Hay otra definición de este último año en política: por todo el país hay comunidades que se han organizado para lograr algo diferente, algo nuevo, algo mejor. Los sindicatos y las asociaciones de inquilinos están luchando contra las empresas, los empresarios y los propietarios sin escrúpulos que se benefician de la crisis del coste de la vida. Quienes defienden los derechos de las personas con discapacidad se están movilizando por miles para resistir los crueles recortes en las prestaciones sociales, los activistas antirracistas se oponen al ataque del primer ministro a los inmigrantes y los activistas por el clima están poniendo de relieve la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad. El movimiento por Palestina sigue saliendo a la calle en cifras sin precedentes para manifestarse contra el apoyo del Gobierno al ataque de Israel contra Gaza.
Estos movimientos están unidos por una convicción similar: nuestro sistema político está averiado. A lo largo de los últimos cuarenta años en el Parlamento, he sido testigo de primera mano de las razones por las que esto es así. La política debería centrarse en el empoderamiento. Por el contrario. se excluye a las personas de las decisiones que afectan a su vida cotidiana. Durante un tiempo ya excesivo, los partidos políticos jerárquicos han tratado con condescendencia a sus miembros y han desempoderado a aquellas comunidades a las que dicen representar. Cuando los partidos políticos altamente centralizados no rinden cuentas a nadie más que a sí mismos, el resultado son medidas políticas que nadie ha pedido. Se logra la privatización de nuestros servicios públicos. Se consigue austeridad. Se consigue que haya 4,5 millones de niños que viven en la pobreza en el sexto país más rico del mundo.
Durante demasiado tiempo, se le ha negado a la gente una verdadera opción política. Ya no más. El jueves pasado anunciamos que estábamos creando un nuevo tipo de partido político, uno que os pertenece a vosotros. En solo tres días, más de 500 000 personas se inscribieron en yourparty.uk para ayudar a construir una alternativa real a la pobreza, la desigualdad y la guerra. No se trataba solo de un rechazo del establishment. Es un grito de guerra a favor de una nueva forma de hacer política, abierta, inclusiva y democrática.
Solo un partido verdaderamente democrático puede proporcionar el espacio necesario para las políticas que se requieren para transformar la sociedad. En todo el país hay un gran interés por un reinicio económico. Un reinicio que convierta el agua, la energía, el ferrocarril y el correo en propiedad pública, que invierta en el bienestar, no en la guerra, que ponga fin a la complicidad de este gobierno en el genocidio y le haga justicia al pueblo palestino, que haga que los más ricos de la sociedad paguen un poco más en impuestos para garantizar que todos puedan vivir con dignidad.
Es una visión política esta que puede inspirar esperanza, no miedo. Los grandes divisores quieren que pensemos que los migrantes y las minorías son los responsables de los problemas de nuestra sociedad. No lo son. Esos problemas los causa un sistema económico amañado que protege los intereses de los multimillonarios y las corporaciones. Al convertir a los migrantes y las minorías en chivos expiatorios de sus propios fracasos internos, el Partido Laborista le ha allanado el camino a Reform UK [el partido de Nigel Farage]. Este gobierno laborista está aquí para apaciguar a Reform. Y nosotros estamos aquí para derrotar a Reform. Nos encontramos en una encrucijada crítica y necesitamos una alternativa ya mismo.
Uno de los mayores errores que podemos cometer es pensar que debemos elegir entre el parlamento y nuestras comunidades como campos de batalla en favor del cambio. Queremos construir poder por doquier. Así es como se transforma un momento en un movimiento que crece para las generaciones venideras. Así es como podemos enfrentarnos al establishment, dentro y fuera del parlamento, a fin de conseguir una sociedad mejor para todos.
Y por eso es necesario un partido democrático: para poner en conexión las campañas de toda la sociedad y ayudar a las personas a ganar poder en sus localidades, lugares de trabajo y barrios. Tal como he dicho, el año pasado no ha sido sólo el del fracaso del Partido Laborista. Ha sido el de la extraordinaria respuesta de los sindicatos, las asociaciones de inquilinos, los defensores de los derechos de las personas con discapacidad, los activistas antirracistas, los activistas climáticos y un movimiento global por la paz. Estos grupos pueden lograr sólo algunas cosas por sí mismos. Pensemos en lo que podríamos lograr juntos.
