Considerando un telón de fondo caracterizado por la práctica desaparición de partidos políticos organizados, la presencia de un personalismo desenfrenado, la debilidad ideológica, el lugar que han ocupado las redes en los debates políticos y la presencia cada vez más omnipresente de influencers que orientan la opinión pública, lo primero que llama la atención de las movidas de la oposición al gobierno con miras a las elecciones de 2026 es la fractura entre los que se inclinan por la búsqueda de una candidatura que atraiga al llamado centro – también afectado por quiebres internos – y los que abogan por una oposición frontal a la izquierda y de rechazo total a sus orientaciones. El segundo punto, más en sintonía con la estrategia a llevar a cabo para elegir un candidato único que permita a las distintas facciones hoy divididas llegar a la segunda vuelta, es la división entre los que optan por una encuesta vinculante sustentada en alianzas políticas, y los que abogan por una encuesta interpartidista que abra las puertas a la formación de alianzas que incluyan tanto a los viejos partidos tradicionales como a figuras emergentes que puedan aportar votos.
En términos generales se considera que en la actualidad la derecha política la componen principalmente, el Centro Democrático, el Partido Conservador, Cambio Radical y los sectores del Partido Liberal liderados por César Gaviria más algunas figuras relevantes como Juan Carlos Pinzón y Abelardo de la Espriella cuyo único divisor común es su rechazo abierto a las fuerzas y a las políticas del Pacto Histórico.
En el campo del Centro Democrático es de anotarse cómo la apuesta largamente estudiada para elegir su candidato presidencial mediante una encuesta se desmoronó tras pugnas internas que llevaron a Álvaro Uribe a considerar que no había garantías para que el ganador de la medición tuviera el respaldo de los otros candidatos y, en consecuencia, a proponer que se ampliara el plazo de la elección y se abriera la puerta a otros candidatos e, incluso, a tener más candidatos para presentarse en una consulta interpartidista en marzo.
En el Partido Conservador el fuego amigo también acentuó las fracturas en su seno cuando su candidato, Efraín Cepeda, se opuso a la candidatura del excontralor Felipe Córdoba quien dice no hacer parte de ningún partido, tras la decisión del Directorio Nacional de extender el plazo de inscripción de candidatos presidenciales hasta el 1° de diciembre. Felipe Córdoba alega en su favor que se considera un candidato capaz no solamente de unir el Partido Conservador, sino de tender puentes con el Partido Liberal y Cambio Radical.
En Cambio Radical, Germán Vargas Lleras insiste en la importancia de avanzar hacia la unidad de la oposición con el propósito de enfrentar a Petro “en su intención de perpetuarse en el poder”, pero llama la atención a lo que ha llamado el “espejismo de la unidad” y se pregunta si los candidatos que se presenten a la eventual consulta de marzo estarán verdaderamente dispuestos a comprometerse con el resultado de dicha consulta.
En pocas palabras, parece claro que para la oposición al Pacto Histórico y a Iván Cepeda, su candidato, las uvas están verdes todavía. No tiene un programa común; no ha definido cómo se elegirá su posible candidato; no tiene claro el modelo de alianza posible: si una alianza flexible sustentada en un pacto y apoyos cruzados o en un acuerdo que incluya tanto a fuerzas del llamado centro como a la derecha más dura. Son temas que deben dilucidarse antes de marzo; sin embargo parte de la respuesta dependerá también de las alianzas que se tejan con motivo de las elecciones para el Congreso y de los apoyos que brinden las maquinarias electorales en las regiones.
Rubén Sánchez David
Foto tomada de: Cambio Colombia

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