Es importante traer al Sade escritor, al filósofo, para sustentar el argumento y a través de su lectura encontrar claves para poder abordar e intentar entender la corrupción política como una expresión perversa de ciertos gobernantes y líderes de la política actual. Hay claridad en Sade cuando defiende la novela como un espejo de la realidad y piensa que en la realidad hay pasiones, y que, al ser descritas con toda su crudeza, tienen más posibilidades de enseñar al lector.
Para comenzar es preciso presentar a Donatien Alphonse Francoise de Sade, quien nace en Paris el 2 de junio 1740 y muere el 3 de diciembre de 1814, quien por su manera de pensar y asumir la vida es uno de los más controvertidos referentes de la historia de la condición humana. La mayor parte de su vida permaneció recluido en la cárcel o en los hospitales psiquiátricos, con el discutible diagnóstico de “demencia libertina”. Sindicado y condenado por actos de delitos de perversión sexual, blasfemias, profanación de la imagen de Jesucristo, por publicar novelas eróticas, por revolucionario y enemigo del gobierno. Es decir, un “individuo aberrante”, como lo han calificado muchos estudiosos. Debo decir que me siento más cómodo como lo nombra Octavio Paz (1994): “un libertino”, para referirse al Marqués de Sade por la forma en que ocupa su vida y escribe su obra, anotando que no es como el buen salvaje, sino que más bien, una verdadera fiera razonante (1)
Porque es importante traer al Sade escritor, al filósofo, para sustentar el argumento y a través de su lectura encontrar claves para poder abordar e intentar entender la corrupción política como una expresión perversa de ciertos gobernantes y líderes de la política actual. Hay claridad en Sade cuando defiende la novela como un espejo de la realidad y piensa que en la realidad hay pasiones, y que, al ser descritas con toda su crudeza, tienen más posibilidades de enseñar al lector.
De un tiempo para acá, la ciencia médica ha aceptado, que Sade no sufría de delirios ni había trastornos en el contenido de sus pensamientos. Ahora podemos decir como lo dice O. Paz (1994), lo que encuentra uno en Sade es el triunfo de la imaginación, pero de la imaginación filosófica, de la fantasía razonante, (2)
Procuraré además lograr una articulación con la clínica a través de la mirada del psicoanálisis y de la sociología-política, trayendo a colación ejemplos que nos da nuestra cotidianidad, donde intentaré argumentar los puntos de encuentro entre la perversión y la corrupción política.
Estando en esta búsqueda encontré un título en la portada de la revista colombiana “Semana” donde se cuestiona: “¿En qué momento se acabó la ética en Colombia?” De la cual abono la respuesta de uno de los seis académicos invitados para reflexionar sobre el origen, la magnitud y las consecuencias de la descomposición del país: Marco Palacio (2017), referenciado como historiador, académico e investigador, quien textualmente dice:
La corrupción es una constante de vieja data, aquí y en Cafarnaúm. Y no es solo (la corrupción) la que tiene que ver con peculados. Baste enumerar los falsos positivos, los curas pederastas o el plagio, de la primaria a los doctorados… (3)
Es interesante como Palacio ubica, en el mismo fardo, la corrupción junto con la perversión y sus implicaciones directas con la sexualidad: “curas pederastas”. Con respecto a los falsos diplomas que procuran llenar currículos vitae vacíos, es estrategia utilizada por muchos de nuestros líderes políticos actuales, de los que además y por lo ordinario están envueltos en historias de desórdenes sexuales.
