• Desde el sur
  • Sur global
  • El sur posible
  • Archivo Revista Sur
  • Video
  • ESPECIAL SOBRE BOGOTÁ
  • SUR COOPERANDO

Corporación Latinoamericana Sur

  • INICIO
  • NOSOTROS
    • Quienes somos
    • Qué hacemos
    • Nuestro Equipo
  • TEMÁTICAS
    • Participación y cultura política
    • Paz, Desarrollo Social y Postconflicto
    • Jovenes
    • Victimas
    • Salud
    • Derechos humanos
    • Democracia y ciudadania
    • Ciudades Equitativas – Territorios Equitativos
  • Publicaciones
  • Contáctenos

Un pasado mediocre empacado en un presente revanchista

10 noviembre, 2025 By Ricardo Garcia Duarte Leave a Comment

PDF
Imprimir
La imagen de Álvaro Uribe y Cesar Gaviria, con esas sonrisas de circunstancia –apenas un gesto sin alma- anunciando con un gritito de batalla, su alianza forzada contra el petrismo, parecía rescatada de un álbum de familia disfuncional, con sus fotografías castigadas por el hongo despiadado de la desmemoria y la inconsciencia.

El bastón cansino del uno y las arrugas como pliegues invasivos en el otro, no eran desde luego una señal de sabiduría; eran más bien una metáfora de roñosa venganza, de valetudinaria desvergüenza: reacción tardía de un orden descocido, pleno de inconsistencias; desigual e injusto; con una república saturada además por dominios y señoríos clientelistas. Que sin embargo viene a reclamar engañosamente los méritos ilusorios de su pasado, como justificación aparente de una restauración, huérfana por cierto de cualquier sentido histórico.

¿La reafirmación del viejo orden?

Es el asalto de un restauracionismo pomposo, que recupera la faceta más conservadora del espíritu frentenacionalista, no tanto para resucitar un “buen gobierno” que no existió nunca en buena ley, cuanto más bien para asegurar el mundo de los privilegios tranquilos; proceso de restauración que se acompañará de un pragmatismo pretensioso, el de una alianza derechista, dispuesta a reclutar además al centro del espectro ideológico para una táctica meramente reactiva, la de evitar que el petrismo o cualquier otra alternativa izquierdista tenga acceso al poder, aunque para este fin tenga que hacer desaparecer esta alternativa y su cultura; tanto mejor, si  logra “destriparla”, diría uno de los precandidatos con los que contaría esa coalición, el “fantoche”, como lo caracteriza despiadadamente la muy seria poeta Piedad Bonnet. En suma, una idea lanzada para congregar al partidismo tradicional redivivo.

Lo que se pretende restaurar

Uribe Vélez representa la negación de una solución negociada del conflicto armado; este último, una de las tragedias constantes y desgarradoramente fatigosas del país, con su cortejo de violencias instrumentales, no congénitas por supuesto.

Cesar Gaviria, por su lado, significa la persistencia secular -ambición inmemorial- de un liberalismo tradicionalista, vertebrado en torno de fami-empresas clientelares, listas a transarse con el primer conservador que aparezca; con el más rancio o el más moderno; eso sí, siempre que coquetee con la indecencia política.

Insistir en la oposición a la paz negociada y, por otra parte, perseverar en el aliento propiciatorio de la partidocracia clientelista (lecho confortable para la corrupción) son ellas dos factores que, amalgamados con impudicia, constituyen una corriente contra la historia, si por razón histórica entendemos el sentido racional y progresista que entrañan eventos como la paz con la guerrilla de las FARC en 2016 o como la Constitución del 91 y sus conjuros contra el clientelismo, el de los auxilios parlamentario; y contra el bipartidismo, sistema de amarre, que protegía los vicios y  los atajos; así mismo, los favores intercambiables, fronterizos con la corrupción.

Estos prohombres disimulan su postura común con motivaciones legítimas como el combate a la pobreza. La verdad es que se trata de un maridaje deleznable que integra una ideología anti-paz y un clientelismo partidocrático, lo que encierra una involución; en cierta forma una salida reaccionaria. En el fondo, puede estar implicando una suerte de obturación contra un fenómeno social que no se puede ocultar: la emergencia de franjas urbanas independientes y de pobladores rurales de la periferia, ilusionadas todas ellas con encontrar su rango en la marcha de ese progreso, que por lo pronto ha tropezado con escollos insalvables y con abandonos desesperanzadores; cuyo ejemplo más evocado y citado es la siempre fallida reforma agraria.

Es una reacción de las élites tradicionales que, claro, aprovecha los yerros en los que el propio gobierno del cambio ha incurrido, con su “paz total”, con sus prácticas políticas nada innovadoras, con sus discursos de estigmatización y con la incompletud de sus reformas, esfuerzo desprovisto de eficaces consensos.

Un cierto pragmatismo perverso y la estrategia del arrasamiento

Naturalmente, el asunto no se agota en los ánimos de involución o en las culturas del retroceso; es además un problema de estratagemas para derrotar sin atenuantes al adversario que incomoda, a aquél que perturba la vigencia de un status-quo modoso y rutinario, pero excluyente; el fin pareciera ser el de cancelar indefinidamente a la izquierda, aislándola y marginalizando su existencia, tal como sucedía antes, para impedir de ese modo que vuelva a ser gobierno.

Uribe y Gaviria -los dos expresidentes del cambio en reversa- convocan a una coalición en la que deben caber “desde Abelardo hasta Fajardo”, según lo dijera el primero de ellos, soltando ese deseo, como si nada, con su mansedumbre incierta de político campechano, sin dejar de ser un influencer feroz, típico de la guerra fría que ve “comunistas” por doquier; capaz de desdoblarse en un gran propietario rural, amigo de semovientes dulces y al mismo tiempo chalán de corceles paisas.

