Inicialmente, el evento concebido como del PACTO POR LA PAZ URBANA se programó en un parque de la comuna popular de Aranjuez en la zona nororiental de Medellín. Pero, en medio de tanta estridencia anti Petrista de la derecha, en buena hora se tomó la decisión de trasladar el encuentro a la plazoleta de la alpujarra, en el corazón del ejercicio político administrativo del poder local y regional. El sitio fue desbordado por la masiva asistencia de personas de todas las condiciones, edades y lugares. Fue una expresión multicolor y festiva de los miles de pobladores congregados para escuchar al presidente Petro y aplaudir la propuesta de la paz urbana, tema inspirador de la concentración ciudadana. Petro no solo se metió a la plazoleta limítrofe con las oficinas del alcalde, gobernador, diputados y concejales, en su mayoría reacios a reconocer su autoridad de mandatario constitucional, sino que antes de ingresar a la plazoleta, al llegar a Medellín, fue objeto del reconocimiento por parte del ejército y la policía en las inmediaciones del aeropuerto Olaya Herrera, donde quedó claro el roll del presidente como el supremo jefe de las fuerzas armadas y la política de paz como una decisión inclaudicable del gobierno de Colombia, en particular, la paz urbana. Fue el primer mensaje directo de Petro al pisar suelo antioqueño ese 21 de junio.
Luego, antes de subir a la tarima en la plazoleta, Petro conversó y abrazó a un joven que días antes, en las redes sociales, seguramente estimulado por los mensajes de odio que bombardearon a la población desde las oficinas públicas distritales, lanzó amenazas de muerte contra el presidente si se atrevía a visitar esta tierra. Ese abrazo simboliza que la mejor respuesta a la política del odio, es la cercanía de la conversación. Lo mismo ocurrió cuando la multitud, en algún momento del discurso presidencial, empezó a gritar “fuera fico, fuera fico”, ante lo cual Petro tuvo que llamar a la mesura para no replicar la misma intransigencia de quienes, en la plaza Bolívar, se congregaron días antes para gritar “fuera petro, fuera petro”. Simultáneamente, en algún rincón de la tarima, Ferney Ramírez, conocido como Carlos pesebre en el mundo de la delincuencia organizada, hoy vocero de paz de las estructuras, se hincaba ante una de las mujeres buscadoras de desaparecidos, representante de las víctimas, con un mensaje de reconciliación y compromiso con la memoria y la verdad.
La derecha encolerizada, de la cual hacen parte los medios de comunicación ligados a los poderosos grupos económicos, aún se rasga las vestiduras por la presencia en la tarima de algunos voceros de las estructuras armadas ilegales en conversación con el gobierno nacional para propiciar la paz urbana en Medellín y el área metropolitana. El objeto del evento fue ratificar UN PACTO POR LA PAZ URBANA entre el gobierno y las estructuras a través de dichos voceros, de frente a la sociedad civil. Y así ocurrió. Jorge Vallejo, vocero, leyó y dejó por escrito el compromiso de continuar creando las condiciones para allanar el logro de la paz urbana a través del dialogo y la conversación, obligación constitucional del Estado y derecho irrenunciable de la ciudadanía, el mejor camino para desactivar las violencias normalizadas en la sociedad por décadas marcadas por la impotencia e incapacidad de la institucionalidad.
Para Federico Gutiérrez ese no es el camino. La ruta es continuar con las mismas fórmulas de siempre para obtener los mismos resultados: reclamar más policías, más motos, más recompensas, aumentar las penas, en un aspaventoso ejercicio de la autoridad, no exento de bemoles, como quedó demostrado en años recientes y según testimonios públicos de los protagonistas, en su último periodo de gobierno, hubo negociaciones con los ilegales, pero por debajo de la mesa, tras bambalinas, sin autorización del gobierno nacional de entonces. Se acaba de reiterar ante la opinión pública que, en su primer ejercicio como alcalde, su secretario de gobierno, supuestamente sugerido por los ilegales, terminó condenado y en manos de la justicia por confabularse con los criminales para intercambiar favores o positivos para mostrar como gestión. Nadie cree que ello haya sido a espaldas del alcalde. Lo mejor es que no siga escupiendo para arriba
Les duele que, en este gobierno, esas conversaciones se lleven a cabo sin cartas guardadas ni a escondidas, con testigos permanentes como la iglesia y la comunidad internacional a través de la ONU y la MAPP-OEA.
La hipocresía de la derecha y los medios de comunicación a su servicio se destapa ante la foto de Petro parado al lado de los voceros de las estructuras, acostumbrados a relacionarse con personajes de la derecha política ávidos de sus votos. ¿qué temores pueden esconder estos dirigentes políticos que hoy reniegan de sus anteriores aliados, por las verdades que tarde o temprano la paz urbana destapará y sacará a flote, como empezó a aflorar? Esas rasgaduras de vestido no fueron conocidas cuando en el recinto del congreso se congregaron los jefes paramilitares en curso de negociación para la desmovilización con el gobierno Uribe. Fueron recibidos con honores y aplausos. Años antes, el candidato a presidente Andrés Pastrana fue a la selva a reunirse con tirofijo, en junio de 1998, sin estar en un proceso de negociación, foto que le facilitó ganar las elecciones, y luego, como presidente, regresó para reunirse de nuevo con el jefe de las farc y se encontró con la silla vacía. El paramilitar alias Job ingresó al palacio de Nariño en el gobierno Uribe por los sótanos para ser atendido y un exguerrillero de visita al mismo palacio fue enviado por Uribe a dormir en un hotel. El concejo de Medellín tampoco ha estado ausente para reunirse con ilegales en proceso de negociación con el gobierno: la comisión de paz del concejo en 2004, de la cual hacía parte Federico Gutiérrez, se desplazó hasta Sante de Ralito para reunirse con los paras
Lástima que la imagen de la foto de Petro y los voceros de las estructuras – los comentaristas sesgados no vieron allí presentes también a las víctimas – haya desplazado la valoración del mensaje del presidente: su disposición para sentarse con los representantes de las consolidadas organizaciones delincuenciales para auscultar posibles beneficios jurídicos, a cambio del cese definitivo de las violencias, los homicidios, los desplazamientos, las extorsiones… un mensaje de estadista. Y lo más significativo es que, ante todo mundo, los voceros aceptaron el reto.
Jorge Mejía Martínez
Foto tomada de: Agencia de Periodismo Investigativo
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