Veamos una de las claves consignadas en la obra de Sade, la que compete al tema inicial, la cual nos notifica la magnitud y la gravedad que conlleva el acto de arrogarse un diploma no merecido, o el común plagio académico del cual solo se señala, pero no se penaliza como lo dice la ley jurídica. Sade (2008) en la voz de Cécile protagonista de su novela “Dorgeville, o el criminal por virtud” nos dirá:
Interrogad a todos los que han triunfado sin méritos y veréis que raramente lo han conseguido sin crímenes. (4)
Considero que para que las siguientes consideraciones puedan proporcionar un argumento convincente, es necesario empezar por definir qué vamos a entender por perversión en este ensayo. La perversión es transgresión en su esencia, como lo es la corrupción su manifestación y expresión más común. La perversión es una condición en la que la persona que la padece no se siente capaz de obtener gratificación sexual genital a través del contacto íntimo con otra persona, es decir no puede tener una relación adulta con el otro y mucho menos a través del amor. En vez de ello, dicha persona se siente “dominada” por una actividad compulsiva que es experimentada subjetivamente como inexplicable y “extraña”, pero que le permite liberarse de una angustia sexual crecientemente insoportable. Esta actividad compulsiva generalmente involucra un deseo inconsciente de dañar a los otros o a sí mismo. Se niega al otro, se le somete o se descalifica su existencia, y su pretensión final es poder gozar en la insensibilidad.
Veamos otro referente, donde Sade (2016) se pregunta ¿por qué unos se adjudican la autoridad de señalar a los otros como anormales? A través de El caballero, personaje en la obra de teatro “filosofía en la alcoba”, nos dice:
Lo malo con este mundo, es que existen demasiadas personas convencidas de que poseen la patente de lo correcto, de que su modo de actuar es el único en que conviene hacer las cosas. Entonces se convierten en Quijotes cargando con sus lanzas contra los molinos de viento de lo anormal, castigando a todo el que difiere de ellos… ¿por qué? Por temor, no cabe duda; por temor de que su propio modo muy –normal- de hacer las cosas pueda no ser tan divertido como la perversión del prójimo. (5)
Sin embargo, considero que esto no es del todo cierto por las siguientes razones: Al decir Sade “no ser tan divertido como la perversión del prójimo”, las personas quedan divididas entre las que viven su perversión de manera oculta y las que libremente la expresan, motivo y causa de su envidia, es decir finalmente todas las personas son perversas. Por lo tanto, es preciso tener en cuenta, que las fantasías, por ejemplo, sobre acciones extrañas o las fantasías placenteras incluyendo las del goce sexual, las que lleguen a salirse de los mandamientos acordados, sociales, religiosos o de la represión (término de la psicología) no pueden ser consideradas perversiones, puesto que la verdadera perversión sexual siempre implica el uso real del cuerpo, involucra la noción de la acción. La perversión pone en cuestión la noción de la norma misma de la sexualidad humana. Es decir no se quedan en el nivel de la fantasía.
No veo que de la nota de Sade sobre “no ser tan divertido como la perversión del prójimo” se siga la expresión de la perversión de manera oculta y libre.
Sobre la norma o “plan de conducta”, es importante en este aparte del ensayo plantear la pregunta sobre la responsabilidad de los actos; el hecho que nos cuestiona nos convoca a tener una actitud propia frente a este interrogante. ¿Cómo asumir el destino de nuestras vidas? ¿Será de manera pasiva?; declararnos impedidos y dejarlo todo a la responsabilidad de la “Providencia” o a las pulsiones que dicta la naturaleza inherente a la condición de ser humano. ¿Depende de nosotros forjar el destino de manera diferente? Sade (1995) en su vocación clara de filósofo busca la verdad, destruye los prejuicios, se enfrenta a las certezas de su época, cambiando ese bienestar o paz espiritual que conllevan por la incertidumbre, fuente de ansiedad y zozobra, para enfrentar los enigmas, confrontando así a otros pensadores que sostenían sin reparos el punto religioso. Notemos entonces la siguiente reflexión en su novela “Los infortunios de la virtud” 1787:
El triunfo de la filosofía debería consistir en echar luz sobre la oscuridad de los caminos de que la providencia se sirve para lograr los designios que se propone sobre el hombre, y en trazar, de acuerdo con esto, un plan de conducta que pudiera hacer conocer a ese desgraciado individuo bípedo, perpetuamente zarandeado por los caprichos de ese ser que, según se dice, le dirige tan despóticamente, el modo como debe interpretar los decretos de esa providencia sobre él, el sendero que debe tomar para prevenir los curiosos caprichos de esa fatalidad a la que se dan veinte diferentes nombres, sin haber logrado aún definirla. (6)
