católico en 2019). “Hasta la Silicon Valley vale bien una misa” como diría hoy en día Enrique IV de Francia, el hugonote converso para poder ser Rey de Francia en el Siglo XVII. Al frente de Trump, sus más enconados adversarios, católicos “progres”, como Joe Biden, Nancy Pelosi, John Kerry, asociados básicamente en el Partido Demócrata a judíos “neo-conservadores” (neo-cons pero por la estrategia guerrerista imperial, pro-guerreristas, Otanistas, sospechosamente casi todos judíos ex-trotskistas).
¿Cuál es el fenómeno visible al que estamos asistiendo? La búsqueda de “rejuvenecimiento del Imperio”, al parecer se está dando en el contexto de un nivel tal de “catolización de EEUU”, que la lucha por el Poder allí, en medio de la Crisis interna de hegemonía global, se está dando entre facciones de “Elites católicas”, divididas por el “clivage” Neoliberales globalistas-Progres versus Conservadores, tradicionalistas, que quieren reconstruir las glorias pasadas del Imperio estadounidense, volviendo a las raíces cristianas constitutivas de la nación. En contraste, en la Europa actual, “progre”, Nihilista y “descristianizada”, está consolidada una Elite “posmoderna” promotora del “wokismo” en todos sus aspectos, que en su irresponsabilidad bordea la Guerra Nuclear con Rusia, a la que en su conocido discurso reciente de Múnich, J.D. Vance les advirtió su propia decadencia y caída.
Es increíble cómo el discurso conservador de Vance coincide en sus principales rasgos con los pronósticos y conclusiones del antropólogo francés Emmanuel Todd en su libro “La Derrota de Occidente”. También es increíble que sea un Cardenal africano ultraconservador en la mejor tradición del catolicismo romano, el Cardenal guineano Robert Sarah, es decir nativo y procedente del “catolicismo del Sur Global” como dicen ahora, quien también está advirtiéndole a Europa que como cualquier árbol que “pierde sus raíces” –“cristianas” agrega Robert Sarah- Europa también puede perecer. Es también increíble que el Discurso de J. D. Vance también coincida con las reflexiones del Wang Huning, ideólogo del Partido Comunista Chino y brazo derecho de Xi Jinping, en su conocido libro de 1991, publicado en ingles con el título “America agaisnt America”. Los únicos que no ven ese escenario histórico son los “intelectuales progres” y sus centros de poder, empeñados en llevar hasta los límites del nihilismo y el “transhumanismo”, la “deconstrucción” y la demolición de los sólidos fundamentos civilizacionales históricos, con los que el catolicismo romano construyó el mundo occidental los últimos 1.700 años.
En ese contexto, la elección en el Conclave de un sucesor de Francisco “…es un asunto demasiado serio para dejárselo solo al Espíritu Santo”.
CONCLUSIONES
Aunque en un enfoque y de preocupaciones totalmente distintos, sí hay que reconocer que Samuel Huntington puso en evidencia un problema que los marxistas habían desestimado, por su énfasis en la “lucha de clases”. O lo habían olvidado, pese a que Fernand Braudel lo había colocado como “estructura permanente en la Historia” de la “Escuela de los Anales”. Se trata del tema fundamental de “las civilizaciones”. Seguramente Huntington es sesgado y enfocado en sus temores por el efecto de la “migración hispana” en EEU. Pero sí acertó con esta intuición: que ante la caída del comunismo soviético (que bien pudo representar la última confrontación ideológica en Occidente entre los herederos y las consecuencias de la “Ilustración” y de la “Revolución francesa”), lo que seguía no es el “fin de las ideologías” sino la reaparición de la “lucha de las civilizaciones”. La tesis es discutible pero tentadora. Tiene “fundamentos epistemológicos” como podrían argumentar los filósofos. Sería algo así como “la continuación de la lucha de clases”, pero por “otros medios”. Y a escala Global…es tentador como “paradigma” …!
Manuel Camargo, Sociólogo y Economista
Foto tomada de: rtve.es
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