The Guardian, 29 de julio de 2025
Jeremy Corbyn: Se le ha negado a la gente una alternativa. Entrevista
En las últimas semanas, el inesperado anuncio de creación de un nuevo partido a la izquierda del Partido Laborista hecho por la exdiputada laborista Zarah Sultana lo han recibido con entusiasmo millones de personas en toda Gran Bretaña, desesperadas por dar su apoyo a una fuerza política que se oponga al sostenimiento del genocidio y la austeridad por parte de Keir Starmer.
En el momento de escribir este artículo, más de 650 000 personas se han inscrito ya para convertirse en miembros del partido. Y más allá de la opinión de los medios de comunicación, poco perspicaces según su costumbre, el anuncio ha suscitado a su vez un florecimiento de debates entre la izquierda británica, muy consciente de su ausencia forzada del debate político de la corriente dominante desde 2022.
La semana pasada, el editor asociado de Tribune, Marcus Barnett, se reunió con el exlíder laborista Jeremy Corbyn, figura clave en el desarrollo del «nuevo partido», para debatir algunas de las diversas actitudes que se están perfilando, desde arrebatarle la iniciativa a Reform UK en la privación masiva de derechos hasta cuestiones sobre la amplitud que puede tener una «gran carpa» [una formación política de amplio espectro], la organización comunitaria, la cuestión de los Verdes y si es posible evitar los errores del pasado en lo que respecta a los desafíos electorales de la izquierda al Partido Laborista.
El lanzamiento de un posible partido de izquierda nuevo ha hecho que miles de personas reaviven sus esperanzas de hacer de su país y su mundo un lugar mejor. ¿Qué le parecen las inscripciones en cuanto a la magnitud del desapoderamiento político?
No se apuntan 650 000 personas a un nuevo proyecto sin motivo. Se apuntan porque están hartas. Están hartas de empobrecerse mientras los ricos se enriquecen. Están hartas de que les suban las facturas del agua a cambio de tuberías rotas y aguas residuales en nuestros mares. Están hartas de plantear demandas básicas —como garantizar que las personas con discapacidad tengan el apoyo suficiente para vivir con dignidad— y que se las ignore. Están hartas de que se les excluya de las decisiones que afectan a su vida cotidiana.
Fíjese en los problemas a los que se enfrenta la sociedad actual: los bancos de alimentos son una parte importante de la vida de miles de personas. Los inquilinos de pisos del sector privado gastan más de la mitad de su salario neto. Hay niveles enormes de estrés en personas de todas las edades. Cuando un gobierno llega al poder prometiendo que las cosas cambiarán y luego no cambia nada, algo tiene que ceder. Esta energía ha estado reprimida durante un tiempo, dado que ninguno de estos problemas es nuevo. Los sucesivos gobiernos se han negado a hacer nada al respecto. Y eso va a tener consecuencias: están cosechando lo que han sembrado.
Anunciar la página digital del partido fue como ver romperse una presa. Las personas a las que se les había negado una alternativa real tenían de repente algo a lo que sumarse. Tenían un motivo para albergar esperanza. Hemos establecido una visión política bastante básica, basada en los principios fundamentales de igualdad y paz. Hemos incluido la propiedad pública, los impuestos sobre el patrimonio, la inversión en viviendas sociales y el apoyo a Palestina. No necesitábamos presentar una visión más detallada, no sólo porque, entre otras cosas, eso lo decidirán los miembros, sino porque la gente podía ver la clase de rumbo por el que abogábamos. Y se trata de un rumbo que se les había negado durante tanto tiempo, que busca redistribuir la riqueza y el poder.
¿Tienes ya alguna idea del tipo de personas que se han inscrito?
Como era de esperar, hemos tenido un gran número de inscripciones en grandes ciudades como Londres, Liverpool, Manchester y Newcastle. Sin embargo, lo que me ha sorprendido es lo repartido y equilibrado que ha sido el apoyo en todas las regiones y naciones. El apoyo es más fuerte se registra en Londres, el noroeste y Yorkshire y Humber, pero también se extiende por todas partes, hasta las Hébridas Exteriores incluso.