En “Juliette”, el marqués (2008) toma una posición clara:
Sólo creo en la naturaleza, cuya voz amable dicta todas nuestras acciones, y que nada prohíbe que pueda hacer felices a sus criaturas. (7)
Stevens (2001) hace a mí entender un buen juicio de la posición de Sade, ampliando sus alcances, su histórica envergadura, que para la época le costó al Marqués vivir en reclusión la tercera parte de su vida. Estas razones mantendrían los argumentos de Sade; no hay que oponerse a nada pues el origen de todo proviene de la naturaleza a la que hay que dejar fluir sin obstáculos, el deseo libre de cualquier atadura. Es decir, es la imposibilidad de resistirse al deseo, a su pasión. Es como si existiera una “orden de gozar”, un imperativo que viene del Otro que invoca el fantasma sádico, que empuja la escena más allá, más lejos, a veces hasta el límite de la muerte, siempre con la idea de encontrar un sujeto bruto del placer. (8)
En este aparte considero que es necesario entrar en los años de la “Ilustración”, que son los que continúan después de la muerte de Sade, esto con el fin de continuar desarrollando la idea central de la relación que hay entre la perversión y la corrupción política. Al profundizarse más en el origen descubriremos finalmente quien tiene la responsabilidad de los actos de perversión; al llegar a su fuente, sabremos qué hacer.
La ilustración es el siglo de Kant y Freud (Freud es posterior a la ilustración y en algunos aspectos contrario a ella) entre otros pensadores, a los cuales especialmente me referiré, teniendo en cuenta la claridad como lo expresa Carlos Gaviria (2018) en su conferencia “La ética del <como si>”. Kant decía que la ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía del otro. Uno mismo es culpable de esa minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo sin la guía del otro. Ten valor de servirte de tu propio entendimiento, he aquí el lema de la ilustración. (10)
Aparece también el concepto del “inconsciente”, el cual lidera Freud, y que sintetizaré de la siguiente manera: lo inconsciente es lo reprimido, es como decir que en el fondo de cada hombre trascurre una vida secreta y celosamente guardada, en donde existe un mundo imaginario, una especie de mundo de los objetos internos que los sueños pueden revelar siempre y cuando nosotros podamos descifrarlo. La represión por la censura, o sea por la consciencia, en tanto que legisladora de aquello que se opone al deseo, por la aplicación de la ley moral o de las leyes, constituye el sistema de realidad.
Sin embargo es bien poco lo que sabemos de nuestras pasiones, excepto que nacen con nosotros, que son más poderosas que nuestro carácter, nuestros hábitos o nuestras ideas; no las poseemos, nos poseen. Son algo anterior a nosotros y nos determinan.
El perverso para Margot (1998) se encuentra en un equilibrio precario entre la ley sin ley del deseo y el ordenamiento meticuloso de una representación discursiva. En tal estado natural de locura del deseo, la sinrazón, y el nuevo saber que envuelve, revela la extraña contradicción de los apetitos humanos, los límites de la conciencia y el muy tenue soporte de un horizonte, más allá del cual el ser cae en la nada y la conciencia camina sobre la cuerda floja de su disolución. Sade tiene ese saber, y lo expresó en su obra y en su manera de asumir la vida, por eso mismo siempre representa una amenaza, al poner al descubierto la crisis del orden clásico como figura moral, política y epistemológica (11)
Ahora a manera de ejemplo y con la intención de articularlo con la clínica y esta con la interpretación psicoanalítica, como lo había expresado anteriormente, me referiré a uno de las historias más dolorosas a los cuales nos hemos venido acostumbrando a suerte de su repetición. Fue el del asesinato de la niña Yuliana Andrea Samboni quien cumplía los 7 años de edad. Intento desentrañar de lo monstruoso algún sentido si lo hay, empezando por las afirmaciones de los amigos y una de las novias de Rafael Uribe Noguera (el asesino) como un hombre afable, divertido, rumbero, deportista, bachiller del Gimnasio Moderno, arquitecto de la Universidad Javeriana, siendo esta una descripción de una persona sin mayores diferencias con los demás a excepción de pertenecer a una clase social élite, con poder político, muy distante al de la niña Yuliana, y sea él quien le causa la muerte por asfixia mecánica mixta es decir por sofocación y estrangulamiento, mientras la violentaba sexualmente.
