La campaña presidencial de Gustavo Petro es la única que tiene una propuesta programática para Colombia, tan es así que alcanza para que candidatos sin propuestas se peguen de esta. Tiene muchas virtudes, empezando por el candidato, pero sobresale la pasión de la militancia, la cual desencadena procesos desbordados de creatividad, de trabajo permanente, y de valor civil ante las amenazas. Si los adversarios pueden copiar las propuestas del Pacto Histórico, se estrellan tratando de sustraerle el entusiasmo al petrismo.
Por eso, así como han atentado contra la superioridad moral del progresismo, otro de sus valiosos activos, ahora pretenden dejar sin aire el ánimo puesto en la campaña. La forma como los medios al mando de consorcios empresariales afines al establecimiento intentaron persuadir, en el cubrimiento de la jornada electoral del 29 de mayo, que las elecciones no las ganó el ganador, sino el segundo, y que seis millones suman más que ocho y medio, se hace intentando desmoralizar a los activistas. Vano esfuerzo: los resultados electorales del domingo muestran no sólo el rechazo al pésimo gobierno de Duque, al uribismo, al proyecto paramilitar, sino también a los medios de comunicación de los “cacaos”.
La dieta, de seguro bien pagada, de una sesión en cada edición de diatriba contra Petro, sostenida durante cuatro años, no rayó el perfil de estadista del candidato popular, sino que arrastró la credibilidad de esos medios, y de los periodistas mercenarios. Al estilo de su patrocinador, Iván Duque con la chequera del gobierno, deliran pensando que en Colombia les creen, y hoy se conciertan para posicionar a un candidato con falsedades, cuando el alcance informativo y formativo de los medios virtuales es miles de veces superior a esa prensa venal. Ojalá alguien les diga que ellos también perdieron, con sus publireportajes para alias Fico, Fajardo, y Rodolfo, mientras que las entrevistas a Gustavo Petro eran sesiones de matoneo; o el debate donde los periodistas y candidatos se amangualaron contra Petro.
Las cuentas son claras: El campo alternativo viene creciendo en cada elección, de 5,78 millones de votos en la consulta de este año se pasa a 8,5 millones de votos; mientras que, si se compara con el proceso de hace cuatro años, Petro saca en la primera vuelta cuatro millones, que hoy son más del doble; hace cuatro años el candidato ganó en nueve departamentos, hoy gana en dieciocho.
Sólo dos departamentos votaron mayoritariamente por el candidato oficial del uribismo, Antioquia y las islas de San Andrés y Providencia, dos eslabones importantes en la cadena de valor de la cocaína, siendo el primer departamento considerado una finca más del patrón Uribe, su retaguardia. Si bien su candidato fue mayoritario, no por eso Petro dejó de crecer: pasó de 238.440 votos en 2018 a 679.422 en 2022, un crecimiento del 290%; mientras que Medellín, la ciudad que El Patrón considera el antejardín de su finca, aun con golpe de estado en la alcaldía y constreñimiento de bandas paramilitares en los barrios periféricos de la ciudad en campaña contra Petro, este sacó 77.397 votos en 2018, y 275.497 en 2022, representando un crecimiento del 360%.
En el Urabá antioqueño, subregión con dominio paramilitar superlativo, donde el mayor sindicato agrario del país, Sintrainagro, de trabajadores bananeros, que fue tomado a sangre y fuego por la extrema derecha desde los años 1990, respalda al candidato uribista, pero las bases se rebelan, y públicamente se lanzan en campaña por el Pacto Histórico, a pesar de las amenazas del paramilitarismo que prohibió votar por Petro. En todos los municipios de Urabá, salvo uno, ganó Gustavo Petro.
En Medellín se realizaron las elecciones sin el alcalde titular, suspendido mediante fallo con tinte de prevaricato por la procuradora de Duque, y con el desacato del usurpador Juan Camilo Restrepo, de las entrañas del parauribismo, así como del ministro del interior, y del mismo presidente Duque, a una decisión del Tribunal superior de Antioquia contra el nombramiento de Restrepo como alcalde encargado. No obstante, el fugaz alcalde fue aplaudido por los jurados que el Sindicato Antioqueño, GEA, tenía en el puesto de votación de su universidad EAFIT. En Medellín se da una curiosa situación, donde dos grupos políticos tienen puesto de votación propio, en sus propias instalaciones y con sus propios jurados: el puesto de la Universidad de Medellín, tradicionalmente de un sector del partido liberal, pero hoy en manos del GEA, y la EAFIT, establecimiento del mismo grupo económico. En estos dos enormes centros de votación se ganan y se pierden elecciones.
Tanto alias Fico como Fajardo fueron marcas exitosas de ese grupo empresarial, por lo cual puede considerarse al GEA como otro de los grandes perdedores de la jornada, aunque mandan con sus recaderos a decir que los perdedores fueron Petro y Daniel Quintero. También en Medellín y Antioquia el uribismo está de regreso al closet, ya es una militancia vergonzante que trata de negar a su máximo jefe, mientras se apresura a subir por la puerta de atrás a la campaña de del ingeniero santandereano. Este tercer cambio de máscara en tres meses es la más desesperada de las jugadas, cuando el partido de la corrupción se suma a una campaña que se dice anticorrupción, precisamente buscando impunidad para sus latrocinios y asesinatos.
Los malquerientes de la izquierda en general, y de Petro en particular se suman a las voces de la extrema derecha que anuncia la redención que Rodolfo hará de su causa de mantener la guerra, robar el país, y depredar la naturaleza. Pero las contradicciones de Hernández son tan prominentes que está perdiendo apoyos, mientras que Gustavo Petro sigue sumando.
Los “cacaos”, sus medios de comunicación, y sus firmas encuestadoras seguirán atacando a Petro, ya revestido de teflón, sin embargo, la mayor amenaza para el candidato progresista viene de su propia campaña: de la falta de organización. Por eso se hace vulnerable a las deslealtades, que las hay y muy graves, y a la ineficiencia operativa en los momentos cruciales. Tales deficiencias en Medellín fueron cubiertas a ultima hora por el equipo de Independientes, pero el ideal no es la improvisación y el remiendo.
El último bastión del uribismo es Antioquia, si se piensa estratégicamente la campaña no sólo ha de ocuparse de llenar plazas, sino de estructurar un equipo de trabajo amplio, pero de confianza. A esta región vendrán a refugiarse y buscarán resurrección los quemados, ¡en hora buena!, Fico y Fajardo. Como en la gesta libertadora la última batalla contra el realismo se libró en Antioquia, y las últimas contiendas contra el mayor enemigo de Colombia serán el próximo 19 de junio, y dentro de un año en las elecciones regionales en este departamento.
José Darío Castrillón Orozco
Foto tomada de: El País Cali
Adriana Hurtado says
Excelente artículo, y la lectura sobre la coyuntura política en Antioquia y en Medellín. Lástima la foto, que nada tiene que ver con el título, puesto que el paso de vencedores debe predicarse es de Gustavo Petro y del Pacto Histórico, y no de sus enemigos! Esperemos que se trate de un problema de compresión de lo que se quiere comunicar, y no de otra cosa.