Pero no se agota en este punto la importancia estratégica de este foro. Tan importante como el NO de nuestros países a la pretensión de Trump de excluir por la fuerza a China de nuestra región, lo es que el mismo contribuye a avanzar en la dirección opuesta. O sea, en la ampliación y el fortalecimiento de nuestras relaciones con la República Popular China. Relaciones que no deben ser medidas, como suelen hacer nuestros comentaristas, en términos de que ellas ofrecen un mercado adicional para nuestros productos de exportación. Este enfoque mezquinamente mercantilista pasa por alto el hecho de que seguimos siendo básicamente un país exportador de “hierbas raras”, como denuncio Alfonso López Pumarejo en su discurso de 1930, en el hotel Granada de Bogotá. Es decir, de productos agrarios de escaso valor agregado. La industrialización del país que López Pumarejo deseaba sigue siendo una asignatura pendiente, cuya importancia no puede en ningún caso ser sobrevalorada, en un país de más de 40 millones de personas que, encima fue forzado a desmontar los avances logrados desde 1930, precisamente por los leoninos tratados de libre comercio firmados con Estados Unidos en los 80 y 90 del siglo pasado. Tratados que obviamente deben ser revisados a la luz de la nueva situación generada por el agresivo proteccionismo de Trump. No podemos seguir atados a unos tratados que está incumpliendo flagrantemente la otra parte contratante.
Cuando celebro que la realización de este foro abre nuevas perspectivas de colaboración con China lo digo pensando en dos temas cruciales. El primero: la construcción de infraestructuras. El segundo, el crédito y las finanzas. La industrialización del país requiere de tres condiciones básicas: una amplia y eficiente infraestructura de comunicaciones y transporte y energía y crédito baratos. Tres condiciones que deben ser, por lo tanto, los tres objetivos de nuestra cooperación con China. En los últimos 25 años de impresionante expansión de su propia infraestructura de comunicaciones, ha permitido a los chinos desarrollar tecnologías de punta y acumular una experticia que lo colocan indudablemente en la vanguardia mundial.
Por eso su colaboración resulta indispensable para la construcción de obras de importancia estratégica como el ferrocarril transoceánico Barranquilla-Buenaventura, la ampliación y mejora de ambos puertos, la ampliación de los metros de Bogotá y Medellín, la construcción de los de Cali y Barranquilla, y las redes de tranvías eléctricos en Bucaramanga, Ibagué, Pereira etcétera. La incorporación de Colombia a la Franja y la ruta – conocida entre nosotros como La ruta de la seda – permitirá que el país se beneficie de la experiencia y los recursos técnicos y financieros de un proyecto estratégico que ha contribuido notablemente a mejorar las infraestructuras de comunicaciones en todo el Sur global.
En el campo energético la colaboración china resulta igualmente muy importante. Especialmente en el campo de las energías renovables, tan oportuna y necesariamente valoradas por el presidente Petro. Actualmente China es el líder mundial en este campo. Posee la más grande red de parques solares del mundo, es el mayor fabricante de placas solares y el primer productor de automóviles y vehículos eléctricos. Por lo que China resulta un apoyo inestimable para la realización de ambiciosos proyectos destinados a aprovechar la más abundante fuente de energía natural de la que disponemos: el sol. La energía solar necesita estabilizadores que compensen las horas sin luz solar. El gas y el carb0n suelen ser los más utilizados para garantizar el suministro ininterrumpido de energía eléctrica. Hoy, sin embargo, hay que tomar en cuenta una alternativa muchísimo más limpia. Hace un par de semanas China puso en funcionamiento un reactor nuclear alimentado no con uranio sino con torio. Un mineral mucho más abundante que el uranio y cuya combustión deja residuos muchísimo menos radiactivos que los del uranio. Aquí hay una puerta al futuro de la transición energética que no podemos pasar por alto.
Finalmente está el problema del crédito. Un país difícilmente puede industrializarse ni prosperar económicamente con tasas de interés de dos dígitos. Una constante de nuestro sistema bancario desde hace décadas y cuyo trasfondo es nuestra dependencia exclusiva del dólar. La tendencia de la Reserva Federal a imprimir dólares como si no hubiera un mañana, incrementada exponencialmente desde la “pandemia” del COVID 19, ha traído consigo la constante devaluación del peso, contrarrestada con las continuas subidas de las tasas de interés. La vinculación de Colombia al sistema bancario chino y, específicamente al Banco de Desarrollo de los BRICS, contribuirá significativamente a romper este círculo vicioso y rebajar las tasas de interés a niveles que permitan el despliegue de una economía nacional en trance de industrialización.
Carlos Jiménez
Foto tomada de: EFE
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