Lacan (1983) psicoanalista francés, nos va ayudar a dilucidar la posición argumental de Sade, traigo dicha referencia con el objetivo de tratar de entender la conducta de Rafael Noguera Uribe. Lacan dice que el nervio del factum está dado en la máxima de Sade, que propone su regla al goce, planteándose como regla universal:
Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quienquiera, y ese derecho lo ejerceré, sin que ningún límite me detenga en el capricho de las exacciones (de los requerimientos) que me venga en gana saciar en él. (12)
Las descripciones del carácter, de Noguera, ratifican que las perversiones entre otras cosas, pueden estar encapsuladas, aisladas del resto de la personalidad, de tal manera que en la superficie la persona parece totalmente normal, por lo menos en su vida pública, y en la vida privada pueden ser otra cosa, escindido. Es la vida detrás de un antifaz, una máscara que oculta su identidad, suficiente para poderse liberar de tabúes y de la consciencia moral, categorías psicológicas construidas frágilmente a lo largo de la vida.
Al parecer el arquitecto en su vida oculta, era un apasionado de las orgias, acostumbra travestirse, exhibirse y compartir sus gustos con una sociedad secreta de iniciados, tal vez no tan pequeña y reducida como se ha pretendido que se vea, reuniones donde se pueden comunicar un conocimiento del goce sexual sin ley, que no pueden participar ni compartir con la sociedad libre de perversión. Laura Restrepo (2018) escritora colombiana en su novela recrea esta historia denominándolos “los divinos” y en una aparte del libro lo refiere así: “estamos enamorados de nosotros mismos, señores en un país de pobres, mentes ilustradas en tierras analfabetas, amos en feudos de despojados.” (13)
Hay diferentes modalidades de estas sociedades clandestinas, están las que construyen los estatutos de una sociedad de amigos del crimen: como lo hacían los “12 apóstoles”, o la oficina de envigado quien mantenía nexos directos con la alcaldía de Medellín, a través de su secretario de seguridad. Los miembros de estas sociedades terminan diciendo lo que expresaba El caballero en la obra de teatro, “filosofía en la alcoba” ¿una nueva clave sadiana (2016) en el sentido de la tolerancia? :
Acepto la duplicidad y las intrigas tortuosas, por supuesto: son inmorales y, como tales, perversas, lo que significa que son buenas. Sin embargo, ¿no debe existir el honor entre bandidos? (14)
Podemos incluir también en estas sociedades encubiertas a “la comunidad del anillo”, o el grupo de generales y coroneles del ejercito con “los falsos positivos”, o la comunidad de curas y pastores pederastas o la comunidad del hermano del Ex Papa Benedicto XVI, referentes sociales que sostienen la idea de encontrar la felicidad en el mal.
Sin embargo es claro que Sade (1995) está lejos de no asumir las consecuencias de los actos, en lo más cercano a lo que podemos llamar la culpa “un gusano que le roe sin cesar” lo anota en los “Infortunios de la Virtud”;
Esta prosperidad del crimen no es más que aparente; independientemente de la providencia, que necesariamente debe castigar tales hechos, el culpable alimenta en el fondo de su corazón a un gusano que le roe sin cesar y le impide gozar de ese resplandor de felicidad que le rodea, y en su lugar no le deja sino el desgarrador recuerdo de los crímenes que se le han proporcionado. (15)
La culpa del portero del edificio Equus 66, quien se suicida después de su primera y única declaración, quizás por sentirse cómplice pasivo al ver las actuaciones retorcidas que no denunciaba, el portero es propiedad del Otro, su silencio está obligado, se encuentra en ese lugar del sometimiento, tiene que sobrevivir de un sueldo, depende de su patrón-perverso, quien conoce además sus antecedentes judiciales, el portero ya ha estado en la cárcel, conoce el infierno.
