Parece una paradoja, pero el premio Nobel de Economía de este año fue concedido en esta semana a Claudia Goldin, profesora de la Universidad de Harvard, la tercera mujer en recibir este galardón (se ha adjudicado a 93 personas), pero la primera en obtenerlo de manera única, ya que las profesoras Duflo y Ostrom lo debieron compartir con otros profesores. Las investigaciones Goldin tienen dos méritos, en estos tiempos de tanta velocidad, de datos ligeros y exclusión de la mujeres en los mercados de trabajo: la primera es que sus investigaciones han permitido comprender las diferencias entre los mercados laborales de hombres y mujeres, dejando en evidencia las brechas existentes en contra de las mujeres; la segunda es que con investigaciones históricas de dos siglos atrás, se ha posibilitado demostrar esas brechas, identificar los períodos de mayor precariedad y las problemáticas socioeconómicas y culturales que se derivan de este comportamiento patriarcal de los mercados de trabajo.
Goldin muestra como en tiempos neoliberales, las brechas que se habían reducido volvieron desde la década de 1980 a los mismos niveles de 1940. Las mujeres, aun con mayor educación, han tenido que seguir soportando el cuidado de las familias, aspecto que las ha puesto en desventaja frente a los hombres que si pueden realizar extensión de las jornadas o dedicarse a otras labores que cualifiquen sus condiciones laborales.
Volviendo a los temas de las conmemoraciones, El cuidado pasa por la alimentación y esto es un tema “fundamentalmente de mujeres”, aunque hay que decir de entrada y de manera enfática que esto ha sido una apuesta funcional del sistema; cualquier política pública sensata debería partir de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres incluso para temas familiares y del cuidado, tal y como lo plantea Goldin.
Las labores del hogar, el cuidado de los y las otras, la preparación de alimentos, e incluso el abandono total al mercado de trabajo cuando hay personas que requieren una especial protección, han tenido en las mujeres su soporte fundamental, de hecho, estos trabajos se vuelven en aportes a la familia, en trabajos necesarios para la reproducción pero que no son remunerados, se calcula que, si lo fueran, el aporte a la economía colombiana calculado para el año 2021 a través de Cuenta Satélite de Economía del Cuidado (CSEC) fue del 39.1% del PIB: de acuerdo con el DANE en 2021, el valor de la producción del Trabajo Doméstico y de Cuidado no Remunerado (TDCNR) en Colombia fue de 462.295 miles de millones de pesos, a precios corrientes, cuando el PIB total fue de 1.119.586 miles de millones de pesos; solo sería superada por la industria manufacturera.
Ahora bien, en la ruralidad colombiana, con cifras del DANE, se reconoce como campesina el 83.1% de la población. En las cabeceras (ciudades grandes e intermedias, se auto reconoce como campesina el 14.2% de la población, esto suma 9.6 millones de personas en la primera y 5.5 millones en la segunda para un total de 15.1 millones que se identifican como campesinos y campesinas. Esto quiere decir que las mujeres que se auto reconocen como campesinas en este país pueden estar por el orden de 7.5 millones. De esta manera, se estima que cerca de un tercio (el 28.9%) de las mujeres de este país son campesinas.
Si bien esto personalmente me produce alegría, en especial porque escucho a diario y de manera ligera, que los campos se están quedando solos y cuando se ha tratado por doquier de invisibilizar a la población campesina e incluso a despreciar lo rural como lo atrasado y lo necesario de trascender. La mejor manera de invisibilizar a los y las campesinas es generar una narrativa de que no existen. Hay que insistir y poner de manifiesto no solo las brechas que concurren entre hombres y mujeres, sino también entre mujeres rurales y urbanas, entre campesinas, afros, indígenas y mujeres mestizas y blancas, unas situaciones que parecen aun de la edad media.
La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del Dane para el 2021 muestra como las mujeres rurales (centro poblados y rurales dispersos) participan del trabajo remunerado en un 29% y en el trabajo no remunerado en 93%, mientras que los hombres participan con el 63.6% y el 56.5% respectivamente. Las mujeres de las cabeceras lo hacen con el 30.2% y 89.6%.
