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Oposición destructiva (I)

19 mayo, 2025 By Jaime Acosta Puertas Leave a Comment

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Poderes mafiados

Existe en Colombia una estrategia de la dirigencia política, económica, tecnocrática y judicial contra el gobierno y las ideas progresistas. Un día una mentira al siguiente otra, y cuando no tienen razón se inventan otra sin razón, y carentes de inteligencia positiva usan tácticas desestabilizadoras sin efectos judiciales porque los códigos en Colombia blindan el delito, la mala fe, las malas prácticas.  Piensan en las elecciones de 2026 porque creen que nuevamente pondrán presidente y serán nuevamente mayoría en el Congreso.

Negar las reformas sociales es la estrategia, porque si el gobierno fracasa, fracasará en las urnas. Viles, porque van contra la población de bajos y medianos ingresos que cada vez toman más conciencia del engaño y las difamaciones, y brutos porque una mejor sociedad deriva en una mejor economía. Sin embargo, no tienen discurso, únicamente efectivas tácticas impúdicas para engañar a la población defendiendo un neoliberalismo devastador centrado en la acumulación vía saqueo de los recursos públicos, la ilegalidad y la violencia. Es la carga que la oposición pone sobre la espalda y las extremidades adoloridas de los que poco tienen.

La oposición no quiere ninguna reforma social porque no quiere ningún cambio social. Las leyes existentes nacieron con la Constitución de 1991. Su economía de mercado ha profundizado la injusticia social, la acumulación inmediata, la baja productividad y la captura del Estado por poderes que se reparten los recursos públicos al amparo de la independencia de los poderes y de la democracia representativa de la cual han abusado y re-abusado despiadadamente, porque los caracteriza la inhumanidad y la nulidad intelectual.

El estado colombiano está mafiado a través de una alianza entre políticos, empresarios y grandes medios de la diestra siniestra. Es el neoliberalismo del saqueo y de la maldad ilimitada.

Neoliberalismo injusto y atrasado

Colombia tiene un neoliberalismo sin visión de nación, sin talante de transformación, sin capacidad para desarrollar el Estado, la economía, la sociedad, las periferias urbanas y rurales, y defender la biodiversidad.

Es un neoliberalismo de la exclusión, de la esclavitud, de la discriminación bajo el imperio del machismo y del patriarcado, pecador y rezandero, pero no de la fe cristiana, si de las sectas evangelistas que se lucran de los pobres y que la CIA trajo como antídoto contra los fantasmas del comunismo.

Es un neoliberalismo básico, perezoso para innovar y crear, por eso regalaron la economía a las importaciones destruyendo capacidades previas para profundizar la industrialización según desarrolle la ciencia y tecnología para crear conocimiento de manera interdisciplinaria e intersectorial con los sistemas de innovación del mundo y de las grandes empresas y así conformar un sistema productivo y de innovación no dependiente del extractivismo.

La dependencia de los minero-energéticos fue una desastrosa decisión con tremendos efectos sociales y ambientales que han generado un rezago estructural irreversible que solo lo salvan las economías ilegales.

Los números del atraso

En 2023 Colombia exportó 50.000 millones de dólares, Perú 64.000, Chile 95.000, Brasil 340.000 y México 594.000. Con la Ruta de la Seda grandes proyectos tienen factibilidad económica, geopolítica y geoestratégica. Basta imaginar que el corredor que va del puerto de Chancay en Perú y que por tren llegará a los puertos de Brasil, movilizará el 70 % de las exportaciones de Perú y Brasil, es decir, 280.000 millones de dólares anuales, y 560.000 millones incluidas las importaciones. Son cifras que están lejos de cualquier estimación económica de Colombia, porque su comercio internacional bordea los USD 120.000 millones: 50 mil en exportaciones 75 mil en importaciones, que se volvió un déficit comercial crónico, el único entre las grandes y medianas economías de América Latina.

México, reconocido como un país de maquila de alta tecnología de Estados Unidos, ha logrado enormes avances, con un comercio internacional que representa tres veces el PIB de Colombia. Desde el triunfo de Morena con López Obrador, ahora con una extraordinaria presidenta, está pensando en convertirse en una de las grandes economías desarrolladas del mundo. México tiene su agenda progresista, y los umbrales que logre serán gracias a que está construyendo condiciones para sentarse en la mesa de decisiones en un mundo multipolar, igual que Brasil.

En Colombia la productividad y la innovación está en las economías ilegales, incluida la peor, la corrupción, porque son genios del hurto para llevarse entre los tres poderes los recursos públicos y repartirse el Estado. Es un sistema donde la economía formal solo sirve para vender bienes y ofrecer servicios y contar la plata de la ilegalidad. Esto explica uno de los crecimientos más altos de América Latina cuando no exporta ni produce tecnología.