El marqués de Sade hubiera podido decirle “nuestro servilismo no sirve más que para reforzar nuestras cadenas”. Es probable que el suicidio tenga ciertas características morales, o de vergüenza o simple temor de volver a la cárcel como lo escribió es su sucinta nota de despedida. Harto ya de su esclavitud impuesta por la clase del poder económico y político, casta opresiva, indolente y despiadada.
Ahora, traslademos esta categoría clínica al ámbito socio-político, trayendo a Marx pues es él, quien utiliza la palabra fetiche incluso antes que el psicoanálisis, en el apartado IV de la primera parte del capital titula “El carácter fetichista de la mercancía y su secreto”, en referencia al fetiche que oculta la estructura simbólica, en forma fantasmagórica ocurre el remplazo de hombres por cosas, es decir la relación entre hombres, intersubjetiva, se asume con la forma de una relación entre cosas, como bien utilitario, determinada a su vez por intereses egoístas.
Zizek (2017) es más explícito en lo propuesto por Marx, refiriéndonos que la lógica del mercado está por encima de la dignidad humana, los mercados hablan como si fueran personas vivas. Esta lógica devela las relaciones de dominio y servidumbre, una verdad reprimida, que se expresa, en un síntoma que subvierte la apariencia ideológica de igualdad, libertad y fraternidad. (16)
Ahora el neoliberalismo, en cuanto a su contenido político, confirma la creencia de que el capitalismo consiste fundamentalmente en el mercado, donde la supervivencia de los más aptos o más ambiciosos estará asegurada por un buen tiempo este sistema económico, y todo esto en la ruta de lograr un estado cada vez más pequeño al cual se le quita la responsabilidades sociales, incluyendo la de la salud. Foucault predijo que acabaríamos convirtiéndonos en empresarios de nosotros mismos (citado por Mason – 2017). (17)
El neoliberalismo elige a los ejemplares más despiadados y codiciosos de la clase obrera ofreciéndoles la posibilidad de medrar en las nuevas élites empresariales. Un ejemplo de ello, Carlos Gustavo Palacino quien en su inicio era un sencillo cobrador de seguros, convirtiéndolo en un símbolo del depredador financiero. Como él, hay muchos que a menor escala representan un nuevo modelo de la clase obrera.
El neoliberalismo reformula la cultura de la clase obrera (incluye médicos) como una idea pro-capitalista, en donde por lo general se ensalza la ignorancia y la codicia. Frente a este impacto moral, el lugar del lenguaje calmado y racional se ha cambiado por un lenguaje de rugidos, portazos, puños que se agitan frente a los rostros: “usted no sabe quién soy yo”, en esta nueva relación de mutua agresividad.
El juego perverso, en la salud, está planteado cuando sus gestores, caen en la tentación y aceptan el sistema de capitación, donde se recibe un dinero anticipado y se le asigna una comunidad de usuarios para que la mantenga sana y estos émulos empresarios procuraran que no consulten, que no se hospitalicen, que no se vayan a gastar lo recibido y además retienen los sueldos de los profesionales de la salud.
También es evidente la perversión cuando aparece la modalidad de los diferentes carteles; de los hemofílicos, de los locos, de los opiáceos, de los pensionados que ya fallecieron etc. donde se desvían los diferentes recursos a una comunidad que no existe, negándoselos a la comunidad real a la cual nunca le llegaran. Nada más perverso que echarle mano a los alimentos destinados a los niños del bienestar familiar o quedarse con las ayudas humanitarias que surgen de la solidaridad ante los desastres naturales en donde comunidades enteras quedan expuestas a la nada, al engaño de un Estado que no cumple, a la desesperanza absoluta.