Las mujeres rurales le dedican en promedio 5:28 horas al día al trabajo remunerado y trabajan en actividades no remuneradas 8:33 horas. En las cabeceras las mujeres dedican 8:09 horas el trabajo remunerado y al no remunerado 7:31 horas. Son las dobles jornadas en donde las mujeres campesinas llevan la peor parte al tener menos ingresos disponibles, sin que la situación de las mujeres urbanas es menos complicada. Aunque haya algunas diferencias mínimas por regiones la situación no presenta una dispersión significativa frente al promedio nacional.
A estas inequidades y características de los mercados laborales y por lo tanto de ingresos, hay que sumarle las condiciones de pobreza energética: de acuerdo con la Encuesta de Calidad de Vida (2021), 1.5 millones de hogares de las zonas rurales aun cocinan con leña, esto es aproximadamente 5.4 millones de personas, con el agravante que son las mujeres, por lo general, las que desempeñan el oficio de cocinar, por lo tanto son las que están expuestas a problemas respiratorios, aparte de los riesgos de incendio, problemas ambientales, material particulado en casa afectando a niñas y niños, pero también a hombres, entre otros riesgos posibles.
Las mujeres en este país han hecho y se han enfrentado a las guerras. Han sido las víctimas mayores al ser incluso trofeos de guerra, soportando violaciones, ver morir a sus seres amados, sin propiedad o quedar mutiladas. Pero también se han quedado en casa mientras los señores han debido marcharse a la guerra, así, 1.2 millones de hogares rurales (31.6%) están encabezados por mujeres, lo que acrecienta la probabilidad de la pobreza.
El analfabetismo de las niñas, jóvenes y mujeres rurales es del 10.4%, cuando en las ciudades es del 4.1%. Las mujeres se deben retirar de sus estudios por dedicarse al cuidado del hogar (23.7%), por falta de recursos (19.8%) o embarazo (9.6%), entre los factores de mayor relevancia.
Y la lista de inequidades podría continuar. No hay derecho, para que, como lo demostró la premio nobel, los mercados laborales, las condiciones de vida de las mujeres sean similares a las de un siglo atrás. Así que bueno es octubre para hacer pedagogías no solo por los derechos de las mujeres rurales y campesinas, sino por visibilizar las difíciles situaciones que enfrentan todas las mujeres, todas independiente del lugar e incluso del estrato social que tengan.
Estas luchas no pueden ser solo de las mujeres, también deben ser de los hombres, de las políticas públicas. Se trata de pedagogías que contemplen a todos los sectores de la sociedad, incluso a las mujeres mismas, a aquellas que no han podido comprender la magnitud de su propia situación. Una sociedad más igualitaria, de mayor equidad y justicia debe soportarse en la eliminación de cualquier forma socioeconómica y política que conduzca al sometimiento de las mujeres.
Jaime Alberto Rendón Acevedo
Foto tomada de: Radio Nacional de Colombia
Ignacio Oñoro Jiménez says
Muy explicativo el escrito de Jaime Alberto Rendon Acevedo, sobre los problemas de las mujeres y sus derechos. Me hizo recordar un programa que para mujeres rurales, elaboré y ejecuté en la Gobernación de Bolivar, con el apoyo entusiasta del Gobernador de Bolivar Carlos Mendivil Ciodaro, fue tan exitoso que tuvo el apoyo del Ministerio de Agricultura y de UNICEF. Se logró crear y apoyar a Organizaciones donde participaban mujeres rurales. Impulsar su economia, en especial las que participaban en Mercados Campesinos.en Cartagena, provenientes especialmente de María La Baja. . Al. Gobernador siguiente quizas un gran “machista” y a su Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, tampoco le gustaban las mujeres rurales. Con ello desapareció el Programa Mujer Rural de la Gobernación de Bolívar. . Ahora que se está en campaña electoral, en la. que se disputa la Gobernación de Bolívar, sería importante someter a escrutinio público, programas y proyectos resles para las mujeres rurales del. Departamento de Bolivar y del País, para sacar de la ingominia machista a las mujeres de Bolívar y Colombia.
Maribel says
Siempre pertinentes y bien sustentados los escritos de este gran profesional!