El neoliberalismo de Colombia no necesita de las reformas sociales porque son lo opuesto a su idea de acumulación, inequidad, inestabilidad y desequilibrio. Entonces, el rezago estructural de la especialización de la economía no le interesa superarlo, por el contrario, la precariedad es funcional a su idea de sociedad y de economía basada en el comercio y para el comercio y por el comercio que conforma el 96% de las empresas constituidas. Es el neoliberalismo de los tecnócratas del mercado.

A estos no les interesa la innovación superior, ni los emprendimientos avanzados ni las exportaciones de industrias y servicios de alta tecnología, porque los obligaría a pensar y a formar una sociedad con mejor educación para todos, y les exigiría hacer de la investigación científica el centro de la acumulación, de la productividad, de la equidad, del pensamiento propio, del dialogo social y político, y de la inserción en una economía multipolar.

Guerra a las reformas sociales

Reforma laboral: mejores condiciones laborales no son funcionales a la idea de acumulación basada en la explotación y la precariedad para enriquecerse más.

Reforma pensional: mejores condiciones pensionales para quienes puedan cotizar, y subsidios pensionales para los viejos pobres no es funcional con la idea de tener una sociedad abusada y desamparada.

Reforma de la salud: mejores servicios pensando en la prevención, en el auto abastecimiento de medicamentos, insumos y equipos, y en EPS gestoras y no administradoras de recursos públicos sin auditoria, no está en la idea de la salud negocio.

Reforma de la educación: mejor educación no es posible, porque generaría condiciones para que la conciencia social se nutra de conocimiento, y porque el mercado decidió que en un país de pobres la educación debe ser privada y no pública. Pero la reforma a la educación implica repensar completamente la formación y las universidades adecuarlas a una nueva sociedad por el cambio que traen las nuevas tecnologías, los nuevos mercados de una sociedad conectada cada vez más por la virtualidad, y el comercio internacional en expansión en medio de la reorganización de la economía mundial.

Entonces, la reforma laboral si genera mejores y más empleo, pero el efecto multiplicador será mayor si se impulsa la reindustrialización porque eleva la productividad, agranda y diversifica la canasta exportadora, y ofrece mejores empleos.

La reforma pensional genera estabilidad y tranquilidad en la edad productiva y sosiego en la edad avanzada.

Con la reforma a la salud la gente tendrá mejor atención, la escasez de medicamentos será la excepción no la norma, la economía y la ciencia desarrollarán productos para las industrias de salud, lograr la soberanía y desarrollar la economía, las industrias digitales y la IA harán verdaderamente eficiente y más precisa la atención, y se destinarán importantes presupuestos para investigación porque la ciencia y la tecnología son el centro de este sistema.

Reformar los poderes

Colombia necesita otros dos cambios en la Constitución: uno, la reforma política para poner fin a la política negocio, que es igual a la salud negocio, la educación negocio, las pensiones negocio; y dos, una reforma al sistema de justicia que quedó desastrosamente estructurado en la Constitución, no solo porque unas cortes eligen a otras, sino porque los códigos garantizan impunidad a bandidos, genocidas y corruptos. Pero el sistema político y el judicial caminan de la mano de prebendas y corrupción intercambiada. Se convirtieron en una deformación genética inmune a la justicia y alejada de la ciudadanía.

Lo visto en los últimos tres años no es independencia de poderes, es la articulación de los poderes legislativo y judicial para destruir las reformas sociales del gobierno. Entonces, la ideología y las mañas asociadas se han convertido en aliados contra ciudadanos y campesinos. No hay rigor. Hay intereses. No hay ética ni moral ni conciencia social. No existe sentido de nación sino de la oportunidad destructiva, de esa manera, con un poder ejecutivo históricamente equivocado, prepotente y padre de todos los desvíos institucionales, no tiene ninguna autoridad para criticar y destruir.

El desajuste y el desequilibrio institucional propicia una ruptura institucional que solo se puede remediar mediante una nueva constitución para un nuevo pacto social de una democracia participativa y deliberativa, que sustituya 200 años de un conservatismo devastador.

El sistema público está perforado por la economía de mercado que rechaza la política industrial, en consecuencia, la reindustrialización. De tal manera la crisis de las políticas sociales, es también la crisis del modelo de mercado. La manera como el Senado de la República se ha portado con las reformas, es abominable. Igual las cortes, peor los grandes medios convertidos en agentes de las tinieblas, y un expresidente siniestro ante los tribunales de la justicia es la mayor expresión de una oposición maldita.

Siguiente artículo: El progresismo (II).

Jaime Acosta Puertas

Foto tomada de: AP News

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