Esto demuestra que los problemas a los que nos enfrentamos son fundamentales y afectan a personas de todo el país: pobreza, bajada de salarios, estrés, deterioro de los servicios públicos, creciente aislamiento social.
La mayoría de las personas que se me acercan para decirme que se han inscrito llevaban claramente un tiempo a la espera. Se les nota emocionados, casi inquietos. Pero, sobre todo, se les nota esperanzados. También se me han acercado personas que nunca antes se habían implicado en política. Ha sido una reacción similar a la que experimenté durante nuestra campaña electoral del año pasado. Estamos construyendo un nuevo tipo de partido político que va a dar cabida a personas a las que nuestro obsoleto sistema bipartidista ha negado la posibilidad de expresarse.
“Inquietos” sin duda, puesto que, desde tu expulsión del Partido Laborista, los llamamientos en pro de una nueva formación política liderada por ti y tus principios han sido llamativos de modo constante. El anuncio parece el final de un proceso muy largo que comenzó con los ataques de la derecha laborista contra ti hace casi cinco años. ¿Cómo se ha llegado a todo esto?
A lo largo de los años, muchos buenos compañeros se han acercado a mí para sugerirme que es necesario que haya una nueva voz política en este país.
Después de suspenderme como miembro del Partido Laborista Parlamentario, continué siendo miembro del Partido Laborista y diputado sin cargo, con el apoyo de muchos compañeros locales que querían hacer valer sus derechos democráticos como miembros locales del Partido Laborista. Keir Starmer me prohibió por último presentarme como candidato laborista, lo que supuso un vergonzoso ataque a la democracia local; mi opinión es que era el pueblo quién debía decidir. Por eso me presenté como candidato independiente.
Ganar unas elecciones como independiente, antes de fundar un partido, creo que demostrará ser algo históricamente significativo. Tuve la impresión de que ganar en Islington Norte era importante, no solo para nuestra comunidad, sino también para otras personas más allá de sus límites. Fundar un nuevo partido de antemano, con poco tiempo relativamente de antelación, habría significado probablemente viajar por todo el país, lo que habría supuesto un coste significativo para nuestra campaña a nivel local.
Durante la campaña electoral fue cuando se hizo más evidente por qué, en un futuro próximo, iba a hacerse necesaria una nueva voz. Me sorprendió el número de personas de todo el país a las que no conocía, muchas de las cuales no se habían implicado nunca en política, que de repente querían formar parte de nuestra campaña. Para mí, eso era indicativo del nivel de apoyo que existe a una alternativa política real.
Desde las elecciones, los llamamientos a favor de un nuevo partido político se han hecho más fuertes y generalizados. He mantenido muchas conversaciones con mucha gente y cada vez está más claro por qué un nuevo partido no sólo es posible, sino fundamentalmente necesario.
Seamos claros: el Partido Laborista ha fracasado por completo en su intento de llevar a cabo el cambio que prometió, ya sea por su negativa a eliminar el límite de dos hijos para recibir prestaciones, la supresión de las prestaciones por discapacidad, la traición a las mujeres WASPI [Mujeres contra la Desigualdad en la Pensión Estatal], los recortes en las ayudas para la calefacción en invierno o su atroz complicidad en la matanza de palestinos.
Y ahora mismo nos enfrentamos a una situación en la que el Partido Laborista le está allanando el camino a un gobierno de Reform UK. Nos encontramos en un momento crucial de la política británica, y por eso hemos decidido crear un nuevo partido político. Si queremos vivir en una sociedad igualitaria, inclusiva y pacífica, y no en una sociedad marcada por la desigualdad, la división y la guerra, tenemos entonces que defender una alternativa.
Se ha tomado la decisión consciente de construir una estructura completamente nueva. ¿Qué razonamiento hay detrás de esto? ¿Tiene que ver con los problemas que había avizorado usted en un partido vertical jerárquico? ¿Se basa en sus propias experiencias en el Partido Laborista, o incluso en su liderazgo, pongamos por caso?
