Las tendencias que marcan las encuestas se mantienen pero, a pesar de que el panorama se despeja poco a poco, todavía nada está escrito toda vez que hasta ahora no se han develado las estrategias y las tácticas de campaña de los candidatos ni queda claro si habrá o no segunda vuelta.
La atención de los analistas se ha centrado en la presencia de los candidatos más opcionados y en sus vínculos políticos pero apenas se ha dado inicio a los debates que darán a conocer a la ciudadanía el grado de conocimiento, carisma y madurez de los contendores, y a medida que estos se den a conocer al electorado puede cambiar de opinión.
Ya es un hecho que ante la incertidumbre jurídica alrededor de la posibilidad de tejer una alianza con Sergio Fajardo, como muchos lo deseaban, Humberto De la Calle dio por descartado cualquier acercamiento político con el aspirante por la Coalición Colombia. Está decisión que descarta la alianza del llamado “centro” en una primera vuelta, llevaría a pensar que la competencia se daría entre el Iván Duque y Gustavo Petro pero los datos disponibles al día de hoy indican que ninguno de los dos llega al 50 por ciento necesario para triunfar en primera vuelta y que serán las alianzas que se hagan para la segunda vuelta las que aseguren el triunfo.
Ante el alto grado de incertidumbre que las encuestas no logran despejar, los extremos han centrado sus esfuerzos en generar un ambiente polarizado que siembra el desconcierto y nutre un clima de temor. Los unos insisten en el manoseado y desvirtuado castrochavismo mientras los otros evocan una posible caza de brujas para saciar la sed de venganza de la derecha más recalcitrante opuesta a los acuerdos con las FARC.
Razón no falta para que el miedo ocupe un nicho en la competencia que se lleva a cabo en una situación en la que se destaca la fragmentación de las identidades colectivas, la pérdida de confianza en las instituciones de la democracia, la escasa legitimidad, el crecimiento de los sentimientos antipartidistas y la volatilidad electoral.
En efecto, mientras el asesinato de líderes sociales sigue siendo una constante, el candidato del Centro Democrático ha sido claro en afirmar que modificará lo acordado con las FARC y que remplazará la Corte Constitucional y la Corte Suprema de Justicia por una sola corporación generando suspicacias en sectores que persisten en juzgar al ex presidente y hoy senador Álvaro Uribe, reafirmando la idea de que su triunfo daría pie a un gobierno de Uribe en cuerpo ajeno. También ha producido resquemor su propuesta de bajar los impuestos y subir los salarios sin decir cómo, excepto que se trata de dar más incentivos tributarios a los posibles inversionistas.
La mayoría de los analistas han interpretado los resultados de las consultas realizadas por el Centro Democrático y la izquierda como un prolegómeno de la elección por la presidencia pero este razonamiento deja varios cabos sueltos. En primer lugar, la votación por los precandidatos no guardó relación con los votos obtenidos por las listas de los partidos que los apoyaron (de hecho, siendo consultas abiertas a la ciudadanía permitió que muchos electores participaran en estas consultas sin tener intención alguna de votar por alguno de estos precandidatos). En segundo lugar, no puede omitirse la alta abstención que puede reducirse dependiendo de la capacidad de los candidatos para atraer parte de esta abstención.
Hechos como los mencionados permiten mantener una hipótesis por algunos desechada por los resultados de la mayoría de las encuestas que se publican periódicamente y que coinciden en presentar a Iván Duque y Gustavo Petro como los polos de los comicios que se avecinan pero dejan de lado factores de índole táctico y estratégico que puede modificar situaciones dadas por ciertas. Dicha hipótesis es el enfrentamiento en segunda vuelta entre los candidatos del Centro Democrático y Cambio Radical. Según la última encuesta del Centro Nacional de Consultoría publicada el 3 de abril, por ejemplo, Duque lidera con 36% de la intención de voto, seguido por Petro con 22% Sergio Fajardo con 17%, Vargas Lleras con 6% y De la Calle con 4%. Sin embargo, según la proyección de Cifras y Conceptos publicada el mismo día, Iván Duque tendría una votación de entre 37,2 y 37,7%, seguido por Vargas Lleras con un mínimo de 18,2% y un máximo de 21,0% y Gustavo Petro con un porcentaje que oscila entre 15,7% y 17,4%.
Consciente de la importancia de las percepciones en los juicios de los electores a la hora de depositar su voto en las urnas, Vargas Lleras y fortalecido por la adhesión del partido de la U a su candidatura, le apuesta a su imagen de hombre experimentado para gobernar a Colombia frente a la impericia de Duque para ejercer el cargo al que se ha postulado y al supuesto populismo y cuestionados resultados como alcalde de Bogotá de Petro.
Quedan todavía siete semanas largas para los comicios de mayo y el camino es culebrero. Todo puede suceder.
RUBÉN SÁNCHEZ DAVID: Profesor Universidad del Rosario
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