Esta vez, pasó la jornada electoral para gobernaciones y alcaldías sin que quede la tradicional sazón de derrota. Contra oráculos amañados hubo sorpresas en varias de las principales alcaldías y gobernaciones, porque cuando la extrema derecha en el gobierno maniobra para cooptar todo el poder posible en el país (legislativo, cortes, poder electoral, órganos de control, militares), las elecciones regionales y locales se le salen de las manos, en las principales ciudades ganan fuerzas diferentes. Sucedió en Bogotá, Cali, Santa Marta, Buenaventura, Medellín, así como en algunas gobernaciones.
Particularmente en Medellín la campaña fue una pugna con todas las malas artes en juego para atajar una candidatura sin el visto bueno de Uribe y del autodenominado Grupo Empresarial Antioqueño, GEA, que, como ha denunciado el actual gobernador de Antioquia, obra como un directorio político más. Maniobras de chequera este, de fuerza aquel.
Daniel Quintero llevó su candidatura con el viento en contra. No tenía partido que lo avalara, dos terceras partes de las firmas recogidas fueron anuladas; sufrió asfixia financiera hasta que Confiar Cooperativa hizo el préstamo que el resto de la banca le negó; fue acallado por la gran prensa, su propaganda destruida, en algunos casos por contratistas de la alcaldía; bandas de enmascarados salieron por el centro de Medellín a difamar esa campaña y a intimidar a la población; se conoció que su vida tenía precio, y de gestiones con organizaciones criminales barriales para contratar sicarios que atentaran contra el candidato; fue necesario suspender algunos recorridos proselitistas, por recomendación de la policía, ante la presencia de motorizados sospechosos rondando cerca a donde estaba Daniel Quintero. Durante la jornada de sufragio, se registró a contratistas de la alcaldía haciendo proselitismo cerca a puestos de votación, desfile de carros con propaganda de los candidatos de extrema derecha por los puestos de votación… hasta se fue el fluido eléctrico en la Registraduría al iniciar el conteo de votos, algo que no sucede sino en el día de elecciones, y a esa hora.
Contra trampas y amenazas ganó el candidato independiente. Perdió el uribismo de local, que no solo no pudo poner cualquier pelele de gobernante, como lo había hecho hasta hoy, sino que no pudo aglutinar la derecha política local, y las huestes de su partido se indisciplinaron: candidatos avalados por el Centro Democrático al concejo, en algunos municipios, terminaron apoyando candidatos a alcaldía de diferentes partidos. Hasta sus seguidores le perdieron el miedo.
El país ha cambiado, no es el de 2002, porque hay más ciudadanos con educación. No en vano decía Rousseau que la educación es requisito de la democracia. Las redes sociales han desbancado a los medios tradicionales, que aunque estaban fletados no fueron eficaces, porque el mensaje alternativo no pudo ser amordazado, como pasó en la última campaña presidencial. Tan mal gobierno contribuyó a poner en evidencia lo matapobres de la derecha, así como su ineptitud para resolver los problemas nacionales.
También perdió Fajardo, acaso por su uribismo tan mal disfrazado. Y perdió Petro que por caudillista desdeña el tema organizativo, pretende sustituir el partido de cuadros por las damas grises, dejando su cauda electoral a la rapacería de una camarilla inepta y corrupta. Los candidatos de Fajardo y de Petro hicieron el ridículo en Antioquia.
Perdió la izquierda por su confusión programática, su precaria organización, y su falta de liderazgo. Caso contrario al de las mujeres de Estamos Listas, cuya propuesta cohesiona entorno a lo fundamental a un colectivo que disciplinado y laborioso logra una curul en el concejo.
El discurso ambiental no puso representantes en los cuerpos colegiados, y en el municipio de Jericó ganó el candidato de la megaminería, en contravía de la consulta popular realizada recientemente, y de un acuerdo del concejo de ese municipio que proscribe tal actividad depredadora del medioambiente.
Las firmas encuestadoras quedaron en evidencia como aparatajes de una estafa, estafa que ha sido premiada con la gerencia de las Empresas Públicas de Medellín, EPM. Los negocios de encuestas ponían como ganador al que las mandaba hacer, modalidad de engaño masivo que se ha institucionalizado.
Hubo rechazo general a la corrupción, salvo en Bello, único bastión del uribismo en el Valle de Aburrá, donde es tradición que el alcalde culmina el período y desfila para la cárcel, pero como corren tiempos de cambio, esta vez se invirtió la ecuación: de la cárcel pasa a la alcaldía. Se debe anotar que en Bello no existe un solo barrio libre de coacción armada por grupos delincuenciales, con varias décadas de dominio.
En Medellín, tan alta votación para Daniel Quintero resulta un plebiscito para cambiar el libreto, no para reeditarlo, como algunos quieren. Pero este triunfo sin precedentes es la obertura de nuevas batallas. No pasó como en Bogotá donde la nueva alcaldesa logra una mayoría en el concejo municipal. En Medellín el concejo, de 21 integrantes, ocho quedan para el uribismo, que sumando tres conservadores hacen mayoría y, nombrando personero y contralor, procurarán impedir gobernar al alcalde.
Tanto rechazo de los grupos dominantes contra la aspiración independiente se puede entender por la puja para hacerse con el control de EPM, la joya de la corona en la capital de Antioquia, y que ha venido siendo coto de caza del GEA. También para tapar las defraudaciones que se han denunciado en UNE Millicom, así como el proyecto Hidroituango, cuyo desborde de corrupción ocasionó tal emergencia. Justamente Quintero se hizo conocer al denunciar esta corruptela.
Ahora empezó otra gestión de asedio al alcalde electo, para convencerlo del “deje así”. Quintero, sin partido que lo respalde y sin mayoría en el concejo, va a necesitar una fuerte y permanente movilización ciudadana para hacer los cambios que Medellín requiere, para lo cual fue elegido.
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José Darío Castrillón Orozco.
Foto obtenida de: https://www.rcnradio.com/c
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