Durante los últimos 40 años en el Parlamento, he sido testigo de primera mano de las razones por las que nuestro sistema político está completamente descompuesto.
Una de esas razones es la estructura de nuestros partidos políticos. Son jerárquicos, centralizados y burocráticos. Cuando era líder del Partido Laborista, me enfrenté a una enorme oposición a prestar apoyo a las Unidades de Organización Comunitaria (COU), cuya premisa básica consistía era permitir que las comunidades locales se organizaran por sí mismas, dado que conocen los problemas a los que se enfrentan.
Esto genera confianza y el Partido se integra en esas comunidades, lo que se traduce en un mayor éxito electoral. En 2019, obtuvimos más votos en los escaños donde existían las COU. Si no hubiera sido por la obstrucción burocrática que retrasó su introducción, podría haber tenido una repercusión mucho mayor.
Al contemplar el Partido Laborista de hoy en día, parece como si los diputados le tuvieran miedo a las personas a las que se supone que representan, y cuando los partidos están muy centralizados, el resultado son malas medidas políticas y decisiones como la privatización de los servicios públicos, la invasión de Irak o la austeridad.
Por eso hemos intentado hacer algo diferente. La política debe tratar sobre el empoderamiento, y eso es lo que quiero que haga este partido. Un partido abierto, inclusivo, fundamentado en las bases y democrático. Mucha gente de nuestros medios de comunicación ha tenido dificultades para entender la idea de dejar que la gente común le dé forma al futuro de nuestro partido. Para las 650 000 personas que se inscribieron no fue tan difícil de entender.
A finales de año, queremos reunirnos en un congreso inaugural para decidir la dirección de nuestro partido y lo que representa, pero este congreso no surgirá de la nada. Será el resultado de una serie de reuniones deliberativas en todo el país. Más que simples mítines, estas reuniones serán una oportunidad para que las comunidades, los movimientos sociales y los sindicatos se reúnan para debatir las cuestiones clave que afectan al futuro de nuestro partido y de nuestro país. Estoy seguro de que estas reuniones generarán debates acalorados, y eso es bueno. Para eso sirve la democracia.
¿Qué podría significar realmente una organización democrática en este contexto? ¿Cómo se relacionaría el partido con movimientos sociales más amplios, como las organizaciones de vivienda o contra la guerra?
Hace poco [véase el artículo anterior] escribí en un artículo que uno de los mayores errores que puede cometer un partido es pensar que debe elegir entre el Parlamento y otras formas de acción. Necesitamos organizarnos en todas partes: en las localidades, en el Parlamento, en los lugares de trabajo y en nuestras comunidades. Es ese el poder de un partido democrático: puede empoderar a la gente común para que defina sus prioridades, no sólo a las personas que están capacitadas para presionar a los diputados en el Parlamento. Así es como vinculamos las campañas de toda la sociedad.
Si miramos lo sucedido en el último año en política, algunos dirían que se ha caracterizado por el fracaso del Partido Laborista. Yo diría algo ligeramente diferente. Se ha caracterizado por el extraordinario crecimiento de los movimientos: sindicatos, asociaciones de inquilinos, defensores de los derechos de las personas con discapacidad, activistas antirracistas, activistas climáticos y activistas por la paz. Estos grupos solo pueden lograr ciertas cosas por sí mismos; pensemos en lo que podrían lograr juntos, si se les empoderara para hacerlo.
Tomando el pulso a varios sindicatos, muchos delegados y altos funcionarios sindicales —que tradicionalmente estarían muy vinculados a la izquierda laborista o más a la derecha del Partido incluso— están mostrando verdadera curiosidad por el nuevo proyecto.
Yo hablo regularmente con responsables sindicales, con líderes y miembros de los sindicatos. Está sobradamente claro que existe un descontento generalizado por el rumbo que ha tomado este Gobierno. Quiero que nuestro nuevo partido colabore con los sindicatos y los movimientos sociales de todo el país.
Personalmente, estoy muy contento de trabajar con todo tipo de sindicatos.
Quiero asimismo que el partido apoye a los trabajadores que no han podido organizarse, especialmente en la economía de “trabajillos”. A principios de este año celebramos un fantástico Foro Popular en Islington Norte, centrado en esta economía. Se reconoció que las mejoras reales se consiguen cuando los trabajadores actúan como una fuerza unida.
