A partir de aquí, el tema que deseo plantear es: ¿cómo encajan estos datos en los análisis y discursos que ha venido desarrollando la oposición “nacional y popular” y la izquierda?
La pregunta es pertinente desde el momento en que, tanto el peronismo de izquierda (alineado con el kirchnerismo), como la izquierda, pusieron en el centro de sus campañas la denuncia del ajuste económico (aumento de las tarifas públicas, caída del salario real; perspectiva de una reforma laboral contra los trabajadores); y el ataque a las libertades democráticas (Santiago Maldonado y la desaparición forzada de personas; Macri = dictadura)
Más concretamente, ¿cómo es posible que millones de trabajadores hayan votado por semejante programa? Decir que se debe a que “el mundo va hacia la derecha” es una tautología. Tampoco convence la excusa “la gente votó engañada”. Millones de votos a Cambiemos (ya son dos años de gobierno), o a gobernadores peronistas identificados con el conservadurismo de derecha, no se pueden explicar por “el engaño”. De manera que la pregunta se mantiene: ¿cómo es posible que gran parte de la población apoye no solo un ajuste favorable al capital, sino también un régimen que aplica una represión propia de una dictadura militar?
Mi respuesta con respecto esta última cuestión es que la mayor parte del electorado no piensa que el actual régimen sea asimilable a una dictadura militar. Esto a pesar de la gravedad que tuvo la represión a los mapuches por Gendarmería y la desaparición de Santiago Maldonado. Lo cual tal vez explique por qué el tema de las libertades democráticas no haya estado en el centro de las preocupaciones de las grandes masas (después de todo, lo que ocurre hoy con las libertades democráticas ¿es muy distinto de lo que ha venido sucediendo en los últimos 25 o 30 años?).
Más complicado, sin embargo, es el tema de la respuesta al ajuste y a las medidas que están impulsando los empresarios y el gobierno. Tengamos presente que en la propaganda electoral de la izquierda el llamado a resistir el ajuste tuvo un rol preponderante (incluso algunos que habían dicho que el eje sería el reparto de las horas de trabajo hasta acabar con la desocupación, terminaron relegando esta demanda para centrarse en el llamado a parar el ajuste). Sin embargo, la inmensa mayoría de los votos siguió yendo a partidos patronales, Cambiemos en primer lugar. ¿Por qué?
Una respuesta posible es que el llamado a combatir el ajuste se queda corto frente al argumento que se esgrime desde el poder. Este mensaje es: si no aceptan el programa de Cambiemos (o algo similar), no habrá inversiones, y por lo tanto, tampoco trabajo y crecimiento económico. Por ejemplo, se dice que “si no aumentan las tarifas, las empresas no tienen rentabilidad, y si no tienen rentabilidad no invierten en la producción de gas, electricidad y otros servicios”. O también, “si no se flexibiliza el trabajo, los capitales van a invertir en Brasil, no en Argentina”. ¿Cómo se responde a esto? Es que muchos trabajadores pueden estar en contra del ajuste, pero no ver salida a la encerrona que les plantean el gobierno y los empresarios. Y si no se ve salida, puede haber resignación y quietismo; y más voto a los partidos del sistema.
La raíz del chantaje de las inversiones está, naturalmente, en el poder que otorga al capital la propiedad privada de los medios de producción. Hay que ser consciente de que ese poder no se supera con remiendos al modo de producción capitalista (o a su Estado). De ahí la necesidad de oponer una crítica que vaya a los fundamentos mismos del sistema económico.
ROLANDO ASTARITA: Profesor de economía de la Universidad de Buenos Aires.
Fuente: https://rolandoastarita.blog/, 26 de octubre 2017
Deja un comentario