Las dos delegaciones se alistan para iniciar el diálogo sobre los puntos de la agenda, acordada en Marzo del 2016. La delegación del Gobierno la preside el ex ministro Juan Camilo Restrepo un respetado dirigente político, experto en asuntos agrarios y de hacienda pública, pero sobre todo, un hombre con prestigio bien ganado como serio, estudioso y critico, comprometido con los problemas nacionales y lo acompaña un buen equipo de estudiosos de temas ambientales y minero-enérgeticos, del conflicto interno armado y del propio fenomeno insurgente; la delegación del ELN la encabeza el dirigente Pablo Beltrán, uno de sus más experimentados negociadores -estuvo en la reunión con personas de la sociedad civil en Maguncia en 1998; en las conversaciones con el Gobierno de Andrés Patrana (1998-2002) en Caracas, Ginebra, La Habana; presidió los diálogos de su organización con el Gobierno de Alvaro Uribe (2002-2010) en LaHabana y Caracas- y junto con los demás miembros de su delegación, especialmente el aporte de un veterano líder del ELN como lo es Aureliano Carbonel y los gestores de paz, permiten esperar un serio, pero complejo, proceso de conversaciones.
Aunque el ELN ha hecho contactos y aproximaciones con varios gobiernos -esto ha generado una equivocada idea de que el ELN ha hecho procesos de paz con diversos gobiernos-, realmente no ha tenido nunca un proceso formal de conversaciones con ninguno. Como se diría popularmente, siempre en ‘la puerta del horno se ha quemado el pan’; esta vez parece que por primera vez sí se va a iniciar uno.
Todo indica que hay tres tematicas que son neurálgicas, pero que si se manejan adecuadamente, las cosas pueden avanzar en la Mesa de Conversaciones e irse consolidando las mismas. El tema del tiempo del proceso, el diseño sobre la participación social y el cese del fuego bilateral.
El tema del tiempo: algunos analistas y funcionarios consideran que como ya al actual Gobierno sólo le resta cerca de año y medio hay que hacer una especie de ‘negociación-express’; tremenda equivocación. El proceso con el ELN debe tener su propia temporalidad, que la va marcando la Mesa de Conversaciones y el tiempo que se gaste es el que la dinámica del proceso requiera; estoy seguro que ninguna de las dos delegaciones de paz, del Gobierno y del ELN, van a gastar tiempo innecesario, pero tampoco se puede pretender que se trata de atropellar las cosas por afanes sin sentido. Es más, la mejor garantía de que el proceso tenga continuidad en un próximo gobierno, si no se concluye en el actual como es lo más probable, es que se hayan dado avances serios que muestren que las cosas marchan en la dirección correcta. Creo que esta equivocada exigencia de algunos acerca de la necesidad de unas conversaciones atropelladas con el ELN, se derivan del desconocimiento que se tiene de esta organización insurgente; la miran como una especie de FARC chiquitas, sin entender que el ELN es una organización guerrillera con su propia historia, su estructura de organización y mando, sus presupuestos políticos e ideológicos, sus áreas de influencia política, sus formas de operar -para no entrar en la discusión de la capacidad militar- y que por lo tanto no va a seguir un calco de lo hecho por las FARC en su proceso de conversaciones -aunque lo respetan-, si no que ira construyendo con la delegación del gobierno sus propios acuerdos; otra cosa es que algunos de los acuerdos con las FARC podrían ser inspiradores de los acuerdos con el ELN, pero eso lo dirá la dinámica del proceso.
El tema de la participación es y ha sido central para el ELN en su manera de concebir un proceso de terminación del conflicto armado y la construcción de paz. En el pasado reciente esto lo sintetizó en la propuesta de la Convención Nacional, que a estas alturas ya no parece estar en sus prioridades.Y especialmente la participación de los sectores tradicionalmente excluidos de las sociedad. En este aspecto la Mesa de Conversaciones deberá diseñar un sustema de participación de la sociedad, que sin excluir a ningún sector, haga una esepecie de discriminación positiva a favor de los más humildes y excluidos, así como de los mecanismos y precisión de los alcances de esa participación.
El tema del cese bilateral del fuego y de las hostilidades es igualmente central. No sólo porque contribuye a consolidar el clima de no violencia que se ha dado con la tregua con las FARC y en esa medida el proceso puede contar con un clima de mayor favorabilidad de la opinión pública, sino que ayudaría a ir creando un clima de confianza entre las partes y en la sociedad que favorece el desarrollo de las conversaciones. La pregunta es cómo se llegaría al mismo, sabiendo que el ELN es reacio a decisiones unilaterales. Al respecto considero que la decisión tomada por las dos delegaciones, de instalar una ‘Mesa paralela’ para abordar lo que en el punto cinco de la agenda, numeral f., se denomina ‘Dinámicas y acciones humanitarias’, para abordar temas como el de los secuestros, los desaparecidos, los presos políticos y sociales, los asesinatos de líderes sociales, permitiría igualmente que se abordara el de un ‘cese bilateral del fuego y de las hostilidades de carácter transitorio’ y se llegara relativamente rápido a un ‘acuerdo humanitario de vigencia inmediata’, que le dé a las conversaciones un clima de mayor tranquilidad para el desarrollo de los demás puntos de la agenda.
Estoy convencido que los colombianos podemos mirar con optimismo el inicio de la Mesa Pública de conversaciones entre Gobierno y ELN, con la seguridad que el buen tacto de las dos delegaciones, el apoyo de los países garantes -Noruega, Cuba, Chile, Brasil, Ecuador y Venezuela- y la acogida fraterna del gobierno y el pueblo ecuatoriano, permitirán que esta nave tome el rumbo hacia el puerto de los acuerdos de terminar el conflicto armado y así poder llegar a una paz completa.
Alejo Vargas Velásquez: Profesor Titular Universidad Nacional
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