También es importante que no veamos el movimiento sindical como algo separado de otras partes de nuestro movimiento, como el movimiento por la paz. He tenido el placer de conocer a Chris Smalls, de los Estados Unidos, que organiza a los trabajadores de Amazon. Se sumó recientemente a la Flotilla de la Libertad rumbo a Gaza. Es un ejemplo de que no tenemos que elegir entre hacer campaña por los trabajadores y hacer campaña por Palestina. ¡Debemos hacer ambas cosas!
Por hacer una pregunta parecida, ¿cuándo se podría decir que una coalición resulta demasiado amplia? ¿Qué contradicciones ve surgir y cómo se podrían superar?
Yo trabajo bien con mis colegas independientes, sobre todo como una voz unida contra el genocidio en Gaza. Han dado mucha esperanza a las personas que saben que hay diputados en el Parlamento que defienden sin vergüenza al pueblo palestino. No siempre estamos de acuerdo en todo, pero hemos mostrado una clara oposición en una serie de cuestiones: el límite de dos hijos para recibir prestaciones, los recortes en las ayudas para la calefacción en invierno, los recortes en las prestaciones por discapacidad y la venta de armas a Israel.
Creo en el poder de la unidad a través de la democracia. Y sí, este nuevo partido va a generar desacuerdos y divisiones. Debemos ser abiertos y honestos al respecto, y confiar en las instituciones democráticas para resolverlos de manera constructiva y productiva. Necesitamos construir un movimiento que reconozca la diversidad de opiniones, pero que defienda los derechos humanos y la dignidad de todos. Debemos estar unidos contra la opresión y los prejuicios en todas sus formas, y eso es lo que seremos.
Basándonos en las lecciones de todo género ya aprendidas, desde el SLP [Socialist Labour Party, creado en 1996 por el líder sindical Arthur Scargill] hasta Respect [2004-2016, formación fundada por George Galloway, disidente del laborismo de Blair], ¿cuál es su opinión acerca de cómo puede sobrevivir un partido de izquierda a los desastres habituales alimentados por el culto a la personalidad y las guerras sectarias internas?
Quiero que este partido sea abierto, inclusivo y de base. La estructura debe reflejar, de alguna manera, la amplia naturaleza geográfica de nuestro apoyo y empoderar a las comunidades locales para que impulsen el cambio desde abajo. Lo que no quiero son batallas interminables sobre quién forma parte de qué comité nacional.
La manera de mantener unido a un partido consiste en aferrarse a las cuestiones fundamentales y a campañas como la pobreza infantil, los derechos humanos y la paz. Recordemos por qué hacemos esto: para transformar la sociedad mediante la redistribución de la riqueza y el poder. No se trata de nosotros como activistas. Se trata de los millones de personas que merecen una vida mejor. Se trata de los niños que viven en la pobreza. Se trata del pueblo de Palestina. Se trata de ellos, no de nosotros.
¿Y qué opina usted de una alianza con los Verdes?
Este nuevo partido va a ser muy firme en cuestiones medioambientales, basándose en la creencia de que la justicia climática es justicia social. Trabajaremos con los Verdes en lo que podamos, evidentemente en cuestiones medioambientales, pero también, espero, en cuestiones de paz y derechos humanos. Yo estoy siempre abierto a trabajar con personas y grupos afines. La cooperación nos hace a todos más fuertes.
Conozco a muchos miembros de los Verdes, trabajo bien con los diputados verdes en el Parlamento y hemos cooperado siempre que hemos podido. Eso ha ayudado a construir una alianza de oposición contra varias cuestiones, concretamente los recortes en las prestaciones por discapacidad. También he hecho campaña junto a Zack [Polanski, líder de los Verdes] en muchos temas, y hemos aparecido juntos en muchas tribunas en contra de la austeridad.
En este momento, nuestra prioridad tiene que ser detener el ataque de Angela Rayner [viceprimera ministra laborista] a los huertos [parcelas de cultivo al cuidado de particulares que el actual gobierno quiere poner a la venta].
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