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La difícil y necesaria negociación entre el gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional.

10 octubre, 2016 By Luis Eduardo Celis Leave a Comment

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Esta semana en Caracas, gobierno Colombiano y ELN, han hecho público en un escueto comunicado que la mesa de diálogos y negociaciones para la construcción de un acuerdo político, para cerrar un alzamiento armado de más de 52 años y anunciada desde el 30 de marzo, se instala en Quito el próximo 27 de octubre.

Con la liberación de algunas personas secuestradas por el ELN y el compromiso de liberar otras dos, antes del 27 de octubre, donde posiblemente este Odín Sánchez, el secuestrado de mayor visibilidad en poder del ELN, de un listado corto, según informaciones oficiales del gobierno Colombiano, se resuelve un impasse que duro siete meses y donde las dos partes, gobierno y ELN, mostraron flexibilidad para avanzar, flexibilidad pero no agilidad.

Llegar a este momento ha implicado mucho dialogo, discusiones y concertaciones entre las dos delegaciones con un activo acompañamiento internacional, según el reporte oficial contenido en la agenda firmada en Caracas el 30 de marzo de este año, construir la agenda y los mecanismos para el desarrollo de los diálogos y las negociaciones, implicó un trabajo de enero del 2014 a marzo de 2016 y ahora sumémosle los siete meses, para salir de la exigencia por parte del gobierno de liberación de secuestrados por parte del ELN.

Ahora que sectores importantes de la sociedad Colombiana se movilizan por la paz, con el propósito de que el acuerdo construido entre Gobierno y FARC, se pueda implementar, tras la derrota del 2 octubre, y con un proceso de concertación en marcha, es evidente que hay un ambiente y una acción ciudadana por la superación del conflicto armado, mediante diálogos y concertaciones y un deseo de participación mayor, lo cual se sintoniza con la principal demanda del ELN: un proceso de paz, con amplia participación social.

Con la apertura de la mesa en Quito, podemos enrutarnos, como sociedad y Estado, al cierre definitivo del conflicto armado, aspiración trabajada por décadas, que tiene como sus más importantes referentes, la paz de los años 90, que lideró el M-19 y que tiene en la constitución del 91 su referente político principal y ahora con este acuerdo logrado con las FARC y todo lo que ha suscitado de movilización y respaldo ciudadano, podemos afirmar que la paz política ha logrado instalarse como mandato ciudadano y que para que esa paz política tenga plena vigencia, se requiere la construcción de un acuerdo entre el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos y el ELN.

Una negociación tan difícil de tramitar, por el referente de tiempos ya mencionado, nos tiene que interpelar y ubicar en la complejidad de este proceso, que para nada ha sido ni va a ser fácil, como no fue ni ha sido fácil el proceso adelantado entre gobierno y FARC.

Con una mesa instalada, podemos proponer iniciativas de participación social, que logren concretar las transformaciones sociales, políticas y económicas, como se lo ha propuesto el ELN y que en una sociedad con tantas y profundas inequidades y una historia de exclusiones y autoritarismos son pertinentes y posibles de precisar y emprender, la sociedad Colombiana debe y puede cambiar y esta negociación es una posibilidad de dinamizar un cambio positivo en una democracia precaria.

Solo podrá avanzar la negociación si Gobierno y ELN, flexibilizan sus posturas, como lo han hecho con el impasse de los secuestros, y buscan un campo común para concretar cuáles son las transformaciones que hay que emprender, tema delicado, pero absolutamente posible de establecer, por la historia de una Colombia que debe aceptar y reconocer que son muchas las regiones y comunidades excluidas de una vida digna.

Es la hora de la participación efectiva y eficiente y es el primer punto que será discutido desde el próximo 27 de octubre en Quito, debemos comunicarle a las dos partes: Gobierno y ELN, cuales son las iniciativas y mecanismos agiles y efectivos de participación. Llegó la hora de jugar el partido de los diálogos y negociaciones y para que este partido avance se requieren de propuestas concretas y capacidad de escuchar y concertar entre una diversidad social y política, que podemos encontrar un campo común, eso es perfectamente posible.

El gobierno, que a su interior tiene sus dudas sobre la viabilidad de esta negociación, que algunos ven como etérea y difícil de concretar, negociación en la que afortunadamente ha perseverado el Presidente Juan Manuel Santos y llegado el momento de la fase pública, es hora de ajustes y propuestas, los ajustes deben ir por el lado de reforzar su equipo negociador que requiere de nuevas energías y liderazgos, veremos cómo se mueve allí el Presidente Santos y las propuestas están por verse, en el sentido de que el gobierno debe igualmente colocar sus apuestas en temas y regiones que ayuden al avance de este proceso.

Cerrar el conflicto armado, hasta el final, fue marcada por la lógica de acuerdos incrementales, no fue posible un cierre global, ni en los años 90 ni ahora, esto significa que iniciamos la implementación del acuerdo con las FARC –esta crisis se definirá a más tardar el 15 de noviembre, según mi valoración- cuando apenas iniciamos el proceso publico con el ELN, será una paz política que tendrá dos ritmos, la implementación del acuerdo pactado con las FARC, en medio de un proceso de concertación con el ELN, por supuesto habrá que generar las articulaciones y las sinergias necesarias, de hecho el acuerdo firmado entre gobierno y ELN, así lo establece de forma expresa.

El tiempo es una variable que juega duramente en esta negociación, se requiere tiempo para que las propuestas de participación se desarrollen, se requiere tiempo para establecer las transformaciones que hagan posible un acuerdo y todo esto será difícil de lograr en el tiempo que le queda al Presidente Juan Manuel Santos. Lo deseable es que las dos partes trabajen de manera rigurosa y le den dinámica a un proceso con amplia y efectiva participación y ya veremos hasta donde llegamos y como se mueve esta mesa en un debate presidencial que se abrirá de manera expresa el próximo semestre.

Este proceso que despega en Quito en pocos días es como un avión que parte con pocos pasajeros a bordo, ambas partes nos han dicho que a esa nave se monten mas actores sociales, políticos y de la economía, eso está por verse y es una nave sin destino muy definido y que no tiene pista de aterrizaje, eso es lo que las dos partes, con la pluralidad social que estamos involucrados y la que está por involucrar, debemos construirle, un rumbo y una pista de aterrizaje, tarea dura y lograble.

Este proceso ha logrado mantenerse por el trabajo y aporte de la comunidad internacional, gratitud con: Brasil, Ecuador, Cuba, Chile, Noruega y Venezuela.

Luis Eduardo Celis
Asesor de la Fundación Paz y Reconciliación.
@luchoceliscnai

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