Ocurre sin embargo que erradicar a la izquierda no es un emprendimiento realista: no lo es por el hecho inobjetable que saltó a la superficie con los resultados de la Consulta el 26 de octubre. Estamos ante un proyecto político que conserva la fuerza para pelear por el control del gobierno o, en su defecto, para convertirse en una oposición influyente, opción imprescindible para darle vida a la alternancia, asignatura indispensable del juego democrático.

No debemos olvidar por otra parte que no existe por ningún lado un partido con vocación hegemónica, en condiciones de imponer su autoridad, el mismo que haga orbitar en torno suyo a la mar de candidatos surgidos en medio de la fragmentación política. Ahora bien, recordemos que está en funcionamiento el sistema de la doble vuelta, el mismo que en su primera etapa favorece la dispersión en materia de candidaturas, es el efecto centrífugo. Por el contrario, en su segunda fase es un sistema que induce restrictivamente la concentración de los votos, distribuidos solo entre los dos ganadores en primera instancia, de acuerdo con el escrutinio de mayo; es el efecto centrípeto.

En la primera vuelta llega sin falta la tentación de probarse en la arena electoral; cada quien lo hace para afirmar su identidad y para explayar su presencia o por simple cálculo electoral; además, sin muchos controles partidistas. De todas maneras, es una apuesta que puede ofrecerle al competidor el tiquete para la segunda vuelta, un albur por el que los más opcionados se pueden jugar las suertes.

En el campo de la derecha, liderado ahora por los dos patriarcas tradicionalistas, hermanados y otrora enconados rivales, es plausible la hipótesis de que Abelardo de la Espriella y Germán Vargas Lleras  (sin lanzarse aún) se perfilen antes de las parlamentarias de marzo, como los dos competidores en punta; solo que ninguno de ellos pertenece al Partido Liberal, tampoco al Centro Democrático, circunstancia que pondrá a prueba la capacidad de mando de Uribe y Gaviria, ambos sin posibilidades de tener candidato propio. Es una circunstancia por la cual, tanto Abelardo como Vargas Lleras, estarían atrapados en la dinámica de lanzarse cada uno por su propia cuenta y riesgo, sin que nadie esté en condiciones de endilgarle el pecado de la división, dado que el electorado más conservador y derechista debería reagruparse en la vuelta definitiva, para enfrentar a la izquierda.

Solo que concurre otra circunstancia: por distintas razones -políticas, ideológicas o personales- cualquiera de esas dos figuras, unidas o separadas, ofrece debilidades; uno de los dos personajes es muy extremista, el otro tiene dificultades para sintonizarse con la opinión pública, según él mismo lo ha reconocido a la vista de los resultados electorales precedentes. Son unas desventajas que pueden favorecer el desplazamiento de un electorado caudaloso, el más moderado y centrista, el más indeciso y fluctuante, hacia el candidato de enfrente, sea éste de izquierda o del propio centro, un Cepeda o un Fajardo, doble perspectiva, cuya evolución es aún incierta y cuya correlación de fuerzas tiene aún que decantarse, en momentos en los cuales, más de la mitad del electorado no decide todavía sus preferencias.

Ricardo García Duarte

Foto tomada de: El País Cali

FacebookTweetLikeShareLinkedInEmail

Filed Under: Revista Sur, RS Desde el sur

Deja un comentario Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Sur Global

El Petróleo de Venezuela y la Política Mafiosa de EU

10 noviembre, 2025 By Jeffrey D. Sachs & Sybil Fares Leave a Comment

Por qué la Concentración de Riqueza Agrava la Crisis Climática

10 noviembre, 2025 By Alberto Mesas Leave a Comment

Pánico en Londres y Wall Street: China abandona el PIB como métrica de la economía mientras Rusia rompe con la disuasión militar clásica

10 noviembre, 2025 By José Luis Preciado Leave a Comment

El Sur posible

Ideas verdes

3 abril, 2019 By Carolina Corcho 2 Comments

Suscribirse a la Revista Sur

VIDEO RECOMENDADO

Fue archivado el proyecto de Ley 010 de Reforma a la Salud

https://www.sur.org.co/wp-content/uploads/2021/05/VID-20210519-WA0024.mp4

Dra. Carolina Corcho Mejía, Presidenta Corporación Latinoamericana Sur, Vicepresidenta Federación Médica Colombiana

TEMÁTICAS

  • Participación y cultura política
  • Paz, Desarrollo Social y Postconflicto
  • Jovenes
  • Victimas
  • Salud
  • Derechos humanos
  • Democracia y ciudadania
  • Ciudades Equitativas – Territorios Equitativos
  • Publicaciones

Ultimos articulos

  • El camino culebrero del Frente Amplio y el Partido Unitario
  • El tortuoso trámite de la reforma a la salud
  • Un pasado mediocre empacado en un presente revanchista
  • El informe de la ADRES: Medicamentos bajo la lupa
  • Colombia, China y el cambio climático

Etiquetas

Acuerdo Agro Amnistia Brasil Cambio Climatico Campo Catalunya Ciencia y Tecnología Conflicto Colombia Corrupción crisis capitalismo Democracia Derechos Humanos Economía Ecuador Educación Elecciones Colombia ELN España Fast Track Iglesia Justicia Justicia de paz Medio ambiente Mineria Negociación Neoliberalismo Papa Participación Paz PND Pobreza Politica Politica EEUU protesta social reforma Reforma tributaria religión Renegociación revolucion salud Terrorismo Trump Venezuela Victimas

Apoyo SUR

Buscar

Director: Pedro Santana

 

 

 

Copyright © 2025 Todos los derechos reservados - Corporación Latinoamericana Sur ·