Conclusiones;
Retomemos de nuevo la teoría de la perversión para tratar de entender estos fenómenos que nos comprometen a todos de alguna manera. Para Freud, según la interpretación de Miller (2001), la perversión es “natural” o sea, que la perversión es primaria, que la perversión es más primitiva que la norma. La norma es secundaria en cuanto a su fundación en el desarrollo de la organización psíquica, y es a su vez, eventualmente cultural. (18)
La introducción de un normalizador de la ley, para Freud, se ve explícitamente cuando se logra la síntesis de las pulsiones, y esto se logra mediante el tener una organización psíquica genital, o mejor, una sexualidad adulta; en otras palabras, en donde su relación con el objeto no es parcial, sino total, por lo tanto atravesada por el amor, con su esencial consideración por el otro, y su capacidad de colocarse en el lugar del otro, pensar por cuenta propia y ser consecuentes (principios Kantianos). Solo así ocurre la supresión cultural de los instintos, el deseo se puede reprimir; se trata entonces de responsabilizarnos del deseo inconsciente que nos habita y de procurar no caer en la dictadura de la pulsión ante la cual la razón parece rendir sus armas.
Una perversión primaria y generalizada es una perversión con una estructura distintiva que muestra una falla de la normalización. O quizás no es tan fácil, y es más complejo aun, aceptar que la normalización es siempre y solamente parcial.
Paz (1994) sentencia que el hombre está condenado a vivir entre ilusiones, llámese religión, moral o ideas filosóficas y políticas, porque ellas de alguna manera lo preservan, así sea exigiéndole sacrificios ante las embestidas alternas de la libido y de sus pulsiones destructivas. Ilusiones que provocan la sublimación, la creación artística y literaria y el trabajo de la ciencia. Todo el conjunto de riquezas espirituales y materiales que nos rodea, cristalización del esfuerzo humano, al fin de cuentas no es sino la expresión de la libido y de su lucha contra la muerte (19).
BIBLIOGRAFIA
- Paz, O. (1994). Un más allá erótico: Sade. Bogotá, Colombia: Tercer mundo editores. P-43
- Paz, O. (1994). Un más allá erótico: Sade. Bogotá, Colombia: Tercer mundo editores. P. 29
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- Sade, M. (2008). Los crímenes del amor. Madrid, España: Valdemar. P.427
- Sade, M. (2016). Filosofía en la alcoba. Bogotá, Colombia: Editorial Solar. P.20
- Sade, M. (1995). Los infortunios de la virtud. Barcelona, España: Edicomunicación. P.15
- Sade, M. (2008). Los crímenes del amor. Madrid, España: Valdemar. P. 79
- Stevenss, A. (2001). Una carta de Sade. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidos. P.63
- Margot, J.P. (1998). La crisis de la modernidad y el chantaje de la ilustración. Cali, Colombia. Escuela de filosofía, Universidad del Valle. P. 21
- Gaviria, C. (2018). La ética del <como si>. Medellin, Colombia : Señal editora, p. 49-62
- Margot, J.P. (1998). La crisis de la modernidad y el chantaje de la ilustración. Cali, Colombia. Escuela de filosofía, Universidad del Valle. P. 16
- Lacan, J. (1983). Kant con Sade. Bogotá, Colombia: Siglo veintiuno editores. P. 340
- Restrepo, L. (2018). Los Divinos. Bogotá, Colombia: Alfaguara, p. 36
- Sade, M. (2016). Filosofía en la alcoba. Bogotá, Colombia: Editorial Solar. P.71
- Sade, M. (1995). Los infortunios de la virtud. Barcelona, España: Edicomunicación. P. 24
- Zizek, E. (2017). El gran retroceso: La tentación populista. Bogotá, Colombia: Editorial Planeta. P. 49-50
- Mason, P. (2017). El gran retroceso: Superar el miedo a la libertad. Bogotá, Colombia: Editorial Planeta. P. 188
- Miller, J-A. (2001). Fundamentos de la perversión. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidos. P. 28
- Paz, O. (1994). Un más allá erótico: Sade. Bogotá, Colombia: Tercer mundo editores. P. 33
Juan Carlos Rojas Fernández, Docente Postgrado de Psiquiatría, Universidad Libre de Cali, Colombia. Médico y Cirujano Uni-Libre Cali, -Psiquiatra U. del Rosario Bogotá, MSc en Literatura Colombiana y Latinoamericana y MSc en Filosofía, de la U. del Valle, Cali Colombia.
Foto tomada de: TV BUAP
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